sábado, 26 de noviembre de 2011

Imperio portugués

Imperio portugués

Punta de Sagres, en el cabo de San Vicente
Sagres fue durante la baja edad media un destacado centro de las artes náuticas bajo el patrocinio de Enrique el Navegante (1394-1460), tercero de los hijos del rey portugués Juan I. Se estableció en ella en 1417, tras regresar de una expedición a Ceuta. En Sagres construyó un observatorio y creó la primera escuela de navegación europea. Aunque él personalmente no hizo ningún viaje, organizó numerosas expediciones por la costa atlántica de África, cuyo objetivo era encontrar una ruta marítima a la India y al Lejano Oriente. De este modo, pretendía establecer nuevas relaciones comerciales fuera del control de los comerciantes árabes.

Imperio portugués, conjunto de territorios de Sudamérica, África, India y del Sureste asiático que estuvieron sometidos a lo largo de la historia a la soberanía de Portugal. Puede decirse que los portugueses fueron los primeros en explorar África y Oriente, fundando, en la misma época en la que se inició la formación del Imperio español en América, un sistema comercial multicontinental similar al de los fenicios durante la edad antigua. El proceso del imperialismo portugués, que comenzó en 1415 cuando arrebataron la ciudad norteafricana de Ceuta a los musulmanes, puede dividirse en tres fases: la expansión en África y Oriente; la expansión en Brasil y nuevamente la expansión en África, aunque estas etapas se solapan en ocasiones. El dominio colonial portugués finalizó en 1999, cuando la soberanía sobre el territorio costero asiático de Macao fue entregada a China.
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EL PRIMER IMPERIO: ÁFRICA Y ORIENTE (1415-1665)
Alfonso de Albuquerque
Este retrato no fechado muestra al navegante y conquistador Alfonso de Albuquerque, fundador del Imperio portugués en Oriente.

Es probable que el espíritu original de la expansión portuguesa en ultramar fuera el de continuar en el norte de África la cruzada contra los musulmanes (lo que la historiografía conoce como Reconquista) emprendida en la península Ibérica: de ahí la conquista de Ceuta en 1415 y la de Tánger en 1471. Al motivo religioso, que incluía la búsqueda del legendario reino cristiano del preste Juan, no tardó en sumarse el afán de explorar nuevas tierras (que proporcionó a los portugueses un papel principal en la exploración geográfica europea), la búsqueda de oro y especias, y la obtención de esclavos. La influencia política de Portugal aumentó con los viajes y descubrimientos: se exploró la costa occidental de África; Gil Eanes dobló el cabo Bojador, situado en la costa occidental del Sahara, en 1434; se estableció un puesto comercial en la bahía de Arguin (hacia 1443) para el comercio con Guinea; se fundó la base de São Jorge da Mina en Costa de Oro, en 1482, para la explotación del comercio de oro, marfil y esclavos; se creó una alianza con el imperio del Congo (desde 1490); y Bartolomeu Dias dobló el cabo de Buena Esperanza en 1488. Con el viaje de Vasco da Gama a Calicut (actual Kozhikode) en 1498, la presencia portuguesa se hizo sentir también en la costa oriental de África y en la India.
El objetivo de los portugueses en el océano Índico era monopolizar el comercio de especias, controlado entonces por los árabes, quienes las vendían a los venecianos. La superioridad marítima en esta extensa área quedó asegurada con la victoria sobre una flota musulmana frente a las costas de Diu (cerca de Goa) en 1509. Los portugueses utilizaron la estrategia de enemistar a los jefes indios con los musulmanes para poder construir puestos comerciales en Cannanore, Cochin y Goa en la primera década del siglo XVI. Trataron de afianzar su dominio conquistando el estrecho de Ormuz (situado en el golfo Pérsico) y Socotra (próxima a la entrada al mar Rojo) en 1507 y construyendo fuertes en Kilwa (1505), Mozambique (1507) y Mombasa (1593). Para el comercio con China y el Sureste asiático, su imperio comercial se extendía hacia el este por Malaca (conquistada en 1511), Ceilán (actual Sri Lanka, cuya ciudad más importante, Colombo, fue tomada en 1518), Ternate en las Molucas (1521), Makasar en la isla Célebes (1545), Timor (1511) y Macao, donde se permitió a los portugueses fundar un puesto comercial en 1557.

Castillo de São Jorge da Mina
El castillo de São Jorge da Mina, en la ciudad costera de Elmina (Ghana), es la construcción europea más antigua del África subsahariana. Fue erigido a finales del siglo XV por los portugueses para proteger el puesto de comercio de oro que allí tenían, frente a competidores europeos y a los propios pueblos africanos. El castillo fue tomado en el siglo XVII por los holandeses y se convirtió en un importante centro del comercio de esclavos por el océano Atlántico, función que mantuvo hasta el siglo XIX.

Esta red de comercio y bases navales les proporcionó el control sobre valiosos productos y mercancías tales como pimienta, jengibre, nuez moscada, clavo, piedras preciosas, seda y porcelana. Sus rutas comerciales llegaron a China y Japón, donde también desarrollaron su actividad grupos de misioneros portugueses, los únicos que habían obtenido el permiso del Papado en 1455 (confirmado en 1514) para realizar su apostolado en esta región.


Lisboa
El casco o barrio antiguo de Lisboa conserva las viejas y tortuosas calles y los edificios construidos durante la larga historia de la ciudad. El monasterio de los Jerónimos, en primer plano, fue construido en 1498 para conmemorar el descubrimiento de la ruta hacia las Indias. La moderna Lisboa, al fondo, tiene rectas, amplias y arboladas calles junto a rascacielos típicos de una capital europea.

El Imperio portugués en África oriental era esencialmente marítimo y comercial, y se extendía únicamente por las regiones costeras. La Casa da Índia dirigía la actividad comercial. La creación de asentamientos, que había comenzado con la colonización de archipiélagos deshabitados del Atlántico, como los de las islas Azores y Madeira en el siglo XV (en estos territorios la Corona concedió tierras a los capitanes y creó municipios), sólo era notable en las islas de Cabo Verde (desde 1460), Santo Tomé y Príncipe, y Goa. En Cabo Verde, la Corona retomó el control a través de los gobernadores a principios del siglo XVI, lo que le permitió beneficiarse del comercio de esclavos. Dada la escasez de mujeres blancas en estos parajes, los portugueses se emparejaron con mujeres africanas y formaron familias mestizas. En Goa, centro del imperio oriental, el virrey Alfonso de Albuquerque estableció una subvención para los matrimonios entre residentes portugueses de la India portuguesa y mujeres indias a partir de 1510, fomentando así la formación de una comunidad luso-india.
Luís Vaz de Camões
Uno de los más grandes poetas portugueses ha sido, sin duda, Luís Vaz de Camões, nacido hacia 1524. Su obra principal, Os Lusíadas (1572), es considerada el poema épico nacional portugués. A mediados del siglo XVI embarcó para la India. Se cree que por entonces ya había empezado a trabajar en Os Lusíadas, cuyo argumento central es el descubrimiento de la ruta marítima a la India por el explorador portugués Vasco da Gama a finales del siglo XV. Falleció en la pobreza en Lisboa, el 10 de junio de 1580.

A pesar de los grandes beneficios materiales que el imperio oriental proporcionó a la Corona portuguesa, el interés por Marruecos no disminuyó. Durante el siglo XVI se capturaron fortalezas costeras, que en ocasiones se perdieron, antes de que el rey Sebastián (1557-1578) decidiera emprender la conquista de la zona interior. El monarca murió en la batalla de Alcazarquivir, en la que los portugueses y los norteafricanos perdieron miles de hombres. Mazagán (la actual El-Jadida), el último puesto avanzado, no se abandonó hasta 1769.

Monumento a los Descubrimientos (Lisboa, Portugal)
Este monumento, inaugurado en 1940, conmemora la edad dorada de la navegación portuguesa, la gran época de los descubrimientos y de la primera colonización llevada a cabo por los marinos de Portugal. Durante los reinados de Juan II (1481-1495) y Manuel I (1495-1521), los exploradores portugueses cartografiaron y tomaron posesión de distintos territorios en África, América y Asia.

La Corona portuguesa pasó a manos de los Habsburgo españoles en 1580 (en la persona de Felipe II), hasta que una rebelión restableció la independencia en 1640, durante el reinado del rey español Felipe IV. Este periodo coincidió con el declive del imperio oriental. Los portugueses carecían de suficientes marinos con experiencia para guiar sus naves, y potencias marinas en alza como el Imperio holandés y el Imperio Británico desafiaban su posición. Los holandeses, gracias a su superioridad naval y siguiendo el ejemplo mercantil de Portugal, se aliaron a menudo con los gobernantes locales y arrebataron bases y puestos comerciales de Oriente a los portugueses durante el siglo XVII. Malaca, Ceilán y Cochin cayeron en manos holandesas en 1641, 1658 y 1662, respectivamente; los persas, ayudados por los ingleses, expulsaron a los portugueses de Ormuz en 1622. Ceuta permaneció en manos españolas después de 1640, pero Tánger y Bombay pasaron a Inglaterra en la década de 1660, por el acuerdo matrimonial establecido con motivo del enlace de Catalina de Braganza (hija del monarca portugués Juan IV) con el rey inglés Carlos II. Los grandes días del primer imperio europeo en Oriente, cuyos beneficios habían sufragado el despilfarro de la Corona portuguesa, habían concluido. Los últimos vestigios que de esta época se conservaron fueron el Estado de India (básicamente Goa), Macao y la zona oriental de la isla de Timor.
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EL SEGUNDO IMPERIO: BRASIL (1500-1822)
Pedro Álvares Cabral
El navegante portugués Pedro Álvares Cabral recibió en 1500 del rey Manuel I el encargo de ponerse al mando de una expedición comercial a la India. Partió con la orden de seguir la ruta del cabo de Buena Esperanza. Con el fin de evitar las tempestades y la falta de vientos, Cabral siguió una ruta más hacia el oeste que la seguida pocos años antes por Vasco da Gama, al tiempo que los propios vientos y las corrientes desviaban sus barcos en esa misma dirección. El 22 de abril de 1500, tres meses después que el marino español Vicente Yáñez Pinzón, Cabral llegó a lo que actualmente es el estado de Bahía, en Brasil. Más tarde emprendió de nuevo viaje, siguiendo rumbo hacia el este, pero perdió cuatro de sus barcos en una tormenta en el cabo de Buena Esperanza. El resto de la expedición consiguió llegar a Calicut (la actual Kozhikode), en la India, donde Cabral negoció un tratado comercial con el soberano del lugar y estableció casa comercial.

Durante el siglo XVII, Brasil, territorio del que en 1500 Pedro Álvares Cabral tomó posesión en nombre del rey portugués Manuel I, rebasó en importancia al imperio oriental. Este área correspondía, al menos parcialmente, al sector portugués asignado por el Tratado de Tordesillas, firmado con la Corona de Castilla en 1494. Dicho acuerdo, que modificaba la conocida como línea de Demarcación establecida por el papa Alejandro VI en 1493 para el descubrimiento de tierras, permitía a Portugal adentrarse cien leguas (unos 483 km) al oeste de las islas de Cabo Verde. Brasil se desarrolló lentamente en sus comienzos como fuente de maderas de tinte (proporcionadas por el llamado palo Brasil), mientras continuaba la exploración de la costa. La tierra se dividió en doce capitanías con el objetivo de defenderla mejor del avance y colonización de los franceses. El cultivo de la caña de azúcar se introdujo en 1516 y prosperó rápidamente en el noreste gracias al suelo y el clima favorables. Las grandes plantaciones de Bahía y Pernambuco (en la actualidad, Recife) generaron un creciente tráfico de esclavos procedentes de Guinea, Benín y Angola.
Durante el reinado de la Monarquía Hispánica sobre los territorios portugueses (1580-1640), y siguiendo la propia práctica colonial española, se envió a un virrey español a Bahía en 1604. La administración de la zona recaía sobre organismos portugueses, aunque lo cierto es que las capitanías conservaban su independencia, tal y como los gobernadores generales habían podido comprobar desde 1548. La administración colonial portuguesa era menos coherente que la española; no obstante, la mentalidad portuguesa era más mercantilista y prohibió la exportación de manufacturas, así como la plantación de olivos, la elaboración de vino y la impresión de libros. Los ataques de los holandeses a ambas orillas del Atlántico desde finales del siglo XVI pusieron en peligro el dominio portugués. Los holandeses tomaron Bahía en 1624 y Pernambuco en 1630 (en las llamadas incursiones holandesas), y, en África, se apoderaron de São Jorge da Mina, Arguin y Santo Tomé en 1637, 1638 y 1641, respectivamente. Sin embargo, entre 1645 y 1654, los colonos portugueses expulsaron a los holandeses de Brasil, recuperaron Pernambuco y reconquistaron para su país Santo Tomé y Angola, las regiones de las que se traían los esclavos.

Mapa del Tratado de Tordesillas
El mapa muestra la línea de demarcación acordada mediante el Tratado de Tordesillas, firmado el 7 de junio de 1494 y ratificado, de un lado, por los Reyes Católicos Isabel de Castilla y Fernando de Aragón el 2 de julio de 1494, y, de otro, por el rey portugués Juan II el 5 de septiembre del mismo año.

La importancia fundamental de Brasil para el Imperio colonial portugués quedó establecida con el descubrimiento de grandes cantidades de oro a partir de la década de 1690, especialmente en Minas Gerais. Este metal precioso eclipsó económicamente a otros recursos, como el azúcar, los yacimientos de diamantes, la explotación ganadera y el cultivo de tabaco, y favoreció a los colonos de Río de Janeiro en relación con los del norte de Bahía. La producción de oro pasó de 2.000 kg al año en 1701 a entre 14.000 y 16.000 en la década de 1750, a partir de la cual declinó significativamente. La fiebre del oro incrementó los ingresos de la Corona a través de los impuestos y provocó el aumento de inmigrantes libres y esclavos. La población pasó de menos de 200.000 habitantes en 1650 a 1.500.000 en 1770, la mitad de los cuales eran esclavos africanos y muchos de los restantes mestizos.

Olinda, Pernambuco
Fundada en 1535, Olinda, ciudad portuaria del este de Brasil perteneciente al estado de Pernambuco, fue la capital de la capitanía colonial portuguesa hasta ceder su posición a Recife. Desempeñó un papel de gran importancia durante la etapa colonial. Parte de la industria local gira en torno a las plantaciones de azúcar, aunque también hay fábricas de cigarros y de artículos textiles. Posee numerosas iglesias y otros edificios religiosos, entre los que destacan los conventos de São Francisco y São Bento, que guardan varias obras de arte, así como un museo regional y otro estatal dedicado al azúcar.

Portugal acordó con España los límites territoriales de Brasil en el Tratado de Madrid (1750), aunque las disputas sobre la colonia del Sacramento, establecida en el Río de la Plata, continuaron hasta que Portugal renunció a esta región en el Tratado de San Ildefonso (1777). Al igual que en el Imperio español, los últimos años del siglo XVIII supusieron una época de centralización y aumento del poder de la monarquía para el Imperio portugués. Disminuyó el poder de los municipios, y los jesuitas, que protegían a los indígenas de la esclavitud y de los colonos en amplias regiones semiautónomas del territorio, fueron expulsados por el ministro principal del rey José I, Sebastião José de Carvalho e Melo, futuro marqués de Pombal, que prohibió la presencia de la orden en suelo portugués y confiscó sus tierras en 1759. Los estados de Brasil y de Maranhão e Grão Pará se unificaron en 1774 para formar una sola entidad administrativa que quedó dividida en nueve capitanías generales (o provincias) gobernadas desde Río de Janeiro.

Territorios europeos en América
Este mapa superpone las esferas de influencia europea en América durante el siglo XVIII, sobre las actuales fronteras políticas. En 1700, el Imperio español en el continente americano se había convertido en el dominio de mayor riqueza. Mientras los españoles mantenían sus colonias, la influencia holandesa y francesa en el Caribe y Sudamérica desapareció. Mientras tanto, a la vez que los británicos prosperaban a costa del comercio con sus colonias orientales de Norteamérica, los portugueses, en decadencia como gran potencia europea, simplemente mantuvieron sus posesiones en Brasil.

Hubo ciertos signos de descontento con el gobierno de Lisboa entre los colonos, pero la situación cambió con la llegada de la corte portuguesa en 1807, que, encabezada por la reina María I y su hijo y regente Juan VI, huía de los ejércitos del emperador francés Napoleón I Bonaparte. Brasil consiguió en ese momento sus propias instituciones y Portugal casi pasó a ser su socio minoritario en el reino unificado de 1815, mientras el tratado de 1810 abría el país al comercio con Gran Bretaña. Cuando los revolucionarios liberales portugueses de 1820 trataron de reafirmar la supremacía de Portugal, el territorio sudamericano portugués decidió independizarse en 1822 bajo la corona del príncipe regente de Brasil, Pedro, quien, con el nombre de Pedro I, se convirtió en el primer titular del Imperio Brasileño.
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EL TERCER IMPERIO: ÁFRICA Y LA DESCOLONIZACIÓN (1822-1975)

Amílcar Cabral
El dirigente nacionalista africano Amílcar Cabral encabezó desde la década de 1950 la lucha por la liberación de algunos de los territorios bajo dominio portugués hasta que fue asesinado en la ciudad guineana de Conakry el 20 de enero de 1973.

Después de la pérdida de Brasil, dependía de Gran Bretaña, como suprema potencia marítima, que Portugal conservara el control sobre sus otras posesiones en ultramar: Cabo Verde y la zona continental de Guinea (administradas conjuntamente hasta 1879); Santo Tomé y Príncipe, en donde los esclavos fueron sustituidos por trabajadores contratados en las plantaciones de cacao y café; el Estado de India; Macao y Timor (administrados conjuntamente hasta 1896); Angola, donde las colonias europeas no habían rebasado la zona costera; y Mozambique (donde la población portuguesa tampoco había penetrado en el interior), gobernado desde Goa hasta 1752, aunque la Corona entregó grandes propiedades del interior del país (los prazos, abolidos en la década de 1930) a arrendatarios africano-portugueses y nativos. Presionada por Gran Bretaña, Portugal accedió a abolir completamente cualquier tipo de comercio de esclavos en sus posesiones en 1842 y abolió la esclavitud en 1869.
En el reparto de África que tuvo lugar en las décadas de 1880 y 1890, las potencias europeas decidieron que Portugal tenía derecho a extender su autoridad en el interior de Angola y Mozambique. Los portugueses perdieron en 1885 en su disputa por los territorios de la cuenca del río Congo frente a los intereses del rey de los belgas, Leopoldo II, según los acuerdos suscritos durante la Conferencia de Berlín; y más tarde intentaron unificar Angola y Mozambique, plan que se vio frustrado por el ultimátum enviado en 1890 por Robert Gascoyne-Cecil, tercer marqués de Salisbury, el primer ministro británico, que desautorizaba esa anexión. Tras estos acontecimientos, Portugal emprendió campañas de “pacificación” en las regiones interiores de Angola y Mozambique. Se adoptó el modelo británico del gobierno indirecto en las posesiones coloniales; en Mozambique se siguió el ejemplo de las compañías británicas autorizadas por la Corona y se establecieron tres empresas destinadas a explotar y favorecer el desarrollo de estos territorios.
Influidos por la práctica colonial francesa, los republicanos portugueses (que en 1910 habían destronado al último monarca, Manuel II) rebautizaron sus posesiones de ultramar como “colonias” en 1911 y les concedieron cierta autonomía financiera y administrativa con dispares resultados. Con la Ley Colonial de 1930, promulgada ya durante la dictadura del general António Óscar de Fragoso Carmona, se reactivó el centralismo. Las colonias pasaron a ser nuevamente provincias en 1951, por orden del jefe de gobierno y verdadero dirigente de Portugal, António de Oliveira Salazar, en un esfuerzo por reafirmar que se trataba de partes integradas en un Estado portugués multicontinental. Sin embargo, en 1972 se anunció la autonomía de Angola y Mozambique en la zona de moneda portuguesa (área delimitada en 1961).
El fin de la esclavitud en las posesiones africanas se vio seguido rápidamente por una legislación laboral que hacía hincapié en la necesidad de que la población indígena trabajara, lo que significaba que la mano de obra forzosa, empleada tanto en las plantaciones de algodón como en las obras públicas, continuó siendo una característica del sistema colonial portugués y de su misión civilizadora hasta la década de 1950. A pesar de que se les obligara a trabajar y a pagar impuestos, aquellos cuya situación legal era la de indígena quedaban excluidos de la categoría de ciudadanos a la que los africanos asimilados y los colonos europeos pertenecían. Estas distinciones fueron abolidas en 1961.
La resistencia al dominio portugués fue una constante en los territorios coloniales a lo largo del siglo XX; no obstante, la presión de las zonas dominadas en favor de la descolonización aumentó considerablemente en la década de 1960. Una vez que la India consiguió su independencia en 1947, anexionó por la fuerza el Estado de India portugués en diciembre de 1961, hecho que Portugal sólo reconoció después de la Revolución de los claveles de abril de 1974. Anteriormente, en 1961, la violencia anticolonial había llegado a Angola: comenzaron entonces las hostilidades entre el Movimiento Popular de la Liberación de Angola (MPLA), de ideología marxista, y la Unión del Pueblo Angoleño (UPA). Sin embargo, debido a la rivalidad y debilidad de las propias fuerzas anticoloniales, el dominio portugués no se vio seriamente amenazado hasta la revolución democrática que tuvo lugar en Lisboa el 25 de abril de 1974. A partir de ese momento, la situación se deterioró rápidamente y Portugal abandonó el territorio en noviembre de 1975, cuando la guerra civil entre los grupos anticoloniales angoleños frenó un rápido crecimiento económico basado en recursos tales como el petróleo, los diamantes, el café y el hierro.
En Guinea, donde la estrategia contrarrevolucionaria portuguesa no consiguió controlar la creciente tensión, los conflictos comenzaron en 1963 y concluyeron con la independencia de Guinea-Bissau y Cabo Verde en 1974 y 1975, respectivamente. En Mozambique, las operaciones de la guerrilla comenzaron en 1964 y, gracias al Frente de Liberación de Mozambique (FRELIMO), se alcanzó la independencia en 1975. Santo Tomé y Príncipe siguió ese camino el mismo año.
En Asia, Timor Oriental fue anexionado por Indonesia en 1975 y se cree que aproximadamente una tercera parte de la población (200.000 habitantes) perdió la vida durante el posterior periodo de represión. Portugal no reconoció nunca la incorporación de este territorio a Indonesia. En 1975, China no aceptó la devolución de Macao, territorio que había estado a punto de conquistar en 1849 y que fue ocupado por los guardias rojos en 1966; no obstante, ambos países acordaron en 1987 su devolución a China en diciembre de 1999, lo cual tuvo lugar la medianoche del día 20 de ese mes. Se puso así punto y final a la existencia de lo que había sido durante siglos un verdadero Imperio colonial ultramarino gobernado desde Portugal.

viernes, 14 de octubre de 2011

Cronología: san Ignacio de Loyola

Cronología: san Ignacio de Loyola
AÑO
ACONTECIMIENTO

1491
Nace en la casa solariega de Loyola (en la parroquia de Azpeitia, Guipúzcoa) donde vivía su familia, perteneciente a la nobleza del señorío de Vizcaya.
1506-1517
Es educado como caballero en el palacio del contador mayor de Castilla, Juan Velázquez de Cuéllar, en Arévalo (Ávila).
1521
Como soldado del virrey de Navarra, Antonio Manrique, duque de Nájera, participa en la lucha contra las tropas francesas que pretendían invadir Navarra. Es herido en ambas piernas mientras defiende el castillo de Pamplona. Durante su convalecencia en Loyola, decide consagrar su vida a Dios.
1522-1523
Retirado a una vida de oración, meditación y penitencia, redacta, en una cueva de Manresa, Ejercicios espirituales. Junto al río Cardoner concibe la idea de fundar un instituto religioso. Peregrina a Jerusalén.
1524-1526
Estudia latín en la Universidad de Barcelona.
1526-1527
Estudia lógica en Alcalá de Henares. Comienza a impartir ejercicios espirituales, actividad por la cual es considerado sospechoso de alumbramiento, procesado y condenado a no predicar durante tres años.
1527
Se traslada a Salamanca, donde nuevamente es procesado.
1528
Tras caminar durante varios meses, llega a París con la intención de estudiar en su universidad. Adopta la forma latina (Ignatius) de su nombre de pila (Íñigo).
1534
El día 15 de agosto, Ignacio y otros compañeros realizan en Montmartre votos de pobreza, castidad y vida apostólica.
1535
Logra el título de magister en filosofía.
1537
Es ordenado sacerdote en Venecia, ciudad a la que había marchado dos años antes para culminar sus estudios de teología (que había iniciado en París en 1533). Marcha a Roma, ciudad en la que vivirá hasta su fallecimiento.
1540
Por medio de la bula Regimini militantis Ecclesiae el papa Pablo III aprueba de forma canónica, el 27 de septiembre, la constitución del instituto de clérigos regulares de la Compañía de Jesús, cuyos estatutos ya había aprobado verbalmente el año anterior.
1541
Es elegido superior general de la Compañía de Jesús.
1541-1556
Redacta las Constituciones de la Compañía de Jesús.
1548
Se publican sus Ejercicios espirituales.
1551
Funda el Colegio Romano.
1552
Funda el Colegio Germánico.
1556
Fallece el día 31 de julio.
1609
Es beatificado por el papa Pablo V.
1622
Es canonizado por el papa Gregorio XV.