miércoles, 19 de septiembre de 2012

Países: Alemania

Alemania (nombre oficial, Bundesrepublik Deutschland, República Federal de Alemania), país localizado en Europa Central; limita al norte con el mar del Norte, Dinamarca y el mar Báltico; al este con Polonia y la República Checa; al sur con Austria y Suiza, y al oeste con Francia, Luxemburgo, Bélgica y los Países Bajos. Durante la mayor parte de su historia, Alemania fue un término geográfico utilizado para designar un área ocupada por varios Estados. Se convirtió en un Estado unificado durante 74 años (1871-1945), pero fue dividido al término de la II Guerra Mundial en la República Federal de Alemania (RFA, conocida como Alemania Occidental) y la República Democrática Alemana (RDA, conocida como Alemania Oriental). El 3 de octubre de 1990, pasó a formar parte de la RFA, por lo que Alemania volvió a ser una nación unificada. Berlín es la capital y la ciudad más importante.
2
TERRITORIO Y RECURSOS
Extendiéndose desde los Alpes hasta el mar Báltico y el mar del Norte, Alemania abarca una amplia variedad de paisajes. Montañas, bosques, colinas, llanuras, lagos, ríos y costas forman este gran país que limita con nueve países europeos. Tiene una superficie de 356.970 km²
2.1
Regiones fisiográficas
Alemania consta de tres grandes regiones fisiográficas: una llanura de tierras bajas en el norte, un área de mesetas en el centro y una región montañosa en el sur. Las tierras bajas, que conforman la llanura de Alemania del norte, tienen un relieve variado que engloba diversos valles fluviales y un gran terreno poblado de brezos (Lüneburger Heide). El punto más bajo es la línea costera, que comprenden áreas de dunas y marismas. Frente a la costa hay varias islas, entre las que se encuentran las islas Frisias Septentrionales, las islas Frisias Orientales y Helgoland en el mar del Norte y Fehmarn y Rügen, en el mar Báltico. El extremo oriental de la llanura posee un suelo muy rico para la agricultura. La región de las mesetas centrales, cuyos límites aproximados están entre la ciudad de Hannover en el norte y el río Main en el sur, abarca un territorio compuesto de suaves montañas, valles fluviales, ríos y cuencas bien definidas. Las cadenas montañosas incluyen las cordilleras Eifel y la región de Hunsrück al oeste, las montañas Taunus y la región de Spessart en el centro, y la cadena de los montes Fichtel al este. Dos estribaciones del Jura y un gran bosque, la Selva Negra, o Schwarzwald ocupan la mayor parte del suroeste de Alemania. En el extremo sur están los Alpes Bávaros, que contienen el pico más alto de Alemania, el Zugspitze (2.962 m).
2.2
Ríos y lagos
La mayoría de los grandes ríos alemanes están en la zona occidental del territorio. El más importante es el Rin, que forma parte de la frontera con Suiza y Francia antes de desembocar en la costa de los Países Bajos. Entre los afluentes del Rin están el Lahn, el Lippe, el Main, el Mosela, el Neckar y el Ruhr. Otros ríos importantes son el Elba, que discurre desde la frontera checa en el sureste hasta el mar del Norte, y el Danubio, que atraviesa el sur del territorio antes de entrar en Austria. El Oder, junto con el río más pequeño Neisse de Lausitz, forman la mayor parte de la frontera oriental de Alemania con Polonia. Cuenta con pocos lagos grandes, de los que cabe destacar el lago Constanza (en alemán, Bodensee), que se extiende en parte del territorio de Austria y Suiza.
2.3
Clima
Alemania tiene un clima templado, con una temperatura media anual de 9 ºC. La temperatura de enero varía desde -6 ºC hasta 1 ºC, de promedio, según la situación, mientras que la temperatura del mes de julio varía entre los 16 ºC y los 20 ºC. Las tierras bajas del norte tienen un clima algo más cálido que las regiones centrales y del sur. La precipitación es mayor en el sur, donde alcanza unos 1.980 mm al año, la mayoría en forma de nieve. Las mesetas centrales reciben un máximo de 1.500 mm de lluvia al año, y las tierras bajas del norte llegan hasta 710 mm al año. Al ser uno de los países más industrializados del mundo, Alemania afronta graves problemas de contaminación atmosférica y del agua.
2.4
Flora y fauna
Alrededor del 31% del territorio está formado por bosques, la mayoría de los cuales se encuentran en la mitad sur del país. Cerca de dos tercios de estos bosques se componen de pinos y otras coníferas, y el resto lo forman especies de hoja caduca como haya, abedul, roble y nogal. Los viñedos cubren muchas de las laderas del suroeste del país y también se extienden a lo largo de los ríos Rin, Mosela y Main. Los huertos son un elemento destacado en el oeste de Alemania. La flora es de una gran variedad y vistosidad.
Alemania tiene una fauna poco variada. Los mamíferos más comunes son ciervo, jabalí, comadreja, tejón, lobo y zorro. Entre los pocos reptiles está una serpiente venenosa, la víbora europea. Pinzones, ansares y otras aves migratorias cruzan el país en grandes bandadas. En las aguas costeras del mar del Norte y del mar Báltico, se encuentran peces como el arenque, bacalao y solla, mientras que en los ríos hay carpas, peces gato y truchas comunes.
2.5
Temas medioambientales
Las condiciones medioambientales en Alemania Occidental y Oriental siguen siendo diferentes debido a la disparidad económica y a la política previas a la reunificación. En Alemania Oriental, el 38% de la electricidad se obtiene a partir de centrales nucleares (1990), de las que había 22 en 1989. Alemania Occidental, donde la demanda de energía es muy alta debido a la industria pesada, sigue basando su suministro en el carbón. Tras la reunificación, la preocupación por el medio ambiente acabó cerrando los reactores de fabricación soviética que operaban en la antigua Alemania del Este. Como consecuencia, actualmente Alemania Oriental emite 15 veces más dióxido de carbono que Alemania Occidental y consume una tercera parte de todo el lignito de los mercados internacionales. Además, Alemania Oriental emite, hoy en día, cinco veces más azufre que Alemania Occidental, lo que contribuye en gran medida al aumento de la lluvia ácida, cuyos efectos se dejan sentir a menudo en los países vecinos.
Las emisiones totales de la mayoría de los elementos contaminantes son más altas en Alemania Occidental, ya que aquí el nivel de vida es superior, pero la emisión por habitante es a menudo más alta en Alemania Oriental. Se espera que estas emisiones se reduzcan como resultado de la puesta en práctica de las directivas de la Unión Europea (UE) y de los protocolos sobre el azufre de la Comisión Económica para Europa (CEE) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Además, recientemente, se han puesto en marcha otras regulaciones a nivel nacional en la antigua Alemania Oriental. El país en general tiene un grave problema de contaminación de agua dulce, sobre todo en la zona oriental, donde las aguas residuales de las materias primas y los vertidos industriales a los ríos están contaminando el mar Báltico. En la parte occidental, la regulación nacional ha hecho aumentar la colaboración ciudadana en los programas de reciclado.
Los bosques de Alemania, antaño extensos, han ido desapareciendo con el paso de los siglos, a pesar de que desde mediados del siglo XIX existe una legislación para protegerlos. En 1985, más de la mitad de los árboles de Alemania estaban afectados por la lluvia ácida. La ley forestal federal de 1975 reconoció oficialmente la importancia de los bosques para la ecología regional y promulgó la utilización sostenible y la conservación con fines recreativos. Hoy en día los bosques cubren una superficie aproximada de 11.076.000 ha (2005).
En Alemania existen multitud de parques, reservas y otras zonas protegidas, entre los que se encuentran una serie de parques sin fronteras que este país comparte con sus vecinos. Un acuerdo internacional ejemplar obliga a Alemania a ayudar en la protección medioambiental del Waddenzee o mar de Wadden, el brazo oriental del mar del Norte que comparte con Países Bajos y Dinamarca. Alemania firmó el Convenio sobre el Patrimonio de la Humanidad en 1976 y cuenta con nueve reservas de la biosfera reconocidas por el programa El Hombre y la Biosfera de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). Además, existen una serie de leyes de la Unión Europea (UE) que obligan a Alemania a determinar una serie de zonas protegidas especiales y a tomar las medidas necesarias para preservar las aves salvajes y otras especies.
Alemania ha firmado y ratificado varios tratados internacionales sobre medioambiente, entre los que destacan aquellos sobre contaminación atmosférica, especies en peligro de extinción, contaminación de los mares, capa de ozono, madera tropical, zonas húmedas y caza de ballenas.
2.6
Recursos minerales
Alemania tiene grandes yacimientos de diversos minerales. El más importante es el carbón bituminoso, el cual se encuentra principalmente en la región del Ruhr y en el Territorio del Sarre, aunque la industria alemana ha agotado la mayor parte de este recurso. La zona este produce gran cantidad de lignito (carbón de baja calidad). La potasa abunda en el suroeste, cerca de Friburgo, y los depósitos de petróleo y gas natural se encuentran en el norte, cerca de las desembocaduras de los ríos Ems y Wesser, y al este del Kiel. También tiene grandes yacimientos de sal gema, además de pequeñas cantidades de mercurio, plata, sulfuro y filones de plomo, uranio y cinc.
3
POBLACIÓN
La población consta en su mayor parte de dos grupos de raza caucásica. El principal es el tipo alpino, que se concentra en las regiones centrales y meridionales; la población del grupo teutónico vive principalmente en la zona septentrional.
3.1
Características de la población
Alemania contaba con una población (según estimaciones para 2008) de 82.369.548 habitantes. La densidad de población era de 236 hab/km². Las densidades de población en la antigua Alemania Oriental son, por lo general, más bajas que en Alemania Occidental. El país está muy urbanizado, en torno al 88% de la población vive en lugares que superan los 2.000 habitantes.
3.2
Ciudades principales
La capital de Alemania es Berlín y posee una población de 3.387.800 habitantes (según estimaciones para 2005). Sin embargo, las oficinas gubernamentales todavía permanecen en su mayor parte en la antigua capital de Alemania Occidental, Bonn (311.900 habitantes), una vieja ciudad universitaria al lado del Rin; el traslado definitivo a Berlín no tendrá lugar hasta el año 2003. Aparte de la capital, las ciudades más grandes del país son Hamburgo (1.734.800 habitantes), un puerto importante; Munich (1.249.200 habitantes), centro cultural y comercial; Colonia (969.700 habitantes), ciudad industrial con una famosa catedral; Frankfurt del Main (646.900 habitantes), ciudad comercial y manufacturera; Essen (588.100 habitantes), centro productor de acero en el Ruhr; Dortmund (588.700 habitantes), centro industrial con minas de carbón en sus cercanías; Stuttgart (590.700 habitantes), una ciudad manufacturera y comercial; Düsseldorf (572.700 habitantes), ciudad industrial de la moda y centro financiero; y Leipzig (498.500 habitantes), también un centro industrial y comercial.
3.3
Lenguas oficiales y habladas
El alemán es el idioma oficial del país y lo hablan casi todos los ciudadanos. Existen varios dialectos regionales, algunos de los cuales difieren sustancialmente del alto alemán. La única minoría lingüística significativa está constituida por unos 100.000 sorabos (descendientes de las tribus eslavas denominadas wendos o vendos por los alemanes en época medieval) que viven en la región de Lusacia, en la que se encuentran las ciudades de Cootbus y Bautzen, y hablan una lengua eslava.
3.4
Religión
Un 45% de los alemanes son protestantes, mayoritariamente luteranos, la mayor parte de los cuales viven en la zona septentrional. Un 40% de la población es católica, concentrada en Renania y Baviera. Un 2% son musulmanes; 30.000 judíos aproximadamente viven hoy en Alemania.
4
EDUCACIÓN Y ACTIVIDAD CULTURAL
Aunque la RFA (Alemania Occidental) y la RDA (Alemania Oriental) compartieron siglos de historia cultural, la RDA estuvo muy influida por los valores culturales y el sistema social soviético. Desde la reunificación, el sistema educativo en el Este ha abandonado el modelo soviético de educación politécnica y se ha incorporado al sistema especializado occidental.
4.1
Educación
La enseñanza en Alemania es obligatoria y gratuita para la población entre 6 y 18 años. Aunque los gobiernos de los estados federados controlan la educación, un sistema de coordinación nacional asegura que los requisitos del sistema escolar sean los mismos en todo el país. Casi todos los adultos en Alemania saben leer y escribir.
Los niños empiezan su educación a los 4 años en una Grundschule (escuela primaria), donde permanecen hasta los diez años; en ese momento los estudiantes se someten a amplias pruebas, cuyos resultados son determinantes para su posterior orientación escolar. Casi la mitad de los estudiantes van a una Hauptschule (escuela superior) durante cinco años. Tras ese momento llevan a cabo un programa de formación profesional durante tres años, en el que se realizan las experiencias en un trabajo además de la instrucción en una Berufsschule (escuela de formación profesional). Aproximadamente una quinta parte de los alumnos que terminan la Grundschule asisten a la Realschule, donde cursarán materias de comercio y administración de empresas durante seis años; a su término, estos estudiantes pueden entrar en una escuela de formación profesional superior (Fachoberschule). El porcentaje de alumnos que al acabar en la Grundschule pasa al Gymnasium (escuela superior académica) es de una cuarta parte. El Gymnasium ofrece un programa riguroso de nueve años que culmina con exámenes para el Abitur (diploma), que es necesario para la entrada en la universidad. Según las reformas introducidas en la década de 1970, las distinciones rígidas entre los tres tipos de escuela se volvieron más flexibles, por lo que algunos estudiantes pueden cambiar de una clase de escuela a otra durante su educación. Estos cambios a mitad de curso eran más fáciles en un pequeño pero creciente número de escuelas que englobaban todos los niveles educativos, y que ofrecían los tres programas completos (formación profesional, comercial y académico). En 2000 se matricularon 3.519.051 alumnos en enseñanza primaria y 8.387.525 en secundaria. Las escuelas de educación permanente de adultos, como las numerosas Volkschochschulen (universidades populares), ofrecen gran variedad de cursos y desarrollan programas que permiten alcanzar títulos oficiales.
Alemania ha sido muy conocida por la calidad de sus instituciones de enseñanza superior, en 2002–2003, el número de alumnos fue de 2.334.569; la Universidad de Heidelberg (1386) está entre las más antiguas de Europa. Otras universidades importantes se ubican en Berlín, Bonn, Erlangen, Frankfurt, Friburgo, Gotinga, Hamburgo, Leipzig, Marburg an der Lahn, Munich y Tubinga. Alemania también tiene numerosas instituciones de formación del profesorado, escuelas de bellas artes, música, cinematografía y escuelas de teología.
4.2
Instituciones culturales
A diferencia de la vida cultural inglesa y francesa, que se centra en las ciudades de Londres y París, la vida cultural alemana ha florecido tradicionalmente en muchas ciudades. Durante siglos, las ciudades fueron las capitales de los Estados alemanes independientes, cuyos gobernantes fomentaban el arte, la música, el teatro y el saber como manifestaciones de su poder. Berlín fue la capital política y cultural de la nación unificada desde 1871 hasta 1945, y desde 1990 lo es de nuevo.
Alemania Occidental tiene unos 1.200 museos, 400 bibliotecas importantes, 60 salas de ópera, 300 teatros y más de 150 orquestas musicales destacadas. Estas instituciones reciben grandes subvenciones de sus respectivas ciudades o estados, que continúan la tradición principesca de apoyo a las artes. Las ayudas gubernamentales posibilitan que muchas personas encuentren empleo en actividades culturales, lo que proporciona su difusión y desarrollo para toda la población de la región, sin que exista un control gubernamental.
4.2.1
Museos y bibliotecas
La II Guerra Mundial causó daños y destrozos en muchos museos, bibliotecas y edificios históricos, pero muchos tesoros fueron guardados y preservados en lugares seguros. El renovado interés por la historia alemana anterior al siglo XX ha propiciado la reconstrucción y la revitalización de viejas ciudades como Munich y Bonn.
Las destacadas colecciones de arte de los reyes de Prusia se encuentran en Berlín. La ciudad cuenta con el Museo Estatal de los Tesoros Culturales Prusianos, que albergan arte egipcio y pinturas de antiguos maestros, en el distrito de Dahlem, y pinturas del siglo XIX y XX en la Galería Nacional. Las colecciones de los gobernantes bávaros forman las Galerías de Arte del Estado Bávaro en Munich: las obras de los viejos maestros de fama mundial se encuentran en la Alte Pinakothek (Vieja Pinacoteca) y las modernas en la Neue Pinakothek (Nueva Pinacoteca). El Museo Nacional Bávaro, también en Munich, muestra colecciones de escultura, arte decorativo y arte popular. El Museo Germánico Románico en la ciudad de Colonia muestra las antigüedades romanas. Un importante museo de arte en Alemania Oriental es la Colección de Arte del Estado, en Dresde, anteriormente propiedad de los gobernadores de Sajonia; en él hay una famosa galería de antiguos maestros y una bella colección de porcelana, ambas en Zwinger, y de artes decorativas en el Vault (verde). Las colecciones de épocas antiguas, orientales e islámicas de los reyes de Prusia son parte de los museos estatales del Berlín Oriental. La Iglesia y otras familias aristocráticas mantienen de forma privada otros tesoros artísticos. El Museo Senckenberg de Historia Natural en Frankfurt, el Museo Técnico de Dresde, las colecciones científicas estatales de historia natural y el Museo alemán (uno de los primeros museos tecnológicos del mundo) en Munich, albergan destacadas colecciones científicas. Los museos de la ciudad de Frankfurt contienen bellas muestras de arte popular, así como una gran variedad de objetos arqueológicos e históricos.
Entre las bibliotecas de investigación se encuentran la Biblioteca del Estado de Baviera en Munich, la Biblioteca del Estado de los Tesoros Culturales Prusianos en Berlín, y la Biblioteca Alemana en Frankfurt. Los expedientes del periodo nacionalsocialista están en los archivos federales de Coblenza y en el Centro de Documentación de Berlín, que almacena 25 millones de documentos del Partido Nacionalsocialista. Por todo el país se encuentran excelentes bibliotecas universitarias y son numerosas las ciudades e iglesias que también las poseen.
4.2.2
Teatro y música
Los teatros y salas de conciertos de Alemania Occidental y del sector oeste de Berlín atraen a grandes cantidades de público de todos los estamentos sociales. Las salas de ópera más destacadas son las de Berlín, Colonia, Leipzig, Dresde, Hamburgo, Munich y Stuttgart, ciudad que también mantiene una compañía de ballet clásico. Tienen gran éxito los teatros al aire libre y el cabaré en Berlín, Hamburgo, Recklinghausen, Hannover y otras ciudades. Son famosas las orquestas filarmónicas de Berlín y Munich y la Orquesta Sinfónica de Bamberg, así como las orquestas de radio de Munich, Colonia y Hamburgo. Los turistas acuden a los festivales especiales y ferias como el Festival de Wagner en Bayreuth, los Festivales de Bach en Ansbach y Leipzig, la Documenta de Kassel, el Festival Internacional de Cine de Berlín y la Feria del Libro de Frankfurt del Main. La cultura tradicional se conserva en los museos, espectáculos históricos y festivales tradicionales.
5
GOBIERNO
Alemania se gobierna bajo una Ley Fundamental (Grundgesetz) promulgada el 23 de mayo de 1949 para la antigua RFA (Alemania Occidental), que ha sido enmendada en varias ocasiones. La Ley Fundamental, que califica al país como un Estado federal democrático fundamentado en la justicia social, es muy similar a la Constitución de la República de Weimar (1919-1933), pero permite un mayor nivel de autoridad de los gobiernos de los estados federados.
Desde 1968 hasta 1989, Alemania Oriental se gobernaba según una constitución que definía el país como un Estado socialista soberano en el que el pueblo trabajador ejerce todos los poderes políticos. En la práctica, el poder residía en el Partido de Unidad Socialista de Alemania (Sozialistische Einheitspartei Deutschlands, o SED), una organización marxista-leninista (comunista). La Constitución de 1968 garantizaba al SED un papel dirigente en los asuntos nacionales, y su secretario general, como máximo dirigente del partido, era normalmente la persona más poderosa del país.
Con la unificación del país el 3 de octubre de 1990, la Ley Fundamental de la RFA se amplió para cubrir el nuevo estado.
5.1
Divisiones administrativas
Alemania se divide en 16 estados (Länder): Baden-Württemberg, Baja Sajonia, Baviera, Berlín, Brandeburgo, Bremen, Hamburgo, Hesse, Mecklenburgo-Pomerania Anterior, Renania-Palatinado, Renania Septentrional-Westfalia, Sajonia, Sajonia-Anhalt, Sarre, Schleswig-Holstein y Turingia. Berlín occidental, que fue legalmente una entidad separada, estaba muy relacionada con la antigua Alemania Occidental. Tras la unificación de Alemania en 1990, Berlín Occidental y Berlín Oriental se unificaron y los cinco estados orientales se incorporaron a la RFA.
5.2
Poder ejecutivo
Según la Ley Fundamental, el jefe del Estado de Alemania es el presidente federal, que resulta elegido para un periodo de cinco años por la Asamblea Federal, una convención formada por miembros del Bundestag (la cámara baja del Parlamento) más un número igual de personas elegidas por los parlamentos regionales. El presidente nombra al canciller, el jefe del ejecutivo del país, que debe ser elegido por mayoría absoluta del Bundestag. El presidente también elige al consejo de ministros, conforme a las propuestas del canciller; éste es responsable ante el Bundestag, el cual puede expulsarle del cargo por una mayoría simple. Sin embargo, la Ley Fundamental estipula que el Bundestag debe posibilitar simultáneamente la elección de un sucesor, para que este alto cargo nunca quede vacante.
5.3
Poder legislativo
El Parlamento alemán consta de dos cámaras: el Bundestag, o Dieta Federal, y el Bundesrat, o Consejo Federal, los cuales fueron ampliados en 1990 para incorporar a los diputados de Alemania Oriental, por lo que en la actualidad cuentan, respectivamente, con 669 y 69 miembros. Los ciudadanos mayores de 18 años eligen por sufragio a los miembros del Bundestag para una legislatura de cuatro años; la mitad de éstos se eligen directamente en distritos que envían un único representante y el resto según un sistema de representación proporcional; los partidos políticos consiguen representación parlamentaria sólo si alcanzan más del 5% de los votos emitidos; el presidente federal puede disolver la cámara baja. Los delegados elegidos por los gobiernos de los estados forman el Bundesrat; el número de delegados enviados varía entre tres y cinco según la población de cada estado.
Por lo general, la votación por mayoría simple del Bundestag es suficiente para la aprobación de las leyes. Sin embargo, aquéllas que tratan asuntos de interés específico para los estados también tiene que aprobarlas el Bundesrat, el cual puede vetar la legislación aprobada por el Bundestag. No obstante, un veto se puede anular si la cámara baja vuelve a aprobar la legislación; algunos tipos de leyes se pueden anular por la misma mayoría proporcional por la cual la medida fue vetada en el Bundesrat. En virtud de una importante reforma constitucional promovida en 2006, el número de leyes que precisaban la doble aprobación de las cámaras se redujo de forma notable. Para enmendar la Ley Fundamental se precisa el voto mayoritario de dos tercios de ambas cámaras; ciertas partes fundamentales de la Ley Básica no se pueden cambiar.
5.4
Poder judicial
El tribunal superior según la Ley Fundamental es el Bundesverfassungsgericht (Tribunal Constitucional Federal), que se encuentra en Karlsruhe. Es el intérprete final de la Ley Fundamental en todos los litigios. Existen otros seis importantes tribunales nacionales (el Tribunal Federal de Justicia, el Tribunal Federal Administrativo, el Tribunal Financiero Federal, el Tribunal Federal de Trabajo, el Tribunal Federal de Asuntos Sociales y el Tribunal Federal de Patentes). Cada estado tiene una serie de tribunales encabezados por un Oberlandsgericht (Tribunal Superior del Estado). Está abolida la pena de muerte.
5.5
Gobierno local
Los gobiernos de los diez estados de Alemania Occidental tienen amplios poderes, como capacidad para recaudar impuestos, elaborar las políticas educativas y culturales, y mantener un cuerpo de policía. Cada estado tiene una asamblea electa elegida por sufragio, que elige a un ministro-presidente o un primer alcalde (como ocurre en Hamburgo y Bremen) como jefe del ejecutivo. Los estados se subdividen en condados, municipios y comunidades.
5.6
Partidos políticos
Los principales partidos políticos son el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), la Unión Demócrata Cristiana (CDU), la Unión Social Cristiana (CSU), el Partido Democrático Liberal (FDP), Los Verdes y el Partido del Socialismo Democrático (PDS).
El SPD, fundado en 1875, tuvo una orientación marxista hasta 1959. En las décadas de 1980 y 1990 preconizó la economía de libre mercado con un nivel de intervención pública para proteger el bienestar general. La CDU es un partido conservador que defiende los derechos de los individuos. No tiene representación en Baviera, donde su aliado más próximo es la Unión Social Cristiana (CSU). Ambos partidos se formaron en 1945.
El FDP, fundado en 1948, es un grupo liberal apoyado principalmente por la clase media. Se unió con el CDU y el CSU para formar coaliciones gubernamentales durante los periodos 1949-1953 y 1961-1966, mientras que desde 1969 hasta 1982 formó coalición gubernamental con el SPD. De nuevo se unió con el CDU y el CSU en 1982 y formó parte de los gobiernos creados después de las elecciones de 1983, 1987 y 1990. En 1983, el grupo de Los Verdes alcanzó representación en el Bundestag por primera vez. Es un grupo preocupado por los temas medioambientales, antinuclear y pacifista; estuvo presente en el gobierno, junto al SPD, en la legislatura 1998-2002, y a partir de este último año. El PDS está relacionado íntimamente con el antiguo partido comunista de Alemania Oriental.
Tras la caída del régimen comunista de la RDA en 1989, el Partido Socialista Unificado (que había dominado la vida política en esta zona) se reconstituyó como el Partido del Socialismo Democrático y se presentó a las elecciones celebradas en marzo de 1990. El partido alcanzó el tercer lugar por detrás de la Alianza por Alemania (una coalición conservadora respaldada por los demócratas cristianos de la antigua Alemania Occidental) y el Partido Social Democrático, que había establecido estrechos vínculos con los socialdemócratas de la anterior Alemania Occidental.
5.7
Defensa
Las Fuerzas Armadas de Alemania Occidental (o Bundeswehr), formadas en 1955, estaban integradas por completo en las fuerzas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). En 2004 el Ejército alemán tenía 191.350 miembros, la Fuerza Aérea (Luftwaffe) 67.500 y la Fuerza Naval 25.650. Los acuerdos internacionales que permitieron la reunificación de Alemania en 1990 establecieron la retirada gradual de las tropas soviéticas de Alemania Oriental con la garantía por parte de la OTAN de no situar fuerzas en el este de la Alemania unificada. Los hombres entre los 18 y 45 años están obligados a prestar un servicio militar de 12 meses de duración.
5.8
Salud y bienestar social
Alemania cuenta con un amplio sistema de Seguridad Social, que cubre los casos de enfermedad y accidentes, a los jubilados, discapacitados y desempleados. Las contribuciones obligatorias de los empresarios y empleados, más las aportaciones federales, financian el sistema. En 2002 se disponía de una cama de hospital por cada 112 habitantes y un médico por cada 291 personas.
6
ECONOMÍA
A pesar de los grandes destrozos sufridos por las dos Alemanias durante la II Guerra Mundial, ambos países surgieron como potentes economías en la década de 1960. Alemania Occidental se convirtió en una potencia económica mundial en las dos décadas posteriores, mientras que Alemania Oriental fue una de las economías más avanzadas entre los países componentes del Pacto de Varsovia. La reunificación ha supuesto un golpe muy duro para la economía de ambas zonas. La Alemania Occidental ha tenido que soportar los costes de la financiación de las mejoras en la infraestructura, el medio ambiente y la industria de la parte oriental, mientras que muchas empresas del Este han quebrado debido a la fuerte competencia de las de Alemania Occidental. Aún así, Alemania sigue siendo una potencia en la economía mundial. En 2006 el producto interior bruto fue de 2,90 billones de dólares.
6.1
Trabajo
En 2006, la mano de obra en Alemania era de unos 41,02 millones de personas. Un 30% en 2005 estaba empleada en la industria y la minería. Los sindicatos tienen 11 millones de afiliados; 7,9 millones de éstos pertenecen a un sindicato asociado a la Deutscher Gerwerkschaftsbund (Federación Alemana de Sindicatos). Hay muy pocas huelgas en el país. Algunas empresas destacadas de la industria del carbón y el acero operan según un sistema de codecisión, en el cual los trabajadores y los directivos establecen por igual la línea de actuación de sus empresas. En el pasado, Alemania Occidental había tenido tasas muy bajas de desempleo, mientras que en Alemania Oriental el sistema comunista desarrollaba una política de pleno empleo; sin embargo, en 2004 la tasa de desempleo alcanzó el 10% en toda la nación, y era más alta en la zona oriental.
6.2
Agricultura y ganadería
La agricultura representa un papel escaso en la economía alemana, pues el país importa casi un tercio de su consumo de alimentos. Las explotaciones agrícolas en Alemania Occidental son bastante pequeñas (un 75% tienen una superficie de 20 ha o menos y son propiedad de granjeros, que disponen de otros trabajos). En Alemania Oriental la mayor parte de las explotaciones funcionan de forma colectiva y el tamaño es mayor; el gobierno está en proceso de convertir la tierra en un sistema de posesión individual. Aproximadamente un 2% de los trabajadores se dedican al sector agrícola.
Las mejores tierras de cultivo se localizan en el extremo sur de las llanuras septentrionales. Los principales cultivos de la nación son: remolacha azucarera (21 millones de t), trigo (22,4 millones de t), patatas (papas, 10 millones de t), cebada (12 millones de t), y centeno (3 millones de t). Alemania también produce grandes cantidades de uvas (1.325.901 t), algunas de las cuales se usan para elaborar vino para el mercado internacional. En las explotaciones también se cría ganado vacuno (2,6 millones), porcino (26,5 millones), y aves de corral (121 millones).
6.3
Silvicultura y pesca
Alemania tiene importantes industrias de silvicultura y pesca. La mayor parte de los 62 millones de m³ de producción maderera de 2006 procede de los grandes bosques del suroeste; más del 70% son coníferas. En los últimos años los bosques de coníferas han padecido la lluvia ácida, resultado de la polución industrial causada por los centros industriales.
Los puertos pesqueros principales son Bremen, Bremerhaven y Cuxhaven, en el mar del Norte, y Kiel, en el mar Báltico. En 2005 las capturas anuales alcanzaron las 330.353 t, casi todas de especies marinas, en especial el arenque.
6.4
Minería
La industria minera representa un papel comparativamente pequeño en la economía. Sin embargo, varios minerales se producen en cantidades importantes. Alemania es el principal productor de lignito del mundo, un carbón de poca calidad. Otros importantes productos minerales son carbón bituminoso, crudo de petróleo, mineral de hierro, potasa, sal y gas natural.
6.5
Industria
El sector industrial domina la economía de Alemania y produce una gran variedad de artículos. Los tipos principales de productos fabricados son alimentos procesados, maquinaria, productos químicos, aparatos electrónicos y equipos de transporte.
Las grandes empresas industriales se concentran en varias áreas. La más importante abarca el estado de Renania Septentrional-Westfalia, que comprende la región del Ruhr (gran productora de acero) además de otros grandes centros industriales como Aachen (Aquisgrán), Colonia y Düsseldorf, donde se fabrican productos químicos, metálicos, maquinaria y vehículos de motor. Otra importante región industrial se localiza cerca de la confluencia de los ríos Rin y Main, abarca las ciudades de Frankfurt, Wiesbaden, Maguncia y Offenbach, y cuenta con grandes fábricas que producen metales, equipos electrónicos, farmacéuticos, químicos y vehículos de motor. Al sur, a lo largo del Rin, hay un área industrial importante centrada en las ciudades de Mannheim, Ludwigshafen y Karlsruhe, donde se fabrican productos químicos, maquinaria y materiales de construcción. Stuttgart es el centro de una región industrial en la que se producen vehículos, equipos electrónicos, maquinaria de oficina, tejidos e instrumentos ópticos. Los productos del área de Munich engloban aviones, vehículos, ropa y cerveza. Varias regiones industriales se localizan en el noroeste de Alemania; entre ellas destaca la zona de Hannover-Brunswick, donde se elabora acero, productos químicos y vehículos de motor; otras regiones industriales importantes son las ciudades portuarias de Hamburgo, Bremen, Kiel y Wilhelmshaven que producen petróleo refinado, alimentos procesados, cerveza, barcos, maquinaria de oficina y material de imprenta. Berlín también es un importante productor de equipos electrónicos.
Unas 8.000 empresas funcionaban en Alemania Oriental en 1990. Sin embargo, menos de una cuarta parte tenían expectativas de sobrevivir en una economía competitiva de la Alemania unificada. El territorio de la antigua Alemania Oriental tiene una gran industria siderometalúrgica, con enormes fábricas en Eisenhüttenstadt y cerca de Berlín. La producción anual de acero crudo en Alemania Oriental a finales de la década de 1980 era de unos 8,2 millones de t; también era destacada la elaboración de productos químicos, como ácido sulfúrico, sosa cáustica y amoníaco. Muchas plantas químicas están en la región de Dessau, Halle y Leipzig. Un gran complejo petroquímico en Schwedt junto al Oder, al noreste, procesa el petróleo que procede de Rusia por oleoducto. La maquinaria se produce en numerosas ciudades, especialmente en el suroeste, y la antigua Berlín tiene grandes fábricas de equipos electrónicos; en Jena y Görlitz se fabrican instrumentos ópticos y de precisión; Rostock y Wismar fueron en la antigua Alemania Oriental los principales centros de construcción naval. Los tejidos se producen en varias ciudades, como Cottbus, Chemnitz y Leipzig; por último en Dresde, Eisenach y Zwickau se dedican al montaje de vehículos de motor.
6.6
Energía
El carbón fue la mayor fuente de energía eléctrica en Alemania, pero su uso decreció en la década de 1970 y 1980. Las centrales térmicas y nucleares suministran la mayor parte de la energía eléctrica producida, un 63% y un 28% respectivamente. En la parte meridional, los embalses de los grandes ríos proporcionan la energía hidroeléctrica; Alemania produce gas natural y petróleo, pero importa la mayor parte de lo que consume. Aunque el gobierno de Alemania Occidental había impulsado con anterioridad el desarrollo de centrales nucleares, en 1989 cambió su posición, en parte como respuesta al desastre nuclear de Chernóbil en 1986 en la antigua Unión Soviética; se paralizó la construcción de algunas de ellas y se abandonaron los proyectos de nueva construcción.
6.7
Comunicaciones
Alemania tiene un sistema de transporte muy desarrollado, que en 2003 comprendía 231.581 km de carreteras, con unos 10.500 km de autopistas sin peaje (autobahnen). En 2004 había 580 vehículos por cada 1.000 habitantes, de los cuales 546 eran automóviles. No hay límite de velocidad en las autopistas, pero la congestión y los atascos de tráfico reducen a menudo la velocidad. Alemania tiene un excelente sistema de ferrocarriles, (la Deutsche Bundesbahn) propiedad del gobierno. El ferrocarril conecta todas las zonas del país y tiene una gran aceptación como servicio de pasajeros y de mercancías. Varias líneas de alta velocidad están en servicio o en perspectiva, como las que comunican Hamburgo y Munich, Frankfurt y Dresde y Bremen y Hannover, con enlaces hasta Berlín. Grandes fletes de mercancías alemanes salen desde Hamburgo, Wilhelmshaven, Bremen, Nordenham y Emden en el mar del Norte, y desde Lübeck, Wismar, Rostock y Stralsund en el Báltico. En aguas interiores, se utilizan como medios de transporte ríos como el Rin y varios canales, como el canal Mittelland (en el centro del país) y el canal de Kiel, que une el mar del Norte con el Báltico. El principal puerto interior es Duisburgo. El aeropuerto internacional más grande de Europa está cerca de Frankfurt. La principal compañía aérea alemana, Deutsche Lufthansa A.G., explotada por el gobierno, ofrece un amplio servicio interior e internacional.
6.8
Moneda y banca
La unidad monetaria es el euro (el 2 de enero de 2002, un euro se cambió a 0.9038 dólares estadounidenses) y se emite en el Bundesbank. Desde el 1 de enero de 1999, el euro se vinculó al valor del marco alemán, con un cambio fijo de 1,95583 marcos por euro. La sede del Banco Central Europeo radica en la ciudad alemana de Frankfurt del Main.
Antes de la unificación de 1990, la unidad monetaria de Alemania Oriental era el marco de Alemania Oriental subdividido en 100 pfennigs. A la mayor parte de los alemanes orientales se les permitió equiparar 4.000 marcos orientales a los occidentales y canjear el resto por marcos occidentales a un cambio de dos a uno.
6.9
Comercio exterior
Alemania es un gran país comercial. En abril de 1994, el Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT) situaba a Alemania como uno de los principales países exportadores en 1993. Desde comienzos de la década de 1950 hasta la de 1980, Alemania Occidental obtuvo un mayor beneficio de las ventas por exportación de lo que gastaba en importación. Alemania Oriental desempeñó un importante papel comercial dentro del bloque soviético. Sin embargo, tras la unificación, el excedente comercial de Alemania se ha reducido. Las principales exportaciones del país son maquinaria, vehículos de motor, productos químicos, hierro, acero, y tejidos y vestidos. Sus principales importaciones son petróleo crudo y refinado, maquinaria, alimentos, productos químicos, ropa y vehículos de motor. Alemania continúa siendo un destacado socio comercial de los países occidentales (entre los que destacan los Estados miembros de la Unión Europea, Estados Unidos, Suiza y Austria y los países de Europa Oriental). Además, en la Unión Europea la mayoría de los productos industriales alemanes circulan libremente en los Estados miembros de la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA). En 2004 el valor de las exportaciones fue de 911.742 millones de dólares y el de las importaciones de 718.150 millones de dólares.
7
HISTORIA
Este artículo desarrolla la historia de Alemania antes de 1949 y después de 1990. Para más detalles sobre su historia entre 1949 y 1990, véase República Democrática de Alemania y República Federal de Alemania.
7.1
Orígenes de los alemanes
El territorio de la actual Alemania estuvo habitado desde tiempos remotos, pero tuvo que pasar mucho tiempo, con numerosas inmigraciones, invasiones y conquistas hasta que se configuraron las particularidades nacionales de los alemanes.
7.1.1
Los pobladores del paleolítico
Durante la edad de piedra, los bosques alemanes estaban poblados por grupos nómadas de cazadores y recolectores. Constituían las formas primitivas de Homo sapiens, como el Hombre de Heidelberg, que vivió hace 400.000 años. Poco después, aparecieron formas más avanzadas de Homo sapiens, como demuestran los restos encontrados cerca de Steinheim (de unos 300.000 años de antigüedad) y el más cercano de Ehringsdorf, de hace 100.000 años. Otro tipo humano fue el Neanderthal, encontrado cerca de Düsseldorf, que vivió hace 100.000 años. El tipo más reciente, que apareció hacia el 40.000 a.C., fue el de Cro-Magnon, un miembro del Homo sapiens sapiens, especie del ser humano actual.
Durante el neolítico, los pueblos cazadores se encontraron con pueblos agrícolas, representantes de las culturas más avanzadas del suroeste de Asia, que emigraron por el valle del Danubio hasta el centro del actual territorio alemán en torno al 4500 a.C. Estas poblaciones se mezclaron e instalaron en asentamientos en grandes chozas de madera a dos aguas, conocían la cerámica y realizaban intercambios de piedras preciosas y hachas de sílex y conchas con los pueblos del Mediterráneo. Cuando se agotaban sus campos de cultivo, trabajados con azadón manual, se trasladaban de lugar, volviendo pocos años después.
7.1.2
Pueblos de la edad del bronce
La edad del bronce comenzó en el centro de Alemania, Bohemia, y Austria en el 2500 a.C. con el conocimiento de la aleación del cobre y del estaño adquirido de pueblos del Mediterráneo oriental. Alrededor del 2300 a.C. llegaron nuevas oleadas de pueblos procedentes, probablemente, del sur de Rusia. Estos indoeuropeos que utilizaban hachas de guerra fueron los antepasados de los germanos que se instalaron en el norte y centro de Alemania, los pueblos bálticos y eslavos en el este y los celtas en el sur y oeste. Los grupos del centro y sur se mezclaron con la cultura del vaso campaniforme, que se trasladó hacia el este desde España y Portugal hacia el año 2000 a.C. Los pueblos representantes de la cultura del vaso campaniforme, probablemente indoeuropeos, fueron hábiles trabajadores del metal. Desarrollaron una floreciente cultura en Alemania e intercambiaron ámbar procedente de la costa del mar Báltico por bronce, cerámica y collares del mar Mediterráneo.
Desde el 1800 hasta el 400 a.C., los pueblos celtas del sur de Alemania y Austria desarrollaron una serie de progresos en el trabajo del metal, configurando varias culturas —campos de urnas, Hallstatt y La Tène— cada una de las cuales se difundió por toda Europa; introdujeron el uso del hierro para fabricar herramientas de trabajo y armas. La cultura céltica de La Tène realizó excelentes trabajos de metal y utilizó arados tirados por bueyes y carros con ruedas. Las tribus germánicas absorbieron gran parte de la cultura celta y al final ésta se extinguió.
7.1.3
Germanos y romanos
Desde el siglo II a.C. hasta el siglo V d.C. las tribus germánicas y celtas, presionadas constantemente por las migraciones de pueblos del norte y del este, estuvieron en contacto con los romanos que controlaban el sur y oeste de Europa. Las obras legadas por Cayo Julio César y Publio Cornelio Tácito describen estos encuentros.
En el 102 y el 101 a.C., el general romano Cayo Mario derrotó a los cimbrios y teutones. En el 50 a.C., Julio César sometió a los suevos y otras tribus de la Galia, al oeste del Rin. Los romanos intentaron sin éxito extender su dominio hasta el río Elba, por lo que los emperadores mantuvieron la frontera en los ríos Rin y Danubio. Entre ambos ríos erigieron el limes, una línea de fortificaciones para evitar las incursiones de las tribus germánicas.
En el siglo II d.C. los romanos evitaron que confederaciones de francos, alamanes y burgundios cruzaran el Rin. Pero en los siglos IV y V, la presión de estos pueblos demostró la decadencia del Imperio romano. Los hunos, que asolaron el territorio desde Asia, provocaron oleadas migratorias de ostrogodos, visigodos, vándalos, francos, lombardos y otras tribus germánicas, y la consiguiente invasión del Imperio.
7.2
Las primeras instituciones políticas alemanas
A finales del siglo V, el jefe de los francos Clodoveo I derrotó a los romanos y estableció un reino que englobaba la mayor parte de la Galia y el sureste de Alemania. Convirtió a sus súbditos, que profesaban el arrianismo, al cristianismo.
7.2.1
Dominio Carolingio
La labor de Clodoveo fue continuada en el siglo VIII por Carlomagno, quien luchó contra los eslavos al sur del Danubio, anexionó el sur de Alemania, y sometió violentamente y convirtió a los sajones paganos del noroeste. Como paladín del cristianismo, y en agradecimiento al apoyo prestado al Papado, Carlomagno fue coronado emperador por el papa León III en Roma en el 800. Este hito revivió la tradición imperial romana en Occidente, pero también supuso un precedente para la dependencia de los emperadores respecto a la aprobación papal.
El Imperio Carolingio se fundamentaba en la estructura social establecida a finales del Imperio romano. La lengua oficial de la corte y la Iglesia fue el latín, pero los francos de la Galia adoptaron un latín vulgar que dio lugar al francés, mientras que los francos y otras tribus germánicas en el este hablaban varias lenguas que formaron el alemán. El único vestigio del alemán clásico es el Hildebrandslied, un poema del siglo VIII basado en primitivos cuentos de héroes paganos relativos al duelo trágico entre un padre y su hijo.
Los gobernadores carolingios estimularon el trabajo misionero entre los alemanes. San Wilibrord fundó el monasterio de Echternach, y san Bonifacio fundó Reichenau y Fulda, y reformó la Iglesia de los francos. Sin embargo, los germanos no francos continuaron profesando religiones paganas. El Heliand, un poema épico del siglo IX, representa a Cristo como un rey guerrero sajón.
7.2.2
Francia del Este
El Imperio Carolingio no sobrevivió más allá de la muerte de Carlomagno. Por el Tratado de Verdún (843), el Imperio fue dividido entre sus tres nietos. Carlos VI el Calvo recibió la Francia Occidentalis (la actual Francia). Lotario adquirió el título imperial y el área central que comprendía desde el mar del Norte a través de Lotaringia (Lorena) y Borgoña hasta Italia; el tercero, Luis II el Germánico, recibió Francia del Este (la actual Alemania). El Tratado de Meerssen (870) dividió el reino central, por lo que Lorena pasó a Francia del Este y el resto a Francia del Oeste. En el 881, Carlos III el Gordo, de Francia del Este, recibió el título imperial. Seis años después fue destronado por Arnulfo de Baviera.
7.2.3
Los ducados feudales
Hacia el siglo X, Francia del Este, que sufrió las nuevas invasiones de normandos, magiares y moravos desde el norte y el este, quedó prácticamente dividida por las tribus rivales. Los carolingios admitieron dirigentes militares procedentes de estos grupos (duques) y eligieron cargos (condes y margraves), a los que concedieron feudos temporales por sus servicios al Estado; muchos miembros del alto clero también recibieron feudos. Como la autoridad central disminuía, estos señores y príncipes feudales adquirieron gobierno local, se encargaron de su defensa y convirtieron sus propiedades en feudos hereditarios. Los más importantes fueron los gobernadores de cinco stem (ducados de base tribal): Franconia, Suabia, Baviera, Sajonia y Lorena. Los guerreros de menor categoría se unieron al séquito principesco dejando de lado la lealtad tribal a cambio de concesiones de terreno más pequeñas y otras donaciones. El pueblo perdió el derecho a llevar armas; trabajaban los campos a cambio de protección y un porcentaje de las cosechas. De esta manera, el sistema de gobierno carolingio armonizó con la tradición de los miembros de las tribus libres para formar una sociedad en la que una nobleza militar era mantenida por los campesinos libres y los siervos.
Según la tradición alemana, los reyes eran elegidos entre sus nobles. A causa de que ninguna familia noble quería estar sujeta a otra o a un rey fuerte, se elegían a menudo a reyes débiles y ninguno podía asumir con seguridad la lealtad de sus nobles. Estas condiciones retrasaron durante siglos la consolidación de un estado alemán.
7.3
Alta edad media
Los reyes alemanes tenían tres grandes preocupaciones: contener a los príncipes rebeldes, controlar Italia y ser coronados emperadores de Occidente por el Papa —una política considerada parte esencial de la herencia carolingia— y expandir sus dominios hacia el Norte y el Este.
7.3.1
Los reyes sajones
Cuando el último monarca carolingio murió sin dejar un heredero, los francos y sajones nombraron a Conrado I, duque de Franconia, como rey de Germania. Después de su muerte en el 918 eligieron al duque de Sajonia Enrique I el Pajarero, que luchó contra los húngaros y eslavos y recuperó Lorena.
7.3.1.1
Otón I el Grande
A la muerte de Enrique I el Pajarero, los príncipes eligieron a su hijo Otón I el Grande, que combinó su extraordinaria fortaleza, dignidad y capacidad militar con una gran tarea diplomática y una profunda fe religiosa. Decidido a crear una monarquía centralizada efectiva, Otón repartió los ducados entre sus parientes y otorgó privilegios territoriales a la Iglesia, asegurándose a cambio la elección de los obispos por parte de la corona. Este sistema fue continuado por sus herederos.
Otón también tuvo que defender su reino de los ataques del exterior. En el oeste, fortaleció su posición en Lorena y ganó influencia sobre Borgoña. En el norte y este derrotó a los normandos y eslavos y, en el 955, acabó de forma definitiva con el poder de los húngaros en la batalla de Lechfeld. Otón estableció el arzobispado de Magdeburgo (968) y otros obispados como centros de civilización en los territorios conquistados. Los alemanes colonizaron estas regiones.
Al querer emular a Carlomagno como emperador de la cristiandad ratificado por el papa, Otón inició una política destinada a la conquista de la península Itálica, presa de la autarquía feudal y las invasiones sarracenas. Cuando Adelaida, reina de los lombardos, pidió ayuda a Otón contra su captor, Berengario, rey de Italia, Otón invadió el territorio en el 951 y se casó con ella, por lo que adquirió el título de rey de Italia de su difunto marido, Lotario II.
El Papado, a su vez, intentaba mantener su territorio contra la usurpación de los nobles en el norte y los ataques de bizantinos y sarracenos en el sur. Cuando el papa Juan XII solicitó ayuda a Otón contra Berengario, invadió Italia por segunda vez, derrotó a Berengario y, en el 962, el papa le coronó emperador. Por el Privilegio Otoniano, Otón garantizó el derecho del Papa a los territorios papales, por lo que todos los futuros pontífices tuvieron que jurar lealtad al emperador.
7.3.1.2
Los últimos reyes sajones
Los sucesores de Otón en los siglos X y XI continuaron sus políticas alemana e italiana. Otón II el Sanguinario estableció la Marca del Este (Austria) como un puesto avanzado militar, pero fue derrotado por los sarracenos en su esfuerzo para asegurar el sur de Italia. Otón III apoyó la reforma benedictina que tuvo su origen en Cluny y que incitaba a una vida más austera y disciplinada. Enrique II el Santo también alentó el movimiento cluniaciense y envió misioneros de su corte al nuevo obispado de Bamberg.
7.3.2
Los reyes sálicos
Durante 100 años (1024-1125) los reyes de Germania fueron elegidos entre los francos que regían en el ducado de Franconia. Los sálicos llevaron al imperio a su punto culminante.
7.3.2.1
Apogeo del Imperio
Conrado II el Sálico, un soberano inteligente y despiadado, reafirmó la autoridad real sobre la oposición principesca al hacer hereditarios los feudos de la baja nobleza y elegir ministeriales (caballeros feudales no libres), hombres de clase baja con el rango de oficiales y soldados, responsables directamente ante él. Conquistó el reino de Arles (Borgoña), fortaleció su poder en el norte de Italia y rechazó a los polacos.
El hijo de Conrado, Enrique III el Negro, fue el primer rey indiscutido de Alemania. Piadoso y visionario, llevó a una Alemania, dividida por la guerra civil, la Tregua de Dios inspirada en Cluny, una interrupción de la contienda que duraba desde la puesta del sol del viernes hasta su salida del lunes, e intentó en vano hacer de ella una paz permanente. Puso fin al pago para el nombramiento de nuevos obispos como tributo a la corona —una práctica denominada simonía— aunque todavía investía a los eclesiásticos, quienes mantenían sus vasallos. Durante su reinado depuso a tres papas rivales y nombró a un cuarto, a san León IX.
7.3.2.2
Enrique IV
Aunque era todavía un niño, Enrique IV sucedió a su padre, Enrique III el Negro, en 1056. Durante la regencia de su madre, Inés de Poitiers, la princesa se vio obligada a ceder la mayor parte del territorio real; Italia era un continuo conflicto entre diversas ciudades independientes, papas y normandos; además, el Sínodo de Letrán de 1059 declaró que sólo los cardenales podían canónicamente elegir al papa. Enrique IV intentó recuperar la pérdida del poder imperial. Su esfuerzo para recuperar las posesiones de la corona provocó la rebelión de los sajones. En 1075, aplastó una rebelión sajona y procedió a confiscar sus propiedades, además de intensificar su enemistad hacia ellos.
El control del clero por parte de Enrique originó un grave conflicto con el papa reformista Gregorio VII, que quiso liberar a la Iglesia de su dependencia secular. Cuando Gregorio prohibió la investidura laica de los eclesiásticos, Enrique anuló su elección en la Dieta de Worms en 1076. El papa excomulgó a Enrique y liberó a sus súbditos del juramento de lealtad hacia él. Para mantener su corona, Enrique buscó al papa en Canossa (en los Apeninos) en enero de 1077, donde, después de tres días de humillante penitencia, fue perdonado. Sin embargo, los príncipes alemanes eligieron un rey rival, Rodolfo de Suabia. El resultado fue una guerra civil de casi 20 años. En 1080, Gregorio excomulgó de nuevo a Enrique y reconoció a Rodolfo. Depuesto el papa, Enrique marchó sobre Roma, instaló al antipapa Clemente III y fue coronado emperador en 1084. Enrique volvió a Alemania para continuar la guerra civil contra un nuevo rival (Rodolfo había fallecido en 1080). Finalmente, traicionado y hecho prisionero por su hijo Enrique, el emperador se vio forzado a abdicar.
7.3.2.3
Compromiso
Enrique V continuó inútilmente las luchas de su padre por mantener su supremacía sobre la Iglesia. Al sufrir varias derrotas militares, perdió el control de Polonia, Hungría y Bohemia. A pesar del apoyo de los clérigos, los ministros y las ciudades, no pudo sofocar la presión de los príncipes, quienes forzaron al cansado emperador y al papa Calixto II para llegar a un compromiso sobre las investiduras. La Querella de las Investiduras finalizó con el Concordato de Worms (1122), el cual estipulaba que los nombramientos episcopales tendrían lugar ante la presencia imperial sin simonía y que el emperador investiría al candidato con los símbolos de su cargo temporal antes de que un obispo lo hiciera con los símbolos espirituales. A pesar de estos acuerdos, el papa tenía la mejor parte del trato, por lo que la rivalidad entre el emperador y el Papado tuvo una nueva dimensión.
7.3.3
La sociedad de la alta edad media
Los reyes alemanes no tenían una capital fija, pero viajaban sin cesar por todo su reino; no tenían más ingresos que los de sus propiedades familiares y las ofrendas de los clérigos. El feudalismo fue la forma de gobierno. Los grandes señores, en teoría vasallos del rey, usurparon de hecho los derechos reales para construir castillos y administrar justicia. La gran mayoría de la población vivía en los feudos que pertenecían a los nobles y obispos, de quienes eran sus vasallos. Las escasas ciudades, tales como Trier y Colonia, eran principalmente antiguas fundaciones romanas o fortificaciones imperiales. Allí, los comerciantes, los artesanos y los campesinos privados de tierras se instalaron como ciudadanos libres bajo la autoridad de un príncipe. En las ciudades también se asentaron los judíos, y sus actividades se centraron en el ámbito del comercio y la artesanía.
El clero, que englobaba a muchos nobles, difundía la fe, proporcionaba la educación y ejercía funciones de gobierno en numerosos territorios. Los monasterios como Reichenau (Ratisbona), Fulda, Echternach y Saint Gall eran centros importantes. Los monjes transcribieron obras latinas (como la Walthariuslied, basada en una leyenda germana) y tradujeron textos bíblicos y otros cristianos al alemán clásico. Sus manuscritos, ilustrados con imágenes, imitaban el arte clásico antiguo y bizantino. Las iglesias, notablemente la de San Miguel en Hildesheim y las catedrales de Maguncia, Spira y Worms, eran basílicas sobrias y abovedadas con torres y pequeños vanos formados con arcos de medio punto. Sus muros estaban adornados con pinturas murales y esculturas expresivas en madera y bronce.
7.4
Baja edad media
En los siglos XII y XIII Alemania e Italia estuvieron inmersas en los enfrentamientos entre dos familias principescas: los Hohenstaufen (o Waiblingen) de Suabia, denominados gibelinos en Italia, mantenían las coronas alemana e imperial; los Welfs de Baviera y Sajonia, conocidos como güelfos en Italia, se aliaron con el Papado.
Enrique V murió en 1125 sin descendencia. Los príncipes, al anular el principio hereditario, pasaron por alto a sus sobrinos, Federico y Conrado Hohenstaufen, para elegir emperador a Lotario, duque de Sajonia. Como emperador, Lotario II reavivó los esfuerzos para convertir y dominar el este; para imponer su autoridad en Italia, dirigió dos expediciones para apoyar a Inocencio II, que lo coronó en 1133. En Alemania, luchó en una guerra civil contra los príncipes Hohenstaufen, que no lo aceptaron como emperador.
7.4.1
Los reyes Hohenstaufen
A la muerte de Lotario, los príncipes anularon a su poderoso hijastro y heredero güelfo, Enrique el Soberbio, señor de Baviera y Sajonia. En su lugar, eligieron a Conrado de Hohenstaufen, duque de Suecia. La guerra civil estalló de nuevo, esta vez entre Conrado III Hohenstaufen y los duques güelfos, Enrique el Soberbio y su hijo Enrique el León, y continuó mientras Conrado dirigió la desafortunada Segunda Cruzada, que se desarrolló de forma paralela al conflicto güelfo-gibelino en Italia. La elección de su sobrino Federico, un Hohenstaufen nacido de madre güelfa, resolvió temporalmente la contienda en Alemania.
7.4.1.1
Federico I Barbarroja
Apuesto e inteligente, belicoso y justo, Federico I Barbarroja fue el ideal de rey cristiano medieval. Al considerarse como el sucesor de Augusto, Carlomagno y Otón I el Grande, asumió el título de emperador del Sacro Imperio Romano y pasó la mayor parte de su reinado entre Alemania e Italia intentando restaurar la gloria imperial en ambos territorios.
En el norte, unificó Alemania y Borgoña al casarse con Beatriz, heredera de Borgoña. Declaró una paz imperial y para asegurarla, apaciguó a los güelfos al reconocer a Enrique el León como duque de Sajonia y Baviera, y en compensación convirtió a Austria en ducado. Pero cuando Enrique rechazó aportar tropas a una campaña italiana, Federico, apoyado por otros príncipes celosos lo exiliaron por traidor. Los ducados de Enrique se separaron y Baviera pasó a la familia Wittelsbach.
En el sur, Federico realizó seis expediciones a Italia para mantener la plena autoridad imperial sobre las ciudades estado de Lombardía y el Papado. En 1155, en su primer viaje, fue coronado emperador; en el segundo, convocó la Dieta de Roncaglia (1158) para proclamar sus derechos sobre la Lombardía, por lo que instaló podestàs (representantes imperiales) en las ciudades lombardas; algunas simpatizaban con los gibelinos, pero la mayoría puso reparos a ser gobernadas y gravadas con impuestos por extranjeros. Los papas necesitaron del apoyo imperial para sofocar varios levantamientos en Roma, a pesar de lo cual defendían que su cargo espiritual les daba la soberanía sobre los emperadores. Quisieron mantener el control de forma independiente sobre los Estados Pontificios. Como resultado de todo esto, algunas ciudades se rebelaron contra la autoridad imperial y formaron la Liga de Verona en alianza con el papa Alejandro III. Federico reaccionó al nombrar un antipapa, Víctor IV. En sus dos viajes posteriores, las ciudades gibelinas se unieron con los güelfos en la Liga Lombarda (1167) y expulsaron a los podestás. Alejandro III, que había excomulgado a Federico, huyó con sus aliados normandos a Sicilia, por lo que en 1166 Federico conquistó Roma.
Durante su quinta campaña en Italia, al carecer del apoyo de Enrique el León, la Liga Lombarda derrotó a Federico en la batalla de Legnano (1176); la posterior Paz de Constanza (1183) reconoció la autonomía de las ciudades, que permanecieron sólo nominalmente sujetas al emperador, Federico hizo una última expedición en la que obtuvo un nuevo apoyo entre las ciudades rebeldes. Murió mientras dirigía la tercera Cruzada.
7.4.1.2
Enrique VI
Más ambicioso incluso que su padre, Enrique VI quiso ampliar sus dominios. Para asegurar la paz en Alemania, reprimió una rebelión al retornar del exilio Enrique el León, invadió las ciudades italianas del norte para someterlas y conquistó Sicilia. Al intentar crear un imperio en el Mediterráneo, exigió tributo a los musulmanes del norte de África y al débil emperador bizantino, pero en 1197, Enrique murió de forma repentina mientras planeaba una cruzada a Tierra Santa.
El Imperio se desmembró rápidamente. El hijo menor de edad de Enrique, Federico II, heredó Sicilia, pero Italia Septentrional reafirmó su independencia. Los alemanes rehusaron aceptar un niño como emperador o aceptar la herencia de la corona en el linaje de los Hohenstaufen. Una vez más la guerra civil hizo estragos cuando los dos reyes electos —el Hohenstaufen Felipe de Suabia y el güelfo Otón de Brunswick, hijo de Enrique el León— lucharon por la Corona. Cuando Otón invadió Italia, el papa Inocencio III aseguro la elección de Federico II sobre la promesa de que éste abandonaría Sicilia para no rodear los Estados Pontificios.
7.4.1.3
Federico II
Competente en muchos campos, el nuevo rey fue conocido como Stupor mundi (asombro del mundo). Determinó conservar Sicilia como su base de operaciones, lo que suponía no respetar su promesa, prefiriendo conceder Alemania antes que Sicilia a su hijo Enrique. En Sicilia suprimió los barones, reformó las leyes, fundó la Universidad de Nápoles y mantuvo una corte deslumbrante, donde brilló como científico, artista y poeta. También fue un excelente militar, diplomático y administrador.
Para conseguir el apoyo alemán en sus campañas en Italia septentrional, Federico permitió a los príncipes usurpar los poderes reales. La confirmación de sus derechos por el Privilegio de Worms (1231) les hizo prácticamente ser dueños absolutos en sus propios territorios. Su hijo Enrique, cuando alcanzó la mayoría de edad, se opuso a esta política y se rebeló, pero su padre lo destronó y lo encarceló.
Los papas consideraron peligroso a un emperador tan agresivo como Federico. El papa Gregorio IX lo excomulgó por su retraso en encabezar una cruzada prometida. Federico, finalmente, fue a Jerusalén en 1228, donde fue coronado rey y conquistó los principales lugares cristianos de Tierra Santa. Sin embargo, su éxito no apaciguó a Gregorio IX que, en su ausencia, invadió Sicilia. Federico derrotó la Liga Lombarda en Cortenuova y firmó la paz. Pero hacia 1237, luchó contra la segunda Liga Lombarda en Italia septentrional. La Liga se alió con el papa, quien lo excomulgó de nuevo. Federico entonces tomó los Estados Pontificios; el nuevo papa, Inocencio IV, huyó a Lyon y lo declaró depuesto. Federico avanzaba contra la Liga cuando falleció de forma repentina.
Conrado IV Hohenstaufen, el hijo más joven de Federico, heredó Sicilia y el título imperial, pero Italia y Alemania nunca se volvieron a unir. Los papas, aliados con los franceses, expulsaron a los Hohenstaufen de Sicilia. Alemania sufrió la confusión del Gran Interregnum (1254-1273), durante el cual los innumerables estados en que quedó dividida Alemania protagonizaron una resistencia política caracterizada por la anarquía general.
7.4.2
Sociedad y cultura en la baja edad media
A finales del siglo XIII el Imperio había perdido Polonia y Hungría y el control efectivo de Borgoña e Italia. Dentro de sus fronteras, los principados eran prácticamente autónomos. El antiguo derecho de elección real se limitó a siete príncipes, quienes eligieron deliberadamente hombres débiles poco probables de frustrar sus propias ambiciones dinásticas.
La Iglesia continuó siendo una fuerza dominante en la sociedad. Los monjes cistercienses y de la Orden Premonstratense colonizaron nuevos territorios en el este, mientras que la Orden de Predicadores (dominicos) y los franciscanos predicaron y enseñaron en las ciudades. La Orden Teutónica trasladó su sede a Marienburgo en el este de Alemania, donde encabezaron una cruzada contra los prusianos paganos. Los caballeros teutones abrieron la ruta del mar Báltico a la Iglesia y a los comerciantes alemanes.
La lucha entre emperadores y príncipes benefició a las ciudades, que pagaban contribuciones a los emperadores a cambio de liberarse de las obligaciones feudales. El comercio tuvo un gran desarrollo; Colonia y Frankfurt comenzaron a celebrar las ferias comerciales, Maguncia se asentaba en la ruta que cruzaba los Alpes hacia Italia; Lübeck y Hamburgo dominaban el mar del Norte y el comercio en el Báltico, y Leipzig mantuvo contactos comerciales con Rusia. Las ciudades del Rin y, más tarde, las ciudades alemanas del norte empezaron a formar asociaciones de comercio, la más poderosa de las cuales fue la Hansa Teutónica. Esta asociación acordó bastantes tratados comerciales, creó nuevos centros de comercio y civilización, contribuyó al desarrollo agrícola y de las artes menores, favoreció la construcción de canales y carreteras, e incluso declaraba la guerra. La desintegración de la Hansa empezó a finales del siglo XV y se acabó en 1669 definitivamente.
En el momento de máximo esplendor de la Hansa, los ricos burgueses erigieron murallas en las ciudades, financiaron la construcción de catedrales y de ayuntamientos y lugares de reunión de gremios como expresiones de orgullo ciudadano. Hacia mediados del siglo XIII, las influencias del gótico francés llegaron a la arquitectura alemana. Las elevadas catedrales de Bamberg, Estrasburgo, Naumburg y Colonia fueron ricamente decoradas con esculturas e iluminadas en su interior gracias a los grandes ventanales de arcos ojivales donde instalaban magníficas vidrieras.
La cultura francesa también afectó a la literatura alemana. Los nobles y caballeros errantes, denominados los minnesänger, escribieron y recitaron elegantes poemas de amor en la tradición de los trovadores de la Provenza francesa. Entre los primeros cabe destacar a Reinmar von Hagenau y Walter von der Vogelweide. Otros poetas, denominados spielleute, realizaban composiciones épicas. Gottfried von Strassburg y Wolfram von Eschenbach trataron el ciclo artúrico francés; sin embargo, los dos relatos épicos más importantes —el Niebelungenlied y el Gudrunlied— están basados en las tradiciones germanas.
7.5
Finales de la edad media y principios del renacimiento
A finales de la edad media, la gran estirpe de duques se había extinguido y se crearon nuevos principados. Tres casas reales —Habsburgo, Wittelsbach y Luxemburgo— lucharon por los derechos dinásticos de la corona imperial.
7.5.1
Rivalidad principesca
En 1273, los electores pusieron fin al Gran Interregnum al elegir emperador a Rodolfo de Habsburgo, un príncipe menor de Suabia incapaz de recuperar las propiedades imperiales que habían sido usurpadas. Rodolfo I de Habsburgo se concentró en agrandar las posesiones de su familia. Ayudado por los Wittelsbachs y otros, derrotó al rey de bohemia, Premysl Otakar II, y reconquistó las posesiones que éste había usurpado —Austria, Estiria, Carintia y Carniola— para sus dos hijos, así que hizo de los Habsburgo una de las grandes potencias del Imperio.
Tras la muerte de Rodolfo, los electores eligieron a Adolfo de Nassau pero lo depusieron cuando impuso excesivamente su autoridad. Alberto I, su sucesor, mostró sus deseos de incrementar su territorio pero murió en una expedición a Suiza. En la búsqueda de un nuevo emperador, los electores votaron a Enrique, conde de Luxemburgo. Inquieto por restaurar los derechos imperiales en Italia, Enrique VII cruzó los Alpes en 1310 y sometió temporalmente a Lombardía; fue coronado por el pueblo romano, al abandonar Roma durante el Cisma de Aviñón, también denominado “cautividad de Babilonia”. Murió intentando conquistar Nápoles a los franceses.
La guerra civil hizo entonces estragos hasta que el candidato de los Wittelsbach al trono, Luis de Baviera, derrotó a Federico I de Habsburgo en la batalla de Mühldorf en 1322. Luis IV de Baviera logró ser coronado en Italia, pero el papa Juan XXII, que puso objeciones a su intervención en la política italiana, invalidó su título y lo excomulgó. Luis convocó entonces un consejo eclesiástico e instaló al antipapa, Nicolás V, en Roma. En 1338, en la Dieta de Rhense, los electores hicieron una declaración trascendental: el rey de los alemanes sería elegido por mayoría electoral, así se evitaría la guerra civil, y sería automáticamente nombrado emperador sin ser coronado por el papa; esto se reflejó en el título, que se hizo oficial en el siglo XV, Sacro Emperador Romano Germánico.
7.5.2
El linaje de Luxemburgo
Los papas, por supuesto, se opusieron a esta decisión. Clemente VI entabló negociaciones con Carlos, rey de Bohemia y nieto de Enrique VII. En 1347, fue elegido por cinco de los siete Electores, quienes habían depuesto previamente a Luis. Carlos IV de Luxemburgo ignoró diplomáticamente la cuestión del consentimiento papal. En la Bula de Oro (1356) especificaba quiénes serían desde entonces los siete electores: los obispos de Maguncia, Tréveris y Colonia, el conde del Palatinado, el duque de Sajonia (un viejo título para un nuevo estado en el este), el margrave (conde) de Brandeburgo y el rey de Bohemia. A causa de que la bula hacía sus posesiones indivisibles, les otorgaba los monopolios de minas y aduanas, y les aseguraba donaciones de los candidatos, se convirtieron en los más poderosos de todos los príncipes.
Al haber asegurado el poder de los príncipes, Carlos IV reforzó su propia dinastía en Bohemia. Adquirió Brandeburgo y tomó Silesia a Polonia para extender el Imperio hacia el este. Para obtener dinero, fomentó las industrias de la plata, vidrio y papel de Bohemia; embelleció Praga, su capital, con nuevos edificios de estilo gótico tardío, fundó una destacada universidad y mantuvo una corte brillante.
El hijo de Carlos, Segismundo de Luxemburgo, forzó al papa Juan XXII a convocar el Concilio de Constanza (1414-1418), que puso fin al Gran Cisma en el Papado. Pero, como rey de Bohemia, se mantuvo muy apegado a sus propias posesiones dinásticas. El movimiento husita convulsionó Bohemia, al combinar los sentimientos tradicionales checos con el deseo de reformar en profundidad la Iglesia. Segismundo invitó al reformador Jan Hus para exponer sus puntos de vista (bajo la protección imperial) en el Concilio de Constanza, pero no pudo evitar que el Concilio lo condenara después a morir en la hoguera por hereje. El resultado fue el estallido de las Guerras Husitas, en las que la facción denominada de los calixtinos obtuvo algunas concesiones de la Iglesia y de Segismundo a cambio de su reconciliación.
7.5.3
El linaje de los Habsburgo
Cuando Segismundo murió sin heredero, los electores eligieron por unanimidad a su hijastro Alberto de Austria, de la familia de los Habsburgo, que se convirtió en emperador como Alberto V el Ilustre. Desde ese momento, la corona imperial se hizo en la práctica, aunque no en teoría, hereditaria de la casa de los Habsburgo. Alberto V el Ilustre murió mientras se desarrollaba la guerra civil en Bohemia y se producía una invasión otomana en Hungría. Su primo y sucesor, Federico III de Estiria, perdió Hungría y Bohemia y vendió Luxemburgo a Francia, mientras luchaba contra los príncipes alemanes y los turcos alcanzaban las fronteras del Imperio. En 1486, los príncipes le forzaron a ceder su autoridad a su hijo, pero hasta 1493 mantuvo el título de emperador del Sacro Imperio Romano Germánico.
Maximiliano I, mecenas del arte, dispuso muchos planes que nunca se materializaron. Su mayor éxito fue la política matrimonial en beneficio de su familia. Mediante su propio matrimonio con María de Borgoña adquirió un rico territorio que comprendía las prósperas ciudades flamencas. El territorio de Borgoña, de habla francesa, fue la causa inicial de que la enemistad entre los Habsburgo y los Valois se mantuviera durante los próximos tres siglos. Mediante el matrimonio de su hijo, Felipe el Hermoso, con la heredera de España, Juana la Loca, Maximiliano sentó las bases para la futura unión de las coronas de Castilla y Aragón y el Imperio. Mediante la promesa de matrimonio entre su nieto Fernando y la heredera de Hungría y Bohemia, añadió aquellos estados al patrimonio familiar.
7.5.4
La sociedad del siglo XV
En el Imperio, como en el resto de Europa, el siglo XV fue una época de transición de la economía feudal de la edad media a la economía monetaria de la época moderna. El proceso creó tensiones entre todas las clases de la sociedad.
7.5.4.1
La nobleza
La nobleza alemana comprendía los grandes electores y otros príncipes de los 240 estados que integraban el Imperio, hasta los caballeros menores que mantenían feudos directos del emperador. Tenían jurisdicción suprema en sus territorios, revisados sólo por las Dietas en las que estaban representados los nobles, el clero y los ciudadanos, los cuales sólo podían recaudar los impuestos necesarios para pagar nuevas armas y soldados mercenarios. Cuando los precios se elevaron y no lo hicieron en la misma medida los de los productos de sus tierras, toda la nobleza cayó presa del endeudamiento. Algunos obligaron a pagar más impuestos y a realizar más servicios feudales a sus campesinos, mientras que otros recurrieron a atacar las tierras de otros nobles o a las ciudades, e incluso hubo quien vendió sus servicios militares como mercenarios.
7.5.4.2
Las ciudades
Como centros de comercio, las ciudades se hicieron cada vez más importantes en una economía monetaria. En el sur, Nuremberg y Augsburgo (la sede de la familia de banqueros Fugger) explotaron las minas de sus proximidades y desarrollaron el comercio con Italia. En el norte, Lübeck, Hamburgo y otras ciudades de la Hansa Teutónica desarrollaron un comercio activo con Gran Bretaña y Escandinavia. Dentro de las ciudades, los antiguos gremios de comerciantes y los nuevos gremios de artesanos, ambos prácticamente hereditarios, lucharon por el poder municipal, en un conflicto donde los grupos más humildes no tenían derecho a opinar. A medida que su comercio crecía, las demandas de las ciudades para liberarse de las tasas locales impuestas en carreteras y ríos a menudo provocaron la guerra entre los nobles.
7.5.4.3
Los campesinos
Quizás hasta un tercio de los campesinos, el mismo porcentaje estimado para el resto de la población, murió durante la plaga de peste que asoló Europa a mediados del siglo XIV. Entre los supervivientes, eran numerosos quienes habían perdido sus terrenos a través de la frecuente subdivisión entre los herederos. Muchos de éstos emigraron a las ciudades, mientras que la mayor parte perdió algunos derechos y libertades que habían poseído tradicionalmente, cuando los señores procuraron mantenerlos en la tierra y hacerles tan rentables como fuera posible. Los campesinos, especialmente en el sur de Alemania, recurrieron finalmente a la protesta violenta.
7.5.4.4
La Iglesia
Las peticiones de reforma de la Iglesia habían surgido al menos desde el siglo XI con el movimiento cluniacense; durante el final de la edad media y comienzos del renacimiento se hicieron más insistentes. En el aspecto político, la Iglesia perdió su prestigio como resultado de la ya mencionada cautividad de Babilonia y el consiguiente Gran Cisma de Occidente en el Papado.
En lo referente a la economía, la creciente necesidad de más dinero condujo a críticas sobre la situación de la Iglesia. La gente objetó que poseía muchas propiedades y ejercía una gran presión sobre sus arrendatarios, aunque no pagaba impuestos. Los aspectos económicos y políticos venían unidos al creciente resentimiento alemán de enviar dinero para mantener al papa en Roma.
La Iglesia también fue atacada desde el punto de vista intelectual por los estudios humanistas de autores de la antigüedad clásica que se extendían desde Italia septentrional. Nicolás de Cusa propuso una teoría heliocéntrica de la astronomía que socavaba la aceptada visión bíblica de la creación. Los autores humanistas como Conradus Celtes, Willibald Pirkheimer, Johannes Reuchlin y Erasmo de Rotterdam propugnaban la pureza lingüística en el estudio bíblico y de otros textos, y satirizaban los abusos cometidos por la jerarquía eclesiástica. La invención de la imprenta por Johann Gutenberg hizo posible editar biblias, otros libros y panfletos en gran cantidad y a bajo coste. En consecuencia, los nuevos conocimientos podían llegar a más gente, lo que preparó el terreno intelectual para la Reforma.
7.6
Periodo de conflictos religiosos
Las inquietudes espirituales de Martín Lutero se combinaron con las ambiciones seculares de los príncipes alemanes para producir la Reforma protestante. El movimiento para la reforma religiosa propugnaba la libertad religiosa aun a costa de la unidad cristiana de Occidente. Las luchas religiosas intensificaron los conflictos políticos europeos durante cien años.
7.6.1
La Reforma protestante
En 1519, Carlos I de España y V de Alemania sucedió a su abuelo Maximiliano como emperador del Sacro Imperio Romano. Dedicó su vida a preservar un imperio medieval unido en la fe, un esfuerzo sin fruto en la sociedad plural creada por los reformadores y las fuerzas seculares.
7.6.1.1
Lutero
Una figura clave del nuevo periodo fue Martín Lutero, un fraile agustino que estaba preocupado por los abusos dentro de la Iglesia. Se indignó particularmente por la campaña llevada a cabo sin ningún tipo de escrúpulos para vender indulgencias, por las que se perdonaban los castigos y penitencias que deberían realizarse tras haber pecado. En 1517, Lutero publicó una lista de 95 tesis atacando las indulgencias, que provocaron una gran controversia.
En 1520, Lutero redactó tres panfletos que declaraban sus creencias en la libertad de la conciencia cristiana, formada sólo por la Biblia, el sacerdocio de todos los creyentes y una Iglesia mantenida por el Estado. A causa de que estas doctrinas atacaban a la raíz de la autoridad eclesiástica, el papa León X publicó una bula que condenaba sus obras. Lutero quemó la bula y fue excomulgado. Carlos I lo emplazó para que se defendiera en la Dieta de Worms (1521) y, cuando Lutero rechazó retractarse, lo proscribió. Sin embargo, Federico el Sabio, elector de Sajonia, acogió a Lutero en el castillo de Wartburg, donde empezó a traducir la Biblia al alemán.
Las ideas luteranas, en parte una continuación de las herejías husitas, fueron recibidas favorablemente por muchos. Sin embargo, estas cuestiones de conciencia se manifestaron de forma extremista o se mezclaron con situaciones socioeconómicas injustas. En Karlstadt se produjeron ataques iconoclastas contra las pinturas, estatuas y vidrieras que había en las iglesias. El caballero mercenario Franz von Sickingen condujo al sur a caballeros germanos arruinados con la esperanza de enfrentarse a los señores eclesiásticos y conseguir las propiedades de la Iglesia. Los grupos de campesinos, que querían volver a las viejas formas, saquearon y quemaron castillos y monasterios en las Guerras Campesinas (1524-1526).
Todos estos sectores buscaron en Lutero su guía para la reforma de la Iglesia y la sociedad germana, pero Lutero no quería mezclar los asuntos religiosos con los seculares. Salió de Wartburg para restablecer el orden, condenó la actitud de Karlstadt e incitó a los príncipes a reprimir todo levantamiento campesino, lo que llevaron a cabo. Los campesinos, entonces, perdieron todos los derechos tradicionales y la capacidad de iniciativa, mientras los príncipes constituyeron Iglesias estatales mantenidas mediante las posesiones católicas confiscadas en las que el servicio religioso era en alemán y se suprimió el celibato sacerdotal.
7.6.1.2
Conflicto y compromiso
En este primer periodo, una ruptura con Roma parecía lejana. Muchos luteranos no habrían abandonado la Iglesia católicas si las prácticas no bíblicas se hubieran eliminado. Carlos V, ocupado con las guerras exteriores, quiso establecer la paz en el interior, pero Lutero no estuvo conciliador. Además, los protestantes (como pronto fueron denominados) estaban divididos. Aparte de los luteranos, había cristianos reformistas, inspirados por el teólogo suizo Ulrico Zuinglio, que pretendieron formar Estados teocráticos basados en la Biblia, y los radicales anabaptistas, en su mayoría gente pobre que querían formar iglesias independientes del Estado.
En la Dieta de Augsburgo (1530) luteranos y reformistas cristianos presentaron confesiones de fe separadas, al indicar que ellos no podían llegar a un acuerdo con los católicos o cualquier otra confesión; los anabaptistas no estaban representados en absoluto. A su vez, los príncipes y el papa Clemente VII bloquearon los deseos de Carlos de celebrar un concilio para mediar en la disputa. Agotados los medios pacíficos, Carlos condujo sus tropas contra los príncipes protestantes y las ciudades de la Liga de Esmalcalda (1531), derrotándolos en la batalla de Mühlberg en 1547. A su vez, muchos nobles, que habían adquirido posesiones católicas secularizadas, eran protestantes y forzaron a Carlos a aceptar el compromiso de la Paz de Augsburgo (1555). Quedó reconocido el luteranismo, pero no ocurrió lo mismo con los Calvinistas, cuyas doctrinas teocráticas parecían revolucionarias a los príncipes. Lo más significativo fue que los príncipes vieron reconocido su derecho a elegir la religión que debía imperar en su territorio.
Lutero murió en 1546 con su obra concluida. Carlos, que había fracasado en una tarea imposible, abdicó en 1556. Su vasto imperio se dividió: las posesiones españolas y borgoñonas pasaron a su hijo Felipe II, mientras que el título imperial y las posesiones imperiales serían para su hermano Fernando I de Habsburgo.
7.6.2
La Contrarreforma católica
Mientras los emperadores Fernando I y su hijo Maximiliano II estuvieron ocupados con la amenaza de la invasión turca, el protestantismo en Alemania se expandió rápidamente. Sin embargo, su progreso se detuvo por la Contrarreforma. El Concilio de Trento (1545-1563), dominado por los jesuitas, abolió la venta de indulgencias pero también modificó la doctrina y el culto e impidió la reconciliación con los protestantes. Los jesuitas fundaron centros en ciudades alemanas, donde consiguieron mucho apoyo en favor del catolicismo. Los gobernadores de Baviera, Austria, Salzburgo, Bamberg y Würzburg restablecieron el catolicismo, creando un bloque católico en el sur de Alemania.
La tensión subió entre ambas confesiones. Los príncipes protestantes bajo Federico IV formaron la Unión Protestante en 1608. En 1609, Maximiliano I, duque de Baviera, agrupó a los príncipes católicos en la Liga Católica. El emperador Rodolfo II, un erudito recluido en Praga e incapacitado para gobernar, se vio forzado a renunciar de su cargo en favor de su hermano Matías, quien no demostró más efectividad.
Matías fue sucedido por su sobrino, quien gobernó como Fernando II de Habsburgo. Sin embargo, el soberano más poderoso de Europa era Felipe II de España. La Francia católica estaba determinada a no dejarse avasallar por los Habsburgo. Los protestantes ingleses y holandeses también se opusieron a una dinastía fuerte de los Habsburgo. El deseo de dominar el Báltico atrajo a Dinamarca y Suecia.
7.6.3
La guerra de los Treinta Años
El problema empezó en la Bohemia protestante que rechazó aceptar al católico Fernando como rey y futuro emperador. En 1618, los checos formaron su propio gobierno, apoyado por la Unión Evangélica. Tras la muerte de Matías en 1619, eligieron rey de Bohemia al elector protestante Federico V. Sin embargo, Fernando aplastó a las tropas de Bohemia en la batalla de la Montaña Blanca (1620); Federico tuvo que exiliarse y el catolicismo se restauró por la fuerza. Los nobles bohemios fueron asesinados, privados de sus posesiones o multados. Como consecuencia de la guerra, la población descendió en más de una quinta parte.
Los príncipes protestantes se opusieron a la presencia de las tropas españolas en Alemania. Apoyaron a Cristián IV de Dinamarca, quien, financiado por los holandeses e ingleses, invadió Alemania en 1625. Así comenzó la segunda fase de la guerra de los Treinta Años, que finalizó con la derrota de Cristián IV. El victorioso Fernando promulgó el Edicto de Restitución (1629), que ordenó la devolución de todas las propiedades de la Iglesia católica en poder de los protestantes desde 1552.
La tercera fase de la guerra empezó cuando Gustavo Adolfo II de Suecia, quien pretendía ampliar el control sueco del mar Báltico, invadió Pomerania como adalid de los príncipes protestantes. El ejército sueco obtuvo una victoria rotunda en Breitenfeld (1631) y tomó Maguncia y Praga; pero su avance se detuvo, la guerra se alargó durante años y los dos ejércitos enfrentados devastaron el país. En 1635, se declaró una tregua y el Edicto de Restitución fue revocado.
Sin embargo, los suecos ansiaban terrenos, mientras que los franceses, dirigidos por el cardenal Richelieu, estaban determinados a someter a los Habsburgo. Por consiguiente, en la cuarta fase de la guerra, Francia pagó subsidios al ejército sueco para mantenerlo en combate, y las tropas francesas cruzaron el Rin. Tras otros 13 años de contienda, el emperador Fernando III de Habsburgo y los príncipes se prepararon para la paz.
7.6.4
La Paz de Westfalia
La larga guerra finalizó por la Paz de Westfalia (1648). Según los términos del tratado, la soberanía y la independencia de cada estado del Sacro Imperio Romano Germánico se reconocía completamente, al quedar el emperador prácticamente sin poderes; además, la religión de cada Estado alemán sería determinada por su príncipe; se aceptó la situación existente en 1624 en el aspecto religioso, al establecer que las propiedades de los Habsburgo, el sur y el oeste de Alemania eran católicos, se reconocía la fe reformada y los protestantes podían mantener las propiedades adquiridas.
Políticamente, el Sacro Imperio Romano Germánico (o I Reich), continuó con tal denominación, pero había perdido todas las pretensiones a la universalidad o efectividad del gobierno centralizado. Económica y socialmente, Alemania había perdido una tercera parte de su población en la guerra y gran parte de su ganadería, capital y comercio. Las bandas de refugiados y mercenarios vagaban por el país, saqueando a su antojo.
7.6.5
Vida cultural en el renacimiento y durante la Reforma
El renacimiento clasicista y la Reforma protestante afectaron profundamente las artes del siglo XVI y transformaron la educación.
7.6.5.1
Las artes visuales
El estilo gótico tardío continuaba en pintura y escultura, caracterizado por la devoción religiosa y el gusto por los detalles elegantes. Tanto los maestros pintores Matthias Grünewald y Stefan Lochner, y los escultores Veit Stoss, Peter Vischer el Viejo, Adam Kraft y Tilman Riemenschneider dedicaron un gran esfuerzo en la realización de vidrieras y retablos. El estilo renacentista, caracterizado por motivos clásicos y el interés en el mundo de la naturaleza, fue introducido desde Italia por Alberto Durero. Lucas Cranach el Viejo y Hans Holbein el Joven expresaron el énfasis humanista sobre el individuo en sus retratos. Durero y Martin Schongauer combinaron los elementos góticos y renacentistas en las nuevas técnicas de grabados en madera y cobre, utilizados para la ilustración de libros en la imprenta.
Hasta la Reforma se mantuvo el gótico tardío como estilo arquitectónico, momento a partir del cual se detuvo prácticamente la construcción de iglesias. Los protestantes desaprobaron las manifestaciones artísticas en las iglesias, aunque la burguesía gastó enormes cantidades en casas con tejados empinados, con entramado de madera, y pintadas de forma decorativa. También se edificaron opulentos palacios y ayuntamientos siguiendo el estilo renacentista.
7.6.5.2
Literatura y erudición
La tradición medieval continuó en la literatura popular alemana en la forma de canciones populares, anécdotas relacionadas con héroes tradicionales y obras religiosas y seculares que también seguían la tradición. Los temas tradicionales y clásicos proporcionaron abundante material para los Maestros cantores, poetas líricos que escribían según las estrictas formas de los minnesänger antiguos. El más destacado entre ellos fue Hans Sachs, un zapatero de Nuremberg.
El acontecimiento literario más importante fue la traducción de Lutero de la Biblia en lengua vernácula, que contribuyó a dar a la población alemana una lengua literaria unificada, pues se convirtió en la base para la generalización del alto alemán. Lutero y otros escribieron himnos en alemán para las congregaciones protestantes, una innovación litúrgica que llevó a la fundación de la música eclesiástica alemana e influyó en el culto en todo el mundo protestante. Philip Melanchthon, un profesor de la Universidad de Wittenberg, presentó claramente las doctrinas protestantes en latín al mundo no germánico. Él y otros humanistas introdujeron el saber clásico en las universidades de Colonia, Leipzig, Viena y otras ciudades, y ayudó a fundar nuevas universidades en Königsberg, Jena y Marburg.
7.6.5.3
Educación
Las órdenes religiosas habían proporcionado la educación medieval alemana, que estaba limitada principalmente a escuelas y universidades para formar a los eclesiásticos y a unos pocos funcionarios gubernamentales. Incluso la nueva enseñanza humanista estaba proyectada en un principio para una pequeña elite erudita. Pero Lutero, con su creencia en el sacerdocio de todos los creyentes y el estudio individual de la Biblia, consideró que las escuelas estatales deberían estar abiertas para los niños de todas las clases sociales. En los Estados protestantes, las escuelas privadas se establecieron para enseñar alemán y religión. El latín fue la principal materia en las escuelas secundarias (Gymnasien) fundadas por Melanchthon, que presentaron un programa graduado de estudios por primera vez. Sajonia y otros estados protestantes abrieron gradualmente Gymnasien, que ejerció gran influencia en la educación alemana hasta el siglo XX. En los Estados católicos se establecieron escuelas de forma similar pero altamente centralizadas. Sin embargo, a todas estas escuelas asistían principalmente los niños cuyas familias podían costear las matrículas (inscripciones).
7.7
Desarrollo de Austria y Prusia
A finales del siglo XVII y comienzos del XVIII, el Imperio estaba eclipsado por Francia e Inglaterra. La tambaleante estructura imperial estaba sostenida por la gran cantidad de príncipes menores, quienes deseaban su protección, ante la presión de los grandes príncipes, quienes demandaban mayor libertad para ampliar sus posesiones. Los Wettins de Sajonia, que se expandieron hacia el este, se convirtieron en reyes de Polonia; los Welfs de Brunswick-Luneburgo se convirtieron en electores de Hannover y consiguieron gran influencia cuando el elector Jorge heredó el trono de Inglaterra como Jorge I en 1714; los Wittelsbachs de Baviera intrigaron para conseguir una corona en los Países Bajos españoles; los Habsburgo de Austria, que también mantenían Bohemia y Hungría, y los Hohenzollern de Brandeburgo, que se convirtieron en reyes de Prusia, eran las familias hegemónicas en el Imperio y dominaban a los otros príncipes.
7.7.1
Guerras extranjeras
Apenas se habían recuperado de la guerra de los Treinta Años cuando los príncipes y el emperador se enfrentaron en una serie de nuevas luchas dinásticas.
7.7.1.1
Las guerras contra Luis XIV
En el oeste, los príncipes se implicaron en cuatro guerras para frenar las intenciones de Luis XIV de extender el territorio francés hasta el Rin. En la guerra de Devolución (1667-1668), Federico Guillermo El gran elector de Brandeburgo aceptó una pensión de Luis a cambio de apoyo político. Sin embargo, en la guerra holandesa, Federico Guillermo se puso en contra de Luis y perdió sus conquistas en Pomerania. Pero después benefició a Brandeburgo al ofrecer refugio a los hugonotes (calvinistas franceses), a quienes Luis XIV había exiliado al revocar el Edicto de Nantes en 1685; unos 20.000 hugonotes emigraron al este, llevando con ellos las técnicas de tejidos y la cultura francesa.
La invasión del Palatinado por Luis XIV provocó la guerra de la Liga de Augsburgo (1688-1697), en la cual obtuvo Estrasburgo y Alsacia.
La guerra de Sucesión española (1701-1714) surgió por la lucha sobre el derecho del nieto de Luis XIV, futuro Felipe V, para heredar el trono español. Baviera se puso del lado de Francia, porque Luis XIV prometió al elector la corona de los Países Bajos españoles. Brandeburgo apoyó a los emperadores Leopoldo I y José I a cambio del reconocimiento imperial de Prusia como reino. Los otros Estados europeos también se aliaron con el Imperio para bloquear la unión dinástica de Francia y España. Ejércitos grandes, bien adiestrados y dotados lucharon en Baviera y Alemania occidental, haciendo estragos y dejando la ruina a su paso. Cuando ambas partes quedaron agotadas, aceptaron los Tratados de Utrecht.
7.7.1.2
Guerras del norte
Invadidos desde el oeste, los príncipes alemanes se encaminaron hacia el norte y este, donde entraron en conflicto con Suecia en el mar Báltico. En la primera guerra del Norte (1655-1660), el emperador y el elector de Brandeburgo apoyaron a Polonia y Dinamarca contra Carlos X Gustavo de Suecia. Las consecuencias del enfrentamiento no implicaron muchos cambios.
En la segunda guerra del Norte (1700-1721), que corrió paralela a la guerra de Sucesión española, Sajonia, Polonia, Brandeburgo-Prusia, Hannover, Dinamarca y Rusia unieron sus fuerzas contra Suecia. Al final de la misma, los tratados de Frederiksborg y Nystad (1721) devolvieron Polonia al elector de Sajonia Augusto (que como rey de Polonia gobernó como Augusto II), transfirieron Stettin y Pomerania Occidental de Suecia a Brandeburgo-Prusia, y Rusia ocupó las posesiones del Báltico oriental que mantenía Suecia.
7.7.1.3
Guerras Turcas
Los alemanes también tuvieron que enfrentarse con los turcos otomanos, quienes, después de un periodo de tranquilidad, se expandieron vigorosamente en el sureste de Europa. Cuando invadieron Hungría en 1663, las tropas imperiales pudieron derrotarlos y obtener una tregua de 20 años. Más deseosos de detener a los Habsburgo católicos que a los turcos musulmanes, Luis XIV y los húngaros incitaron la agresión turca. Cuando se levantó la tregua, los otomanos asediaron Viena en 1683. En esta situación de emergencia, las tropas imperiales, junto con las de Juan III Sobieski de Polonia, rescataron la ciudad. Sin embargo, las guerras turcas continuaron hasta que el brillante general Eugenio de Saboya condujo las tropas imperiales al triunfo en Senta (1697). Por el Tratado de Karlowitz (1699) los Habsburgo anexionaron la mayor parte de Hungría; el país que estaba prácticamente despoblado se volvió a colonizar con veteranos alemanes y se impuso la autoridad imperial centralizada en Viena.
7.7.2
Rivalidad austro-prusiana
Hacia 1740 los demás Estados alemanes se habían rezagado en su desarrollo, dejando a Austria y Prusia como rivales por el dominio de Europa Central.
7.7.2.1
Crecimiento de Prusia
La familia de los Hohenzollern, que había ocupado Brandeburgo en el siglo XV, había adquirido también un número de territorios adicionales y geográficamente desconectados en el oeste. Fuera del Imperio, al este se encontraba el área más importante, Prusia, que había heredado como un ducado polaco en 1618 y que se convirtió en un reino independiente en 1701. Gradualmente, todas las posesiones de los Hohenzollern se conocieron como el reino de Prusia.
Federico Guillermo I de Prusia era un militar enérgico y testarudo determinado a unir sus dispersas posesiones en un único estado moderno donde la presencia de lo militar sería constante. Al suprimir los derechos de aduanas y los intereses locales, creó una burocracia honesta y eficiente, la cual recaudaba fondos en todo el país con destino al tesoro público para consolidar un ejército permanente. Intentó convertir a su hijo Federico en una imagen de sí mismo.
Federico II el Grande estuvo tanto en el campo de batalla como en su palacio de Sans Souci cerca de Berlín, donde disfrutaba con la literatura francesa y la música. Sin embargo, gastó la mayor parte de su vida en extender el territorio de Prusia a costa de Austria y Polonia, y perfeccionar y reorganizar el gobierno prusiano y la economía para servir mejor al Ejército.
7.7.2.2
La guerra de Sucesión austríaca
El emperador Carlos VI, ansioso de mantener unificados los dominios de los Habsburgo, promulgó la Pragmática Sanción en 1713, al declarar que su única hija, María Teresa I de Austria, le sucedería. Cuando murió en 1740, los electores de Baviera y Sajonia rechazaron la Pragmática Sanción argumentando que tenían derechos prioritarios a través de sus esposas. Federico II ofreció su apoyo a María Teresa a cambio de la rica provincia de Silesia. Convencido de la justicia de su causa, ella rechazó tal propuesta. Federico invadió inmediatamente Silesia, precipitando la guerra de Sucesión austriaca (1740-1748). Los bávaros, sajones y franceses invadieron Austria y Bohemia, mientras Gran Bretaña, los Países Bajos y Rusia acudieron en ayuda de Austria.
Alarmados por las victorias militares de Federico, María Teresa firmó la paz con él en 1742, cediéndole Silesia. Sin embargo, Austria y sus aliados tuvieron éxito al conquistar Baviera para reponer la pérdida de Silesia. Por la Paz de Aquisgrán, el marido de María Teresa, Francisco, duque de Lorena, fue reconocido como emperador, aunque fue ella quien reinó en realidad. A cambio, María Teresa cedió Baviera y permitió a Prusia mantener Silesia.
7.7.2.3
Guerra de los Siete Años
La aparición de Prusia como una gran potencia llevó a un cambio radical de alianzas y a nuevas hostilidades. María Teresa, determinada a reconquistar Silesia, hizo una alianza con la emperatriz Isabel de Rusia. Jorge II de Gran Bretaña, ante el temor de un posible ataque francés sobre sus territorios patrimoniales de Hannover, firmó un tratado de neutralidad con Federico. La vieja rivalidad entre los Habsburgo y los Valois se olvidó, ya que el ministro austriaco, el príncipe Kaunitz, llevó a Luis XV, temeroso de Prusia, a una alianza con María Teresa. Federico, anticipándose al cerco, atacó primero e invadió Sajonia y Bohemia, lo que dio comienzo a la guerra de los Siete Años (1756-1763).
El conflicto se propagó, pues los austriacos invadieron Silesia, los rusos marcharon sobre Prusia y los franceses atacaron Hannover. A pesar de su buena dirección, Federico pronto se encontró muy presionado por sus enemigos. Fue salvado oportunamente por la muerte de Isabel de Rusia y la sucesión de Pedro III, que admiraba a Federico y firmó la paz de inmediato. Los franceses, agotados, también firmaron la paz. El Tratado de Hubertusburg restableció la situación con Federico, manteniendo Silesia.
Muy disgustada, María Teresa se dedicó de lleno a los asuntos internos. Gradualmente reorganizó el gobierno y estableció unas contribuciones uniformes, una unión de aduanas y unas escuelas elementales mantenidas por el Estado. Alentó a los nobles y plebeyos a ocupar puestos en el gobierno y el Ejército. Sabia y discreta, era querida por sus súbditos. Sin embargo, no siempre estuvo de acuerdo con su hijo, el idealista José. José II fue un monarca instruido que impacientemente trató de crear una burocracia alemana eficiente y moderna sin considerar los fuertes prejuicios locales.
7.7.2.4
Expansión hacia el Este
Prusia estaba ansiosa de anexionarse el territorio polaco que separaba Brandeburgo y Prusia. Austria, todavía resentida por la pérdida de Silesia, miró hacia el Este como compensación. Ambos países temían la nueva presencia rusa. Una Polonia débil parecía una excusa amplia para la intervención, por lo que en 1772 Austria, Prusia y Rusia acordaron el primer reparto de Polonia.
Cuando el trono bávaro quedó vacante, José intentó anexionar Baviera. Federico puso objeciones y formó la Liga de los Príncipes contra el emperador. Bloqueado por Federico en la breve guerra de Sucesión bávara (1778-1779), José se dirigió de nuevo hacia el este. Una guerra contra los turcos (1788-1779) resultó infructuosa, por lo que fue excluido del segundo reparto de Polonia (1793); pero no ocurrió lo mismo en el tercer reparto (1795), por el que Polonia desapareció por completo.
7.7.3
El barroco y la Ilustración
El final de las contiendas religiosas y de la amenaza turca dio a los alemanes nueva confianza. En el siglo XVIII, la cultura alemana, influida por los movimientos artísticos e intelectuales franceses, ingleses e italianos, alcanzó un momento brillante.
7.7.3.1
Las cortes principescas
Los príncipes, resistentes al control imperial y a anular las dietas locales, se hicieron monarcas absolutos según el modelo de Luis XIV. Centralizaron sus gobiernos y establecieron economías mercantiles. Al contratar a los artistas más destacados, hicieron de sus capitales centros artísticos e intelectuales, con palacios, iglesias, museos, teatros, jardines y universidades.
La vida social y cultural se centró en las cortes, que también fueron la principal fuente de ascenso social y político. Los cortesanos despreciaban a los ciudadanos y campesinos, útiles sólo para el pago de impuestos que servirían para mantener los lujos de la vida cortesana. Los príncipes también mantenían sus cortes al aceptar aportaciones extranjeras y vender jóvenes campesinos como soldados mercenarios. Para escapar de la guerra y la contribución, muchos alemanes emigraron a Norteamérica.
7.7.3.2
Arte y música
En el sur católico, se erigieron y restauraron un gran número de iglesias y monasterios. Se adoptó el impresionante estilo barroco que se había desarrollado tras el renacimiento italiano y francés, transformándolo en un estilo rococó agraciado y exuberante, que desarrolló unas características típicamente alemanas. Son destacadas la iglesia de Vierzehnheiligen, construida por Johann Balthasar Neumann; la iglesia de San Carlos Borromeo, en Viena, por Johann Bernhard Fischer von Erlach, y las iglesias de los hermanos C.D. Asam y E.Q. Asam. El estilo barroco-rococó también se utilizó en palacios, como el de Schönbrunn (en las afueras de Viena), y el de Zwinger, en Dresde.
En el barroco, la música instrumental, en su mayor parte de grupos de cámara o piano, tomó la forma de complejas y muy estructuradas suites polifónicas, preludios y fugas realizadas por maestros como Samuel Scheidt y Johann Sebastian Bach. Después de 1720, tuvo mayor presencia la música orquestal y las mismas composiciones se hicieron más largas y abstractas, con el desarrollo de la forma de sonata y estructura sinfónica. Se manifiestan una fuerte experimentación musical, un sentido del colorido orquestal y tendencias prerrománticas por Carl Philipp Emanuel Bach y otros autores que culminaron en las sinfonías de Ludwig van Beethoven. La música instrumental y vocal se combinó en las cantatas religiosas y oratorios de Heinrich Schütz y Bach, y en las óperas de estilo italiano de Georg Friedrich Händel.
7.7.3.3
Literatura y pensamiento
Como reacción contra los temas religiosos de los agitados siglos XVI y principios del XVII se produjo el desarrollo del racionalismo y del espíritu científico que produjo el Siglo de las Luces europeo. Al absorber las obras de los pensadores británicos y franceses, los profesores alemanes desecharon la teología de un mundo en el cual los hombres y las mujeres sin pecado necesitaban de la gracia divina. Adoptaron una postura optimista, la filosofía secular de un mundo ordenado por la ley natural en la que todos los humanos, intrínsecamente racionales y buenos, podían, a través de la educación, aspirar a la perfección.
El primer gran filósofo alemán, Gottfried Wilhelm Leibniz, propuso un universo gobernado por una armonía natural preestablecida. El filósofo idealista Immanuel Kant analizó el poder de la razón y sostuvo una base racional para la ética. El autor de teatro Gotthold Ephraim Lessing retornó a la estructura del drama clásico e introdujo en el teatro alemán el principio inglés de tolerancia en los asuntos cotidianos.
Una corriente de énfasis en la intuición y el sentimiento se opuso al racionalismo. En religión, significó el retorno a los valores del Evangelio, conocida como pietismo. Muchos alemanes de clase media y baja se hicieron seguidores de los pastores luteranos P.J. Spener y A.H. Francke, quienes promovieron el estudio de la Biblia y la experiencia personal de la regeneración espiritual expresada en la conducta ética. La Universidad de Halle (1694) fue el centro de la educación, la caridad y la preparación de misioneros del pietismo. Esta corriente tuvo una perdurable influencia en el luteranismo y en muchos pensadores alemanes.
En literatura la tendencia antirracionalista la encabezaba en el siglo XVIII el movimiento Sturm und Drang (en alemán, 'tormenta e ímpetu'). Los escritores, en su espíritu revolucionario, veían la naturaleza como una fuerza en cambio constante y destacaban los valores humanos por sus pasiones individuales más que en un espíritu dominado por la razón universal. Contribuyendo a este movimiento estaba el empeño de Johann Gottfried von Herder sobre la influencia de la historia en la literatura, especialmente la importancia de las canciones y cuentos populares medievales. Inspirado por la Revolución Francesa, el antirracionalismo se extendió dentro del romanticismo temprano, en sus principios relacionado con los deseos y sentimientos del individuo. El filósofo Johann Gottlieb Fichte vio el Universo como base de la moral dispuesta de Dios. August Wilhelm von Schlegel tradujo las obras de Shakespeare que hacían hincapié en la historia y la personalidad individual. Novalis escribió poesía cristiana mística.
Estas corrientes divergentes pero complementarias formaron parte de la obra de tres maestros de la literatura alemana: Friedrich von Schiller, que escribió dramas clásicos en marcos históricos, infundidos de convicciones morales y donde es constante la lucha por la libertad; Friedrich Hölderlin, que escribió poemas líricos de profunda angustia moral modelados sobre formas griegas clásicas, y Johann Wolfgang von Goethe, el sabio de Weimar, un gigante de la literatura europea. La temprana novela autobiográfica de Goethe, Las tribulaciones del joven Werther (1774), resumía la angustia romántica. Los dramas más disciplinados Egmont (1788) y Torquato Tasso (1790), inspirados por sus viajes italianos, manifestaban un estilo clásico más sosegado. Combinó los puntos de vista romántico y clásico en su obra maestra dramática Fausto (parte I, 1808; parte II, 1832).
7.8
Época del nacionalismo
Las teorías ilustradas del gobierno representativo, combinadas con la insistencia romántica en la libertad y la identidad nacional, inspiraron a los alemanes en un deseo por la unificación nacional y la reforma liberal. Las conquistas de Napoleón Bonaparte, posteriormente, elevaron su sentido de la identidad nacional.
7.8.1
Guerras Napoleónicas
Durante 18 años los Estados alemanes estuvieron implicados de forma diferente en cinco guerras de defensa contra los ejércitos bien adiestrados de la Francia revolucionaria y napoleónica. En las primeras dos guerras, los franceses ocuparon la margen izquierda del Rin. En la tercera, Napoleón conquistó Viena y Berlín. En 1806, reorganizó los estados alemanes, para compensar sus pérdidas en la margen izquierda, en la Confederación del Rin. Austria y Prusia fueron excluidas, por lo que perdieron mucho territorio. En 1809, Austria llevó ventaja en una cuarta guerra contra Francia, mientras Napoleón combatía en España, pero posteriormente perdió más territorio.
En 1812, la derrota de Napoleón en la campaña de Rusia, y su retirada acosado por los rusos, incitó a los aliados a realizar otro esfuerzo. Federico Guillermo III de Prusia, junto con Austria y Rusia, dirigió la denominada guerra de Liberación, en la cual Napoleón fue derrotado en Leipzig (1813). En 1814, después de cruentos combates, los aliados tomaron París.
En el Congreso de Viena (1814-1815) los Estados vencedores de Napoleón rediseñaron el mapa de Europa. Austria, que cedió sus posesiones en los Países Bajos austriacos y en Suabia en el oeste, estuvo compensada en el sur y este por la anexión de Salzburgo, el Tirol, Lombardía y Venecia en Italia, e Iliria y Dalmacia en el mar Adriático. Prusia perdió la mayor parte de su territorio polaco pero accedió a gran parte de Sajonia y la Pomerania sueca, así como territorios en Renania y el antiguo reino napoleónico de Westfalia, en donde se encontraban los recursos de hierro y carbón del Ruhr y del Sarre.
7.8.2
La Confederación Germánica
El Congreso de Viena reemplazó el Sacro Imperio Romano Germánico de más de 240 estados por la Confederación Germánica de 39 Estados representados en la Dieta de Frankfurt. Las opiniones no estaban de acuerdo sobre el carácter que debería tener la nueva confederación. Muchos alemanes querían establecer un gobierno liberal según los modelos británico y francés de acuerdo a una Constitución que garantizara la representación popular, procesos judiciales por jurado y libertad de expresión. También tenían esperanzas en la unificación nacional. Estas ideas eran muy populares entre periodistas, abogados, profesores y universitarios, quienes formaron varias sociedades secretas que propugnaban una acción rápida. Estos propósitos también alcanzaron a varios grupos dentro del Imperio austriaco.
Los soberanos de Prusia y Austria y los recientemente coronados reyes de Baviera, Hannover, Württemberg y Sajonia, temerosos de cualquier usurpación de su soberanía, se opusieron encarnizadamente al liberalismo y al nacionalismo. Además, Austria, Prusia, Rusia y Gran Bretaña formaron la Cuádruple Alianza para suprimir —por la fuerza si era necesario— cualquier amenaza a los acuerdos de Viena. Los gobernadores alemanes mantuvieron un sistema represivo instituido por el ministro de Asuntos Exteriores austriaco conde y príncipe Klemens Metternich-Winneburg, y el propio Federico Guillermo III bloqueó las reformas planificadas por sus ministros. Prusia superó en estrategia a Austria al crear el Zollvereina, una unión aduanera que integró a la mayor parte de los Estados alemanes excepto Austria.
La Revolución de julio de 1830 en París sirvió de referencia para los alzamientos liberales de muchos Estados alemanes. Metternich logró que la Confederación prohibiera los encuentros públicos y censurara las peticiones. Sin embargo, en 1848, otra ola de revoluciones, que comenzó en París, se extendió sobre Europa. Los grupos nacionalistas protagonizaron diversas rebeliones en Hungría, Bohemia, Moravia, Galitzia y Lombardía. Metternich dimitió y el emperador Fernando I abdicó en favor de su joven sobrino Francisco José I. Los levantamientos también alcanzaron a Baviera, Prusia y el suroeste de Alemania. Los gobernadores, asustados, acordaron enviar delegados al Parlamento de Frankfurt, asamblea constituida para llevar a cabo las reformas que se pretendían implantar mediante la revolución.
Sin embargo, las revoluciones fueron aplastadas con prontitud. En Austria se disolvió una asamblea liberal y se impuso una constitución que proporcionaba un gobierno muy centralizado, aunque representativo. Hungría, que había proclamado la República, fue sometida por la fuerza. En Prusia, Federico Guillermo IV impuso una Constitución autoritaria.
Mientras tanto, el Parlamento de Frankfurt redactó una Constitución liberal para una Alemania unificada bajo un emperador hereditario. Austria rehusó permitir que sus posesiones alemanas fueran incluidas, así que la asamblea decidió con disgusto que Austria quedaría excluida. Ante la carencia de una alternativa, ofrecieron la corona a Federico Guillermo IV de Prusia, quien la rechazó con arrogancia. La asamblea se dispersó ante el fracaso.
7.8.3
El Imperio Alemán
Después del fracaso del Parlamento de Frankfurt, Prusia y Austria hicieron planes divergentes para la futura unificación. En el caso de Prusia, el rey Guillermo I estaba decidido a que ni Austria ni Francia, que manifestaba una actitud agresiva, desbaratarían las ambiciones prusianas. Junto a su primer ministro, Otto von Bismarck, decidieron hacer de Prusia un poderoso Estado capaz de poder enfrentarse a cualquier potencia exterior. Bismarck, un junker (aristócrata) prusiano de fuerte personalidad, maneras intimidatorias y lealtad inquebrantable a la Corona, utilizó la cuestión de la unificación como un medio para fortalecer el Estado prusiano más que como un fin que respondiera a una concepción nacionalista alemana.
7.8.3.1
Unificación
Bismarck desarrolló una realpolitik (política real) que combinó astutamente la diplomacia con el militarismo de “sangre y hierro” para eliminar la influencia austriaca y provocar la unificación en torno a Prusia. Como acto preliminar garantizó la neutralidad a Rusia, Italia y Francia mediante tratados amistosos. Su primer paso fue convencer a Austria en 1864 para participar en la invasión de los ducados septentrionales de Schleswig-Holstein, en poder de Dinamarca. Los austriacos y prusianos derrotaron rápidamente a los daneses en la denominada guerra de los Ducados pero pronto entraron en conflicto por el control de éstos.
Con esa excusa, Bismarck dio un segundo paso al provocar la Guerra Austro-prusiana. Mediante la hábil coordinación de tres ejércitos, el general prusiano Helmuth von Moltke venció a los austriacos en la batalla de Sadowa en 1866. Austria cedió Venecia a Italia. Prusia anexionó Schleswig-Holstein, Hannover y otros estados, y organizó la Confederación de Alemania (1867) sin Austria.
Bismarck culminó su estrategia con la Guerra Franco-prusiana. En 1870, el emperador francés Napoleón III, presionó imprudentemente a Guillermo I para que éste renunciara al vacante trono español. Bismarck manipuló hábilmente una comunicación del rey prusiano (el telegrama de Ems) presentándolo como si el emperador francés hubiera sido insultado y decidió difundir de forma pública el telegrama. El ultrajado Napoleón III cayó en la trampa y declaró la guerra de forma insensata. Incitados por la lealtad nacional y presionados por Bismarck, los Estados alemanes del sur se unieron a las fuerzas prusianas, cuyos preparados ejércitos derrotaron a los franceses en la batalla de Sedan y, después de un largo sitio, tomó París en 1871. Tras estos hechos, Bismarck convenció a los Estados alemanes del sur de que la hegemonía prusiana era inevitable. En 1871, en Versalles, Guillermo fue proclamado emperador del Imperio Alemán, el II Reich.
7.8.3.2
La era Bismarck
Una vez unificados los diversos Estados alemanes bajo el Imperio, dirigido por Prusia, Bismarck diseñó una serie de alianzas para que protegieran a Alemania de cualquier agresión exterior. En el Congreso de Berlín (1878) Bismarck sirvió de intermediario para llegar a un arreglo de la situación en los Balcanes, donde los distintos pueblos eslavos mantenían revueltas contra el decadente Imperio otomano y donde Austria y Rusia pretendían ampliar su presencia en la zona. En gran parte, para agradar a la clase comerciante, consintió que Alemania adquiriera colonias en África y el Pacífico, pero la formación del imperio colonial alemán se debió principalmente a cuestiones de prestigio.
En el interior, Bismarck fomentó la Revolución Industrial que se desarrolló rápidamente después de 1850 cuando los alemanes aplicaron tecnología industrial avanzada en la explotación de sus recursos de hierro y carbón del Ruhr y del Sarre. La población se incrementó en un 30% y se desarrollaron fábricas e industrias, que transformaron a los agricultores en trabajadores urbanos que ofrecían su labor en el sector siderúrgico y en la producción de maquinaria, ferrocarriles y barcos. Este incremento del proletariado urbano demandó una mayor participación en los órganos de gobierno.
Y es que el Imperio no funcionaba de forma democrática. El Bundesrat era una cámara de príncipes dominados por Prusia mientras que el Reichstag contaba con diputados electos que representaban los 25 Estados soberanos nominalmente (más Alsacia-Lorena); sin embargo, el canciller era responsable sólo ante el emperador. El menosprecio de Bismarck por el sistema democrático y su desconfianza hacia el Partido del Centro Católico y el Partido Socialdemócrata de los Trabajadores favoreció el escaso desarrollo del gobierno parlamentario.
Atento a la vieja rivalidad entre el Papado y el Imperio, Bismarck consideró que la Iglesia católica, que había declarado la infalibilidad del Papa en 1870, amenazaba la supremacía del Estado alemán. Inició así la Kulturkampf (lucha cultural) durante la cual suprimió muchas órdenes religiosas y destituyó, encarceló o exilió a numerosos sacerdotes. El conflicto Iglesia-Estado se enfrió en 1879, debido al apoyo que Bismarck necesitaba del Partido del Centro Católico contra los liberales para establecer altos aranceles que protegieran la agricultura e industria alemanas de las importaciones baratas.
Bismarck dirigió su hostigamiento hacia el Partido Socialista, precursor del Partido Socialdemócrata Alemán. Al culparles de los dos intentos de asesinato contra Guillermo, consiguió la formación de un nuevo Reichstag, que mantuvo los elevados aranceles e ilegalizó a los socialistas. Para anticiparse a las demandas de los trabajadores proporcionó un seguro estatal para enfermedad, accidentes y vejez. Cuando el ilegalizado Partido Socialista obtuvo un gran número de escaños en las elecciones de 1890, Bismarck preparaba suprimir la Constitución. Sin embargo, de forma repentina e inesperada el nuevo emperador Guillermo II de Prusia lo destituyó, al querer gobernar el Imperio de forma personal.
7.8.4
Arte y pensamiento del siglo XIX
Con un estrecho margen para desarrollar la acción política, muchos alemanes de clase media se volvieron hacia cuestiones culturales, mediante las cuales influyeron en el mundo occidental.
La pintura alemana, como reacción contra el neoclasicismo de Anton Rafael Mengs, adoptó posiciones románticas, como quedó ejemplificado en los vastos y amplios paisajes de Caspar David Friedrich y P.O. Runge. Posteriormente la pintura se orientó hacia posiciones más cercanas al realismo. La arquitectura se inclinó hacia un estilo neogótico, de influencia romántica y hacia el neoclasicismo.
La música también siguió el romanticismo. La mayor parte se inspiraba en la literatura, caso de los lieder de Robert Schumann y Johannes Brahms, y las óperas de Richard Wagner. La música instrumental con alusiones literarias o pictóricas (denominadas “música programa”) adoptó la forma de poemas sinfónicos por Richard Strauss. La música pura, en contraste a la música programa, representada por compositores como Brahms, Schumann y Felix Mendelssohn, continuaba las formas clásicas.
La literatura romántica, inspirada por las poesías líricas de Goethe, Schiller y Heinrich Heine, se manifestó en la obra de poetas y autores de cuentos como Ludwig Tieck, Clemens Maria Brentano, Joseph Eichendorff, Ernst Theodor Amadeus Hoffmann y Ludwig Uhland. Estos románticos a menudo utilizaban elementos tradicionales alemanes como las canciones y cuentos recogidos por los hermanos Grimm, Jacob y Wilhelm. El conflicto entre el individuo y la sociedad, tratado primero por Goethe, se expresó en las novelas de Theodor Fontane, Adalbert Stifter y Gottfried Keller y en los dramas de Franz Grillparzer y Friedrich Hebbel. Su interés en la psicología fue parte de un acercamiento más realista al mundo que gradualmente reemplazó al romanticismo. La crítica realista de la sociedad se hizo evidente en la poesía lírica de Heine y tomó la forma extrema de determinismo social en los poemas naturalistas de Arno Holz y en las obras de teatro de Hermann Sudermann y Gerhart Haupmann.
La toma por los franceses de Berlín en 1806 conmocionó a los prusianos y estimuló el esfuerzo para recuperar la dignidad cultural que habían perdido políticamente. Siguiendo las concepciones de Wilhelm von Humboldt, el sistema educativo se reorganizó para recalcar la individualidad del estudiante y el deber moral del Estado para educar a sus ciudadanos. Las escuelas primarias hacían más hincapié en la experiencia en vez del mero aprendizaje de memoria. Los Gymnasien combinaban los valores clásicos, cristianos y patrióticos en la preparación de los estudiantes de clase media, al mismo nivel que los que recibían los de la aristocracia que llegaban a la universidad. La Universidad de Berlín se convirtió en un destacado centro de estudios humanísticos, históricos y, especialmente, científicos.
El nacionalismo alemán encontró justificación en las obras de los más famosos pensadores de la época, J.G. Fichte y Friedrich Ernest Schleiermacher. El romántico Friedrich Wilhelm Joseph von Schelling presentó la historia como un proceso continuado y dirigido hacia una armonía absoluta de la mente y la materia. Bajo la influencia del idealismo absoluto Georg Wilhelm Friedrich Hegel, sintetizó la naturaleza y la mente en el progreso del 'espíritu del mundo absoluto' que tenía expresión en el Estado prusiano.
Opuesto al nacionalismo, la filosofía revolucionaria de Karl Marx expuso la dialéctica hegeliana en términos materialistas, al declarar que las ideas surgían desde los sistemas económicos. Marx instó a los trabajadores de todo el mundo a unirse para derrocar a los gobiernos existentes y crear una nueva sociedad sin clases.
Mucho más pesimista fue la visión de Arthur Schopenhauer, que concebía el mundo como un escenario de conflicto doloroso e inevitable entre los deseos individuales. Inspirado en Schopenhauer, Friedrich Nietzsche evaluó el creativo 'deseo de poder' del individuo heroico, que situaba por encima de las masas inferiores. Los nacionalistas radicales, al mezclar el superhombre de Nietzsche con una glorificación romántica del pueblo alemán, desarrollaron un concepto confuso pero impetuoso de la superioridad racial alemana que contribuyó al estallido de las dos guerras mundiales.
7.8.5
Arte y pensamiento a comienzos del siglo XX
La era de relativa paz y prosperidad que precedió a la I Guerra Mundial ocasionó la reacción artística e intelectual contra las formas y conceptos tradicionales. La vanguardia se separó cada vez más del gusto del público general y de las instituciones oficiales, y experimentó con nuevas ideas y técnicas. El florecimiento cultural vivido durante la República de Weimar (en el periodo de entreguerras), fue suprimido por los nacionalsocialistas. Muchos artistas y pensadores emigraron para evitar un retorno de las imposiciones estatales que permitieran el desarrollo de tradicionales modelos estereotipados. Después de la II Guerra Mundial, la cultura alemana se recuperó lentamente.
7.8.5.1
Arte y música
Alrededor de 1900, los arquitectos y diseñadores alemanes y austriacos emplearon las elegantes curvas florales del Jugendstill (véase Art Nouveau), especialmente en el movimiento vienés de la Sezession. Contribuyó al desarrollo del nuevo estilo el interés en novedosos materiales y cambios en la estructura constructiva, manifestados en la obra de Peter Behrens, J.M. Olbrich y Walter Gropius. La adaptación de estéticas a la era de la máquina inspiró edificios en el completamente funcional Estilo Internacional desarrollado en la escuela de diseño de la Bauhaus fundada por Gropius en Weimar en 1919. Sus principios se extendieron por Europa y América.
Las pinturas de los expresionistas alemanes reafirmaron los sentimientos de los artistas en vez de intentar representar de forma objetiva el mundo exterior. Pintores como Ernst Ludwig Kirchner, Emil Nolde, Franz Marc, Wassily Kandinsky (de origen ruso) y Paul Klee (nacido en suiza) utilizaban colores estridentes y formas distorsionadas. En la década de 1920 Otto Dix y Max Beckmann expresaron en sus obras profundas críticas sociales. El novedoso surrealismo ejerció notable influencia en Klee y Max Ernst. Kandinsky creó las primeras obras no figurativas.
En música, Richard Strauss y Carl Orff compusieron obras de innovadora estructura. Al mismo tiempo, Arnold Schönberg y sus alumnos Anton von Webern y Alban Berg desarrollaron una revolucionaria música dodecafónica que abandonaba completamente las melodías y armonías tradicionales. El nivel de la educación y ejecución musical continuó siendo muy elevado.
7.8.5.2
Literatura y pensamiento
Escritores como Franz Werfel, los poetas Stefan George, Hugo von Hofmannsthal y Rainer Maria Rilke, y los novelistas psicólogos Thomas Mann, Hermann Hesse y Franz Kafka abandonaron la descripción realista del mundo por una exploración expresionista de la mente y el espíritu. A menudo utilizaron el mito, el símbolo y el lenguaje exagerado para transmitir verdades interiores, frustraciones, ironías, ambigüedades y del subconsciente. La crítica social fue la propuesta de los autores de teatro Arthur Schnitzler, Frank Wedekind y Carl Sternheim. El teatro narrativo de Bertolt Brecht en Berlín en la década de 1920 atacaba a la sociedad capitalista. El expresionismo influyó a directores de cine alemanes como Robert Wiene, G.W. Pabst y Fritz Lang, quienes produjeron obras de gran originalidad. Después de la II Guerra Mundial novelistas como Uwe Johnson, Heinrich Böll y Günter Grass continuaron el análisis minucioso de la sociedad alemana.
Una gran influencia sobre el expresionismo en las artes fue la aparición del psicoanálisis, desarrollado alrededor de 1900 por Sigmund Freud. El psicoanálisis parecía socavar la confianza en el progreso de una raza humana racional en un universo ordenado al evidenciar la existencia de manifestaciones profundas de la personalidad amoral y hasta entonces desconocidas. La creencia en la cristiandad racional y liberal fue específicamente atacada por los teólogos neo-ortodoxos suizos Karl Barth y Emil Brunner. El existencialismo, desarrollado por los filósofos Martin Heidegger y Karl Jaspers y el teólogo Paul Johannes Tillich, buscaba integrar religión, arte y ciencia.
7.9
Guerra mundial y derrota
El nacionalismo fomentado en Alemania durante el siglo XIX llevó a dos guerras desastrosas y a la posterior división a mediados del siglo XX.
7.9.1
I Guerra Mundial
Ninguna de las potencias europeas quería una guerra mundial, pero todas temían y consideraban a Alemania —nuevamente unificada, superior en población y producción industrial, y muy agresiva— como un rival peligroso. Específicamente, Francia deseaba recuperar Alsacia y Lorena; Gran Bretaña, que basaba su poder en la hegemonía marítima, se sintió amenazada por la expansión colonial alemana y la insistencia de Guillermo II en formar una gran fuerza naval; Austria y Rusia temían la presión dentro de sus imperios tambaleantes. La misma Alemania temía mantener una guerra en dos frentes. Todas estas potencias buscaron la protección en amplios ejércitos permanentes, incluso en tiempo de paz, y en un intrincado sistema de alianzas internacionales.
El delicado equilibrio de poder de Bismarck demostró demasiadas dificultades para ser mantenido por Guillermo II. Al rechazar en 1887 la renovación del Tratado de Reaseguro con Rusia, mantuvo la Triple Alianza (1882) de Alemania, Austria e Italia. Para equilibrar la situación, Rusia acordó una alianza en 1894 con Francia. Gran Bretaña, durante mucho tiempo neutral, clarificó sus diferencias coloniales con Francia en la Entente Cordial (1904) y con Rusia en el Próximo Oriente (1907), lo que dio como resultado la formación de la Triple Entente. De esta forma, Europa se dividió en dos bloques armados.
7.9.1.1
Los pasos hacia la guerra
Las crisis de Marruecos y los Balcanes intensificaron los antagonismos. Guillermo II intervino dos veces en Marruecos (1905, 1911), que Francia pretendía, para proteger los intereses alemanes en África. La anexión por parte de Austria, en 1908, de las provincias turcas de Bosnia y Herzegovina echaron a perder las esperanzas de Serbia de conseguirlas. El asesinato, con conocimiento serbio, del liberal archiduque austriaco Francisco Fernando de Habsburgo en Sarajevo en junio de 1914 fue la chispa que inició la guerra. Alemania aseguró a Austria su pleno apoyo, tras lo cual envió un ultimátum que Serbia no podía aceptar. A causa de que la ventaja militar dependía de la rápida movilización de los ejércitos, ésta se produjo con gran velocidad. Austria declaró la guerra a Serbia; Rusia, para defender a Serbia, se movilizó contra Austria y Alemania. Alemania dio a Rusia doce horas para desmovilizarse, movilizó sus tropas y, al no recibir respuesta, declaró la guerra a Rusia. Al asumir que Francia ayudaría a Rusia, Alemania también declaró la guerra a Francia.
Cuando comenzó la I Guerra Mundial, los alemanes esperaban que una rápida conquista de Francia evitaría el enfrentamiento en un doble frente, por lo que inició la conquista del territorio galo. Eludiendo la fortificada frontera francesa, las tropas alemanas invadieron y avanzaron por la neutral Bélgica, con la intención de tomar París por sorpresa, pero los alemanes encontraron más resistencia en Bélgica de la que esperaban. La violación de la neutralidad belga, garantizada internacionalmente, provocó que Gran Bretaña ayudara a Francia, a pesar de cierta simpatía hacia los Imperios Centrales.
7.9.1.2
Desarrollo de la guerra
Las tropas alemanas casi llegaron a París. Sin embargo, los británicos y franceses frenaron milagrosamente el avance alemán en la batalla del Marne y ambos ejércitos cavaron trincheras para una guerra de desgaste que duraría cuatro años. Mientras tanto, los rusos atacaron el este, sumiendo a Alemania en la temida guerra de dos frentes.
Los alemanes derrotaron varias veces a los rusos, cuyas tropas contaban con menores recursos, aunque no podían avanzar en el oeste. Los aliados bloquearon Alemania para imposibilitar el suministro de alimentos y materias primas. Desesperados por romper el bloqueo, los alemanes declararon la guerra submarina sin restricción. Después de que varios barcos estadounidenses fueran hundidos, Estados Unidos entró en la guerra en 1917 a favor de los aliados. Al año siguiente Rusia, donde había triunfado la revolución que llevó el poder a los bolcheviques, pidió la paz, que se firmó en Brest-Litovsk en 1918. De esta forma, liberados en el este, en 1918 los alemanes lanzaron una ofensiva final en el oeste, pero los aliados resistieron y cambiaron el rumbo de la guerra.
Ante el reconocimiento de enfrentarse a una situación desesperada, el alto mando alemán instó a Guillermo a pedir la paz. Además, Woodrow Wilson, presidente de Estados Unidos desde 1913, insistió en tratar con un nuevo gobierno civil alemán. Guillermo, a regañadientes, nombró canciller al príncipe Max de Baden; y mientras negociaba con Wilson y la lucha continuaba, los marineros se amotinaron, los socialistas organizaron huelgas, trabajadores y soldados formaron consejos (soviets) comunistas y la revolución estalló en Baviera. El príncipe Max anunció la abdicación de Guillermo II y dimitió. Friedrich Ebert, dirigente del Partido Socialdemócrata proclamó la República.
7.9.1.3
Tratado de Versalles
Por el hecho de la rendición y de constituir un nuevo régimen, Alemania esperaba una paz negociada en vez de los duros términos impuestos por el Tratado de Versalles en 1919. Pero los aliados estaban determinados a recibir compensaciones por sus pérdidas y asegurarse de que su enemigo nunca volvería a constituir una amenaza. Por consiguiente, Alemania perdió Alsacia y Lorena a favor de Francia y Prusia Occidental pasó a Polonia, creándose el corredor de Danzig entre Alemania y Prusia Oriental. También perdió sus colonias y tuvo que ceder sus instalaciones siderúrgicas, líneas ferroviarias y barcos mercantes, así como su fuerza naval. Alemania tuvo que limitar su Ejército y someterse a la ocupación aliada de Renania durante 15 años. Lo peor de todo fue que los alemanes tuvieron que aceptar la plena responsabilidad como causante de la guerra y, consecuentemente, pagar cuantiosas indemnizaciones en concepto de reparaciones de guerra. Estas últimas provisiones, en particular, causaron rencor entre la población; los alemanes no se consideraron más culpables que otros y no podían pagar todo lo que se les demandó.
El Tratado de Versalles, comprensible desde el punto de vista aliado, no aseguró una paz duradera. Alemania ni fue aplastada por completo ni fue reintegrada en la comunidad internacional. En su lugar, al aceptar el Tratado, el nuevo gobierno quedó desacreditado ante sus ciudadanos, lo que paralizó sus oportunidades de éxito.
7.9.2
La República de Weimar
En Weimar en 1919, una asamblea nacional, con mayoría del Partido Socialdemócrata, redactó una Constitución democrática para el nuevo Estado alemán. Pero las expectativas de la República de Weimar se apagaron. Para la mayor parte de los alemanes el gobierno ahondó el estigma de la derrota militar y defendieron la revisión de las condiciones impuestas en el Tratado de Versalles. Además, contaba con la abierta oposición de los militaristas conservadores y los socialistas revolucionarios. Ambos grupos intentaron frecuentemente derrocar al gobierno, como en el putsch de Kapp (1920) y el alzamiento espartaquista en 1920 dirigido por Karl Liebknecht y Rosa Luxemburg.
La situación económica hizo empeorar la situación. A causa de que Alemania no podía cumplir con los requerimientos de las reparaciones, Francia invadió el Ruhr en 1923 para explotar de las minas de carbón. El gobierno alemán incitó a los trabajadores a resistirse pasivamente, garantizando sus salarios mediante la emisión desmesurada de papel moneda. La inflación resultante acabó con los ahorros, pensiones, seguros y otras formas de ingresos favoreciendo las condiciones para un estallido social que podía destruir los elementos más estables en Alemania.
Ayudado por el Plan Dawes (1924), que revisó la cuantía y modalidad de pago de las reparaciones de guerra y proporcionó préstamos del exterior, el ministro alemán Gustav Stresemann reorganizó el sistema monetario e impulsó la producción industrial. Durante cinco años Alemania disfrutó de una estabilidad social y prosperidad relativas; en 1926, se incorporó a la Sociedad de Naciones. Sin embargo, la crisis económica mundial de 1929 sumió al país una vez más en el desastre. Millones de desempleados, desilusionados por la democracia capitalista, dirigieron sus esperanzas hacia el Partido Comunista Alemán (KPD) y al Partido Nacionalsocialista (nazi) dirigido por Adolf Hitler.
7.9.3
Hitler y el III Reich
Hitler, un antiguo cabo del Ejército, odiaba a los aristócratas, los capitalistas, los comunistas y los liberales, así como a los judíos y a todos aquellos que no pertenecieran a la raza aria. Ya había intentado derrocar al gobierno en el putsch de Munich en 1923. Después de casi un año en la cárcel, continuó sus actividades en el seno del partido nazi. Consumado orador, rápidamente consiguió seguidores acusando al gobierno de la República de Weimar de débil y traidor. Propuso el despido de judíos, a quienes describía como infames, para repartir sus puestos de trabajos entre dignos alemanes, y prometió recuperar la fuerza y el honor de Alemania. A cambio, demandaba la completa lealtad y obediencia del pueblo a su persona como su Führer (conductor). Para reforzar su mensaje, las SA (Sturm Abteilung) atacaron a comunistas, judíos y miembros de otros partidos.
En medio de la depresión económica, las elecciones de 1932, hicieron de los nacionalsocialistas el partido con mayor representación en el Reichstag. En 1933, con el apoyo de elementos de extrema derecha, Hitler fue elegido canciller. Para asegurarse el poder supremo, Hitler convocó nuevas elecciones. Al culpar del incendio del edificio del Reichstag a los comunistas, ilegalizó al KPD. En el nuevo Parlamento los nacionalsocialistas, los nacionalistas y el Partido del Centro Católico aprobaron la Ley de Poderes Especiales permitiendo a Hitler controlar todos los aspectos de la vida alemana, lo que hizo durante cuatro años.
Armado con este poder, Hitler creó el III Reich, como denominó al nuevo Estado alemán. Hitler actuó con gran eficacia. Miembros del partido nazi monopolizaron los poderes legislativo, ejecutivo y judicial, el Ejército fue controlado y Hitler perpetuó su hegemonía al convertirse en jefe del Estado tras la muerte de Paul von Benckendorff Hindenburg; se redactó un nuevo sistema judicial y se proclamó comandante en jefe de las Fuerzas Armadas.
Se ilegalizaron todos los partidos políticos excepto el nacionalsocialista. Las huelgas se prohibieron y las personas desempleadas eran inscritas en campos de trabajo o se alistaban al Ejército; en el terreno económico, el III Reich buscó ser económicamente autosuficiente. Se constituyó un ejército profesional y se estableció el reclutamiento obligatorio para todos los ciudadanos alemanes con el fin de llevar a cabo el plan de expansión territorial de Hitler. Se estableció un planificado sistema de propaganda en el que se organizaban gigantescos mítines para galvanizar al público alemán y se controló el sistema educativo. A través de la organización juvenil del partido, las juventudes hitlerianas, también el adoctrinamiento llegó a los niños. El sistema propagandístico contó con el apoyo de la Gestapo, un cuerpo policial secreto creado para reprimir a la oposición y aislar a los judíos, que operaban sin limitaciones civiles; y las Schutzstaffel (SS), originalmente una guardia personal de Hitler, que se incrementó hasta convertirse en un organismo dotado de una compleja burocracia con poderes militares y policiales. Algunos alemanes desdeñaron las palabras y actuaciones de Hitler, incluso se opusieron abiertamente al monopolio del poder por los nacionalsocialistas, pero otros muchos aceptaron sus puntos de vista sobre la superioridad de la raza aria y la necesidad de ampliar el territorio alemán. En un principio fueron los judíos quienes sufrieron leyes discriminatorias, fueron privados de la ciudadanía, y excluidos de actividades civiles y profesionales. Se expropiaron y vendieron las empresas judías por debajo de su valor, que pasaron a ser de los no judíos. La noche del 9 de noviembre de 1938, los nacionalsocialistas mataron a más de 90 judíos, destrozaron miles de tiendas e incendiaron sinagogas durante la denominada Noche de los Cristales rotos. Cientos de miles de judíos huyeron del país.
A comienzos de 1933, el primer campo de concentración nazi se construyó para encarcelar a numerosos grupos de oponentes políticos y otros considerados como elementos antisociales por el régimen nazi: judíos, gitanos, homosexuales, comunistas, disidentes religiosos, testigos de Jehová y prostitutas. Los prisioneros debían realizar trabajos forzosos: cuando no podían trabajar más eran asesinados en cámaras de gas, fusilados o por medio de inyecciones letales. Los enfermos servían para realizar “experimentos médicos”. Los campos incrementaron en tamaño y número durante la guerra e intensificaron progresivamente su actividad exterminadora, especialmente al final del conflicto, cuando Hitler decidió aplicar a la cuestión judía la llamada “solución final”.
Cuando Alemania ocupó Polonia en septiembre de 1939, los judíos polacos fueron asesinados o aislados en guetos, donde murieron gran número de ellos a causa del hambre o de enfermedad. Las conquistas de Francia, Bélgica, Países Bajos, Noruega, Dinamarca, Yugoslavia y Grecia provocaron que cientos de miles de judíos estuvieran bajo el dominio nazi. Al invadir la Unión Soviética en junio de 1941, el Ejército alemán era seguido por brigadas de la muerte formadas especialmente, las cuales mataron a casi un millón de judíos en el territorio ruso. Se construyeron centros de exterminación para matar a poblaciones enteras: millones de judíos y miles de gitanos y prisioneros soviéticos fueron ejecutados. Aunque hubo colaboradores en los territorios ocupados que ayudaban a los nazis, la resistencia a su política fue importante. Antes de la ocupación alemana, Bulgaria, Hungría, Finlandia e Italia rechazaron deportar judíos; existía una actividad guerrillera general en los territorios ocupados, y se produjeron levantamientos armados de judíos en Tarnów, Radom, Bedzin, Białystok y otros lugares, así como en el campo de Sobibor. En 1943, durante tres semanas, los 65.000 judíos que permanecían en el gueto de Varsovia lucharon contra la policía alemana que intentaba llevar a cabo una redada completa. Hacia el final de la guerra, los judíos muertos ascendían a unos seis millones en lo que se conoció como el Holocausto.
7.9.4
II Guerra Mundial
El Tratado de Versalles no solucionó los problemas europeos. Los deseos de Alemania de buscar una revisión del Tratado por la fuerza hicieron inútiles los intentos de otros países que querían evitar el enfrentamiento a toda costa, lo que condujo a la II Guerra Mundial.
7.9.4.1
Los pasos hacia la guerra
Las amenazas de Hitler pretendían que las potencias europeas revisaran las fronteras de Alemania. Su objetivo de unir a todos los alemanes mediante la conquista de un Lebensraum (espacio vital) no parecía irracional para algunos estadistas, quienes comprendieron que el Tratado de Versalles era demasiado duro para Alemania. Al mismo tiempo, consideraron que las demandas de Hitler no eran lo suficientemente graves como para provocar el estallido de una nueva guerra, por lo que no intervinieron para frenar su política agresiva. Alemania abandonó la Sociedad de Naciones en 1933 y comenzó a rearmarse en 1935 rompiendo lo pactado; en 1936 volvió a ocupar Renania. Alemania firmó el Pacto Anti-Komintern con Japón y formó una alianza con la Italia fascista, creando el Eje Roma-Berlín-Tokio. En 1938, declaró el Anschluss (unión) con Austria. En Munich, ese mismo año, Gran Bretaña, Francia e Italia accedieron a la demanda de Hitler de ocupar la región de los Sudetes en Checoslovaquia con mayoría de población alemana, bajo la promesa de que Alemania quedaría satisfecha en sus pretensiones territoriales.
En marzo de 1939, rompiendo su palabra, Hitler ocupó el resto de Checoslovaquia. En agosto, cambiando radicalmente su política anticomunista, hizo un pacto de no agresión con la Unión Soviética que contenía una cláusula secreta sobre la partición de Polonia. Sus reiteradas demandas sobre Danzig condujo a un pacto entre polacos y británicos y a la movilización el ejército polaco. El 1 de septiembre, Alemania invadió Polonia. Gran Bretaña y Francia declararon a continuación la guerra a Alemania: la II Guerra Mundial había comenzado.
7.9.4.2
Las etapas de la guerra
Durante la fulgurante Blitzkrieg (guerra relámpago), las divisiones mecanizadas alemanas arrollaron a las mal equipadas tropas polacas, ocupando el oeste de Polonia. Los soviéticos, según lo acordado, tomaron la parte oriental. Alentados por el éxito, en 1940 Alemania invadió y ocupó Dinamarca, Noruega, los Países Bajos y Francia, cuyas defensas rápidamente se vinieron abajo; las tropas británicas y francesas fueron evacuadas apresuradamente desde Dunkerque hacia Gran Bretaña. Hitler entonces bloqueó este país con submarinos y bombardeó el territorio británico con su nueva fuerza aérea. Mientras firmó un pacto de ayuda militar de diez años con las otras potencias del Eje —Italia y Japón—. En 1941, para ayudar a las titubeantes fuerzas italianas, envió tropas al norte de África, Grecia y Yugoslavia. Para llevar a cabo su idea de Lebensraum, y a pesar del pacto de no agresión germano-soviético, invadió la Unión Soviética por sorpresa. Como los soviéticos se retiraron hacia el este, los ejércitos alemanes ocuparon la rica Ucrania.
En este momento, Hitler era el dueño del continente europeo. En 1942, sin embargo, Gran Bretaña todavía resistía y Estados Unidos, que había entrado en la guerra después del ataque japonés a Pearl Harbor, estaba enviando suministros a británicos y soviéticos. Hitler entonces ordenó la movilización total de hombres y recursos. Por toda Europa (en especial los pueblos considerados inferiores, como eslavos y judíos) fueron exterminados o se vieron obligados a trabajar en las industrias de guerra alemanas, mientras que sus países sufrían la requisa de alimentos y materias primas.
En 1943, la situación varió. La ofensiva soviética condujo gradualmente a las tropas alemanas hacia el oeste. Las fuerzas del Eje en África del Norte fueron derrotadas e Italia fue invadida. La misma Alemania, desde 1942, comenzó a ser bombardeada de forma intensiva. Aunque la derrota era inevitable, Hitler rehusó rendirse. El resultado de la guerra se aclaró más cuando las fuerzas británicas y estadounidenses desembarcaron en Normandía en 1944 y avanzaron de forma inexorable hacia la frontera alemana, mientras los soviéticos hacían los mismo en el frente oriental. Hitler se suicidó antes de que los tanques soviéticos entraran en abril de 1945 en Berlín.
7.10
Ocupación y partición
La rendición incondicional de Alemania puso fin al III Reich. Los aliados redujeron Alemania a sus fronteras anteriores al comienzo de la contienda y asignaron una gran porción del territorio del este a Polonia. Se establecieron cuatro zonas de ocupación, los dirigentes nazis fueron juzgados como criminales de guerra y se desmantelaron sus industrias. Pero como las políticas divergían, Alemania fue dividida en dos partes. Gran Bretaña, Estados Unidos y Francia querían reintegrar a Alemania dentro de las grandes potencias de Europa Occidental capaz de contener las tendencias expansionistas de la URSS. En 1948, unieron sus zonas de ocupación y animaron a los alemanes a formar un gobierno democrático. La URSS, por su parte, creó otro Estado. En 1949, esta polarización de Alemania se legalizó tras la creación de dos Estados alemanes: la República Federal de Alemania, o Alemania Occidental, y la República Democrática de Alemania o Alemania Oriental.
7.11
Reunificación
Con el acceso al poder de Mijaíl Gorbachov en la Unión Soviética, a finales de la década de 1980, los regímenes comunistas de Europa del Este empezaron a perder el control sobre su población. El gobierno de Alemania Oriental cayó en 1989, un hecho que alteró profundamente las relaciones entre las dos Alemanias. Con la caída del muro de Berlín y otras barreras emigratorias, más de 200.000 alemanes orientales entraron en Alemania Occidental, cuyo gobierno no sólo ayudó a los nuevos inmigrantes sino que también asignó una gran cantidad de capital para apuntalar la economía de Alemania Oriental. Ambas Alemanias realizaron la unión económica y monetaria en julio de 1990, y en octubre se disolvió la República Democrática Alemana y todos sus ciudadanos se convirtieron en súbditos de la República Federal de Alemania, tras haberse notificado en los parlamentos de ambos países el Tratado de Unificación.
7.11.1
Cancillería de Helmut Kohl
La coalición dirigida por Helmut Kohl (canciller federal en Alemania Occidental desde 1982) consiguió la victoria en las elecciones que se celebraron en los antiguos estados en diciembre de 1990. El renovado Bundestag, que representaba ya a la Alemania unificada, hizo de Berlín la capital alemana el 20 de junio de 1991. La transferencia de la administración desde Bonn se espera que sea completada en el año 2003, aunque algunas oficinas gubernamentales se mantendrán en la antigua capital federal.
7.11.1.1
Cambios económicos
Si la reunificación (Die Wende, o 'el cambio') permitió el reencuentro de familias y amigos separados durante mucho tiempo, también supuso numerosos problemas sociales y económicos (escasez de viviendas, huelgas y manifestaciones, desempleo, aumento de la delincuencia y de la violencia de extrema derecha contra la presencia de extranjeros). Los déficit presupuestarios causados por la unificación y el empeoramiento económico debido a una recesión implicaron mayores impuestos, la reducción de las ayudas públicas, la privatización de empresas y los recortes en los servicios sociales. Mientras se incrementaba el mercado para los productos de consumo, la reunificación afectó a la pujanza y competitividad de la economía alemana. Se evidenciaba un abismo entre las dos Alemanias en los niveles de vida, rendimiento industrial e infraestructuras; muchos alemanes orientales se sintieron ciudadanos de segunda clase, marginados por los occidentales, pero buena parte de éstos consideraba a su vez que estaba sacrificando sus niveles de vida para mantener a los orientales.
7.11.1.2
La cuestión de la inmigración
Uno de los más significativos problemas de la sociedad alemana era la existencia en su seno de determinados sectores con actitudes xenófobas, lo que, en su límite extremo, se traducía en ocasiones en ataques contra residentes extranjeros. Desde el final de la II Guerra Mundial, Alemania Occidental solventó su escasez de mano de obra permitiendo la entrada de emigrantes (oficialmente denominados “trabajadores invitados”) para residir y trabajar en el país. Estos trabajadores, muchos procedentes de Turquía y de otros países mediterráneos como Grecia o España, trajeron o formaron familias en Alemania Occidental, pero no pudieron adquirir la ciudadanía alemana. En la década de 1990, Alemania contaba con casi dos millones de trabajadores extranjeros; además, 440.000 exiliados solicitaron entrar en el país en 1992, un incremento del 71% respecto a 1991 (de éstos, 122.666 procedían de la antigua Yugoslavia). En 1992 se registraron unos 2.300 ataques contra extranjeros; en 1993, la cifra fue de unos 1.300 y ese mismo año murieron ocho personas por la violencia de la extrema derecha, descendiendo respecto a los 17 que se produjeron en 1992. Los ataques a los judíos descendieron, pero los ataques sobre las personas sin hogar y las discapacitadas se duplicaron, desde 145 hasta 324 en el mismo periodo. Hubo manifestaciones masivas que protestaron contra esta violencia de la extrema derecha, por lo que el gobierno incrementó sus actividades contra el neonazismo. En mayo de 1993, el Parlamento alemán aprobó limitaciones de asilo para los extranjeros en Alemania, que fueron efectivas a partir del 1 de julio de 1993. Desde junio hasta julio de ese año decrecieron un 34% las solicitudes de asilo a Alemania.
7.11.1.3
Normalización política
En septiembre de 1993, Alemania renovó su petición para ser miembro permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Como miembro del Consejo, Alemania debería contribuir con tropas en las operaciones internacionales de mantenimiento de la paz, lo que fue motivo de agrios debates parlamentarios. También en 1993, los votantes alemanes ratificaron la permanencia de su país en la Unión Europea (UE; anteriormente Comunidad Europea).
En mayo de 1994, el cristianodemócrata Roman Herzog fue elegido presidente de la República por el Parlamento, cargo en el que sucedió a Richard von Weizsäcker. Dos meses después, el Tribunal Constitucional Federal dictaminó que las Fuerzas Armadas alemanas podrían servir en el marco de misiones de la ONU u otras de carácter internacional, en espacios fuera del área de la OTAN, previa aprobación parlamentaria. En agosto, las últimas tropas rusas abandonaron Berlín, seguidas, en septiembre, por las británicas, francesas y estadounidenses. En las elecciones celebradas en octubre de ese mismo año, la coalición gubernamental de centro-derecha (CDU, CSU y FDP) mantuvo su mayoría en el Bundestag, pero vio reducida su diferencia con los socialdemócratas. Kohl fue reelegido canciller para un cuarto mandato consecutivo, por lo que en 1996 se convirtió en el dirigente político de la Alemania de posguerra que más años se había mantenido al frente del gobierno de forma ininterrumpida.
7.11.1.4
Problemas económicos y sociales
A comienzos de 1997, la tasa de desempleo alcanzaba el 12,2%, el nivel más alto desde el final de II Guerra Mundial. Entre las razones para que se produjera ese incremento estaban la recesión económica, las bajas temperaturas (que dificultaron la actividad habitual en el importante sector de la construcción) y unos salarios elevados. Con el fin de hacer frente a un creciente déficit presupuestario, Kohl anunció planes para recortar en varios miles de millones el sistema de ayudas y prestaciones sociales. Su propuesta, que pasaba por reducir las prestaciones por desempleo y baja laboral, fue rechazada de inmediato por los sindicatos y la oposición parlamentaria.
Junto a las medidas de austeridad y los recortes en los gastos, el desempleo se mantuvo elevado a lo largo de 1997, lo que motivó las llamadas a posponer, e incluso abandonar, el proceso de incorporación al euro por parte de Alemania. Por contra, Kohl mantuvo su firme apoyo a la nueva unidad monetaria, a pesar de que su popularidad descendió ante lo que los ciudadanos percibían como incapacidad para poner fin a la espiral de desempleo e inflación creciente. En el mes de septiembre, a tan sólo un año de las elecciones, Kohl se encontró con un nivel de desempleo que ascendía al 18,3% en la antigua Alemania Oriental. Pese a ser un feudo tradicional de la coalición gobernante desde que se produjera el proceso de reunificación, los elevados índices de paro en esta zona del país fueron considerados como un mal presagio y un elemento que jugaría en su contra en los comicios que se iban a celebrar.
A la vez que los problemas económicos se generalizaban, la tensión social iba en aumento. En noviembre se conocían las actividades pronazis por parte de miembros de las Fuerzas Armadas alemanas; en las mismas fechas, se produjo un incremento de los ataques racistas contra los inmigrantes.
En febrero de 1998 la tasa de desempleo en Alemania alcanzó el 12,6% a escala nacional (en tanto que era del 21,1% en la antigua Alemania Oriental). Esto dio lugar a manifestaciones generalizadas en todo el país, protagonizadas por trabajadores en paro, solicitando la dimisión de Kohl. Pese al citado nivel de desempleo y a las protestas de los ciudadanos afectados por la crisis, en mayo de ese mismo año Alemania firmó el acuerdo por el que, junto con otros 10 miembros de la Unión Europa, adoptaría el euro como nueva unidad monetaria a partir del 1 de enero de 1999.
7.11.2
Cancillería de Gerhard Schröder
En los comicios regionales celebrados en abril de 1998 en el estado de Sajonia-Anhalt los socialdemócratas derrotaron a los cristianodemócratas por un amplio margen. Esto no fue sino el preludio de lo que sucedería en las elecciones legislativas del siguiente mes de septiembre, cuando el triunfo socialdemócrata puso fin a 16 años de permanencia en el poder de los conservadores dirigidos por Helmut Kohl. Éste, tras conocer el veredicto de las urnas, renunció a su cargo como presidente de los cristianodemócratas. El SPD obtuvo el 40,9% de los votos emitidos (obtuvo 298 diputados), seguido por la CDU (35,2%, 245 escaños), Los Verdes (6,7%, 47), el FDP (6,2%, 43) y el PDS (5,1%, 36). Estos resultados obligaron al SPD a buscar un socio de gobierno, por lo que el nuevo canciller, el socialdemócrata Gerhard Schröder, formó un gabinete de coalición con Los Verdes, pese a que ambas formaciones mantenían puntos de vista discrepantes con respecto a algunos asuntos fundamentales de la política interior y exterior alemana. De hecho, las disensiones surgieron pronto, con motivo del proyecto de ley para permitir que los hijos de inmigrantes accedieran a la doble nacionalidad desde el momento mismo de su nacimiento. Esta ley (conocida como “ley de ciudadanía”) fue criticada tanto por la oposición de centro-derecha (que la consideraba demasiado permisiva) como por parte de los ecologistas (quienes la tachaban de restrictiva). En mayo de 1999 se aprobó finalmente una versión menos ambiciosa que la original: los hijos de los extranjeros residentes en Alemania gozarían de doble nacionalidad hasta que cumplieran los 23 años, edad en la que deberían optar entre ambas; además, todos aquellos que llevaran residiendo en Alemania un mínimo de ocho años podrían solicitar la ciudadanía alemana, aunque para ello deberían acreditar su conocimiento y uso del idioma alemán y la ausencia de antecedentes penales. El texto fue aprobado por el Bundestag y refrendado por el Bundesrat, para entrar en vigor el 1 de enero de 2000.
Aparte de lo anteriormente citado, en marzo de 1999, el nuevo canciller hubo de hacer frente a la dimisión de su ministro de Finanzas, Oskar Lafontaine, representante del ala izquierda del SPD y opuesto a la línea centrista adoptada por Schröder, así como a la actitud mantenida por Alemania durante la crisis de Kosovo. El conflicto de los Balcanes, en el que Alemania desempeñó un destacado papel como miembro de la OTAN, provocó asimismo serias divergencias en el seno de Los Verdes, pues su más señalado dirigente, Joschka Fischer, era el titular de la cartera de Asuntos Exteriores en el gobierno de coalición.
En julio de 1999 tuvo lugar la última sesión del Bundestag en la ciudad de Bonn, y desde el mes siguiente pasó a reunirse en Berlín. Durante ese mismo año, Johannes Rau, histórico miembro del SPD, sustituyó a Roman Herzog en la presidencia de la República. A finales de ese año, el ex canciller Kohl admitió haber recibido donaciones anónimas para financiar su partido, razón por la cual se le abrió de inmediato un sumario por malversación de fondos. El 16 de febrero de 2000, su sucesor al frente de la CDU, Wolfgang Schäuble, afectado por el escándalo, renunció a sus cargos en el partido.
Finalizada la legislatura, el 22 de septiembre de 2002 tuvieron lugar nuevos comicios generales. El 1 de enero de aquel año había entrado en circulación el euro y desaparecido el marco, en tanto que el desempleo seguía siendo uno de los principales problemas de la sociedad alemana, y la reforma de una economía en recesión, la asignatura pendiente del gobierno de izquierdas. Este contexto tuvo un inevitable reflejo en los resultados electorales: el SPD recibió el 38,5% de los sufragios emitidos, exactamente igual que la coalición conservadora formada por CDU y CSU, aunque el sistema electoral determinó que los socialdemócratas obtuvieran 251 diputados, por 248 de los cristianodemócratas, cuyo nuevo líder era Edmund Stoiber. Esta situación de empate técnico se resolvió a favor del SPD gracias a los extraordinarios resultados logrados por Los Verdes, su socio de gobierno durante los cuatro años anteriores, que tuvo el respaldo del 8,6% de los votantes e incrementó hasta 55 sus escaños. Así las cosas, socialdemócratas y ecologistas renovaron su alianza y garantizaron la formación de un nuevo gobierno de coalición, en el que Schröder seguiría al frente de la Cancillería Federal. Por su parte, Los Verdes conservaron tres carteras: Agricultura, Medio Ambiente y Asuntos Exteriores, de la que Fischer continuaría como titular. También mantuvieron sus cargos Peter Struck (Defensa), Otto Schily (Interior) y Hans Eichel (Finanzas). La gran novedad fue la aparición de Wolfgang Clement, puesto al frente de dos ramos claves, Trabajo y Economía, en los que sustituyó, respectivamente, a Walter Riester y Werner Müller.
En marzo de 2003, el Canciller presentó en el Bundestag la llamada Agenda 2010, programa que pretendía reactivar la economía y que implicaba una importante reducción del gasto público. Schröder, hasta ese momento avalado por su promesa de disminuir los impuestos y por su postura antibelicista durante la crisis de Irak, tuvo que hacer frente a las críticas de distintos sectores de la sociedad alemana que protestaron por los recortes sociales que implicaba la Agenda 2010.
En mayo de 2004, la Asamblea Federal eligió presidente del país al economista Horst Köhler (hasta poco antes director del Fondo Monetario Internacional), el cual sucedió en el cargo a Rau el 1 de julio siguiente. La candidatura de Köhler, apoyada por democristianos y liberales, se impuso a la de Gesine Schwan, respaldada por ecologistas y socialdemócratas. En junio, el SPD sufrió una importante derrota en las elecciones al Parlamento Europeo, que se sumaba a las que había cosechado en los meses anteriores en diversos comicios regionales. En lo que supuso la culminación de esta dinámica, en mayo de 2005, los socialdemócratas perdieron el poder en uno de sus más firmes bastiones, Renania del Norte-Westfalia, donde habían gobernado durante los últimos 39 años. Tras el notable varapalo que este hecho significó para el SPD, Schröder decidió someterse a una moción de confianza parlamentaria el siguiente 1 de julio (que, en el caso de perder, abriría la posibilidad, por él mismo sugerida y deseada, de celebrar elecciones anticipadas antes de que concluyera el año). El canciller, aferrado con firmeza al propósito de seguir aplicando su impopular programa de reformas, entendía que, dadas las constantes muestras de oposición al mismo, debía recibir el apoyo explícito de la ciudadanía para proseguir al frente del gobierno.
Schröder consiguió su propósito: luego de su esperada (y forzada) derrota en el Bundestag, que le negó su confianza, Köhler disolvió el legislativo y convocó elecciones para el 18 de septiembre de 2005. Ese día, la alianza CDU-CSU consiguió 226 escaños, por 222 del SPD, 61 del FDP, 54 del Partido de la Izquierda (nacido de la fusión del poscomunista Partido del Socialismo Democrático, liderado por Gregor Gysi, y Alternativa Electoral Trabajo y Justicia Social, en la que había ingresado Lafontaine tras su ruptura con el SPD) y 51 de Los Verdes. Ante tan estrechos resultados, se hizo necesario el establecimiento de algún pacto de gobernabilidad; finalmente, se alcanzó entre democristianos y socialdemócratas, que formaron un gobierno de gran coalición en el que la cancillería federal pasó a ser ejercida, desde el 22 de noviembre, por la líder de la CDU, Angela Merkel.
En marzo de 2006, el nuevo ejecutivo dio los primeros pasos para afrontar una reforma constitucional destinada a modificar el sistema federal alemán; contemplaba una notable disminución de las leyes que precisarían la aprobación del Bundesrat (lo que agilizaría la acción legislativa del gobierno federal, en ocasiones bloqueada por la pertinente doble aprobación parlamentaria) y, a cambio, un incremento de las competencias de los estados federados en distintos ámbitos. Esta importante reforma fue aprobada en el Bundestag el 30 de junio de ese año.
 
 

1 comentario:

  1. Alemania y la cultura alemana son mucho más grande que el territorio actual del país. Sin dudas, el mejor país del mundo.

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