Nueva Zelanda (nombre oficial inglés, New
Zealand; nombre oficial maorí, Aotearoa, ‘tierra de la blanca
nube’), estado insular situado en el sur del océano Pacífico y miembro de la
Commonwealth. Localizada a unos 1.600 km al sureste de Australia,
comprende dos islas de gran extensión: la isla del Norte y la isla del Sur,
separadas por el angosto estrecho de Cook y otras muchas islas de menor tamaño,
entre las que se encuentra la isla de Stewart, situada al sur de la isla del
Sur. Tiene una extensión de 270.534 km². Los territorios de ultramar gobernados
por Nueva Zelanda son la Dependencia de Ross en la Antártida y Tokelau en el
océano Pacífico, al norte del archipiélago de Samoa. Las islas Cook y las Niue,
también en el Pacífico, son territorios autónomos asociados libremente a Nueva
Zelanda. La capital del país es Wellington y la ciudad más grande es Auckland,
ambas situadas en la isla del Norte.
El paisaje de Nueva Zelanda queda
expresamente definido por las líneas de falla que atraviesan el país,
dividiéndolo en bloques. El movimiento de estos irregulares bloques de montañas
que se crearon hace unos 26 millones de años, y que dominan la isla del Sur,
son la causa de una constante actividad volcánica que caracteriza el centro de
la isla del Norte. Ambas islas están claramente cortadas por las altas
montañas, caso de los Alpes neozelandeses en la isla del Sur y de cordilleras
de menor altitud localizadas en la isla del Norte. Casi tres cuartas partes de
la isla del Sur y un quinto de la isla del Norte son de relieve montañoso, lo
que hace que dos tercios de la superficie de Nueva Zelanda, estén entre los 200
y los 1.000 m sobre el nivel del mar, con más de 220 montañas conocidas
que superan los 2.300 m. El monte Cook (en maorí Aorangi, ‘el que
traspasa las nubes’), situado en los Alpes neozelandeses, es, con sus 3.754 m
de altitud, el pico más elevado del país.
Nueva Zelanda es un país que
cuenta con numerosas cuencas hidrográficas, pero los ríos son generalmente
cortos, rápidos y de difícil navegación. Sólo la isla del Sur cuenta con
grandes extensiones aluviales en las llanuras de Canterbury que se prolongan
hasta el este de los Alpes neozelandeses. La cascada de Sutherland, con una
caída de 580 m desde un valle inclinado próximo al estrecho de Milford, en
la isla del Sur, es la quinta catarata más grande del mundo. Los lagos de Nueva
Zelanda se localizan principalmente en los viejos cráteres volcánicos de la
isla del Norte, como en el caso del lago Taupo, que ocupa 606 km², lo que le
convierte en el mayor de Nueva Zelanda y de los valles glaciares asociados a
los Alpes neozelandeses. La costa neozelandesa tiene 15.134 km de longitud, con
bahías, fiordos, golfos y estrechos. La línea costera de la isla del Norte es
bastante irregular, especialmente en la región meridional o área peninsular del
norte de Auckland. La isla del Sur tiene pocas calas naturales, a excepción de
la zona suroccidental, repleta de fiordos y estrechos.
Esta isla tiene una extensión de
114.690 km² y cuenta con mayor potencial económico que la isla del Sur, además
de ser la más poblada de Nueva Zelanda. En el centro de la isla hay una meseta
volcánica que se eleva de forma abrupta desde la orilla meridional del lago
Taupo. Es una zona volcánicamente activa y foco de frecuentes temblores y
terremotos a pequeña escala. Los tres volcanes activos del área de la meseta
son: el monte Ruapehu (2.797 m) y punto más elevado de la isla, el monte
Ngauruhoe y el monte Tongariro, junto con varios géiseres, charcas cenagosas y
manantiales de agua caliente (pertenecientes al Parque nacional de Tongariro).
Al este y sur de la meseta, las cadenas montañosas se prolongan desde el cabo
Este hasta el estrecho de Cook y sus vertientes occidentales son lugar de cría
del ganado lanar y vacuno. Al oeste de la meseta volcánica, el relieve
montañoso aporta una vía de acceso a las tierras de labranza de la zona de
Taranaki. El monte Taranaki (Egmont), es un volcán extinto y aislado situado
cerca del extremo occidental de la isla (donde se extiende el Parque nacional
Egmont). El río Waikato (425 km de longitud), el más largo de Nueva Zelanda,
parte del lago Taupo avanzando hacia el norte hasta su desembocadura en el mar
de Tasmania, al oeste. Riega una de las regiones económicamente más importantes
del país, localizada en los alrededores de Auckland. Entre las principales
actividades económicas de esta región cabe destacar la silvicultura, la
industria lechera y la fruticultura. Auckland domina un estrecho istmo que en
algunos puntos no mide más de 10 km de ancho. Al norte de la ciudad, la
región septentrional va adoptando poco a poco una flora y fauna de carácter
subtropical, con playas arenosas a lo largo de la costa occidental y manglares
que se extienden por la costa oriental.
Esta isla tiene una extensión de
unos 150.460 km². La cadena plegada de los Alpes neozelandeses se prolonga algo
más de 480 km en dirección suroeste-noreste. Además del monte Cook, en
esta cordillera hay otros quince picos que superan los 3.000 m de altitud
y más de 300 glaciares; el más importante, y el más grande del país, es el
glaciar de Tasmania, que se extiende al pie de la ladera oriental del monte
Cook. Las vertientes occidentales de los Alpes son generalmente zonas
forestales húmedas, mientras que las vertientes orientales destacan por su
aridez y escasa altura. En su extremo septentrional, los Alpes se abren en
numerosas cordilleras de menor altitud de las cuales, las orientadas al oeste
son ricas en depósitos minerales. Más al sur, los Alpes están densamente
arbolados y ofrecen numerosos entrantes ocupados por fiordos que configuran un
espléndido escenario, como el del Parque nacional de Fiordland. El extremo
suroriental de la isla comprende la meseta de Otago, área de altas planicies
que fue en su día foco de la fiebre del oro y lugar donde hoy se concentra gran
parte de la ganadería del país. Las llanuras de Canterbury constituyen el área
de terreno llano más extensa de Nueva Zelanda y la región principal en cultivo
de cereales. La mayoría de los ríos de la isla del Sur nacen en los Alpes y
entre ellos cabe destacar el Clutha, que con sus 338 km se convierte en el
más largo del país. Por otro lado, el lago más grande es el Te Anau que mide
342 km y está situado en la parte meridional de los Alpes neozelandeses. Véase
Parque nacional del Monte Cook.
Nueva Zelanda está localizada en una
zona templada, por lo que su clima es normalmente suave y húmedo y las
diferencias entre estaciones no son muy acusadas. La región septentrional es la
que goza del clima más cálido, mientras que la vertiente suroccidental de los
Alpes neozelandeses es la más fría. Las precipitaciones son por norma general
de moderadas a abundantes, pues se recogen, como promedio, más de 500 mm
al año, a excepción de una pequeña área en la parte meridional del centro de la
isla del Sur. Las precipitaciones de carácter torrencial (unos 5.600 mm al
año), se dan en torno al estrecho de Milford, en la costa suroccidental de la
isla del Sur. El promedio de la temperatura en Wellington oscila entre los
20,1 ºC en enero (el mes más cálido) y los 5,6 ºC en julio (el mes
más frío), mientras que la pluviosidad anual está en torno a los 1.230 mm
de promedio. En Auckland, la temperatura en enero y julio oscila entre los
23,4 ºC y los 7,8 ºC respectivamente de promedio, con una
precipitación anual de 1.851 milímetros.
Algunas zonas de Nueva Zelanda tienen
más de 550 millones de años. No obstante, el país, tal y como hoy se conoce, se
formó casi en su totalidad durante la última fase de formación montañosa del
periodo terciario (hace unos 26 millones de años). Las islas están dotadas de
importantes cadenas de rocas sedimentarias de origen marino. Las más antiguas
datan del periodo cámbrico, aunque las rocas que conforman el 75% de la actual
Nueva Zelanda comenzaron su formación durante el periodo carbonífero (hace unos
315 millones de años).
El recurso natural más importante de
Nueva Zelanda es su propia tierra. Más de la mitad del suelo es apto para el
cultivo y alrededor de una cuarta parte es zona forestal. En las islas
principales se han encontrado depósitos minerales, pero de todos ellos sólo
unos pocos son de valor comercial; los más significativos son los de carbón,
oro, arenas ferruginosas y minerales industriales como la bentonita, piedra
pómez, piedra caliza, arcilla, dolomita, arenas de cuarzo y grava. En bloques
aislados, se han encontrado uranio y torio, aunque es posible que también
existan depósitos mayores de estos minerales.
Nueva Zelanda cuenta con ricos recursos
energéticos; aparte de carbón tiene una meseta volcánica generadora de energía
geotérmica, y cuenta además con el considerable potencial hidroeléctrico que
suponen los rápidos del país y los importantes yacimientos de gas natural de la
isla del Norte, en su costa suroccidental.
El aislamiento de Nueva Zelanda de
otros continentes y lo tardío de los asentamientos humanos en las islas (véase
el capítulo de Población a continuación) han favorecido el desarrollo de
una flora única en el mundo. De las 2.000 especies autóctonas, unas 1.500 son
exclusivas del país; claros ejemplos de esta flora lo constituyen el kowhai
dorado y el pohutukawa rojo. Antes del último poblamiento europeo a gran
escala, la vegetación dominante de Nueva Zelanda era el bosque mixto de hoja
perenne, que se daba especialmente en la cálida isla del Norte, además de
espesos sotobosques poblados de musgos y helechos. La gran excepción la
constituye la pradera de la meseta volcánica en la isla del Norte. Hoy, este
denso bosque o monte bajo de arbustos sobrevive sólo en las zonas en las que no
se permite el paso, en los parques nacionales y reservas naturales. La costa
occidental de la isla del Sur contiene una de las áreas más grandes de bosques
mixtos autóctonos, y además aporta la mayor cantidad de madera natural
utilizada con fines comerciales, como es el caso del kauri, rimu, kahikatea y
totara. Las tierras bajas de la isla del Sur son actualmente praderas que se
elevan hasta los 1.525 m de altitud. Las falsas hayas autóctonas crecen en
las bajas latitudes de los Alpes neozelandeses, mientras que en las zonas altas
se da la vegetación alpina.
Desde 1900 se han venido
introduciendo gran cantidad de especies de flora exótica, en concreto las
coníferas de rápido crecimiento y de gran importancia comercial, como es el
caso del abeto de Douglas y el pino de California. La incorporación de algunas
de estas especies ha causado serios problemas ecológicos; el tojo se ha
convertido en una amenaza para la flora autóctona, pues prolifera de forma
rápida, tanto por terreno rico como pobre, a expensas de otras especies.
Al contrario de lo que ocurre con
la rica flora autóctona, Nueva Zelanda cuenta con pocas especies animales
propias. Cuando tuvo lugar el primer asentamiento maorí, Nueva Zelanda contaba
con dos especies de lagartos: el geco y el tuátara —especie residual prehistórica
que mantiene un tercer ojo—, varias clases de ranas y dos especies de
murciélagos que son considerados los únicos mamíferos autóctonos.
Los primeros asentamientos de colonos de
raza blanca encontraron aquí una especie característica de perro y rata negra
traída por los maoríes, y que hoy está prácticamente extinguida. La fauna
actual de Nueva Zelanda engloba el ciervo rojo, conejos comunes, cabras,
cerdos, comadrejas, hurones y la zarigüeya australiana; todos descendientes de
las primeras especies apuntadas por los colonizadores. Sin la presencia de
depredadores —en Nueva Zelanda no hay serpientes—, estos animales se han
multiplicado de una forma incontrolada y son los causantes de graves daños del
medio ambiente, aunque también han permitido que el país pueda albergar una
enorme variedad de aves, entre las que se encuentran veintitrés especies
únicas. Las variedades autóctonas son aves canoras como el bellbird y el tiu
que, aunque incapaces de volar, son las más asociadas a Nueva Zelanda. El avestruz
tipo moa, hoy extinguido, constituyó en su día la familia de aves no voladoras
más numerosa. El kiwi es la más conocida de las especies actuales sin dejar de
mencionar el kakapo, el takahe y el weka. La escasez de hábitat y la caza
indiscriminada en el pasado han hecho que la mayoría de las familias autóctonas
de animales y muchas especies de aves estén hoy fuertemente protegidas ya que
se encuentran en peligro de extinción. El gorrión, el mirlo, el tordo, la
alondra, la urraca y la mina se encuentran entre las especies importadas que
más se han desarrollado, aunque en Nueva Zelanda también abundan las variedades
de aves marinas y aves migratorias.
Muchos de los ríos del país acogen
una gran diversidad de pescado para consumo doméstico, como el chanquete, la
anguila, la lamprea y crustáceos de río como el cangrejo. La trucha y el salmón
son de importación. En las aguas oceánicas de los alrededores confluyen
corrientes frías y cálidas, lo cual permite que sean ricas en especies marinas.
Las corrientes cálidas aportan atún, pez volador y aguja, además de tiburones
atraídos por las especies locales como el snapper y el trevally. Por otro lado,
las corrientes frías traen bacalao azul, mientras que el hapuku y el tarakihi
se localizan a lo largo de toda la costa. Entre los mariscos destacan las
ostras, mejillones y toheroas como variedades comestibles.
2.7
|
|
Temas
medioambientales
|
Nueva Zelanda tiene una biota notable y
aproximadamente el 75% de las especies son endémicas. Sus recursos naturales,
en el pasado abundantes, han estado bajo presión desde la primera colonización
conocida de seres humanos, con la llegada de los antepasados de los maoríes. La
cultura europea aceleró el declive de muchas especies, diezmó casi todos los
bosques de kauri y acabó con especies que habían sido abundantes como el moa,
un ave gigantesca similar al avestruz. La mayoría de los bosques originales de
Nueva Zelanda han desaparecido y la superficie de bosque del país ronda ahora
el 30,7%, si bien gran parte de ella ha sido poblada con coníferas importadas
tanto en bosques comerciales como en zonas de malezas.
Nueva Zelanda genera el grueso de su
energía a partir de recursos hidroeléctricos debido a sus numerosas corrientes
de montaña. Utiliza en menor medida los combustibles fósiles. Su paisaje con
gran actividad volcánica ha permitido que la energía geotérmica adquiriera una
moderada importancia. Al contrario de muchos otros países miembros de la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el suministro
de energía por unidad de producto nacional bruto (PNB) está en aumento desde
1970. Al igual que en otras áreas urbanas del mundo, la contaminación
industrial y por automóviles en Auckland, que es la principal ciudad, es un
problema, si bien las concentraciones de contaminantes como el dióxido de
azufre han descendido significativamente entre 1980 y 1990. Además la
agricultura juega un papel relativamente importante, y el índice que refleja el
uso de fertilizantes y pesticidas está entre los más altos del mundo.
En 1987, la administración de programas
de conservación en Nueva Zelanda creó un sistema más eficiente y con gestión
centralizada, además de ampliar la superficie protegida. Los nativos maorí e
iwi participan de las decisiones políticas. Actualmente cerca de un 19,6%
(2007) del país está protegido, distribuido entre varios parques nacionales y
numerosas reservas de otro tipo. Se han designado dos reservas bajo los
auspicios del Convenio sobre el Patrimonio de la Humanidad, y se han declarado
cinco áreas de humedales protegidos bajo el Convenio de Ramsar. La política del
gobierno de Nueva Zelanda es asegurar una utilización sostenible de los
recursos naturales.
Las amenazas más serias a la ecología
de Nueva Zelanda provienen de las especies importadas. Se han introducido unas
2.000 especies exóticas, incluidas al menos 30 especies de aves, 20 especies de
mamíferos, además de numerosas especies de avispas europeas y abejas. Los
animales exóticos más problemáticos son los falangeros y las cabras salvajes.
Las plantas introducidas rivalizan en número con las especies nativas
conocidas. Las coníferas exóticas actúan como invasoras en algunas zonas y
están desplazando rápidamente a la flora nativa.
Nueva Zelanda es un país
medioambientalmente activo en el océano Pacífico sur, y participa en varios
acuerdos de conservación importantes, especialmente los relativos a la vida
marina. Entre otros acuerdos medioambientales internacionales ratificados
figuran el Protocolo Medioambiental del Antártico, el Tratado del Antártico y
convenios relativos a biodiversidad, cambios climáticos, especies en peligro de
extinción, cambios medioambientales, residuos peligrosos, vertidos marinos,
prohibición de realizar ensayos nucleares, capa de ozono, madera tropical
(1983), humedales y caza de ballenas.
Nueva Zelanda fue una de las últimas
áreas aptas para el asentamiento del hombre. Los primeros pobladores fueron los
maoríes, un pueblo polinesio que llegó aquí hace unos 1.000 años. Los asentamientos
europeos no comenzaron hasta la década de 1820, pero en la actualidad
aproximadamente el 88% de los neozelandeses son descendientes de europeos, en
especial de británicos; el 8,9% son de origen maorí; un 2,9% procede de otras
islas del Pacífico, en concreto Samoa, islas Cook, Tonga y Tokelau aunque hay
otros grupos étnicos, en particular asiáticos, que configuran el resto de la
población.
3.1
|
|
Características de
la población
|
La población de Nueva Zelanda, según estimaciones
para 2008, era de 4.154.311 habitantes, lo que representa una densidad de
población de 16 hab/km², de los que casi tres cuartas partes de la población
total viven en la isla del Norte. Aunque la economía de Nueva Zelanda todavía
depende de forma acusada del sector agrícola, alrededor del 86% de la población
se concentra en las ciudades; algo menos de la mitad de la población vive en
las cuatro ciudades más grandes y sus aledaños. En la actualidad, al igual que
en el pasado, la isla del Norte reúne a la inmensa mayoría de maoríes (el 95%
según el censo de 1991), en especial en la zona de Auckland y sus alrededores,
además del cabo Este o Aotearoa, considerado cuna cultural y lingüística
de los maoríes.
Con una población en 2005 de
370.100 habitantes, Wellington es la capital comercial y política de Nueva
Zelanda, y eje interinsular de comunicaciones y transporte costero. Auckland,
con 404.658 habitantes, es la ciudad más grande del país y el principal centro
industrial, además de ser la que mayor población de origen polinesio (no sólo
maorí) engloba de toda Nueva Zelanda. Otros importantes centros urbanos son:
Christchurch (367.800 habitantes), la mayor ciudad de la isla del Sur y segunda
área industrial de Nueva Zelanda, además de núcleo fundamental de la producción
de cereales; Hamilton (185.100 habitantes), centro de ganado lechero en la isla
del Norte, y, por último, Dunedin (114.800 habitantes), centro lanar y aurífero
en la parte meridional de la isla del Sur.
La mayoría de los neozelandeses se
consideran cristianos, principalmente anglicanos (25%), presbiterianos (16%) y
católicos (15%). También tienen una destacada presencia entre la población las creencias
metodista y protestante. La mayor parte de los maoríes son miembros de las
iglesias cristianas de Ringatu y Ratana. Hay pequeñas minorías de judíos,
hindúes y confucianos. Alrededor del 18% de la población no profesa ninguna
creencia religiosa.
3.4
|
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Lengua oficial y
hablada
|
El inglés y el maorí son los
idiomas oficiales de Nueva Zelanda, aunque el país es predominantemente de
habla inglesa, pues casi todos los maoríes hablan inglés. Sólo un pequeño
porcentaje de la población utiliza otras lenguas polinesias, europeas y
asiáticas.
La enseñanza es obligatoria entre los 6
y 16 años, aunque los niños pueden entrar en la escuela a los 5 años y
continuar hasta los 19. La educación pública es gratuita y se imparte desde los
5 hasta los 19 años. En la mayoría de las regiones hay escuelas infantiles para
niños de 3 a 5 años. Los cursos elementales consisten en dos años de educación
infantil seguidos de seis niveles, de los que son comunes los niveles 1, 2, 3,
4 y las etapas I y II. La mayoría de los niños completan su educación elemental
en la misma escuela, pero en algunas regiones van a escuelas de enseñanza media
para finalizar las etapas I y II. Los niños que superan estas etapas o que ya
han cumplido los 14 años pueden acceder a la enseñanza media o secundaria. Como
complemento del tercer o cuarto curso de educación secundaria, los alumnos
realizan un examen a modo de título de escolaridad. Los que dejan las escuelas
para acceder a la universidad deben aprobar un examen de ingreso y, si son
mayores de 21 años, deben realizar otro tipo de prueba selectiva.
Los niños maoríes tienen la posibilidad
de recibir las clases en su propia lengua hasta la etapa de secundaria, fase en
la que el maorí se enseña como asignatura oficial. Las más de 600 escuelas
infantiles (o kohanga reo) imparten los primeros años de enseñanza del
maorí. Las escuelas elementales ofrecen una o incluso las dos opciones: clases
bilingües o de total inmersión lingüística. Tanto las escuelas infantiles
maoríes como las de educación elemental, están abiertas a niños no maoríes.
4.1
|
|
Escuelas primarias
y secundarias
|
En 1997, Nueva Zelanda contaba con unas
2.296 escuelas estatales de educación primaria, en las que un total de 22.990
profesores impartían clases a 359.555 alumnos. Por su parte, los 336 centros
públicos de enseñanza secundaria acogían a 34.506 profesores y 443.882 alumnos.
Los niños que viven en zonas alejadas o están incapacitados para asistir a sus
clases, reciben educación a través de la Escuela Estatal a Distancia de Nueva
Zelanda, que trabaja con emisiones radiofónicas y clases por correo. A
principios de la década de 1990 esta modalidad de enseñanza contaba con unos
2.300 alumnos de enseñanza primaria y secundaria. En esa misma fecha se
registraron 21 escuelas secundarias privadas y 82 primarias, además de otras
tantas de enseñanza media, con un total de casi 24.400 estudiantes.
4.2
|
|
Centros de
enseñanza superior
|
Nueva Zelanda tiene siete
universidades, veinticinco escuelas politécnicas y cinco escuelas de formación
de maestros. Las universidades son: la Universidad de Auckland (fundada en
1882), la Universidad de Waikato (fundada en Hamilton en 1964), la Universidad
Victoria de Wellington (1989), la Universidad Massey (1926, en Palmerston
Norte), la Universidad de Canterbury (1873, en Christchurch), la Universidad de
Otago (1869, en Dunedin) y la Universidad de Lincoln (1990, próxima a
Christchurch). En 2002–2003 todas ellas reunían un total de 185.099 alumnos.
Algo más de 69.000 estudiantes se inscribieron en las escuelas politécnicas y
8.000 eran estudiantes de magisterio (escuela normal).
En 1991, el gobierno introdujo
cambios en la educación superior, pues pasó a retribuir directamente el importe
de las becas por estudios a los padres o tutores. En la actualidad, la mayoría
de los estudiantes pagan una parte de su inscripción. Nueva Zelanda cuenta con
un gran programa de educación continuada para adultos, coordinada por el
Ministerio de Educación Nacional.
La primera tradición cultural conocida
en Nueva Zelanda es la maorí. Se trata de un legado cultural que ha permanecido
a lo largo de la historia, a través de cuentos, poemas, leyendas y canciones
transmitidos a través de la tradición oral (véase Leyendas maoríes). Las
primeras manifestaciones artísticas en Nueva Zelanda también fueron de origen maorí,
aunque los colonos europeos, en particular los británicos, aportaron sus
propias tradiciones provistas de un sentimiento de destierro, que ha dejado una
profunda huella en la vida cultural del país hasta la década de 1940, para
después dar paso a un fuerte espíritu nacionalista.
El arte, la literatura y la música
contaron con el inestimable apoyo de la Fundación Reina Isabel II para las
Artes de Nueva Zelanda, inaugurada en octubre de 1963 con el fin de promover la
cultura en todas sus manifestaciones y hacerla accesible al público.
En Nueva Zelanda hay más de 2.000
bibliotecas. La Ley de 1965 sobre Bibliotecas Nacionales instituyó la
Biblioteca Nacional de Nueva Zelanda en la ciudad de Wellington, mediante la
unión de otras. La Biblioteca Pública de Auckland contiene 1,2 millones de
volúmenes. Otras bibliotecas importantes son: la Biblioteca de la Universidad
de Otago, en Dunedin (1,2 millones de volúmenes), la Biblioteca Universitaria
de Canterbury, en Christchurch (1,2 millones de volúmenes), la Biblioteca
Pública de Wellington (525.000 volúmenes) y la de Dunedin con 520.000
volúmenes. Todos los asuntos de gobierno están registrados en los Archivos
Nacionales, con sede en Wellington.
En casi todas las ciudades importantes,
hay galerías y museos, pero las instituciones más antiguas están ubicadas en
Auckland. La Galería de Arte de esta ciudad (fundada en 1888) y el Museo de
Auckland (1852), albergan importantes muestras. La Galería Nacional de Arte
(1936), situada en Wellington, es famosa por sus colecciones de pinturas
australianas y neozelandesas. Las muestras de historia natural y etnológica más
destacadas se reúnen en el Museo Nacional de Wellington, en el Museo de
Canterbury en Christchurch y en el Museo Otago de Dunedin.
Poco después de la llegada de los
europeos a Nueva Zelanda, la historia y leyendas maoríes de transmisión oral,
se completaron con los relatos escritos por los primeros viajeros, como los del
capitán James Cook, quien visitó el país en 1769. Durante los cien primeros
años de asentamientos europeos (de 1820 a 1920), los textos más importantes
eran los correspondientes a periódicos o relatos verídicos que hablaban de la
vida de los pioneros, como es el caso de El primer año del asentamiento de
Canterbury (1863) del novelista inglés Samuel Butler. Sólo unos pocos
colonos fueron capaces de plasmar con propia voz la preocupación general por la
tradición cultural británica de la época. Entre ellos destacan los novelistas
William Satchell y Jane Mander, y los poetas R.A.K Mason y Blanche Edith
Baughan, aunque fue Katherine Mansfield, coetánea a todos ellos, quien ganó la
atención de los lectores sobre las peculiaridades de Nueva Zelanda. En su corta
vida, consiguió una gran reputación internacional y escribió su obra dentro de
la tradición literaria de Nueva Zelanda. Hasta la década de 1970, Mansfield,
junto con la escritora de novelas policiacas Ngaio Marsh y la novelista Sylvia
Ashton-Warner, destacaron de entre el pequeño elenco de escritores conocidos
fuera del país.
La Gran Depresión y la
II Guerra Mundial ayudaron a reforzar el creciente sentimiento de
identidad nacional, que quedó expresado a partir de 1945 por una nueva
generación de escritores poscoloniales. A lo largo de las décadas de 1950 y
1960, la poesía floreció de manos de Allen Curnow y James K. Baxter. Entre los
poetas de generaciones anteriores y posteriores, cabe destacar a Kendrick
Smithyman, C.K.Stead, Dennis Glover y Vincent O'Sullivan, quien además es
dramaturgo y exponente del relato corto actual. Las generaciones surgidas en
las décadas de 1970 y 1980 cuentan entre sus miembros con Ian Wedde, Bill
Manhire, Leigh Davis, Elizabeth Smither y Heather McPherson como figuras más
representativas.
La figura más sobresaliente de la
novela de ficción de posguerra fue Frank Sargeson, escritor de relatos cortos y
novelista cuya obra perduró durante casi cinco décadas, hasta su muerte en
1982. Su plena dedicación a la escritura y a la búsqueda del lenguaje que
expresara la voz de Nueva Zelanda sirvió de inspiración a muchos escritores
posteriores. Entre sus protegidos están Maurice Duggan y Janet Frame. La
primera obra de Frame se publicó en 1952, pero no fue hasta la década de 1980,
con la publicación de su autobiografía en tres volúmenes, cuando alcanzó
renombre internacional. Otros escritores importantes cuyas obras se publicaron
a partir de la década de 1970 son Maurice Gee, Maurice Shadbolt y Keri Hulme.
La mayor parte de la rica
tradición oral del pueblo maorí la recogieron los eruditos europeos a finales
del siglo XIX, conscientes de que este pueblo estaba abocado a la
desaparición como resultado de las guerras y enfermedades traídas del
continente. Algunas de las leyendas más importantes fueron publicadas entonces,
y de la misma forma que se cuenta la historia de los maoríes —el dios hombre
que pescó la isla del Norte del mar—, todas ellas entraron a formar parte de la
conciencia nacional. Casi todo el material literario quedó agrupado en las
bibliotecas y se consideró un emblema del archivo histórico.
La contribución maorí al desarrollo de la
principal corriente literaria de la Nueva Zelanda poscolonial no fue muy
significativa hasta mediados de la década de 1960. Jaqueline Sturn, en 1966,
fue la primera escritora maorí que apareció en la antología de escritores
neozelandeses. Dos años antes, el gran poeta Hone Tuwhare había publicado su
primera colección, Un sol poco común. El éxito de los novelistas Witi
Ihimaera y Patricia Grace durante la década de 1970, fue la confirmación a lo
que los escritores maoríes ya habían establecido por sí mismos en la línea del
género literario moderno. Keri Hulmes fue probablemente el escritor maorí más
conocido fuera de su país. Su novela, El pueblo hueso, ganó el premio
Booker de la Academia Británica de las Letras en 1985. Como la mayoría de los
escritores maoríes modernos, el inglés de Hulme y sus expresiones literarias se
ciñen al talante europeo. Sin embargo, desde hace unos pocos años, se está
experimentando un crecimiento de escritores que utilizan la lengua maorí y
formas tradicionales de expresión en sus descripciones, provocado en parte por
el redescubrimiento de las formas clásicas de la poesía maorí, por parte de los
propios maoríes y otros eruditos en su búsqueda de documentos descriptivos del
siglo XIX.
El aislamiento físico de Nueva Zelanda
significó el desarrollo independiente del arte maorí del resto de Polinesia. El
motivo artístico más importante es la doble espiral, utilizada normalmente como
base de complejos diseños. Posiblemente la máxima expresión de la tradición
clásica está reflejada en los motivos tallados en las canoas ceremoniales y
casas de reunión. La llegada de los colonos europeos a partir de 1820, y los
efectos devastadores de las enfermedades y la guerra en los últimos años del
siglo, hicieron que el arte en general quedara eclipsado y debilitado. Durante
los siguientes cien años, el arte maorí quedó postergado a una mera expresión
de los valores etnográficos. No fue hasta 1940 cuando empezó a revalorizarse y
a adquirir la importancia que merecía, no sólo como herencia artística de todo
un pueblo, sino como fuente de inspiración de los artistas neozelandeses
posteriores a la II Guerra Mundial. En estos últimos años se ha
experimentado un renacimiento de las artes tradicionales maoríes.
Entre la primera generación de colonos
destaca un grupo de artistas aficionados que plasmaron su nuevo entorno con
gran entusiasmo, aunque con escaso valor académico. De hecho, los primeros
ciento veinte años de colonización han dado solamente un artista destacado, la
pintora Frances Mary Hodgkins. Al igual que muchos de sus contemporáneos y
sucesores que intentaron hacer de las artes un elemento vivo, Frances Mary pasó
gran parte de su carrera en Europa. Sin embargo, después de 1940, comienza a
apreciarse la fuerza de la identidad nacional reflejada tanto en la literatura
como en el arte. A partir de entonces, ha aumentado de forma progresiva el
número de pintores y escultores nativos.
T. A. McCormarck, John Weeks y M. T.
Woolaston están entre los pintores más destacados de la primera generación que
desarrollaron prácticamente toda su vida profesional en Nueva Zelanda. Colin
McCahon y Don Binney son los grandes representantes de esta generación, de gran
importancia durante la década de 1960 y 1970. La actual generación de artistas
cuenta con un número considerable de pintores maoríes, que poco a poco va en
aumento.
Las canciones populares o waiata y
los cantos acompañados de danzas y otras expresiones rítmicas constituyen una
parte integral de la cultura maorí. Fuera de Nueva Zelanda, el más conocido es
el haka, canto unido a movimientos marcados y agresivas expresiones
faciales que intimidan a los oponentes; es el utilizado por el equipo nacional
de rugby, los All Blacks antes de comenzar sus partidos. Son también conocidos
los poi, o canciones acompasadas con una graciosa danza en la que se
utilizan pequeñas bolas y cuerdas de lino. La waiata-a-ringa, o canción
representada, es una expresión moderna de los aspectos de la tradición popular,
en la que se combinan movimientos de danza con melodías europeas.
Las subvenciones del gobierno han sido
importantes para el desarrollo del teatro, ballet y otras artes escénicas entre
las que se encuentra el cine a partir de la década de 1940. En las últimas
décadas, estas ayudas han venido de manos de la Fundación Reina Isabel II
para las Artes. El teatro, sin embargo, ha experimentado un lento avance; Allen
Curnow, Frank Sargeson y otras importantes figuras literarias llevaron sus
obras a escena, en los primeros años de la década de 1960, aunque con escaso
éxito. No obstante, la década de 1970 y 1980 vio florecer a un importante
número de escritores locales como Bruce Mason, Mervyn Thompson, Stuart Hoar,
Michael Lord, Hilary Bacon, Stephen Sinclair y Roger Hall. En casi todas las
áreas urbanas se abrieron teatros, pero algunos como el Teatro Mercury de
Auckland, no sobrevivieron a los difíciles años de la recesión económica y el
gobierno retiró su apoyo financiero a principios de la década de 1990. En
cuanto a tradición musical se refiere, Nueva Zelanda es conocida por su
contribución a la ópera internacional con figuras de la talla de Kiri Te
Kanawa, Inia Te Wiata y Donald McIntyre. No obstante, el país cuenta también
con varias orquestas de prestigio entre las que cabe destacar la Orquesta
Sinfónica de Nueva Zelanda.
La industria cinematográfica de Nueva
Zelanda es escasa, aunque poco a poco se va incorporando al espectro
internacional. Los directores más destacados son Jane Campion y Peter Jackson.
Campion conoció la fama como productora de Un ángel en mi mesa, versión
de la autobiografía de Janet Frame, galardonada en 1990, y en 1994 consiguió
con El piano el Oscar a la mejor película.
El producto interior bruto (PIB), según
estimaciones para 2006, era de 104.519 millones de dólares estadounidenses. La agricultura
y la exportación de lana, carne y productos lácteos suponen la base del
desarrollo de la economía moderna de Nueva Zelanda.
La agricultura sigue siendo importante,
como lo demuestra el que los productos tradicionales son los elementos
dominantes del comercio exterior, aunque la economía neozelandesa ha
experimentado profundos cambios, en particular durante los últimos veinte años.
La agricultura representaba en 2001 el 9,4% del PIB, en comparación al 24,9% de
la industria y al 65,7% del sector servicios. En 2006, el turismo significó una
importante fuente de ingresos: los más de 2.409.000 turistas que ese año
llegaron a Nueva Zelanda generaron 2.529 millones de dólares en divisas.
Desde mediados de la década de
1980, la economía de Nueva Zelanda ha pasado del proteccionismo y la
regulación, a la liberalización y apertura propia de una nación desarrollada.
Fueron necesarios distintos cambios para restaurar el crecimiento económico
después de dos décadas de estancamiento que controlaran la inflación y
redujeran el déficit presupuestario y la fuerte deuda pública. A mediados de la
década de 1990, parecían conseguidos algunos de estos objetivos o, al menos, a
punto de lograrse. La inflación del 11% a finales de 1980 bajó hasta el 3,40%
en el periodo 2006. El crecimiento económico era del 6% en 1994 en comparación
al 2% de la década de 1980. La deuda pública ha pasado de más del 50% del PIB
al 38% cuando sólo se esperaba una reducción del 18%, según los pronósticos
realizados para 1998. Los presupuestos generales han variado de un déficit
constante a unos excedentes de 418 millones de dólares en el año fiscal
1993-1994. No obstante, este ligero excedente presupuestario se debe en parte a
los recortes en el gasto público que ha afectado en especial al Estado de
bienestar en Nueva Zelanda. La atención médica no es totalmente gratuita y las
pensiones de jubilación se han reducido. La liberalización y la reforma
económica también han contribuido a disminuir los índices de desempleo.
Las explotaciones agrarias de Nueva Zelanda
se encuentran entre las más productivas del mundo, gracias al uso extensivo de
los métodos y maquinaria de alta tecnología, y al carácter húmedo y templado de
su clima. Las precipitaciones se reparten en todo el año, lo que proporciona
constantes y abundantes pastos para la cría de ganado lanar, la producción de
carne de vacuno y lácteo, que es por otro lado, la principal fuente de riqueza
del país. En 2006 había más de 9.651.600 cabezas de ganado vacuno y 40.106.800
de ovino, lo que significa una relación cuantitativa de 20 animales por
persona.
El cultivo se centra en la
producción de trigo (256.000 t en 2006), maíz (162.000 t) y otro tipo
de cereales (803.200 t). Otros cultivos importantes son hortalizas, cítricos,
patatas (papas) y avena. A partir de 1970, los granjeros han dirigido sus
objetivos hacia otros productos, como parte de los esfuerzos realizados por
encontrar nuevos mercados (véase la sección Comercio exterior). Ha habido un
rápido crecimiento de la cría de venados, y a partir de los primeros años de la
década de 1990, se han venido capturando más de 1,1 millones de cabezas. El
kiwi o grosella china constituye el cultivo de mayor éxito, lo que ha
convertido a Nueva Zelanda en el mayor exportador de esta fruta. También es de
destacar la industria vinícola, centrada en Malborough, en la isla del Sur, y
en Wairarapa y Manuwato, en la isla del Norte.
Sin embargo, las exportaciones de
carne, leche y lana continúan siendo cruciales para la economía del país.
Durante los primeros años de la década de 1990, significaron alrededor de un
tercio de los ingresos por exportación. Nueva Zelanda es el mayor exportador
del mundo de mantequilla y queso, uno de los mayores exportadores de carne y el
segundo en producción y exportación de lana después de Australia. La cantidad
anual de lana esquilada en 2006 era de 209.250 toneladas métricas.
Nueva Zelanda cuenta con una importante
industria maderera. La producción en 2006 era de unos 4.269.000 m3
anuales, de los que alrededor del 40% se utilizaron para pasta de papel. Más
del 96% procede de las familias de árboles traídos de otros lugares, en
particular de los pinos californianos —el pinar de Kaingaroa es uno de los
bosques repoblados más grandes del mundo—. La producción de madera autóctona,
en particular de rimu, miro y abedul, está en declive. Entre 1988 y 1992 la
producción descendió a una quinta parte del total, esto es a 63.000 metros
cúbicos.
El sector de la pesca se ha
expandido rápidamente. Las exportaciones han aumentado en un tercio de su valor
desde los últimos años de la década de 1980; los ingresos por este concepto a
principios de 1990 alcanzaban los 720 millones de dólares. Durante el mismo
periodo, el volumen de pesca incluyendo crustáceos, aumentó en torno al 15%,
hasta alcanzar un total de 640.845 t en 2005. Las especies predominantes
son el granadero (en maorí, hoki), la pescadilla azul, la caballa, la
barracuda y el calamar.
La producción minera tradicional se
basa en el carbón (5,18 millones de toneladas en 2003), arenas ferruginosas
(2,3 millones de t), la caliza (2,7 millones de t), la bentonita (1,4 millones
de t), la piedra pómez (52.644 t) y el oro, que durante el periodo de
poblamiento europeo constituyó la mayor exportación. Durante los primeros años
de la década de 1990, la producción de oro aumentó en casi un 50% hasta
alcanzar los 7.300 kg anuales en 2004. En la década de 1970, el sector minero
se expandió rápidamente a consecuencia del descubrimiento de los nuevos
depósitos de petróleo y gas natural. El volumen anual de crudo en 2004 fue de
23.992 barriles diarios, 4.773 millones de m³ de gas natural y 265.500 m3
de gas de petróleo.
En 1992, el sector industrial
ofrecía trabajo a unas 240.000 personas. Las industrias agrícola y alimenticia
se sitúan entre las más importantes. Otros sectores de relieve son el dedicado
a la producción de papel, compuestos químicos, componentes de metal,
maquinaria, vestido, madera, automóviles, maquinaria eléctrica, refino de
petróleo y material de imprenta. El sector fabril se ha expandido de una manera
uniforme, ayudado a mediados de la década de 1980 por la política gubernamental
que protegía la industria de ámbito familiar. A principios de 1990, la economía
de Nueva Zelanda estaba abierta casi completamente a las importaciones, lo que
suponía un gran impacto para los sectores de recambios del automóvil y de
piezas electrónicas. La escasez de materias primas y sus elevados costes de
importación han limitado el desarrollo de la industria pesada. Auckland es hoy
el principal centro industrial del país.
Alrededor de tres cuartas partes de la
electricidad de Nueva Zelanda, se produce en las plantas hidroeléctricas y
prácticamente el resto, se genera en las plantas térmicas de carbón o gas
natural. Además, el vapor geotérmico de los valles volcánicos centrales de la
isla del Norte supone hoy una importante fuente de energía. La mayoría de las
centrales hidroeléctricas están ubicadas a orillas del río Waikato en la isla
del Norte, y en los ríos Clutha y Waitiki en la del Sur. El cable que recorre
el estrecho de Cook transporta electricidad desde la isla del Sur hasta la del
Norte, que es, por otro lado, la que más población concentra. A principios de
la década de 1990, la capacidad de generación de electricidad en Nueva Zelanda,
era de unos 7,4 millones de kW; la producción total anual aproximada en 2003
era de unos 39.821 millones de KWh.
Nueva Zelanda introdujo en 1967 un sistema
de moneda de carácter decimal, el dólar neozelandés, que sustituyó a la libra neozelandesa
como unidad monetaria. El dólar neozelandés está dividido en 100 centavos (1,50
dólares neozelandeses equivalían a 1 dólar estadounidense en 2006). El Banco de
Reservas de Nueva Zelanda (fundado en 1934) es el responsable de la emisión,
ejecución y formulación de la política monetaria. A principios de la década de
1990 pasó a ser independiente del gobierno, con un contrato que le comprometía
a mantener por debajo del 2% la inflación.
El sistema financiero también comprende
varios bancos comerciales, mercantiles y confederaciones de cajas de ahorros
regionales —agrupadas dentro del fideicomiso bancario—, cajas postales de
ahorro, sociedades inmobiliarias, compañías financieras y bolsa. El sector
financiero estuvo dominado por algunos bancos extranjeros y estatales hasta
principios de la década de 1980, cuando fue regularizado como parte del
programa gubernamental de reestructuración económica. Desde entonces ha sido un
sector altamente competitivo; en 1992, había 20 bancos oficiales entre los que se
encontraban los de capital extranjero.
La economía de Nueva Zelanda
depende en gran medida de su comercio exterior. Hasta principios de 1970, casi
todas las exportaciones se dirigían a Gran Bretaña, y los productos que
constituían el mayor volumen de exportación eran la carne, el queso y la
mantequilla. No obstante, en 1973 este importante recurso de mercado se vio
limitado cuando Gran Bretaña entró en la Comunidad Europea (hoy Unión Europea).
Además, Nueva Zelanda ha tenido que hacer frente a un creciente proteccionismo
por parte de los países industrializados contra sus exportaciones agrícolas.
Como resultado de todo ello, ha tenido que reorientar su comercio y ampliar el
alcance de sus exportaciones. Australia, Japón y Estados Unidos son los
destinatarios de aproximadamente la mitad del valor total de sus exportaciones,
mientras que Gran Bretaña sólo cubre alrededor del 6% de sus ventas. Aparte de
estos países, las transacciones con otros países del Pacífico como China,
Indonesia y Malaysia, han aumentado a lo largo de la década de 1990. A
principios de esta década Nueva Zelanda exportaba un total de unos 11.000
millones de dólares, en comparación con las importaciones que alcanzaban un
total de 9.500 millones.
Los productos agrícolas y de pesca totalizan
algo más del 60% de los ingresos totales por exportación; el 25% lo constituyen
productos como el kiwi y el pescado, ambos de reciente incorporación. Las estadísticas
oficiales indican que las exportaciones no agrícolas están empezando a
despegar; entre 1989 y 1994, el volumen de exportaciones no alimenticias creció
un 70%. A pesar de ello, las importaciones más importantes son las de
maquinaria, componentes eléctricos, automóviles, petróleo, plásticos, productos
farmacéuticos, químicos y metales. Hasta comienzos de la década de 1980, la
economía interna de Nueva Zelanda estuvo muy protegida. A partir de entonces,
se eliminó la mayor parte de los aranceles y hoy es una de las economías más
abiertas al resto de los países; más o menos la mitad de las importaciones
llegan exentas de impuestos.
6.8
|
|
Transportes y
comunicaciones
|
El transporte público está muy desarrollado,
llegando incluso a los distritos más alejados. En 2003, Nueva Zelanda contaba
con unos 92.931 km de carreteras y 3.898 km de vías férreas, que dependen de la
compañía ferroviaria nacional, privatizada en 1993. En 1996 se contabilizaron
más de 701 vehículos por cada 1.000 habitantes, de los que 592 eran turismos.
Los barcos ofrecen un servicio de transporte nocturno, comunicando las
localidades de las costas situadas entre las islas del Sur y del Norte. Los
puertos principales son Auckland, Wellington, Tauranga y Lyttelton (próximo a
Christchurch). Es muy frecuente la utilización del transporte aéreo; existen
aeródromos en todo el país a disposición de los aviones particulares. La
compañía nacional es Air New Zealand.
Hasta finales de la década de
1980, la mayoría de los medios de comunicación funcionaban a través de
organizaciones estatales. No obstante, en 1991, la Corporación Telecom fue
privatizada. Un año antes, había sido introducida la televisión vía satélite
como complemento de la televisión de Nueva Zelanda, que sólo contaba con dos canales,
además de la TV3, primer canal comercial lanzado en 1989. En 2005, Nueva
Zelanda contaba con 422 abonados a la línea telefónica por cada 1.000
habitantes, con aproximadamente 4 millones de aparatos de radio y con 2
millones de televisiones. Existen 28 periódicos con una tirada total de un
millón de ejemplares al año; el New Zealand Herald cuya redacción está
en Auckland, es el de mayor difusión.
Alrededor del 7% de la mano de
obra de Nueva Zelanda está dedicada a la agricultura y el 22% al sector
industrial. Las actividades incluidas en el sector servicios ocupan al 71% de
los trabajadores, en el que se incluye el sector financiero. Hasta la década de
1980, el índice de desempleo era relativamente bajo y la población contaba con
un alto nivel de vida, apoyado por el extensivo sistema neozelandés del Estado
de bienestar y su tradición de proteccionismo industrial y fuerte implantación
del sindicalismo. Sin embargo, las reformas económicas introducidas a mediados
de la década de 1980, ayudaron a incrementar la tasa de desempleo. Así, en
1991, ascendía al 11%, si bien a finales de 1994 esta cifra había descendido
hasta el 7,8%. En 2004, cerca del 3,9% de la población activa, sobre un total de
2,22 millones de habitantes, estaba en situación de desempleo. A principios de
la década de 1990 Nueva Zelanda contaba con 80 sindicatos y más de 600.000
afiliados. En 1991 quedó abolida la militancia sindicalista obligatoria en
algunos sectores de la economía, y el sistema de negociación colectiva
establecida en todo el territorio nacional, quedó sustituida por la práctica de
contratos individuales y acuerdos salariales locales.
Nueva Zelanda es una democracia
parlamentaria perteneciente a la Commonwealth. La jefatura del Estado la
ostenta la monarquía británica representada por el gobernador general. Su
sistema político y judicial es imitación del británico; así, no hay
constitución escrita, y la práctica constitucional se basa en la tradición, en
el consenso y en la jurisprudencia.
Este poder es investido directamente
por la monarquía británica y ejercido por el gobernador general de Nueva
Zelanda, que debe en todo momento actuar bajo dirección del consejo ejecutivo
que lo componen el gobernador general y todos los ministros de gobierno,
encabezados por el primer ministro. El cuerpo administrativo lo forma el
gabinete, constituido por el primer ministro y los ministros de cada cartera.
El gobernador general nombra al primer ministro y resto de representantes
ministeriales siguiendo las recomendaciones del primero.
Nueva Zelanda tiene un Parlamento unicameral
denominado Cámara de Representantes (la segunda cámara quedó abolida en 1950).
Esta cámara se compone de 120 miembros entre los que se encuentran los cuatro
representantes del electorado maorí, y se elige por sufragio universal cada
tres años. Los cuatro escaños maoríes cubren los distritos electorales de todo
el país. Casi el 50% de los maoríes mayores de edad pueden registrarse como
electores de estos cuatro escaños. En el caso de que sea así, no podrán
apuntarse a las listas electorales generales, pues como el resto de los
neozelandeses sólo tienen derecho a un voto.
En los referendos de 1992 y 1993,
los neozelandeses decidieron cambiar el tradicional sistema electoral de
antaño, por el sistema proporcional de candidaturas mixtas, según el modelo
alemán. Se combinaron entonces las candidaturas electorales con los candidatos
por listas cerradas (véase Representación proporcional), aumentando el
número de escaños parlamentarios hasta 120.
La corte suprema de Nueva Zelanda
es el Tribunal de Apelaciones que ejerce únicamente la jurisdicción de dichas
apelaciones. Las resoluciones del Tribunal son siempre definitivas, a menos que
pasen al consejo de ministros de Gran Bretaña. Los tribunales principales son
el Superior y el juzgado de distrito. En muchas ocasiones los juzgados de paz
pueden ver causas por cargos menores. Hay tribunales especializados para causas
de familia y de menores de edad.
Uno de los logros fundamentales en
el ámbito legislativo de la era moderna ha sido el Tratado de Waitangi, de 1840
(véase la sección Historia) por el que el pueblo maorí reclamó la devolución y
compensación económica de las tierras expropiadas. Desde que fuera firmado,
este tratado ha provocado numerosas discusiones sobre su validez e
interpretación. No todos los jefes maoríes lo firmaron, y quienes lo hicieron
fue sobre una imprecisa traducción del documento que intentaba combinar los
conceptos británicos de autoridad y propiedad de la tierra con los de los
maoríes, y como resultado se obtuvieron numerosas incorrecciones y
ambigüedades. Además, el tratado nunca llegó a ser ratificado por el gobierno
de Nueva Zelanda. En 1975, tras varias décadas de revueltas maoríes, el
Parlamento sacó adelante la ley del Tratado de Waitangi, que establecía la
creación de un tribunal encargado de examinar y hacer las recomendaciones
pertinentes sobre las reivindicaciones territoriales por parte de los maoríes.
A principios de la década de 1990, estas reclamaciones afectaban a una gran
parte del territorio de Nueva Zelanda.
Los partidos Laborista y Nacional, con
tendencia a la alternancia en el poder, han dominado la política neozelandesa desde
la década de 1930. El Partido Nacional ocupó el poder entre 1975 y 1984,
mientras que el Partido Laborista lo hizo entre 1972 y 1975, entre 1984 y 1990,
durante la primera mitad de la década de 1990, y a partir de 1999. No obstante,
ambos intentaron mantener la regulada economía proteccionista neozelandesa y el
Estado de bienestar. A mediados de la década de 1980, los dos partidos
adoptaron una política antinuclear (véase la sección Defensa). A partir de 1984
tendieron a limar diferencias e iniciaron reformas fundamentales que afectan a
la economía, y al Estado del bienestar. En respuesta a todo ello, nacieron
nuevos grupos políticos, como es el caso del Partido de la Alianza (coalición
de disidentes de los dos partidos mayoritarios), el derechista Nueva Zelanda
Primero, el ACT, Nueva Zelanda Unida o el Partido Maorí. Estos y otros pequeños
grupos consiguieron casi el 30% de los votos en las elecciones de 1999 y en la
actualidad desempeñan un papel de mayor relevancia política, después de la
introducción del nuevo sistema electoral.
A partir de las reformas de
administración local de 1996, Nueva Zelanda quedó dividida en 16 regiones
gobernadas cada una por una junta. Estas regiones son: Auckland, Bahía de
Plenty, Bahía de Hawke, Northland, Taranaki, Gisborne, Waikato,
Manawatu-Wanganui y Wellington en la isla del Norte, Canterbury, Otago, Nelson,
Marlborough, Southland, Tasman y West Coast en la isla del Sur. Están divididas
en 15 ciudades y 59 distritos. La mayoría de los representantes del gobierno
local son elegidos para periodos de tres años.
El Ejército, Marina y Fuerzas Aéreas de
Nueva Zelanda están bajo la coordinación del ministerio de Defensa. En 2004
había 8.660 militares en activo dentro de las Fuerzas Armadas, repartidos entre
el Ejército de Tierra, la Marina y las Fuerzas Aéreas; existían además unos
8.500 reservistas. El servicio militar es voluntario.
El Tratado de Seguridad con Australia y
Estados Unidos (ANZUS) ha sido el núcleo de la política de defensa de Nueva
Zelanda desde 1951. No obstante, la renuncia del gobierno en 1984 a permitir la
entrada de buques de guerra nucleares en los puertos neozelandeses tensó las
relaciones con Estados Unidos, cuyo gobierno, en 1986 suspendió los compromisos
de seguridad con Nueva Zelanda que se habían establecido en el Tratado ANZUS.
De esta manera, el tratado continuó funcionando sobre una base de colaboración bilateral
entre Estados Unidos y Australia, y entre Australia y Nueva Zelanda. Con el
anuncio en 1992, por parte de Estados Unidos, de la no dotación de armas
nucleares en sus buques de guerra, se fue consolidando el camino para
restablecer las buenas relaciones entre ambos países. En febrero de 1994,
Estados Unidos proclamó la restauración de contactos a gran escala con Nueva
Zelanda y, dos meses después, el comandante en jefe estadounidense del
Pacífico, almirante Charles Larson, visitaba el país.
7.7
|
|
Salud y bienestar
social
|
La esperanza de vida es de 76,1
años para los varones y de 82,2 para las mujeres. Nueva Zelanda fue el primer
país del mundo que introdujo el Estado del bienestar en 1936. Hasta 1990, los
aspectos que cubría eran los considerados más necesarios, como asistencia
médica y hospitalización gratuita, pensiones de jubilación y prestaciones por
desempleo, además de ayudas a la familia, a personas discapacitadas o con
enfermedades crónicas. A partir de entonces, estas ayudas se han visto
reducidas en cuantía y disponibilidad, y se han introducido formas de
financiación parcial en algunos aspectos de la sanidad siguiendo el sistema
británico, lo que ha llevado al descontento público. El gobierno se vio
obligado a retirar algunas de sus pretensiones, tras encontrarse con la
oposición eclesiástica, de distintos grupos sociales y protestas populares
generalizadas.
Un cartógrafo holandés bautizó a Nueva Zelanda
con su nombre actual después de que el navegante holandés Abel Janszoon Tasman
descubriera las islas en 1642. El explorador y militar británico James Cook
visitó y reclamó las islas para Gran Bretaña en 1769. No obstante, pasaron casi
setenta y cinco años antes de que el gobierno británico levantara acta sobre
esta reivindicación y anexionara formalmente Nueva Zelanda.
Las islas de Nueva Zelanda fueron
habitadas en un principio por un pueblo originario de Polinesia oriental, posiblemente
de la isla de Cook y de Tahití, unos mil años antes de que Tasman llegara a sus
costas. El nombre maorí se cree que data de mediados de 1880, cuando los
descendientes de los primeros colonos lo adoptaron para distinguirse de los pakeka
o europeos. De acuerdo con la tradición maorí, el descubridor del país fue
Kupe, quien primero lo bautizó como Aotearoa o ‘Tierra de la gran nube
blanca’. Estos primeros pobladores se concentraron fundamentalmente en las
zonas costeras de la isla del Norte, pero sus descendientes pronto emigraron a
las dos islas deshabitadas. Cuando Cook visitó la isla, la población de Nueva
Zelanda se estimó en torno a los 125.000 habitantes.
Los franceses dirigidos por Marion du Fresne
siguieron los pasos de Cook. Los enfrentamientos de Fresne con los maoríes
finalizaron en 1772, en una batalla que le ocasionó la muerte, junto con otros
veinticuatro seguidores y al menos 300 maoríes. En los veinte años siguientes,
no se conocen asentamientos europeos en Nueva Zelanda, pero a finales del
siglo XVIII y principios del XIX, se reanudaron los contactos. Los
europeos, principalmente misioneros y balleneros británicos, fundaron colonias
y centros comerciales, sobre todo en las islas de la bahía de la isla del
Norte. Aunque hubo cierta oposición, los maoríes aceptaron estas instalaciones,
comprobando las ventajas que el intercambio comercial proporcionaba. La
inmigración comenzó de forma sistemática en 1839 y 1840 bajo los auspicios de
la Compañía de Nueva Zelanda, fundada en Londres por Edward Gibbon Wakefield.
Con el fin de adelantarse a la
compra de la tierra por parte de la Compañía, el gobierno británico envió a
Nueva Zelanda en 1840 al capitán William Hobson en calidad de cónsul y con
plena autoridad para negociar tratados con los jefes maoríes. Según los
términos del Tratado de Waitangi que él mismo redactó, los maoríes cedían la
soberanía del país a la corona británica a cambio de justos derechos de
propiedad como ciudadanos británicos y de permanecer bajo protección de Gran
Bretaña; también aceptaron vender sus tierras sólo a la corona. El 6 de febrero
de 1840, 45 jefes maoríes de la isla del Norte firmaron el tratado y otros 500
lo hicieron en las semanas sucesivas. El 21 de mayo Hobson proclamó la soberanía
británica en la isla del Norte y reclamó la del Sur por los derechos adquiridos
por haber sido descubierta por Cook. En 1841, Nueva Zelanda quedó constituida
como colonia británica, con Auckland como capital.
La colonización continuó de forma rápida
durante las siguientes décadas, y se fundaron dos asentamientos significativos
en la isla del Sur, Otago (hoy Dunedin) en 1848 y Canterbury (hoy Christchurch)
en 1850. Alrededor de 1851 la población europea era de 26.707 habitantes. Las
disputas entre los recién llegados y los maoríes sobre los derechos de la
tierra, culminaron con las guerras que tuvieron lugar en la isla del Norte
entre 1845 y 1848 y entre 1860 y 1872 (véase Guerras de Nueva Zelanda).
La última contienda fue la más dura porque además estuvo recrudecida por la
confiscación británica de los territorios maoríes, lo que provocó un gran
número de bajas. Después de esa fecha las autoridades coloniales pretendieron
aplicar una política más conciliadora que pacificó las relaciones entre la población
europea y maorí.
En la isla del Sur, ajena a
las guerras, no se interrumpió la formación de colonias, y además contaba con
escasa población maorí. El descubrimiento del oro aluvial en la península de
Otago en 1860 generó una nueva afluencia de inmigrantes, muchos de los cuales
se asentaron en las zonas bajas para dedicarse a la agricultura cuando se
agotara el oro. Las principales fuentes económicas del país en la última fase
del siglo XIX, fueron la cría de ganado ovino y la explotación minera de
las cuencas meridionales. Las introducción de buques frigoríficos en 1882
permitió que Nueva Zelanda abriera sus puertas a la exportación de carne, lo
que estimuló los asentamientos y el cultivo intensivo.
8.3
|
|
Gobierno
parlamentario
|
Establecido un gobierno central con un
Parlamento elegido y un gabinete, este gobierno no tuvo poder ejecutivo hasta
1856. A lo largo del siglo XIX, el poder político estuvo dirigido de forma
alternativa por algunos grupos liberales sin cohesión, —que instituyeron el
sufragio para los hombres y la educación obligatoria—, y por los conservadores
que eran en su mayoría terratenientes. En 1891, tras el fracaso de una huelga
de pescadores, los sindicalistas dieron su apoyo a los liberales.
Posteriormente, y hasta 1912, se sucedieron una serie de legislaturas dominadas
por el Partido Liberal, que contaban con la ayuda de los laboristas, hasta que
se creó el Partido Laborista Independiente en 1910. Estos gobiernos, dirigidos
primero por el periodista John Ballance y tras su muerte por Richard John
Seddon y sir Joseph George Ward, realizaron un programa de reforma agraria y
una legislación social cuya importancia fue reconocida internacionalmente. Las
especulaciones sobre el terreno quedaron suprimidas mediante una legislación
que procuraba al gobierno la adquisición de grandes propiedades para su
subdivisión, y le autorizaba a la compra de pequeñas propiedades con amplias
hipotecas. Otra legislación estableció contribuciones mínimas proporcionadas
por un arbitraje obligatorio y la respuesta a la solución de conflictos
laborales. En 1893, Nueva Zelanda fue el primer país que dio el derecho de voto
a la mujer. Durante este periodo de dominación liberal-laborista se instauró el
sistema de Seguridad Social.
8.4
|
|
Los primeros años
del siglo XX
|
En 1907 Nueva Zelanda quedó designada
oficialmente como dominio del Imperio Británico, aunque su forma de gobierno
permaneció inalterable. Los conservadores agrupados en el Partido de la
Reforma, alcanzaron el poder una vez más en 1912. Durante la I Guerra
Mundial, la coalición reformista-liberal gobernó el país, mientras que 124.211
neozelandeses engrosaron las listas de las Fuerzas Armadas británicas. Estas
tropas lucharon en Egipto y en la campaña de Gallípoli de 1915; los Australian
y New Zealand Army Corps, fueron popularmente conocidos como divisiones
Anzac. En 1916, las unidades neozelandesas, organizadas como división separada,
llegaron a Francia para luchar en la batalla del Somme, y el cuerpo de
fusileros sirvió más tarde en la campaña de Palestina. Nueva Zelanda perdió más
de 16.000 hombres en la guerra y otros 400.000 fueron heridos. No obstante, la
I Guerra Mundial contribuyó a generar un nuevo espíritu nacionalista.
El colapso de la explosión
especulativa del terreno que floreció tras la guerra fue una causa importante
de la recesión económica de 1921 a 1926 que se agravaron con la depresión
mundial que comenzó en 1930. En las elecciones parlamentarias de 1935, el
Partido Laborista consiguió mayoría absoluta sobre el Partido Nacionalista,
formado en 1913 al fusionarse los partidos Liberal y Reformista. El nuevo
gobierno, presidido por Michael Joseph Savage, nacionalizó algunos sectores de
la economía e instituyó un completo sistema del Estado del Bienestar.
8.5
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II Guerra Mundial y
Asia
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Con el estallido de la
II Guerra Mundial en 1939, Nueva Zelanda impuso un control salarial y
sobre los precios que reafirmaron la estabilidad financiera, a costa del
progreso social. La Armada neozelandesa prestó sus servicios en Grecia, Chipre,
África del Norte, Italia y el océano Pacífico y la aviación estuvo presente en
todos los escenarios bélicos. Nueva Zelanda tuvo más de 11.600 muertos y 15.700
heridos durante la contienda.
Por otro lado, el Partido
Laborista ganó las elecciones de 1949. En política exterior, Nueva Zelanda
participó del Plan Colombo para el Sureste asiático en 1950, y en 1951 formó
parte del pacto de defensa mutua, ANZUS, con Australia y Estados Unidos. Con
otros siete países, en 1954 Nueva Zelanda se integró en la Organización del
Tratado del Sureste Asiático (SEATO) y contribuyó en los contingentes que las
Naciones Unidas enviaron a la guerra de Corea y a Chipre.
8.6
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La segunda mitad
del siglo XX
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El Partido Laborista reanudó el
ejercicio del poder tras las elecciones generales de noviembre de 1957. Su
ascensión coincidió con el comienzo de la crisis económica que caracterizó la
década de 1960 y que fue debida, en parte, a la reducción de los beneficios
procedentes de la exportación. El Partido Nacional volvió al poder en 1960 y
bajo la dirección del primer ministro Keith J. Holyoake, mantuvo la mayoría de
los votos hasta 1966. El negativo balance económico y la inflación hicieron que
el gobierno de Holyoake adoptara políticas de control económico establecidas
anteriormente por los laboristas. A principios de 1972 Holyoake se retiró.
En noviembre, los laboristas dirigidos
por Norman Eric Kirk vencieron por abrumadora mayoría en las elecciones, y su
dirigente fue nombrado primer ministro. En 1973 Kirk y el primer ministro
australiano, Gough Whitlam acordaron la cooperación entre ambos países para la
mejora de sus respectivas economías. Esta actitud se debió, en parte, a la
integración del Reino Unido en la Comunidad Europea, que se hizo efectiva a
principios de año. En ese mismo año, Nueva Zelanda estableció relaciones
diplomáticas con la República Popular China.
Cuando Kirk murió en 1974, Wallace
Edward Rowling le sucedió en la jefatura del gobierno. En 1975, el Partido
Nacional volvió al poder bajo la dirección de Robert Muldoon, quien fue
reelegido durante un breve periodo de dos años, entre 1978 y 1981. Muldoon
intentó, sin demasiado éxito, arreglar los cada vez más graves problemas
económicos de Nueva Zelanda. Las elecciones de 1984 devolvieron el control del
Parlamento al Partido Laborista, encabezado por David Lange. Bajo su gobierno
se iniciaron grandes reformas económicas y se redujo el control estatal sobre
la economía y las barreras arancelarias. Aunque muchas de sus medidas contaron con
la desaprobación popular, el gobierno laborista volvió a ganar las elecciones
de 1987. Conocedor del precario estado de su salud, Lange dimitió en 1989 y le
sucedió Geoffrey Palmer. En septiembre de 1990, las diferencias internas de un
partido cada vez menos popular, provocaron que Palmer dimitiera en favor de
Michael Moore. En las elecciones de octubre, en las que se luchó principalmente
contra las premisas económicas de la oposición, los laboristas fueron
derrotados por el Partido Nacional, dirigido por James Bolger. El gobierno de
Bolger llevó a cabo un más amplio proceso de reforma, ampliando la
privatización de las industrias estatales e imponiendo fuertes reducciones en
los servicios de bienestar social. Contó con una dura oposición a todas estas medidas
políticas y, en 1992, los neozelandeses votaron en referéndum el cambio del
sistema electoral por un sistema proporcional mixto que incrementaría el poder
de los partidos minoritarios del país. El cambio se confirmó en el referéndum
de 1993, que coincidió con unas elecciones generales. El gobierno Bolger
sobrevivió, pero sólo por mayoría simple. Varios miembros abandonaron el
Partido Nacional en septiembre de 1994 para fundar un partido de centro-derecha
con el que Bolger tuvo que formar coalición para conservar su mayoría
parlamentaria. El sistema de reforma electoral fue incorporado en las
elecciones generales de 1996.
En estas elecciones, además de una alta
participación, se produjo un vuelco en la situación política neozelandesa: el Partido
Nacional obtuvo el mayor número de votos y de escaños (44), pero no la mayoría
absoluta; el Partido Laborista logró 37 escaños y quedó en segundo lugar. Con
estos resultados, la novedad no fue la falta de un claro vencedor, sino el
surgimiento de una fuerza política, denominada Nueva Zelanda Primero, de
carácter nacionalista y populista, que con 17 escaños se convirtió en el
verdadero árbitro de la situación. La nueva ley electoral permitió, además, la
entrada de otros partidos minoritarios, tanto de derechas como de izquierdas.
Tras varias conversaciones, se formó un gobierno de coalición entre el Partido
Nacional, dirigido por James Bolger, y Nueva Zelanda Primero, de Winston
Peters.
En noviembre de 1997 Jenny
Shipley, antigua ministra de Bienestar Social, se convirtió en la primera mujer
que accedía al cargo de primera ministra en la historia de Nueva Zelanda. El
nombramiento fue aprobado por el Partido Nacional, en el poder, después de una
larga negociación con Jim Bolger, que había dimitido de sus cargos de
responsabilidad en el gobierno y en el partido (al frente del cual llevaba 12
años) tras haber perdido la confianza de sus allegados ante el desafío lanzado
por Shipley, una firme rival de la labor de gobierno desarrollada por el
dimisionario primer ministro.
Una de las cuestiones claves del tiempo
de posguerra, y en concreto de los últimos treinta años, ha sido la que atañe a
los derechos de la población maorí. El activismo maorí para el logro de
derechos sociales y económicos fue particularmente intenso durante las décadas
de 1960 y 1970; demandaban la utilización de la lengua maorí en la enseñanza,
medios de comunicación y actos oficiales, además de programas que preservaran
su cultura y arte. Sus peticiones estaban, no obstante, unidas a la devolución
de la tierra según las disposiciones del Tratado de Waitangi. El Tribunal de
Waitangi quedó establecido en 1975, encargado de examinar y hacer
recomendaciones sobre la utilización de las tierras maoríes y sobre las
declaraciones de compensación. A principios de la década de 1990, se
presentaron cerca de 400 demandas ante los tribunales, pero la cuestión que
presentó mayores contenciosos fue la que se refería a grandes extensiones de la
corona, de propiedad estatal. Se establecieron así una serie de acuerdos
individuales con las distintas tribus (como el de 1994 entre la tribu de los
waikato y el gobierno), aunque el lento proceso de negociaciones aumentó las
protestas por parte de los activistas maoríes durante 1994 y 1995. En este
último año, las reivindicaciones se centralizaron en la isla del Norte,
provocando detenciones temporales y la ocupación de algunos lugares de interés
cultural, entre los que estaban el Instituto de Artes y Oficios maoríes,
situado en Rotorua. El 22 de mayo del mismo año, Bolger y Arkinui Te
Atairangikaahu, reina de Tainu (máxima federación tribal del país), firmaron un
acuerdo por el que se establecían las reclamaciones definitivas sobre la
utilización de 50.000 ha de terreno cedidas ilegalmente a los europeos
durante la década de 1860. Esta petición suponía el pago en metálico y la
devolución de la tierra, bajo una tasación gubernamental de un total de 116
millones de dólares. Las tierras vendidas a los colonos no quedaron contempladas
en dicho acuerdo.
Después de nueve años de gobierno
conservador, el Partido Laborista se alzó con la victoria en las elecciones
legislativas del 27 de noviembre de 1999, al obtener el 38,9% de los votos. La
candidata laborista Helen Clark derrotó a la conservadora Jenny Shipley, cabeza
de lista del Partido Nacional, que logró el 30,7 por ciento. El eje de la
campaña electoral de Clark fue la política social; según su programa, de perfil
claramente socialdemócrata, la sanidad, la educación pública, los transportes,
el seguro de desempleo, así como la creación de empleo y de nuevos impuestos
para las rentas más altas, serían prioritarios. Finalizada la legislatura tres
años después, el Partido Laborista repitió victoria en las urnas el 27 de julio
de 2002. Pese a no lograr mayoría absoluta en la Cámara, los 52 escaños que
ganó, gracias al respaldo del 41,4% de los votos emitidos, garantizaron la
continuidad de Clark al frente del gobierno. De igual forma, el nuevo triunfo electoral
laborista del 17 de septiembre de 2005 (obteniendo 50 escaños) permitió una
nueva investidura de Clark.