martes, 23 de julio de 2013

Ciudad


Ciudad, gran núcleo de población organizado como comunidad, una agrupación permanente de casas y personas. La palabra proviene del vocablo latino civitas, que se refería a una comunidad autogobernada. En la antigua Grecia se denominaba a este tipo de comunidad independiente con el término ciudad-estado, y estaba compuesta por el núcleo urbano y los alrededores más inmediatos; los cantones que constituyen la Confederación Helvética (Suiza) no se diferencian mucho de las ciudades en este sentido. Durante la edad media la ciudad coincidía normalmente con la sede episcopal.

Un núcleo de población o asentamiento es el lugar donde viven las personas. El hábitat o poblamiento es el modo en que se agrupan los asentamientos y puede ser disperso (característico del mundo rural, con edificios aislados entre terrenos agropecuarios o forestales) o concentrado, es decir, formado por numerosas edificaciones compactas y próximas, rodeadas de campos. Cuando los asentamientos concentrados crecen en extensión se convierten en pueblos y estos al aumentar en superficie y población pasan a tener el rango de ciudades.

Sin embargo, el término ciudad es poco preciso y carece de una definición universal, utilizándose unas veces criterios cuantitativos, como el número de habitantes y la densidad de población, y en otras ocasiones criterios cualitativos, como la fisonomía urbana y las actividades económicas predominantes. El umbral de población a partir del cual un núcleo de población es considerado ciudad varía de un país a otro; por ejemplo, es de 10.000 habitantes en España y de 200 en Suecia. En una ciudad actual la mayoría de la población está ocupada en el sector servicios (la economía urbana está terciarizada), y un gran porcentaje, en la industria (son casi inexistentes las funciones agrícolas).

Se considera que una ciudad, también denominada urbe, es una creación humana, con escasa presencia de la naturaleza, a excepción de parques y jardines, que se caracteriza por el uso intensivo del territorio, por la aparición de diversas formas de contaminación (atmosférica, acústica…) y de un microclima (isla de calor: situación atmosférica que se presenta en las grandes ciudades y consiste en el rápido aumento de la temperatura desde las afueras hacia el centro urbano, donde los edificios y el asfalto desprenden por la noche el calor acumulado durante el día), y por la existencia de planeamiento urbano o políticas urbanísticas destinadas a diseñar el espacio metropolitano, además de presentar ciertas peculiaridades sociales, tales como la heterogeneidad, la 'cultura urbana' y el elevado grado de interacción social.

Uno de los rasgos más característicos del mundo actual es la concentración de la población en ciudades que presentan: alta densidad demográfica, construcciones en altura y rascacielos, servicios públicos y privados especializados, diversidad de medios e infraestructuras de transporte y de comunicaciones, acceso a diferentes niveles educativos…

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OTRAS DEFINICIONES DE CIUDAD
Según Friedrich Ratzel, geógrafo alemán, una ciudad es: “Una reunión duradera de personas y de viviendas humanas que cubre una gran superficie y se encuentra en la encrucijada de grandes vías comerciales”. Según Eugen Wirth, también geógrafo alemán, es: “Una instalación humana relativamente grande, densa y permanente de individuos socialmente heterogéneos”.

Maximilien Sorre, geógrafo francés define la ciudad como: “Una aglomeración de hombres más o menos considerable, densa y permanente, con un elevado grado de organización social: generalmente independiente para su alimentación del territorio sobre el cual se desarrolla, e implicando por su sistema una vida de relaciones activas, necesarias para el sostenimiento de su industria, de su comercio y de sus funciones”.

Según Max Derruau, geógrafo francés: “La ciudad es una aglomeración duradera (el calificativo es de Ratzel) por oposición a las aglomeraciones temporales, como los mercados de la alta edad media o los mercados actuales del Magreb. Se puede también definir una ciudad por su aspecto exterior, por un paisaje urbano que no es uniforme sino que se define en cada región por el del campo circundante. La ciudad es una aglomeración importante organizada para la vida colectiva y en la que una parte notable de la población vive de actividades no agrícolas”. Paul Claval, también geógrafo francés, describe la ciudad como: “El lugar que permite maximizar el nivel total de interrelación existente en la sociedad”.

Para Aurousseau, geógrafo estadounidense: “Rurales son aquellos sectores de población que se extienden en la región y se dedican a la producción de los artículos primarios que rinde la tierra; los sectores urbanos, en cambio, incluyen a las grandes masas concentradas que no se interesan, al menos en forma inmediata, por la obtención de materias primas, alimenticias, textiles o de confort en general, sino que están vinculadas a los transportes, a las industrias, al comercio, a la instrucción de la población, a la administración del Estado o simplemente a vivir en la ciudad”.

Robert E. Dickinson, otro geógrafo estadounidense, refiriéndose a las ciudades habla de: “Núcleos de poblamiento compacto, dedicados principalmente a ocupaciones no agrícolas. El rasgo peculiar de la ciudad se deduce del modo de vida y de las actividades de sus habitantes; difiere del pueblo en la dedicación de su población, no ligada de forma directa a las faenas agrícolas, que vive y labora en el organismo urbano tomando parte de su vida y organización. El carácter de verdadera ciudad implica la posesión de cierto grado de servicios y organización de la comunidad en forma más o menos equilibrada. Como tal, es objeto de abastecimiento por parte de una zona que incluye a todos los habitantes de los núcleos y regiones de los alrededores”. Kingsley Davis, demógrafo y sociólogo del mismo país que el anterior, describe una ciudad como: “Una comunidad de considerable magnitud y de elevada densidad de población que alberga en su seno una gran variedad de trabajadores especializados no agrícolas, amén de una élite cultural e intelectual”.

El geógrafo español J. M. Casas Torres escribió que: “La ciudad, grande o chica, se abastece desde fuera, no se basta para su aprovisionamiento, y existe en función de una región más amplia a la que organiza, a la que sirve, para la que es el nexo con el resto del mundo”.

Ferdinand von Richthofen, geógrafo alemán, define una ciudad como: “Un agrupamiento cuyos medios de existencia normales consisten en la concentración de formas de trabajo que no están consagradas a la agricultura, sino particularmente al comercio y a la industria”.

René Maunier, sociólogo francés, describe una ciudad como: “Una sociedad compleja, cuya base geográfica es particularmente restringida con relación a su volumen, y cuyo elemento territorial es relativamente débil en cantidad con relación al de sus elementos humanos”.

Para H. Dörries, geógrafo alemán: “Una ciudad se reconoce por su forma más o menos ordenada, cerrada, agrupada alrededor del núcleo fácil de distinguir y con un aspecto muy variado, acompañada de los elementos más diversos”.

Manuel de Terán, geógrafo español, ofreció muchas definiciones de ciudad, como la siguiente: “Una agrupación más o menos grande de personas sobre un espacio relativamente pequeño que ocupan densamente, que utilizan y organizan para habitar y hacer su vida, de acuerdo con su estructura social y su actividad económica y cultural”.

Varios estudiosos de lo urbano hacían hincapié en la peculiar cultura urbana en el pasado siglo. Max Weber, sociólogo alemán, hablaba de que en la ciudad hay un nuevo tipo de comunidad, y señalaba como características esenciales de la misma la existencia de intercambios comerciales, una función política y militar, variedad de instituciones y una organización social relativamente diferenciada. Manuel Castells, geógrafo español, escribió que en una ciudad existe “un sistema específico de normas o valores o, por lo que concierne a los actores, de comportamientos, actitudes y opiniones” y que “la organización social y el sistema cultural dependen de algo más que el número y la heterogeneidad de los individuos; hay que tener también en cuenta la estructura tecno-social, fundamento organizativo de la sociedad”.

Ronald Abler, John S. Adams y Peter Gould, geógrafos anglosajones, definieron una ciudad como: “Una organización espacial de personas y actividades especializadas diseñadas para maximizar los intercambios; a nivel local, la ciudad es el mejor medio de interrelacionar actividades sociales y económicas para máximo beneficio de todas ellas; a nivel regional, aparecen sistemas de ciudades para organizar intercambios entre lugares distantes y para facilitar a las áreas circundantes de carácter no urbano los bienes y servicios que necesitan”.

Jacqueline Beaujeu-Garnier y Georges Chabot, geógrafos franceses, aclararon que: “Nuestra definición se aproximaría a la de H. Bobek, que añade a los elementos reconocidos por todos (continuidad de aglomeración, dimensión suficiente) otra noción difícil de definir, Städtisches Leben; ahora bien, solo podemos definir el modo de vida urbano por oposición al modo de vida rural; caemos en la tautología”.

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PAISAJE URBANO
La Geografía, y en concreto la geografía urbana, estudian las ciudades como elementos organizativos del territorio al ser los principales focos de la actividad social y económica. Para su análisis se deben tener en cuenta varios aspectos: sus funciones, su emplazamiento (lugar topográfico que ocupa: en una llanura, en una cima, en la costa…, muchas veces determinado por la función originaria de la ciudad) y situación (localización en relación a su entorno territorial: accesibilidad, proximidad de vías de comunicación…), sus áreas de influencia y conformación de una red urbana (conurbaciones, aglomeraciones, ciudades satélite o dormitorio…), y la morfología y entramado que presentan.

La ciudad, el medio urbano, muestra una acusada multifuncionalidad que no es tan acentuada en el medio rural. Las principales funciones urbanas, sobre todo en los países desarrollados, son la comercial (incluidas la banca y las finanzas), la industrial y las administrativas y de servicios. Otras funciones complementarias que podrían mencionarse son: la residencial, la religiosa (casos de Roma, Santiago de Compostela, Jerusalén, La Meca…), la militar, la turística y la cultural. Las ciudades de cierta importancia siempre acumulan varias de estas funciones.

Las ciudades suelen localizarse en lugares estratégicos que favorezcan las comunicaciones y las actividades económicas: junto a ríos y costas, en nudos de transporte… Adoptan formas particulares que obedecen a factores de crecimiento muy diversos y que, en general, son fruto de su propia evolución. La historia de una ciudad puede descubrirse al estudiar su plano urbano, pues refleja los cambios en el paisaje urbano que han tenido lugar con el paso del tiempo y su entramado actual: centro y periferia, usos del suelo (residencial, industrial, dotacional…).

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DESARROLLO HISTÓRICO
Las ciudades comenzaron a surgir en el neolítico, cuando los grupos de cazadores y recolectores nómadas adoptaron una vida sedentaria y agrícola. Para protegerse ellos mismos y sus provisiones de alimentos de los ataques de los nómadas depredadores, construían sus viviendas dentro de zonas amuralladas o en espacios con defensas naturales, estructuras que fueron el origen de la acrópolis de las ciudades de la antigua Grecia. También era un factor importante poder disponer de agua, motivo por el cual normalmente se establecían a la orilla de un río o en la costa. Estos asentamientos estables condujeron a la especialización y división del trabajo. Surgieron mercados en los que los artesanos podían cambiar sus productos por otros diferentes; una clase religiosa iba apareciendo y contribuía a la vida intelectual. De este modo las ciudades fueron el lugar adecuado tanto del desarrollo del comercio y de la industria, como del arte y las ciencias, y desempeñaron una función esencial en el nacimiento de las grandes civilizaciones. Entre las ciudades más notables de la antigüedad se encontraban, según el orden de su desarrollo, Tebas, Menfis, Babilonia, Nínive, Susa, Tiro, Cartago y Jerusalén. Se cree que Alejandría llegó a superar los 500.000 habitantes, y que Roma fue aún mayor. Constantinopla, capital del Imperio romano de Oriente, sucedió a Roma como la ciudad más importante de Europa. En el Oriente islámico, durante parte de la edad media, Bagdad, Damasco y El Cairo contaban con las poblaciones más numerosas; Córdoba fue la mayor ciudad del Occidente Islámico y, durante un tiempo, de toda Europa. En el Lejano Oriente, Chang-An (actual Xi'an), la capital de la dinastía Han, era hacia el siglo VI la mayor ciudad del mundo construida con anchas vías públicas trazadas a cordel. En la América precolombina la civilización maya y otras construyeron vastas ciudades de piedra. En América Latina en el siglo VI existía ya la ciudad de Teotihuacán, de 21 km2 con toda clase de servicios. Hacia el siglo IX despuntó la ciudad de Chab Chan (se ha localizado cerca de la actual Trujillo, en Perú): llegó a tener una población de 200.000 habitantes. La ciudad de Cuzco se fundó en el siglo XI y a la llegada de los españoles, a comienzos del XVI, tenía entre 150.000 y 200.000 habitantes.

Tenochtitlan (la actual ciudad de México) se fundó en 1325. Capital del Imperio azteca o méxica pronto inició una expansión que la convirtió en la urbe cabeza de una red de ciudades cercanas, con más de 300.000 habitantes en el momento de la llegada de los españoles.

El desarrollo de las ciudades en Europa fue uno de los signos de la desintegración del feudalismo. A principios del siglo XVI, Europa contaba con 6 ó 7 ciudades con 100.000 o más habitantes, y a finales de siglo ya eran unas 13 ó 14 ciudades. Aunque aumentó la población de las ciudades durante el siglo XVII, la población total de Europa permaneció estacionaria. La mayor urbe del mundo a finales del siglo XVIII era Edo (la actual Tokio), con 1,4 millones de habitantes, resultado de la civilización comercial del periodo Tokugawa.

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CIUDADES MODERNAS
Una de las tendencias notables de los siglos XIX y XX, tras la Revolución Industrial, ha sido el constante crecimiento de las comunidades urbanas a expensas de las zonas rurales (éxodo rural) y de las migraciones internacionales. La proporción de la población urbana aumenta, no solo en los países muy industrializados y terciarizados, sino también en los agrícolas y económicamente menos desarrollados. Las tres causas principales de este crecimiento han sido: el desarrollo del sistema fabril (industrialización), las mejoras del transporte y la mecanización de la agricultura, que redujo la necesidad de mano de obra en el campo. Muchas ciudades modernas fueron concebidas como centros industriales cercanos a las fuentes de materias primas. En la antigua Unión Soviética se construyeron más de 350 ciudades de este tipo. Se han desarrollado varias teorías relacionadas con el espacio urbano, como la teoría del lugar central.

Una de las características del desarrollo urbano moderno es el crecimiento de los suburbios que dependen económicamente del núcleo central de la ciudad. Gran parte de esta creciente población de las ciudades modernas se aloja en el extrarradio. Los habitantes de las zonas más antiguas (núcleos o cascos históricos) de la ciudad van siendo desplazados por la proliferación de comercios e industrias en la periferia; las instalaciones de transporte rápido (autopistas, redes de metro…) hacen posible que las personas que trabajan en la ciudad puedan residir en los distritos más apartados del extrarradio y realicen movimientos pendulares diarios (desplazamientos sistemáticos de la vivienda al trabajo, que están distantes unos pocos kilómetros). Junto a las ciudades se suelen emplazar las empresas industriales (véase Localización industrial).

Tras la II Guerra Mundial, las ciudades de todo el mundo continuaron extendiéndose más allá de sus límites administrativos. Este fenómeno ha determinado la creación de gran número de organismos oficiales y semioficiales para atender a los problemas de las zonas metropolitanas. Por ejemplo, en 1982 se creó, a iniciativa de las ciudades de Lima y Madrid, la Unión de Ciudades Capitales Iberoamericanas (UCCI), organización que agrupa a las capitales iberoamericanas, para la cooperación, promoción y defensa de sus intereses.

El crecimiento del número y del tamaño de las ciudades durante los dos últimos siglos ha sido tan espectacular que se habla de explosión urbana en los albores del siglo XXI. En América Latina se encuentran algunas de las aglomeraciones urbanas más grandes del planeta, conocidas como megalópolis o megaciudades, que superan los 10 millones de habitantes: ciudad de México, São Paulo y Buenos Aires. En todo el planeta aumentan las ciudades que rondan los 5 millones de habitantes.

En este sistema mundo en el que vivimos, existen una serie de ciudades que ejercen una gran influencia internacional, ya que en ellas se toman las decisiones que marcan el ritmo de la economía planetaria y son las impulsoras de la globalización. Son las llamadas metrópolis mundiales, entre las que destacan Nueva York, Londres, París y Tokio. Corresponden con los puntos neurálgicos de la comunicación y están en lo más alto de la jerarquía urbana. En ellas se localizan las sedes de las mayores multinacionales y de las principales organizaciones internacionales, y las bolsas financieras más importantes.



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