Ciudad, gran núcleo de población
organizado como comunidad, una agrupación permanente de casas y personas. La
palabra proviene del vocablo latino civitas, que se refería a una
comunidad autogobernada. En la antigua Grecia se denominaba a este tipo de
comunidad independiente con el término ciudad-estado, y estaba compuesta por el
núcleo urbano y los alrededores más inmediatos; los cantones que constituyen la
Confederación Helvética (Suiza) no se diferencian mucho de las ciudades en este
sentido. Durante la edad media la ciudad coincidía normalmente con la sede
episcopal.
Un núcleo de población
o asentamiento es el lugar donde viven las personas. El hábitat o poblamiento
es el modo en que se agrupan los asentamientos y puede ser disperso
(característico del mundo rural, con edificios aislados entre terrenos
agropecuarios o forestales) o concentrado, es decir, formado por numerosas
edificaciones compactas y próximas, rodeadas de campos. Cuando los
asentamientos concentrados crecen en extensión se convierten en pueblos y estos
al aumentar en superficie y población pasan a tener el rango de ciudades.
Sin embargo, el término
ciudad es poco preciso y carece de una definición universal, utilizándose unas
veces criterios cuantitativos, como el número de habitantes y la densidad de
población, y en otras ocasiones criterios cualitativos, como la fisonomía
urbana y las actividades económicas predominantes. El umbral de población a
partir del cual un núcleo de población es considerado ciudad varía de un país a
otro; por ejemplo, es de 10.000 habitantes en España y de 200 en Suecia. En una
ciudad actual la mayoría de la población está ocupada en el sector servicios
(la economía urbana está terciarizada), y un gran porcentaje, en la industria
(son casi inexistentes las funciones agrícolas).
Se considera que una ciudad,
también denominada urbe, es una creación humana, con escasa presencia de la
naturaleza, a excepción de parques y jardines, que se caracteriza por el uso
intensivo del territorio, por la aparición de diversas formas de contaminación
(atmosférica, acústica…) y de un microclima (isla de calor: situación
atmosférica que se presenta en las grandes ciudades y consiste en el
rápido aumento de la temperatura desde las afueras hacia el centro urbano,
donde los edificios y el asfalto desprenden por la noche el calor acumulado
durante el día), y por la existencia de planeamiento urbano o políticas
urbanísticas destinadas a diseñar el espacio metropolitano, además de presentar
ciertas peculiaridades sociales, tales como la heterogeneidad, la 'cultura
urbana' y el elevado grado de interacción social.
Uno de los rasgos más
característicos del mundo actual es la concentración de la población en
ciudades que presentan: alta densidad demográfica, construcciones en altura y
rascacielos, servicios públicos y privados especializados, diversidad de medios
e infraestructuras de transporte y de comunicaciones, acceso a diferentes
niveles educativos…
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OTRAS DEFINICIONES DE CIUDAD
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Según Friedrich Ratzel,
geógrafo alemán, una ciudad es: “Una reunión duradera de personas y de
viviendas humanas que cubre una gran superficie y se encuentra en la
encrucijada de grandes vías comerciales”. Según Eugen Wirth, también geógrafo
alemán, es: “Una instalación humana relativamente grande, densa y permanente de
individuos socialmente heterogéneos”.
Maximilien Sorre, geógrafo
francés define la ciudad como: “Una aglomeración de hombres más o menos
considerable, densa y permanente, con un elevado grado de organización social:
generalmente independiente para su alimentación del territorio sobre el cual se
desarrolla, e implicando por su sistema una vida de relaciones activas,
necesarias para el sostenimiento de su industria, de su comercio y de sus
funciones”.
Según Max Derruau, geógrafo
francés: “La ciudad es una aglomeración duradera (el calificativo es de Ratzel)
por oposición a las aglomeraciones temporales, como los mercados de la alta
edad media o los mercados actuales del Magreb. Se puede también definir una
ciudad por su aspecto exterior, por un paisaje urbano que no es uniforme sino
que se define en cada región por el del campo circundante. La ciudad es una
aglomeración importante organizada para la vida colectiva y en la que una parte
notable de la población vive de actividades no agrícolas”. Paul Claval, también
geógrafo francés, describe la ciudad como: “El lugar que permite maximizar el
nivel total de interrelación existente en la sociedad”.
Para Aurousseau, geógrafo
estadounidense: “Rurales son aquellos sectores de población que se extienden en
la región y se dedican a la producción de los artículos primarios que rinde la
tierra; los sectores urbanos, en cambio, incluyen a las grandes masas
concentradas que no se interesan, al menos en forma inmediata, por la obtención
de materias primas, alimenticias, textiles o de confort en general, sino que
están vinculadas a los transportes, a las industrias, al comercio, a la
instrucción de la población, a la administración del Estado o simplemente a
vivir en la ciudad”.
Robert E. Dickinson, otro
geógrafo estadounidense, refiriéndose a las ciudades habla de: “Núcleos de
poblamiento compacto, dedicados principalmente a ocupaciones no agrícolas. El
rasgo peculiar de la ciudad se deduce del modo de vida y de las actividades de
sus habitantes; difiere del pueblo en la dedicación de su población, no ligada
de forma directa a las faenas agrícolas, que vive y labora en el organismo
urbano tomando parte de su vida y organización. El carácter de verdadera ciudad
implica la posesión de cierto grado de servicios y organización de la comunidad
en forma más o menos equilibrada. Como tal, es objeto de abastecimiento por
parte de una zona que incluye a todos los habitantes de los núcleos y regiones
de los alrededores”. Kingsley Davis, demógrafo y sociólogo del mismo país que
el anterior, describe una ciudad como: “Una comunidad de considerable magnitud
y de elevada densidad de población que alberga en su seno una gran variedad de
trabajadores especializados no agrícolas, amén de una élite cultural e
intelectual”.
El geógrafo español J.
M. Casas Torres escribió que: “La ciudad, grande o chica, se abastece desde
fuera, no se basta para su aprovisionamiento, y existe en función de una región
más amplia a la que organiza, a la que sirve, para la que es el nexo con el resto
del mundo”.
Ferdinand von Richthofen,
geógrafo alemán, define una ciudad como: “Un agrupamiento cuyos medios de
existencia normales consisten en la concentración de formas de trabajo que no
están consagradas a la agricultura, sino particularmente al comercio y a la
industria”.
René Maunier, sociólogo
francés, describe una ciudad como: “Una sociedad compleja, cuya base geográfica
es particularmente restringida con relación a su volumen, y cuyo elemento
territorial es relativamente débil en cantidad con relación al de sus elementos
humanos”.
Para H. Dörries, geógrafo
alemán: “Una ciudad se reconoce por su forma más o menos ordenada, cerrada,
agrupada alrededor del núcleo fácil de distinguir y con un aspecto muy variado,
acompañada de los elementos más diversos”.
Manuel de Terán, geógrafo
español, ofreció muchas definiciones de ciudad, como la siguiente: “Una
agrupación más o menos grande de personas sobre un espacio relativamente
pequeño que ocupan densamente, que utilizan y organizan para habitar y hacer su
vida, de acuerdo con su estructura social y su actividad económica y cultural”.
Varios estudiosos de lo
urbano hacían hincapié en la peculiar cultura urbana en el pasado siglo. Max
Weber, sociólogo alemán, hablaba de que en la ciudad hay un nuevo tipo de comunidad,
y señalaba como características esenciales de la misma la existencia de
intercambios comerciales, una función política y militar, variedad de
instituciones y una organización social relativamente diferenciada. Manuel
Castells, geógrafo español, escribió que en una ciudad existe “un sistema
específico de normas o valores o, por lo que concierne a los actores, de
comportamientos, actitudes y opiniones” y que “la organización social y el
sistema cultural dependen de algo más que el número y la heterogeneidad de los
individuos; hay que tener también en cuenta la estructura tecno-social,
fundamento organizativo de la sociedad”.
Ronald Abler, John S.
Adams y Peter Gould, geógrafos anglosajones, definieron una ciudad como: “Una
organización espacial de personas y actividades especializadas diseñadas para
maximizar los intercambios; a nivel local, la ciudad es el mejor medio de
interrelacionar actividades sociales y económicas para máximo beneficio de
todas ellas; a nivel regional, aparecen sistemas de ciudades para organizar
intercambios entre lugares distantes y para facilitar a las áreas circundantes
de carácter no urbano los bienes y servicios que necesitan”.
Jacqueline Beaujeu-Garnier
y Georges Chabot, geógrafos franceses, aclararon que: “Nuestra definición se
aproximaría a la de H. Bobek, que añade a los elementos reconocidos por todos
(continuidad de aglomeración, dimensión suficiente) otra noción difícil de
definir, Städtisches Leben; ahora bien, solo podemos definir el modo de
vida urbano por oposición al modo de vida rural; caemos en la tautología”.
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PAISAJE URBANO
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La Geografía, y en concreto
la geografía urbana, estudian las ciudades como elementos organizativos del
territorio al ser los principales focos de la actividad social y económica.
Para su análisis se deben tener en cuenta varios aspectos: sus funciones, su
emplazamiento (lugar topográfico que ocupa: en una llanura, en una cima, en la
costa…, muchas veces determinado por la función originaria de la ciudad) y
situación (localización en relación a su entorno territorial: accesibilidad,
proximidad de vías de comunicación…), sus áreas de influencia y conformación de
una red urbana (conurbaciones, aglomeraciones, ciudades satélite o
dormitorio…), y la morfología y entramado que presentan.
La ciudad, el medio urbano,
muestra una acusada multifuncionalidad que no es tan acentuada en el medio
rural. Las principales funciones urbanas, sobre todo en los países
desarrollados, son la comercial (incluidas la banca y las finanzas), la
industrial y las administrativas y de servicios. Otras funciones
complementarias que podrían mencionarse son: la residencial, la religiosa
(casos de Roma, Santiago de Compostela, Jerusalén, La Meca…), la militar, la
turística y la cultural. Las ciudades de cierta importancia siempre acumulan
varias de estas funciones.
Las ciudades suelen localizarse
en lugares estratégicos que favorezcan las comunicaciones y las actividades
económicas: junto a ríos y costas, en nudos de transporte… Adoptan formas
particulares que obedecen a factores de crecimiento muy diversos y que, en
general, son fruto de su propia evolución. La historia de una ciudad puede
descubrirse al estudiar su plano urbano, pues refleja los cambios en el paisaje
urbano que han tenido lugar con el paso del tiempo y su entramado actual:
centro y periferia, usos del suelo (residencial, industrial, dotacional…).
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DESARROLLO HISTÓRICO
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Las ciudades comenzaron
a surgir en el neolítico, cuando los grupos de cazadores y recolectores nómadas
adoptaron una vida sedentaria y agrícola. Para protegerse ellos mismos y sus
provisiones de alimentos de los ataques de los nómadas depredadores, construían
sus viviendas dentro de zonas amuralladas o en espacios con defensas naturales,
estructuras que fueron el origen de la acrópolis de las ciudades de la antigua
Grecia. También era un factor importante poder disponer de agua, motivo por el
cual normalmente se establecían a la orilla de un río o en la costa. Estos
asentamientos estables condujeron a la especialización y división del trabajo.
Surgieron mercados en los que los artesanos podían cambiar sus productos por
otros diferentes; una clase religiosa iba apareciendo y contribuía a la vida intelectual.
De este modo las ciudades fueron el lugar adecuado tanto del desarrollo del
comercio y de la industria, como del arte y las ciencias, y desempeñaron una
función esencial en el nacimiento de las grandes civilizaciones. Entre las
ciudades más notables de la antigüedad se encontraban, según el orden de su
desarrollo, Tebas, Menfis, Babilonia, Nínive, Susa, Tiro, Cartago y Jerusalén.
Se cree que Alejandría llegó a superar los 500.000 habitantes, y que Roma fue
aún mayor. Constantinopla, capital del Imperio romano de Oriente, sucedió a
Roma como la ciudad más importante de Europa. En el Oriente islámico, durante
parte de la edad media, Bagdad, Damasco y El Cairo contaban con las poblaciones
más numerosas; Córdoba fue la mayor ciudad del Occidente Islámico y, durante un
tiempo, de toda Europa. En el Lejano Oriente, Chang-An (actual Xi'an), la
capital de la dinastía Han, era hacia el siglo VI la mayor ciudad del mundo
construida con anchas vías públicas trazadas a cordel. En la América
precolombina la civilización maya y otras construyeron vastas ciudades de
piedra. En América Latina en el siglo VI existía ya la ciudad de Teotihuacán,
de 21 km2 con toda clase de servicios. Hacia el siglo IX despuntó la
ciudad de Chab Chan (se ha localizado cerca de la actual Trujillo, en Perú):
llegó a tener una población de 200.000 habitantes. La ciudad de Cuzco se fundó
en el siglo XI y a la llegada de los españoles, a comienzos del XVI, tenía
entre 150.000 y 200.000 habitantes.
Tenochtitlan (la actual
ciudad de México) se fundó en 1325. Capital del Imperio azteca o méxica pronto
inició una expansión que la convirtió en la urbe cabeza de una red de ciudades
cercanas, con más de 300.000 habitantes en el momento de la llegada de los
españoles.
El desarrollo de las ciudades
en Europa fue uno de los signos de la desintegración del feudalismo. A
principios del siglo XVI, Europa contaba con 6 ó 7 ciudades con 100.000 o más
habitantes, y a finales de siglo ya eran unas 13 ó 14 ciudades. Aunque aumentó
la población de las ciudades durante el siglo XVII, la población total de
Europa permaneció estacionaria. La mayor urbe del mundo a finales del siglo
XVIII era Edo (la actual Tokio), con 1,4 millones de habitantes, resultado de
la civilización comercial del periodo Tokugawa.
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CIUDADES MODERNAS
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Una de las tendencias
notables de los siglos XIX y XX, tras la Revolución Industrial, ha sido el
constante crecimiento de las comunidades urbanas a expensas de las zonas
rurales (éxodo rural) y de las migraciones internacionales. La proporción de la
población urbana aumenta, no solo en los países muy industrializados y
terciarizados, sino también en los agrícolas y económicamente menos
desarrollados. Las tres causas principales de este crecimiento han sido: el
desarrollo del sistema fabril (industrialización), las mejoras del transporte y
la mecanización de la agricultura, que redujo la necesidad de mano de obra en
el campo. Muchas ciudades modernas fueron concebidas como centros industriales
cercanos a las fuentes de materias primas. En la antigua Unión Soviética se
construyeron más de 350 ciudades de este tipo. Se han desarrollado varias
teorías relacionadas con el espacio urbano, como la teoría del lugar central.
Una de las características
del desarrollo urbano moderno es el crecimiento de los suburbios que dependen
económicamente del núcleo central de la ciudad. Gran parte de esta creciente
población de las ciudades modernas se aloja en el extrarradio. Los habitantes
de las zonas más antiguas (núcleos o cascos históricos) de la ciudad van siendo
desplazados por la proliferación de comercios e industrias en la periferia; las
instalaciones de transporte rápido (autopistas, redes de metro…) hacen posible
que las personas que trabajan en la ciudad puedan residir en los distritos más
apartados del extrarradio y realicen movimientos pendulares diarios
(desplazamientos sistemáticos de la vivienda al trabajo, que están distantes
unos pocos kilómetros). Junto a las ciudades se suelen emplazar las empresas
industriales (véase Localización industrial).
Tras la II Guerra Mundial,
las ciudades de todo el mundo continuaron extendiéndose más allá de sus límites
administrativos. Este fenómeno ha determinado la creación de gran número de
organismos oficiales y semioficiales para atender a los problemas de las zonas
metropolitanas. Por ejemplo, en 1982 se creó, a iniciativa de las ciudades de
Lima y Madrid, la Unión de Ciudades Capitales Iberoamericanas (UCCI),
organización que agrupa a las capitales iberoamericanas, para la cooperación,
promoción y defensa de sus intereses.
El crecimiento del número
y del tamaño de las ciudades durante los dos últimos siglos ha sido tan
espectacular que se habla de explosión urbana en los albores del siglo XXI. En
América Latina se encuentran algunas de las aglomeraciones urbanas más grandes
del planeta, conocidas como megalópolis o megaciudades, que superan los 10
millones de habitantes: ciudad de México, São Paulo y Buenos Aires. En todo el
planeta aumentan las ciudades que rondan los 5 millones de habitantes.
En este sistema mundo
en el que vivimos, existen una serie de ciudades que ejercen una gran
influencia internacional, ya que en ellas se toman las decisiones que marcan el
ritmo de la economía planetaria y son las impulsoras de la globalización. Son
las llamadas metrópolis mundiales, entre las que destacan Nueva York, Londres,
París y Tokio. Corresponden con los puntos neurálgicos de la comunicación y
están en lo más alto de la jerarquía urbana. En ellas se localizan las sedes de
las mayores multinacionales y de las principales organizaciones
internacionales, y las bolsas financieras más importantes.
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