Mecanismo de tipos de
cambio (MTC), acuerdo adoptado en marzo de 1979, al mismo tiempo que se creó el
Sistema Monetario Europeo (SME), por los países de la Unión Europea (UE) para
fijar un mecanismo de control que limitara las fluctuaciones de los tipos de
cambio de los países miembros. Los países del SME también acordaron ayudarse en
el plano financiero y crear una unidad de cuenta y cambio única, el ECU, para
los estados de la UE. Los tipos de cambio de los países miembros del SME se
establecían en función del ECU (aunque en la práctica el centro del sistema era
el marco alemán).
Los miembros
fundadores del SME en 1979 fueron Bélgica, Dinamarca, Francia, Alemania,
Irlanda, Italia, Luxemburgo, los Países Bajos y el Reino Unido. Todos ellos,
menos este último, acordaron participar en el MTC, que era el núcleo del SME.
El Reino Unido entró en el MTC en 1990. España y Portugal, que se incorporaron
a la Comunidad Europea en 1986, pasaron a formar parte del MTC en 1989 y 1992
respectivamente. El MTC sufrió una grave crisis en septiembre de 1992 cuando
Italia y el Reino Unido lo abandonaron. En enero de 1995, Austria, Finlandia y
Suecia se integraron en la UE y en el SME, si bien ya en la fase de transición
hacia el euro.
El principal aspecto
del MTC consistía en que cada país se comprometía a mantener y defender su
propio tipo de cambio y el de los demás países con respecto a su moneda con un
margen de fluctuación del ±2,25% con respecto a la paridad central. (De un modo
excepcional Italia, el Reino Unido y España tenían un margen de fluctuación del
6%). Es necesario señalar que el MTC no era un sistema de tipos de cambio fijos
en sentido estricto. La paridad central podía variarse bajo acuerdo de todos
los países. Por lo tanto era un sistema de tipos de cambio ajustables, como el
que se estableció tras la II Guerra Mundial en la Conferencia de Bretton Woods
pero que en 1973 desapareció.
El MTC del SME se
creó con la pretensión de proporcionar una estabilidad de tipos de cambio que
se consideraba indispensable para estimular el comercio y la inversión en el
seno de la UE. El sistema funcionaba porque las paridades eran, en la práctica,
lo bastante flexibles. Entre 1979 y 1987 se produjeron 11 realineamientos de
los tipos de cambio, siempre por devaluaciones de una o más monedas frente al
marco alemán. Otro de los factores que contribuyeron a la supervivencia del
sistema fue que Francia e Italia ejercían controles sobre los movimientos de
capital. Aunque éstos no eran totales, ayudaban a reducir los grandes
movimientos de capitales con fines especulativos.
Los realineamientos
de los tipos de cambio se hicieron cada vez más esporádicos a partir de 1983 y
después de 1987 no se produjo ninguno más hasta la crisis de septiembre de
1992. Durante este periodo el objetivo del MTC era servir de anclaje
antiinflacionista al sistema. La idea principal era que al fijar el tipo de
cambio con relación al marco alemán disminuirían las expectativas
inflacionistas y por tanto las exigencias salariales. No se puede negar que las
tasas de inflación de los países miembros del SME disminuyeron mucho. Sin
embargo, que esto se debiera al MTC del sistema es más controvertido ya que las
tasas de inflación de Estados Unidos y del Reino Unido también disminuyeron. En
cualquier caso, el interés por reducir la tasa de inflación llevó a que el
Reino Unido se integrara en el sistema en 1990 y a que Italia pasara de la
banda ancha del 6% a la banda de fluctuación estrecha del 2,25%.
En septiembre de 1992
se produjo una importante crisis especulativa en el sistema. Los esfuerzos para
mantener tipos de cambio fijos estaban condenados al fracaso por las
importantes presiones. De éstas, la mayor se debió a la reunificación alemana.
El déficit fiscal de Alemania aumentó, pero la política monetaria seguía siendo
restrictiva para evitar las presiones inflacionistas; los tipos de interés
alemanes aumentaron, presionando al alza los tipos de interés de los demás
países de la Unión. Francia y el Reino Unido, que estaban atravesando una recesión
económica, querían evitar esa subida, pues necesitaban mantener bajos sus tipos
de interés, lo cual era incompatible con la fijación del tipo de cambio.
Además, la inflación en Italia, España y el Reino Unido, a pesar de ser menor
que la registrada con anterioridad en sus países, era muy superior a la
alemana. Debido a esta diferencia, las paridades de los tipos de cambio no eran
compatibles con sus objetivos de competitividad. La principal razón política de
la crisis fueron las dudas que se crearon en cuanto a la firmeza del compromiso
de los países para lograr la unión monetaria. El ataque especulativo sobre las
monedas se produjo tras el referéndum danés sobre el Tratado de Maastricht, que
tuvo un resultado negativo, justo antes de que se produjera el plebiscito
francés, cuyo resultado era muy incierto (a la postre, se logró el respaldo al
Tratado con un escaso margen).
Tras la crisis
especulativa, Italia y el Reino Unido dejaron flotar con libertad sus monedas,
abandonando el MTC. Los demás países permanecieron a efectos formales dentro
del sistema, aunque algunos (España, Portugal e Irlanda) devaluaron sus monedas
en varias ocasiones. Francia logró mantener su tipo de cambio durante algún
tiempo. Tras una nueva crisis especulativa en julio de 1993, los márgenes de
fluctuación se ampliaron al ±15%. En esta ocasión, la crisis afectó al franco
francés que sólo se depreció de un modo casi inapreciable gracias al apoyo del
Bundesbank. Pero con estos nuevos márgenes de fluctuación el objetivo de limitar
la variación de los tipos de cambio para evitar tensiones inflacionistas era
inalcanzable. El MTC fue el sistema de tipos de cambio cuasi fijos más
importante desde la ruptura del sistema creado en Bretton Woods. Resulta una
paradoja que los dos sufrieran el mismo desenlace, lo que demuestra la
dificultad de mantener un sistema de cambios fijos cuando los diferenciales de
inflación de los países del sistema son demasiado grandes y existen
fluctuaciones en la economía global.
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