domingo, 23 de septiembre de 2012

Francia


Francia (nombre oficial, République Française, República Francesa), país de Europa occidental que limita al norte con el canal de la Mancha y el estrecho de Dover o paso de Calais; al noreste con Bélgica, Luxemburgo y Alemania; al este con Alemania, Suiza e Italia; al sureste con el mar Mediterráneo; al sur con España; al suroeste con el golfo de Vizcaya; y al oeste con el océano Atlántico. Francia presenta una forma aproximadamente hexagonal, con una longitud máxima (norte-sur) de unos 965 km y una anchura que alcanza los 935 kilómetros. París es la capital y la ciudad más grande del país. La República comprende diez posesiones de ultramar, entre las que se encuentran los departamentos de Guayana Francesa, en Sudamérica, Martinica y Guadalupe en las Indias Occidentales, y la isla Reunión en el océano Índico. Además, cabe mencionar las dependencias territoriales de Saint Pierre y Miquelon, Mayotte, Nueva Caledonia, Polinesia Francesa, las Tierras Australes y Antárticas Francesas, y las islas Wallis y Futuna. La superficie total de la Francia metropolitana es de 543.965 km², incluida la isla de Córcega, en el mar Mediterráneo.
2
TERRITORIO Y RECURSOS
Los principales rasgos fisiográficos de Francia los constituyen sus fronteras naturales orientales y meridionales, una meseta central meridional, y, contigua a ésta, una vasta región de llanuras onduladas. Una serie de cadenas montañosas, que engloban parte de las cordilleras de los Alpes y del Jura, forman los límites naturales con Italia y Suiza. Las laderas y las estribaciones de estas cordilleras dominan el área oriental de la meseta central meridional. La mayoría de las montañas alpinas que se extienden a lo largo de la frontera francesa superan los 3.900 m de altitud; el Mont Blanc (4.810 m) es el segundo pico más alto del continente. El Jura, que alcanza una altitud máxima de 1.718 m, dibuja la frontera oriental de Francia desde el valle del Ródano hasta la depresión de Belfort, donde confluyen las cuencas de los ríos Rin y Saona; desde el borde de esta depresión, en la esquina noreste de Francia, el Rin define la frontera con Alemania. Las montañas de los Vosgos, que se extienden al norte desde la depresión de Belfort, dominan la región comprendida entre los ríos Mosela y Rin, con picos que alcanzan los 1.424 m de altitud. Los Pirineos, que se sitúan a lo largo de la frontera franco-española desde el mar Mediterráneo hasta el golfo de Vizcaya, forman el otro límite natural de Francia. El Vignemale (3.298 m) constituye la mayor elevación de los Pirineos franceses. Existen pocos pasos que atraviesen esta alineación montañosa; circunstancia que tradicionalmente impidió el comercio activo entre Francia y España. Sin embargo, los Alpes y otras cordilleras orientales poseen varias depresiones y puertos de montaña, entre los que cabe destacar el del Gran San Bernardo.
La meseta central meridional, denominada macizo Central, está separada de la región oriental de tierras altas por el valle del río Ródano y muestra un relieve y una estructura irregulares. La meseta, que se levanta gradualmente hacia el norte y el oeste, se caracteriza por afloramientos volcánicos, páramos calizos y, más hacia el sur, por las Cevenas, una cordillera que se eleva a partir de las depresiones costeras mediterráneas y constituye el límite suroriental del macizo Central francés.
La región de las llanuras, el sector más extenso del territorio francés, es una proyección de la gran llanura europea. Excepto por la presencia de unas cuantas colinas, principalmente en la parte centro-occidental, las llanuras francesas consisten en tierras bajas muy poco onduladas, situadas a unos 200 m de altitud. La fértil región de las llanuras la componen los valles de los ríos Sena, Loira y Garona. Éstos y sus numerosos afluentes drenan la vertiente atlántica de Francia. El río Ródano, el mayor y más caudaloso del país, y sus afluentes, particularmente el Saona, el Isère y el Durance, recorren la región de los Alpes franceses. Los principales afluentes del río Sena (principal arteria fluvial) son: el Aube, el Marne, el Oise y el Yonne. Francia tiene pocos lagos; el más destacado, el lago Léman, se encuentra en la frontera franco-suiza y pertenece en su mayor parte a Suiza.
La línea costera francesa tiene una longitud aproximada de 3.140 km y relativamente pocos puertos naturales. El litoral septentrional, a lo largo del canal de la Mancha, presenta una longitud de 1.130 km y está interrumpido por numerosos promontorios, estuarios y accidentes menores, algunos de los cuales constituyen fondeaderos seguros. En esta parte, destaca la ciudad portuaria de El Havre. La construcción de espigones ha dado lugar a la formación de numerosos puertos, como el de Cherburgo. La costa occidental de Francia, bañada por el océano Atlántico, tiene una longitud de 1.390 km (incluido el golfo de Vizcaya); desde la península de Bretaña hasta la Gironda, pone de manifiesto un perfil irregular y, excepto en Bretaña, es arenosa y de poca altitud. Los puertos principales en esta área son los de Brest, Lorient y Saint-Nazaire. Burdeos se encuentra en el interior del estuario de Gironda, a partir del cual la costa está constituida por dunas y pequeños lagos rodeados por terrenos áridos. Los mejores puertos naturales de Francia, como Marsella, Tolón y Niza, se encuentran en el Mediterráneo, aunque la mayor parte del litoral mediterráneo francés, de unos 620 km de longitud, es rocoso y de aguas poco profundas.
2.1
Clima
El clima de Francia es templado en términos generales, pero existen considerables contrastes regionales; por ejemplo, el área costera del sureste, goza de un clima mediterráneo con veranos secos y cálidos e inviernos suaves, mientras en la meseta del interior, las montañas y las regiones de las tierras altas orientales el clima se vuelve continental. El clima oceánico es característico de las regiones de Bretaña y Normandía y se extiende a toda la zona occidental de Francia. Las temperaturas en el litoral atlántico están suavizadas por las corrientes oceánicas y los vientos dominantes del suroeste. La temperatura media de París en el mes de enero es de 3,2 ºC y de 19,5 ºC en julio; en Estrasburgo, la temperatura media del mes de enero es de 0,8 ºC y en julio de 19,1 ºC; en Niza, de 8,3 ºC en enero y de 22,4 ºC en julio; y en Lyon, es de 2 ºC en enero y de 21 ºC en julio. Las precipitaciones son abundantes durante todo el año en el oeste, y en el este aumentan con la altitud y durante los meses de primavera y otoño. La precipitación media es de 585 mm anuales en París y de 813 mm en Lyon. Las variaciones de precipitación oscilan entre los 1.397 mm anuales en las áreas montañosas y los 254 mm en ciertas áreas de las tierras bajas septentrionales. Una de las peculiaridades meteorológicas del sur de Francia es el mistral, un viento muy fuerte procedente de la meseta central que sopla hacia la región mediterránea.
2.2
Recursos naturales
Francia presenta una excelente distribución de sus recursos mineros y agrícolas. El país es uno de los principales productores del mundo en mineral de hierro y de carbón. Además, tiene notables depósitos de antimonio, bauxita, magnesio, pirita, tungsteno, sal, potasio, materiales radiactivos, plomo y cinc. Está en pleno desarrollo la producción de gas natural, petróleo y azufre.
Por otro lado, Francia cuenta con grandes extensiones de suelos fértiles; entre ellos, los más ricos son los formados por los sedimentos marinos en la cuenca de París y los suelos aluviales bien drenados de los valles más bajos de los ríos Sena y Somme.
2.3
Flora y fauna
La flora autóctona de Francia alberga toda la variedad característica de Europa continental, desde los líquenes y musgos árticos alpinos hasta las especies típicas mediterráneas, como el olivo y el naranjo. En los bosques, que cubren 16 millones de ha (el 28% de la superficie del país), se encuentran varias especies tanto de coníferas como de caducifolias. Los principales árboles forestales son el castaño, el haya, el roble, el alcornoque, el nogal, el abeto y el pino.
Como en el resto de Europa occidental, la fauna de Francia cuenta con pocas especies representativas de los grandes mamíferos; los más comunes son los ciervos y los zorros. La gamuza se encuentra en las altas regiones de los Alpes, y el lobo y el jabalí sobreviven en las remotas áreas boscosas. Entre los pequeños animales destacan el puercoespín y varios carnívoros de la familia de las comadrejas. Francia posee una abundante variedad de aves, tanto especies autóctonas como migratorias. Los reptiles son escasos y el único ejemplar venenoso es la víbora. La carpa es el pez más característico de agua dulce, mientras que el bacalao, el arenque, la pescadilla, la caballa, la platija, la sardina y el atún, entre otros, pueblan las aguas marinas.
2.4
Temas medioambientales
Algunos de los ríos de Francia están contaminados por los residuos industriales y por las aguas residuales procedentes de la actividad agrícola. Se está intentando mejorar la calidad del agua mediante la construcción de plantas de tratamiento y la imposición de multas por contaminación. En las principales ciudades, la contaminación atmosférica, provocada por los automóviles y los combustibles fósiles, constituye un grave problema medioambiental. Francia obtiene el 76,24% de la electricidad que consume de 58 centrales nucleares (1992) y el resto a partir de carbón, petróleo y energía hidroeléctrica. Gracias a su enorme dependencia de la energía nuclear, es uno de los países industrializados que emite menos dióxido de carbono.
La historia de la conservación de la tierra en Francia se remonta a la edad media, cuando se determinó el uso que podía hacerse de ciertos bosques. En 1930, el gobierno de Francia aprobó la primera legislación sobre medioambiente y desde entonces ha creado varias leyes que establecen la autoridad y el deber del Estado en la protección de los diferentes tipos de hábitats. Existen varios parques nacionales y reservas regionales, así como reservas naturales situadas a la orilla del mar, de lagos y ríos, repartidos por diferentes puntos del país. Francia posee siete reservas de biosfera como parte de su compromiso con el programa El Hombre y la Biosfera de la UNESCO. Cinco de ellos están en la parte continental de Francia y otros dos, en territorios franceses.
Francia posee una fauna muy variada y aproximadamente el 40% de las especies vegetales de Europa existen en este país. Alrededor de una cuarta parte de Francia se encuentra cubierta por bosques y montes arbolados, y cerca del 11,7% (1997) de la superficie del país está protegida. Algunos bosques han sufrido los efectos de la lluvia ácida.
Francia firmó el Convenio sobre el Patrimonio de la Humanidad en 1975 y ratificó el Convenio de Ramsar sobre zonas húmedas, en 1986. Además, pertenece a los acuerdos internacionales sobre contaminación atmosférica, cambios climáticos, capa de ozono, residuos peligrosos, vertido de residuos al mar, contaminación naval, vida marina, especies en peligro de extinción, madera tropical y caza de ballenas.
3
POBLACIÓN
Más del 90% de la población ha nacido en Francia y es en su mayoría blanca. Entre los extranjeros, predominan los italianos, los españoles, los portugueses, los polacos y los africanos occidentales y del norte.
3.1
Características de la población
La población (según estimaciones para 2008) era de 64.094.658 habitantes, lo que da una densidad de población de 100 hab/km². Alrededor del 77% vive en núcleos urbanos.
3.2
Divisiones administrativas
Francia, incluyendo Córcega, está compuesta por 22 regiones, que se subdividen en 96 departamentos. Las regiones son: Île-de-France, Ródano-Alpes, Norte-Paso de Calais, Alsacia, Aquitania, Auvernia, Baja Normandía, Borgoña, Bretaña, Centro, Champaña-Ardenas, Córcega, Franco Condado, Alta Normandía, Languedoc-Rosellón, Lemosín, Lorena, Pirineos Centrales, País del Loira, Picardía, Poitou-Charentes y Provenza-Alpes-Costa Azul.
3.3
Ciudades principales
La capital y ciudad más importante de Francia es París, con una población de 2.153.600 habitantes (según datos de 2005), y en el total del área metropolitana 9.794.337 habitantes (2003). Marsella (820.900 habitantes y 1.372.838 habitantes incluida el área metropolitana) es un importante puerto; y Lyon (466.400 habitantes y 1.390.572 habitantes incluida el área metropolitana) un centro industrial especializado en el sector textil. Otras grandes ciudades son Toulouse (435.000 habitantes), centro industrial y comercial; Niza (347.900 habitantes), centro turístico; Estrasburgo (272.700 habitantes), puerto del Rin y centro industrial y comercial; Nantes (281.800 habitantes), notable por sus refinerías de azúcar, astilleros y otras industrias; Burdeos (230.600 habitantes), puerto marítimo y centro industrial y de producción de vinos; y Montpellier (244.300 habitantes), centro industrial y comercial.
3.4
Religión
El catolicismo es la religión que profesan aproximadamente el 75% de los franceses. Le siguen en importancia el islam, el protestantismo y el judaísmo. Durante el siglo XIX, el Estado subvencionó a las religiones cristiana y judía. En 1905, debido a la oposición popular a la influencia política de la Iglesia católica y a su control sobre la educación pública, la legislación prohibió la financiación del clero católico, protestante y judío con fondos públicos. Por las disposiciones de esta legislación y de otras posteriores, el gobierno francés retiró el reconocimiento oficial a las citadas religiones.
3.5
Lenguas oficiales y habladas
El idioma oficial es el francés, pero además perduran lenguas regionales en varias áreas. Así, por ejemplo, en Bretaña, algunas personas hablan el bretón; en las regiones montañosas de los Pirineos occidentales se habla la lengua vasca; el catalán y el provenzal en algunas zonas de Provenza; en Flandes se mantiene el flamenco; y en Alsacia y Lorena también se habla el alemán. El dialecto alemán que se utiliza en Alsacia se denomina alsaciano.
4
EDUCACIÓN Y CULTURA
La educación y la cultura francesas han tenido una gran influencia a lo largo de la historia.
4.1
Educación
Los centros educativos de Francia, empezando por las universidades surgidas en la edad media, en particular la Universidad de París (siglo XII), y continuando con las universidades modernas y las escuelas técnicas, han servido de modelos académicos para todo el mundo. Entre las personalidades francesas que han ejercido una notable influencia en la educación están: Pedro Abelardo (siglo XII), Michel de Montaigne (siglo XVI), François Fénelon (siglo XVIII), Jean-Jacques Rousseau (siglo XVIII) y Victor Cousin (siglo XIX).
La centralización de la administración escolar, con el Estado ejerciendo el control de la educación, se llevó a cabo durante el mandato de Napoleón I Bonaparte, entre 1806 y 1808. El sistema educativo moderno se basa en las leyes decretadas entre 1881 y 1886 durante la permanencia de Jules Ferry al frente del ministerio de Educación. Estas leyes estipulan la educación pública gratuita y obligatoria bajo el completo control estatal. Entre las modificaciones posteriores destacan el establecimiento de la gratuidad para la enseñanza secundaria y las escuelas técnicas, la separación de la Iglesia y el Estado en cuestiones educativas (1905), la legislación de ayudas a las escuelas privadas, incluso a las que tienen afiliaciones religiosas (1951 y 1959), y la ampliación de la obligatoriedad de la escolarización hasta la edad de 16 años (1959). En respuesta a la enérgica demanda de los estudiantes, el presidente Charles de Gaulle y su gabinete aprobaron reformas educativas en 1968. El nuevo sistema acabó con el control estatal sobre los presupuestos, programas de estudios y puestos de trabajo de los profesores en todo el país. En su lugar se establecieron unidades educativas en varios niveles, se dio a las facultades el control sobre el personal trabajador y se permitió a los estudiantes tener mayor representación en la vida universitaria; también se abolió la potestad del profesorado universitario, que ocupaba la cátedra de forma vitalicia, para votar nuevos nombramientos y las universidades establecieron estructuras departamentales más democráticas. Varias de las grandes universidades se reestructuraron en pequeñas unidades y el número de éstas aumentó de 23 a 70 en la década de 1980.
4.1.1
Educación elemental y secundaria
Con fines administrativos, el país está dividido en 27 distritos docentes denominados académies. En 2000 unos 3,8 millones de alumnos asistían a 41.244 escuelas elementales. Alrededor de 5,9 millones de estudiantes se inscribieron en las escuelas secundarias.
4.1.2
Educación superior o universitaria
Cerca de 2 millones de estudiantes se registraron en las facultades e instituciones universitarias de Francia en el curso 2001–2002. Junto a las Universidades de París I-XIII, destacan las de Aix-Marseille I-III, las de Lille I-III, las de Lyon I-III, las de Nancy I-II y las de Estrasburgo I-III.
4.2
Cultura
La cultura francesa está íntimamente relacionada con el desarrollo cultural del mundo occidental, en particular en las áreas de las artes y de las letras. París ha sido considerada durante mucho tiempo como el origen de la cultura francesa. Durante la edad media, Francia fue un destacado foco cultural en Europa; después, la riqueza de la monarquía francesa en los siglos XVI, XVII y XVIII subvencionó el arte a una escala comparable con la del Papado, lo que atrajo a París a la mayoría de los talentos artísticos de Europa. El aumento de la riqueza también permitió el crecimiento de una clase acomodada, que tenía tiempo y medios para practicar la elegancia en el vestir, en el comportamiento social, en la arquitectura y en el diseño, desarrollando unos estilos y unas formas sociales que todavía perduran en la cultura occidental. En el siglo XX, el cine francés asumió una posición importante en el mundo, particularmente en la década de 1960 con el grupo de directores cinematográficos de la nouvelle vague (‘nueva ola’).
4.2.1
Literatura
Véase Literatura francesa.
4.2.2
Pintura y arquitectura
Francia ha sido la cuna de muchos pintores mundialmente famosos y de importantes movimientos pictóricos, como el impresionismo. Entre los pintores manieristas franceses del siglo XVI destacan Jean Clouet y su hijo François; durante el barroco, en el siglo XVII, encontramos a Georges de La Tour, Nicolas Poussin y Claudio de Lorena. Los maestros más conocidos del rococó francés, en el siglo XVIII, fueron Antoine Watteau, François Boucher, Jean Fragonard, Jean Chardin y Jean Greuze. París se convirtió en el centro artístico de Europa en el siglo XIX. Jacques Louis David, cuya influyente carrera comenzó en el último cuarto del siglo XVIII, desarrolló la parte más destacada de su obra a principios del siglo XIX, al igual que los pintores románticos Ingres, Delacroix y Géricault. Entre los artistas más notorios de mediados del siglo XIX están Gustave Courbet, Honoré Daumier, Jean François Millet y Jean-Baptiste-Camille Corot. La escuela impresionista, inspirada por la obra de Édouard Manet, surgió alrededor de 1872; sus miembros más importantes fueron los pintores Claude Monet, Camille Pissarro y Pierre Auguste Renoir. Los principales artistas postimpresionistas franceses de finales del siglo XIX fueron Edgar Degas, Paul Cézanne y Paul Gauguin; también destaca en este periodo la actividad de Henri Rousseau y de Gustave Moreau. Entre los artistas franceses más célebres del siglo XX se encuentran Henri Matisse, Georges Braque, Georges Rouault, Marcel Duchamp, Fernand Léger, Pierre Bonnard y Jean Dubuffet.
En arquitectura, a mediados del siglo XI se desarrolló en Europa occidental el estilo románico, cuyo modelo inicial fue el monasterio benedictino de Cluny, en Borgoña (casi destruido totalmente durante la Revolución Francesa). Se conservan magníficos ejemplos, algunos posteriormente reconstruidos, como las iglesias de Sainte Foy de Conquer, Saint Sernin en Toulouse, la Madelaine de Vèzelay, y las catedrales de Autun, Cahors y Aviñón.
Francia es también conocida por sus grandes iglesias góticas, levantadas entre los siglos XII y XV. En particular, son significativas la iglesia abacial de Saint-Denis, la Sainte-Chapelle de París y las catedrales de Amiens, Chartres, París y Reims. Entre las edificaciones renacentistas cabe mencionar el palacio de Fontainebleau y los famosos castillos del Loira. Las manifestaciones barrocas más destacadas en Francia son las ampliaciones neoclásicas del gran palacio de Versalles y del Museo del Louvre, en París. Entre las construcciones más conocidas del siglo XIX se encuentran la Segunda Ópera Imperial de París (1861-1875), de Charles Garnier, y el símbolo de la ciudad, la torre Eiffel (1889), en hierro forjado. En el siglo XX, los arquitectos Auguste Perret y Le Corbusier (un suizo residente en París) realizaron una obra notable por sus diseños revolucionarios y atrevidos, utilizando cemento y acero como principales materiales de construcción.
4.2.3
Música
Francia tiene una larga y distinguida tradición musical. Desde el siglo XI hasta el siglo XII, se produjeron en el norte las canciones de gesta (chansons de geste), poemas épicos narrados por juglares; los trovadores, poetas y músicos aristocráticos que escribían canciones elocuentes sobre el amor cortesano, la guerra y la naturaleza, interpretaban estas obras en el sur del país.
El más influyente de los compositores franceses del siglo XIV fue Guillaume de Machaut, notable representante de la música vocal polifónica, tanto sacra como secular. En los siglos XV y XVI, canciones, motetes y música sacra destacan entre las composiciones musicales más importantes.
En la segunda mitad del siglo XVI, el músico de origen italiano Jean Baptiste Lully creó un estilo operístico francés al combinar los espectáculos cortesanos tradicionales con las tramas de los dramas contemporáneos franceses, creando así unas formas musicales que unían la danza con la ópera italiana. A principios del siglo XVIII, François Couperin y Jean Philippe Rameau compusieron suites para clavicordio; este último compositor también es conocido por óperas como Castor et Pollux y Les Indes galantes.
A finales del siglo XVIII y en el siglo XIX, muchos compositores de ópera extranjeros desarrollaron su obra en París, como Gluck, Cherubini, Grétry, Meyerbeer y Offenbach. Entre los compositores operísticos franceses del siglo XIX destacan Jacques Halevy, Charles Gounod, Georges Bizet y Jules Massenet. El principal compositor francés de música orquestal de principios del siglo XIX fue Hector Berlioz. Camille Saint-Saëns comenzó su actividad a mediados del siglo XIX y fue maestro de Gabriel Fauré. A finales del siglo XIX, Claude Debussy compuso una amplia variedad de trabajos en nuevos estilos con reminiscencias literarias y pictóricas.
A principios del siglo XX, Maurice Ravel produjo obras de perfil más formal. Les Six, un grupo de compositores neoclásicos formado en 1918-1919, contaba con Darius Milhaud, Francis Poulenc y Georges Auric, cuyo trabajo recibió la influencia del excéntrico Erik Satie. Ígor Stravinski trabajó en París en las décadas de 1920 y 1930. Entre los compositores franceses más recientes destacan Olivier Messiaen y Pierre Boulez.
4.2.4
Bibliotecas y museos
La mayoría de las capitales de provincia francesas tienen bibliotecas municipales y museos, pero la principal concentración de estas instalaciones se encuentra en París; entre sus principales bibliotecas destacan la Biblioteca Nacional de Francia, con más de nueve millones de volúmenes, y las bibliotecas universitarias de la ciudad. El Louvre, también en París, contiene una de las mayores y más importantes colecciones de arte del mundo. Otro museo parisino, el Centro Nacional de Arte y Cultura Georges-Pompidou, alberga notables pinturas y dibujos del siglo XX. Muchas de las grandes obras maestras de la arquitectura francesa, como iglesias, catedrales, castillos y palacios, se conservan como monumentos nacionales.
5
ECONOMÍA
Francia, cuya economía tradicional se basaba en la agricultura, experimentó un fuerte desarrollo industrial a partir de la II Guerra Mundial. Durante el periodo de posguerra, el gobierno llevó a cabo una serie de planes de gran alcance con el fin de promover la recuperación y de incrementar la dirección gubernamental de la economía. En los denominados planes Monnet se establecía el principio de nacionalización de ciertas industrias, y, en especial, los sistemas de transporte ferroviario y aéreo, los más importantes bancos y las minas de carbón. El Estado, además, se convirtió en el principal accionista de las industrias automovilísticas, electrónicas y aeronáuticas, así como en el promotor de la explotación de las reservas de crudo y gas natural. En parte como resultado de esos planes y programas, el producto nacional francés aumentó casi el 50% entre los años 1949 y 1954, el 46% entre 1956 y 1964, y durante la década de 1970 en un porcentaje anual del 3,8%. En 1981, el nuevo gobierno socialista comenzó un programa de nacionalización de industrias; sin embargo, la elección de un gobierno conservador, en 1986, condujo a la reducción del papel estatal en la economía. En 2006 el producto interior bruto francés fue de 2,25 billones de dólares, lo que equivalía a 36.699,60 dólares per cápita. El presupuesto nacional para 2006 establecía 967.221 millones de dólares de ingresos y 1.026.155 millones de dólares de gastos.
5.1
Agricultura
El 35,7% de la superficie total del país es cultivable y el 4% de la población activa trabaja en la agricultura, la silvicultura y la pesca. Bajo condiciones normales, las propiedades agrarias, que suelen tener un promedio de unas 15 ha, producen los suficientes cereales y otros alimentos básicos para consumo nacional. Una valiosa producción agrícola son las vides, con cuyas uvas se elaboran unos excelentes vinos. Francia e Italia son los mayores productores mundiales de vino; la producción francesa en 1995 fue de 55.580.000 hectolitros.
La producción anual de las principales cosechas en 2006 (en miles de toneladas) fue: cereales (61.813), trigo (35.367), remolacha azucarera (29.879), maíz (12.902), cebada (10.412), y las patatas o papas (6.354). Otros productos importantes son el centeno, la avena, el nabo, la alcachofa, el lino, el cáñamo y el tabaco. En varias partes del país es importante la sericultura. El cultivo de fruta, con una producción de 9,7 millones de toneladas en 2006, destaca en la economía del campo francés y se cosechan importantes cantidades de manzana de mesa y para sidra, peras, ciruelas, melocotones (duraznos), albaricoques (chabacanos), bayas, cerezas, aceitunas, cítricos y frutos secos. La ganadería es también una fuente clave de ingresos en el sector agropecuario. En 2006, la cabaña ganadera francesa contaba con 19,4 millones de cabezas de ganado vacuno, 8,9 millones de ovino, 14,8 millones de porcino, 1,2 millones de caprino y 422.872 de caballar, así como 226 millones de aves de corral.
5.2
Silvicultura y pesca
De un total de 15,6 millones de ha de bosque y monte, aproximadamente dos tercios son de propiedad privada. Alrededor del 70% está compuesto por robles, hayas y chopos. En 2006 la producción maderera fue de 65,6 millones de m3. La resina, la trementina y el corcho tienen una destacada producción.
La flota pesquera francesa, con 12.940 barcos que navegan en aguas costeras y en alta mar, da trabajo a unos 18.400 pescadores. En 2005 las capturas (principalmente de ostras y mariscos) totalizaron 909.483 toneladas. Los pescados comerciales más importantes son el bacalao, la pescadilla y el atún.
5.3
Minería
Francia tiene una amplia diversidad de recursos minerales. Los depósitos franceses de hierro se encuentran entre los más ricos del mundo y la producción anual es de aproximadamente 35.000 toneladas (contenido metálico). Otros minerales importantes del país son la bauxita y el carbón, que se explota principalmente en el norte. En la región de las Landas, en el suroeste, hay pequeños depósitos de petróleo; en 2004 esta producción fue de 8.794.124 barriles al año, y la de gas natural de 1.566 millones de m3. También se extraen en cantidades significativas lignito, pirita, sales de potasio, sal, plomo, oro, uranio y cinc.
5.4
Industria
Las industrias de Francia son comparables en volumen, variedad y calidad de producción a las de otros países de Europa occidental. Alrededor del 25% de la población activa trabaja en este sector. Entre las industrias productoras de bienes duraderos (excluyendo los metales), la fabricación de vehículos de motor ocupa una alta posición, con una producción automovilística de 3,1 millones de unidades en 1993. La firma Renault es el principal fabricante de automóviles. Otros bienes duraderos fabricados en cantidades significativas son aviones, aparatos electrodomésticos, maquinaria no eléctrica, equipamiento electrónico y productos químicos. La producción de acero en bruto fue de 17,1 millones de t en 1993. La industria textil y de hilado es una de las mayores del mundo; la producción anual de hilo y ropa de lana, algodón, seda y fibras sintéticas supera las 500.000 toneladas. Las refinerías de azúcar de remolacha (betabel) constituyen otra importante industria, al igual que las transformadoras de alimentos, las destilerías y las fábricas de artículos especializados. Entre las últimas ramas de la industria francesa, reconocidas internacionalmente por su calidad, se encuentran los perfumes, guantes, encajes, sombreros, ropa femenina, tapices, chales, relojes, porcelana, cristalería, cerámica, mobiliario y otros muchos artículos de lujo.
5.5
Energía
Sólo alrededor del 10% de la producción de electricidad de Francia se genera en las centrales térmicas que utilizan carbón, productos derivados del petróleo o gas natural. Las instalaciones hidroeléctricas producen alrededor del 11% de la energía nacional. Ningún país depende tanto de la energía nuclear como Francia; las centrales nucleares generan el 78% de la energía eléctrica de Francia. También se utilizan otros tipos de fuentes energéticas, como la energía mareal, fruto del aprovechamiento de las mareas del canal de la Mancha en el curso bajo del Rance, cerca de Saint-Malo (Bretaña). En 2003 la producción fue de 536.919 millones de kWh.
5.6
Moneda y banca
La unidad monetaria es el euro (el 2 de enero de 2002, un euro se cambió a 0.9038 dólares estadounidenses). Desde el 1 de enero de 1999, el euro se vinculó al valor del franco, con un cambio fijo de 6,55957 francos por euro. El 1 de enero de 2002, el franco, dejó de circular como única moneda de curso legal. Retirada definitiva del franco: el 28 de febrero de 2002.
El Banque de France, fundado en 1800 y nacionalizado en 1946, es el banco emisor. Entre los principales bancos destacan tres nacionalizados en 1945: Banque Nationale de Paris, Crédit Lyonnais y Société Générale. Otros importantes se nacionalizaron en 1981 y en 1982. Alrededor del 10% de los franceses trabaja en el sector financiero.
5.7
Comercio exterior
París es el centro del comercio nacional e internacional francés, pero otras grandes ciudades, como Marsella y Lyon, desempeñan también un papel importante en la vida comercial del país. El comercio francés se ha caracterizado por el predominio del pequeño comercio, aunque en la actualidad hay una tendencia al crecimiento de las grandes superficies comerciales. Aproximadamente el 71% de la población activa trabaja en el comercio y en los servicios.
Francia es una de las mayores potencias mercantiles del mundo y su comercio exterior engloba una amplia variedad de artículos. Durante la década de 1980 las importaciones anuales superaron las exportaciones, debido sobre todo a las fuertes compras de crudo petrolífero. A finales de esa década, los gastos en importaciones fueron de unos 181.700 millones de dólares, compuestos principalmente por crudo, alimentos y animales vivos, maquinaria, productos químicos, hierro y acero, equipamiento de transportes y otros bienes elaborados, como instrumentos de precisión, ropa y textiles. Para el mismo periodo, los beneficios de las exportaciones fueron de 171.300 millones de dólares anuales, centradas en la maquinaria, equipamiento de transportes, productos químicos, hierro y acero, alimentos, animales vivos, refino de petróleo, ropa, textiles y vino. En 2004 las importaciones supusieron 431.005 millones de dólares y las exportaciones 410.700 millones. Más de la mitad del comercio exterior de Francia se realiza con la Unión Europea, principalmente con Alemania, Bélgica, Luxemburgo e Italia, aunque también Estados Unidos, los Países Bajos, Gran Bretaña, las repúblicas que pertenecieron a la extinta URSS, y Japón son importantes socios mercantiles de Francia. El país desempeña un papel destacado en el comercio exterior con algunas de sus antiguas posesiones ultramarinas, como Argelia, Marruecos, Túnez y Costa de Marfil.
5.8
Transporte
Francia posee uno de los sistemas de transportes más desarrollados de Europa. En 2004 el país tenía 26.684 km de carreteras principales o nacionales, entre las que se contaban 7.956 km de autopistas de peaje; en total, la red de carreteras cubre 951.220 kilómetros. Ese mismo año, el número de vehículos de motor por cada 1.000 habitantes era de 597, de los cuales 495 eran turismos. El ferrocarril francés se nacionalizó parcialmente en 1938. En 2005 había 29.286 km de vías férreas en funcionamiento, 13.742 de los cuales estaban electrificados. En Francia se ha desarrollado el tren de alta velocidad (train à grande vitesse, TGV), que funciona en las principales líneas. El país tiene alrededor de 6.000 km de vías fluviales navegables, entre las que se cuentan 3.740 km de canales. La marina mercante francesa, una de las mayores del mundo, comprende 746 buques con más de 1.168.556 toneladas brutas registradas. En lo que respecta al transporte aéreo, Francia tiene dos grandes líneas aéreas estatales: Air France, que realiza vuelos a casi todas las partes del mundo, y Air Inter, que desarrolla su servicio en el interior del país. Una línea aérea privada internacional, Union de Transports Aériens (UTA), junto a varias pequeñas compañías privadas, también ofrece servicios nacionales e internacionales. Los principales aeropuertos son el Charles de Gaulle y el de Orly, ambos cerca de París.
5.9
Comunicaciones
El gobierno dirige los sistemas postales, telegráficos y telefónicos franceses. En 2005, había registrados 587 teléfonos por cada 1.000 habitantes. Las compañías privadas, financiadas por la publicidad, dirigen la mayor parte de los servicios de radio y televisión. En cuanto a la televisión, este medio ofrece canales estatales, junto a servicios por cable y satélite. En las mismas fechas, se registraban 55 millones de aparatos de radio y 37 millones de receptores de televisión.
En 2005 se editaban en Francia 103 periódicos diarios, con una tirada total de 13 millones de ejemplares. Los periódicos más influyentes se publican en París; entre ellos destacan Le Monde (con una circulación de 445.000 ejemplares), Le Figaro (465.500), France-Soir (539.000) y Le Parisien Libéré (421.000). Las principales publicaciones no diarias del país son Paris-Match (con una circulación de 690.000 ejemplares), L’Express (669.600), Le Canard enchaîné (450.000), Le Nouvel Observateur (324.200) y Elle (395.000).
5.10
Trabajo
La población activa francesa era de 27,3 millones de personas en 2006. Aproximadamente el 20% de los trabajadores franceses son miembros de sindicatos; alrededor de 1,6 millones pertenecen a la Confédération Générale du Travail (CGT), la mayor organización de trabajadores francesa, de tendencia social-comunista. La Confédération Française Démocratique du Travail (CFDT), una organización de orientación social-cristiana, tiene unos 900.000 afiliados, y Force Ouvrière, de afinidad socialdemócrata, 1,1 millones. Un decreto gubernamental establece el salario mínimo, pero los convenios colectivos determinan la escala de sueldos. El gobierno administra programas de seguros a todo riesgo para los trabajadores.
6
GOBIERNO
El sistema gubernamental francés es una República presidencial, basada en la Constitución promulgada en octubre de 1958 por iniciativa del general Charles de Gaulle. Dicha ley magna reduce el poder del Parlamento para destituir gabinetes y amplía la autoridad del presidente. La soberanía de la República recae en el pueblo francés, que puede ejercer su poder político a través de un Parlamento de representantes, así como por medio de plebiscitos. El organismo representativo es bicameral; está compuesto por la Asamblea Nacional (577 diputados) y el Senado (331 miembros, pero que está previsto que aumente progresivamente hasta llegar, en 2010, a 346 senadores). La Asamblea Nacional se elige por sufragio universal directo, con la representación proporcional de cada partido que se refleje en la votación popular; los diputados permanecen en sus cargos por periodos de cinco años. Los senadores son elegidos para nueve años, a través de sufragio popular indirecto (es decir, por la asociación de otras cámaras de representantes). La Constitución de 1958 estableció un nuevo cuerpo, el Consejo Constitucional, con poder para supervisar las elecciones y la celebración de referéndums, así como para decidir sobre cuestiones constitucionales; el Consejo está compuesto por nueve miembros designados y por todos los antiguos presidentes de la República. Los franceses pueden votar a partir de los 18 años.
6.1
Gobierno central
El presidente era elegido para un periodo de siete años por votación popular directa. No obstante, en un referéndum celebrado el 24 de septiembre de 2000, los votantes aprobaron reducir dicho mandato a cinco años. Hasta 1962 (fecha en la que una enmienda constitucional cambió el método) un colegio electoral de los cuerpos gubernamentales elegía al presidente. El presidente es el comandante de las Fuerzas Armadas y dirige el Consejo Superior de la Judicatura, el Comité de Defensa Nacional y el Consejo de Ministros (gabinete); también nombra al primer ministro y designa al gabinete de ministros.
El primer ministro y el Consejo de Ministros son responsables sólo ante la Asamblea Nacional, aunque el primer ministro tiene el derecho de pedir la aprobación del Senado en los asuntos de política general. Cuando la Asamblea Nacional adopta una moción de censura, rechaza el programa o una declaración de política general del gabinete, el primer ministro debe dimitir.
6.2
Poder legislativo
El Parlamento francés consta de dos cámaras, una de las cuales, la Asamblea Nacional, posee la suprema autoridad legislativa. El nombre oficial del Parlamento francés, cuando reúne conjuntamente a ambas cámaras, es el de Congreso del Parlamento. El Senado es un cuerpo consultivo que tiene el derecho de examinar y dar cuenta de las opiniones sobre legislación y política iniciadas en la Asamblea Nacional y retrasar, pero no evitar, la aprobación de las leyes. Si las dos cámaras no están de acuerdo en la aprobación de un proyecto de ley, la decisión final recae en la Asamblea Nacional, la cual puede aceptar la opinión del Senado o, después de un periodo específico, reafirmarse en la suya. El Consejo Económico y Social, compuesto por los representantes de los grupos de trabajadores, de la patronal y de las organizaciones profesionales y culturales, actúa con capacidad consultiva sobre asuntos económicos ante la Asamblea Nacional y el Consejo de Ministros. La Constitución de 1958 limita la actividad de la Asamblea Nacional a dos sesiones anuales regulares, permite la adopción del voto de censura contra el gobierno por una mayoría absoluta, y prohíbe que los diputados que hayan propuesto una moción de censura no aceptada puedan presentar otras durante la misma sesión regular. Las enmiendas constitucionales se pueden realizar después de su aprobación por ambas cámaras del Parlamento y por un posterior referéndum popular, o simplemente por aprobación de los tres quintos del Parlamento.
6.3
Partidos políticos
Francia tiene una gran tradición democrática, con numerosas agrupaciones políticas, muchas de las cuales difieren sólo en matices teóricos de estrategia política. Sin embargo, los requerimientos legislativos de la V República han favorecido la fusión o la coalición de partidos políticos independientes. Cuatro grandes grupos (dos organizaciones de centro-derecha y dos partidos de izquierdas) dominaban el mundo político francés ya en la década de 1980 y a principios de la siguiente: la Agrupación para la República (RPR), fundada en 1976 por Jacques Chirac, mantuvo una afinidad con las ideas del antiguo presidente Charles de Gaulle; la Unión para la Democracia Francesa (UDF), una coalición construida alrededor del Partido Republicano, fuertemente unida al que fuera también presidente de la República Valéry Giscard d’Estaing; el Partido Socialista (PS), dirigido hasta su fallecimiento por François Mitterrand; y el Partido Comunista Francés (PCF), encabezado por Georges Marchais hasta 1994, cuando fue sustituido por Robert Hue. El centro-derecha creó en 2002 un partido integrador del RPR y la Democracia Liberal (DL, segregada en 1998 de la UDF): la Unión para un Movimiento Popular. El partido de la extrema derecha es el Frente Nacional, liderado por Jean-Marie Le Pen.
6.4
Gobierno departamental y local
Los 96 departamentos del territorio francés se organizan en 22 regiones. En 1981, el gobierno del presidente Mitterrand introdujo un plan que abolió el sistema de prefectos (gobernadores civiles), nombrados por el gobierno central, y aumentó los poderes de los consejos departamentales electos. Los departamentos están divididos en communes (municipios) administrados por consejos municipales, cuya composición oscila entre 10 y 36 miembros, nombrados para un periodo de seis años. Cada consejo elige entre sus miembros a un alcalde, que representa al gobierno nacional. Francia cuenta con más de 36.000 communes. Otras unidades de gobierno local son los arrondissement (distritos) y los cantones.
6.5
Salud y bienestar social
La Seguridad Social francesa cubre parcialmente los costes médicos, farmacéuticos y de hospitalización en la mayoría de los casos, y los costes completos de estos servicios para los grupos de bajos ingresos, desempleados y niños menores de diez años. También cubre otras prestaciones sociales, como asignaciones familiares, compensaciones laborales, beneficios por maternidad y pensiones de discapacidad y de jubilación. El plan obligatorio protege al 98% de la población total de Francia, aproximadamente.
6.6
Poder judicial
Los tribunales locales, divididos en los llamados Tribunales de Instancia y Tribunales de Gran Instancia, se encargan de pequeños casos criminales y civiles. Los tribunales penales tratan los delitos castigados con prisión de cinco años o menos y los casos civiles de mayor importancia. Los recursos contra las sentencias dictaminadas por estos tribunales inferiores se dirigen a los tribunales de apelación. Los casos criminales más importantes se ven ante los tribunales de assises. Los recursos contra las decisiones de éstos y las de los tribunales de apelación deben ser revisados por el Tribunal de Casación, que está autorizado para anular sentencias y ordenar nuevos juicios.
6.7
Defensa
El servicio militar es obligatorio durante 10 meses para los varones entre 18 y 35 años. Los gastos de defensa en 2003 fueron de 45.695 millones de dólares lo que supone el 3% del PIB. El Ejército de Tierra contaba con 133.500 miembros, la Armada con 43.995 y las Fuerzas Aéreas con 63.600 efectivos. Aunque Francia sigue siendo miembro del Consejo de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), las fuerzas militares francesas fueron retiradas del mando de la OTAN en octubre de 1966. Francia ha desarrollado una fuerza nuclear disuasiva mediante la construcción de submarinos nucleares y misiles balísticos.
7
HISTORIA
Los vestigios arqueológicos indican que la presencia humana en el actual territorio francés comenzó hace al menos 100.000 años.
7.1
Culturas prehistóricas
Las culturas reconocidas más antiguas son las del paleolítico (50000-8000 a.C.), que dejaron una rica herencia artística de pinturas rupestres, las más famosas de las cuales se encuentran en Lascaux, en el actual departamento de Dordoña, en el suroeste francés.
Los pueblos del mesolítico (8000-4000 a.C.) fueron recolectores de alimentos al igual que sus antecesores, pero dejaron relativamente pocos restos. Los agricultores del neolítico (4000-2000 a.C.), por su parte, levantaron miles de monumentos de piedra en Francia, algunos de los cuales han llegado hasta nuestros días, como los menhires de Bretaña, los menhires-estatua del sur de Francia y los dólmenes, o tumbas de cámara, del valle del Loira, París y la Champaña, todo ello ligado al fenómeno megalítico.
Durante la edad del bronce (2000-700 a.C.) y la edad del hierro (entre los siglos VIII y II a.C.) emergieron culturas más complejas. Hacia el 800 a.C. la cultura de Hallstatt —guerreros y pastores que se desplazaron desde su región natal alpina hacia el interior de Francia— introdujo las técnicas de la metalurgia del hierro. En el periodo siguiente, los celtas (o galos) pasaron a ser el pueblo dominante.
El contacto con la cultura mediterránea comenzó cuando los griegos exploraron el Mediterráneo occidental en el siglo VII a.C., establecieron una colonia en Massalia (Marseille o Marsella) y comerciaron con el interior a través del valle del Ródano. En el siglo V a.C., la cultura de La Tène —caracterizada por una fina artesanía de joyería, armas y cerámica— se extendió desde el este de la Galia a todo el resto del mundo celta.
7.2
La Galia romana
En el 121 a.C. los romanos ocuparon la antigua colonia griega de Massalia, a la que llamaron Massilia, y fundaron en torno a ese año otros asentamientos en el interior, en Narbona, que constituyeron la base territorial de la floreciente provincia romana de la Galia Narbonense.
Julio César conquistó el resto de la Galia entre el 58 y el 51 a.C. Las tierras entonces conquistadas se denominaron Galia Bélgica, Galia Lugdunense y Aquitania. El centro administrativo principal estaba en Lugdunum (actual Lyon).
Una vez que los romanos consolidaran su poder sobre la Galia, el problema principal fue defender la extensa frontera nororiental expuesta a los pueblos germanos. Roma intentó conquistar las tierras germánicas más allá del Rin y creó la colonia Agrippinensis (la actual Colonia alemana, una base equivalente a Lugdunum). Sin embargo, después de ser derrotados por los germanos en el año 9 a.C., los romanos se limitaron a defender la frontera del Rin. Muchos galos sirvieron en las legiones romanas fronterizas y los dos primeros siglos de dominación romana fueron relativamente pacíficos.
En el siglo III d.C., cuando el Imperio romano comenzó a declinar, la Galia romana se vio afectada por una serie de problemas: inestabilidad política, disminución del abastecimiento de esclavos, plagas, aumento de la inflación con la consiguiente inseguridad económica, presión de las tribus germánicas a lo largo de la frontera y ruptura general de la ley y el orden. El emperador Diocleciano, desde su residencia imperial en Tréveris (actualmente en Alemania), impuso reformas militares y fiscales que posibilitaron un periodo de relativa estabilidad.
El cristianismo, que se había introducido en el siglo II a pesar de sufrir persecuciones, floreció bajo la protección imperial durante el siglo IV, un periodo de desorden político. En el siglo V, se convirtió a su fe incluso la aristocracia galorromana, con lo que miembros de las antiguas familias senatoriales pasaron a ocupar posiciones episcopales.
A lo largo de todo el siglo IV, pequeños grupos de germanos se habían asentado en la Galia por medio de foedus (pactos) con las autoridades romanas. En el 406 este movimiento se convirtió en una invasión cuando los vándalos, suevos y alanos atravesaron la frontera, se desplazaron rápidamente a través de la Galia y entraron en Hispania (España). En el 412 los visigodos se asentaron en el sur de la Galia, concretamente en Aquitania, procedentes de Italia, y, en el 440, los burgundios lo hicieron a su vez en la Galia oriental. En el noroeste, los bretones, celtas procedentes de Britania, que había sido invadida por las tribus sajonas, solicitaron y consiguieron refugio en el continente y dieron su nombre a la región de Bretaña. En el 451, germanos, romanos y galos se unieron para derrotar a una nueva oleada de invasores, los hunos, bajo la jefatura de Atila.
7.3
El origen de Francia
En el último cuarto del siglo V, cuando la autoridad imperial romana decayó en la parte occidental del Imperio, otra tribu germánica, formada por los francos salios, conquistó la Galia. Su rey, Clodoveo I, fue un valiente guerrero que contrajo matrimonio con una princesa cristiana burgundia. Clodoveo se convirtió al cristianismo en el 496. Al adoptar la forma católica del cristianismo favorecida por los galorromanos en lugar del cristianismo herético arriano profesado por los visigodos, pudo consolidar su dominio sobre el país.
7.3.1
Los Merovingios
La dinastía de Clodoveo, los Merovingios, denominados así por su fundador, Meroveo (reinó entre el 448 y el 458), gobernó hasta el año 751. De acuerdo con la costumbre franca, todas las posesiones del rey, incluso el título real, se dividían a su muerte entre sus hijos. Debido a esta práctica, la Francia merovingia se caracterizó por una continua desunión que culminó en la guerra civil del siglo VI. El reino se unificó de nuevo en el 613 bajo Clotario II (613-629) y Dagoberto I (629-639). Después comenzó a decaer con el mandato de una serie de reyes débiles e incompetentes. Durante este periodo, el poder comenzó a concentrarse en manos de los mayordomos de palacio, oficiales reales que administraban personalmente los territorios del rey. Entre ellos surgieron conflictos, reminiscencias de los que habían aparecido entre los primeros merovingios. A finales del siglo VII, un mayordomo de palacio, Pipino de Heristal, miembro de la familia de los Arnulfung de Austrasia (región del este de Francia y del oeste de Alemania), adquirió preeminencia sobre sus rivales y extendió con éxito su autoridad sobre los reinos francos de Neustria y Borgoña hacia el oeste y el sur. Le sucedió su hijo, Carlos Martel, quien reunió un ejército franco que repelió la invasión musulmana procedente de la península Ibérica en el 732 en la batalla de Poitiers. En el 751 el hijo de Martel y su sucesor, Pipino el Breve, depuso a Childerico III, el último rey merovingio, y fue coronado rey de los francos por san Bonifacio.
7.3.2
Los Carolingios
La nueva dinastía —posteriormente denominada Carolingia por su miembro más destacado, Carlomagno— se consolidó con la alianza que estableció Pipino con el Papado. A cambio de la ayuda de los francos contra los lombardos, que estaban invadiendo el territorio papal en Italia, el papa Esteban II (III) aprobó la pretensión al trono de los carolingios y, en el 754, viajó a Francia para ungir a Pipino y a sus hijos con los óleos sagrados, al igual que los profetas ungieron a los reyes bíblicos de Israel. Pipino a cambio venció a los lombardos y entregó la región de Ravena al Papado, dando lugar a la aparición de los Estados Pontificios. A la muerte de Pipino (768), su reino fue dividido entre sus hijos Carlos y Carlomán, el cual falleció tres años después, lo que convirtió a Carlos (luego Carlomagno) en rey de todos los francos hasta su muerte en el 814.
7.3.2.1
Carlomagno
Los primeros años de su reinado estuvieron caracterizados por las campañas militares que llevó a cabo. Al igual que su padre, luchó en Italia, tanto a favor del Papa como en su propio beneficio, y conquistó Lombardía. Realizó campañas en la península Ibérica contra los musulmanes y los vascones y estableció un territorio fronterizo denominado la Marca Hispánica, origen de la futura Cataluña. En el este luchó contra los bávaros y los ávaros y anexionó sus territorios, Baviera y Panonia respectivamente. Realizó igualmente campañas contra los sajones (772-804) en Alemania, a quienes sometió y obligó a convertirse al cristianismo.
En el año 800, Carlomagno fue coronado por el papa León III en Roma y recibió el título de Emperador de los Romanos. No había habido un emperador en las antiguas provincias occidentales del Imperio romano desde el siglo V. Carlomagno estableció un vasto sistema administrativo para gobernar su Imperio, dividido en unas 250 provincias. Reunió a las principales escuelas de Europa e inició un programa de reformas intelectuales y religiosas. Carlomagno capitalizó la residencia real en Aix-la-Chapelle, su balneario favorito de primavera (actual Aquisgrán, Alemania).
7.3.2.2
Los sucesores de Carlomagno
Después del año 800, los vikingos procedentes de Escandinavia comenzaron a atacar las áreas costeras de los dominios carolingios. Sin embargo, el impacto de esas invasiones no cristalizó hasta el reinado del sucesor de Carlomagno, Luis I el Piadoso, al que coronó emperador el mismo Carlomagno en el 813. Los ataques vikingos y una sucesión de problemas que tuvieron lugar tras el reinado de Luis I el Piadoso significaron el inicio de la decadencia del Imperio carolingio.
Luis procuró establecer una sucesión ordenada, decretando en 817 que su hijo mayor, Lotario I, heredaría el Imperio y que sus dos hijos menores, Pipino de Aquitania y Luis II el Germánico, gobernarían reinos subordinados al mismo. Posteriormente, el emperador tuvo un cuarto hijo, Carlos, con su segunda esposa, que no estaba dispuesta a que su hijo fuera excluido de la herencia real.
Los hijos de Luis I se enfrentaron duramente entre ellos y también contra su propio padre. Un acuerdo temporal entre tres de los hermanos fue concertado a través del Tratado de Verdún (843), según el cual Lotario obtendría el título imperial, además de una gran franja de territorio que se extendía desde el mar del Norte hasta la desembocadura del Rin y que comprendía Roma. Luis II el Germánico recibió los territorios al este del Rin, y Carlos el Calvo los territorios al oeste del Ródano, el Saona, el Mosa y el Escalda. El territorio de Luis es el antecedente de la moderna Alemania, el de Carlos lo es de la Francia actual y el de Lotario ocupa los territorios por los que han tenido lugar frecuentes enfrentamientos entre Francia y Alemania en los tiempos modernos. Aunque esta particular división no se mantuvo, la separación de Francia Occidentalis (el reino Franco Occidental, o Francia) de Francia Orientalis (el reino Franco Oriental, o Alemania) permaneció hasta la actualidad.
7.3.3
Los vikingos y la fundación de Normandía
La desunión de los francos facilitó las incursiones de los normandos o vikingos. Los puertos, las ciudades ribereñas y los monasterios situados cerca de las vías fluviales se convirtieron en sus objetivos. Fueron saqueadas Ruán y París, a orillas del río Sena; Tours, Nantes, Blois y Orleans en el Loira; y Burdeos en el Garona, entre otras ciudades. Lo mismo ocurrió con las abadías, como la de Saint Denis, Saint Philibert, Saint Martin y Saint Benoît. Roberto el Calvo, un importante señor del valle del Sena de mediados del siglo IX, fue uno de los defensores más enérgicos contra esas incursiones.
Los vikingos establecieron bases para sus operaciones, normalmente en las desembocaduras de los ríos, pero a veces intentaban mantener asentamientos permanentes. En el 911, un numeroso grupo bajo el mando de Rollo aceptó del monarca del reino Franco Occidental, Carlos III el Simple, el territorio del curso bajo del Sena que recibió el nombre de Normandía.
En el 888 la corona del reino Franco Occidental recayó en el conde Eudes, hijo de Roberto el Calvo, pero después de su muerte ésta volvió a los carolingios, que tenían poca influencia. Durante el reinado de Luis V (967-987), su hegemonía se limitaba a su castillo y alrededores inmediatos.
7.4
Los primeros Capetos (987-1180)
A la muerte de Luis V, los principales señores se volvieron hacia Hugo I Capeto, duque de Francia y descendiente de Roberto el Calvo y de Eudes. Hugo fue elegido rey, no porque fuera poderoso, sino precisamente porque no era suficientemente fuerte como para someter a los otros príncipes territoriales; de hecho, se aseguró la elección sólo por ceder la mayoría de sus tierras a sus electores.
Los nobles franceses no tenían la intención de instaurar la dinastía de los Capetos, pero Hugo actuó rápidamente para que su hijo Roberto fuera coronado. Cuando Roberto accedió al trono con el nombre de Roberto II, en el 996, nombró a su hijo Hugo como sucesor, pero Hugo murió y, otro de sus hijos, Enrique, fue coronado en el 1031. Desde el año 987 hasta el 1328, durante más de tres siglos, los Capetos transmitieron la corona por línea masculina directa.
Los primeros Capetos estuvieron subordinados a los príncipes feudales, pero la reconstrucción de la administración real, marcada por el reciente auge de los funcionarios reales, ya era evidente a mediados del siglo XI. No obstante, a finales de esa centuria, Guillermo el Conquistador, duque de Normandía, y Hugo el Grande, abad del monasterio de Cluny, aunque nominalmente vasallos del rey, fueron más poderosos que el propio rey Felipe I (de Francia).
El sucesor de Felipe I, Luis VI el Gordo consolidó el poder real definitivamente en la Île-de-France, una región con centro en París que se extendía unos 160 km de norte a sur y unos 80 km de este a oeste. En esta zona, el monarca suprimió sistemáticamente toda la oposición feudal a su gobierno. El rey educó a su hijo, el futuro Luis VII el Joven, en la abadía de Saint Denis, en el norte de París, de donde salió en el 1137 para casarse con Leonor, heredera del ducado de Aquitania.
Gracias a este matrimonio, Luis VII consiguió incorporar a sus dominios los extensos territorios comprendidos entre el río Loira y los Pirineos, que eran propiedad de Leonor. En el 1147, Luis participó en una cruzada a Tierra Santa, llevándose consigo a su esposa. Mientras estaban en Oriente se rumoreó que ella había cometido adulterio. Como a Leonor no le había agradado la boda y no había tenido un heredero varón, ambos cónyuges pidieron la anulación papal del matrimonio, que consiguieron en 1152. Dos meses después, Leonor contrajo matrimonio con Enrique, conde de Anjou y duque de Normandía, que en 1154 se convirtió en rey de Inglaterra con el nombre de Enrique II. Así, Aquitania pasó de la corona francesa a la inglesa, y los territorios controlados por Enrique en Francia (el Imperio angevino) excedían en extensión a los de su nominal señor feudal, Luis VII.
7.5
Los últimos Capetos
La situación de la dinastía de los Capetos mejoró bajo el sucesor de Luis VII, Felipe II Augusto.
7.5.1
El reinado de Felipe II Augusto (1180-1223)
Por medio de su primer matrimonio, Felipe consiguió nuevos territorios en el norte de Francia —Artois, Valois y Vermandois—. También aseguró el control real sobre el Vexin, un área pequeña pero vital en el río Sena, por constituir la frontera entre Normandía y la Île-de-France. Felipe intervino brevemente en la tercera Cruzada (1190-1191).
Su oportunidad para actuar contra el Imperio angevino llegó cuando el rey Juan de Inglaterra se casó con una princesa ya prometida a otro de los vasallos de Felipe. Éste convocó a Juan a su corte tres veces y al no presentarse le condenó y declaró la pérdida de sus territorios. En 1204, Felipe emprendió la conquista militar de Normandía y Anjou. Diez años después, el monarca francés aseguró los territorios conquistados al vencer a una coalición formada por el Sacro Imperio Romano Germánico, Inglaterra y Flandes en la batalla de Bouvines.
Los cátaros o albigenses, una secta religiosa disidente particularmente fuerte en Provenza y en el Languedoc, propiciaron la intervención del reino de Francia en el sur. El pontificado de Inocencio III (1198-1216) alentó nuevas misiones de apostolado hasta que en 1208 uno de sus representantes en la región, Pedro de Castelnau, fue asesinado; esto hizo que Inocencio propugnara una nueva Cruzada, que hasta entonces sólo se habían utilizado contra los musulmanes, como una forma de combatir a los heréticos cátaros. Se les prometió a los cruzados la posesión de los terrenos que arrebataran a los herejes, y los caballeros del norte de Francia, bajo el mando del conde Simón de Montfort, se apresuraron a participar en la misma. Felipe II Augusto estaba también ocupado reuniendo a sus súbditos ingleses para tomar parte en la primera fase de la Cruzada albigense, pero fue su hijo Luis VIII el León quien dirigió una campaña exitosa que finalizó con la expansión del dominio real hacia la costa mediterránea. Esta integración política del sur en el reino de Francia representó la destrucción de la cultura autóctona de Provenza y Languedoc y costó la vida al propio rey Luis VIII, que murió en la Cruzada.
7.5.2
Luis IX
Luis IX el Santo subió al trono a la edad de 12 años, con su madre Blanca de Castilla como regente. Algunos de los señores feudales franceses pensaron que era un momento apropiado para rebelarse contra el gobierno real y unieron sus fuerzas con los ingleses, quienes estaban impacientes por recuperar los territorios perdidos, pero Blanca fue capaz de sofocar sus conspiraciones y rebeliones.
El gran logro nacional de Luis IX, que gobernó entre 1226 y 1270, fue conseguir la lealtad de las provincias conquistadas a través de una administración justa y equitativa. El monarca tuvo cuidado de impedir la corrupción y el abuso de autoridad mediante el envío de investigadores para recoger las quejas de sus súbditos contra los oficiales reales. Bajo su mandato, el gobierno real se hizo más profesional y especializado.
Como hombre devoto, Luis deseó coronar su carrera con una Cruzada, por lo que en 1247 marchó al Oriente Próximo. Dirigió un ataque en Damietta (Egipto), pero los defensores musulmanes frenaron pronto su avance. Luis viajó entonces hacia Tierra Santa para reforzar las fortificaciones cristianas. En 1270 preparó una nueva Cruzada, pero una epidemia de peste diezmó su ejército y provocó su muerte mientras atacaba Túnez. A pesar de su intervención en las malogradas séptima y octava Cruzadas, Luis fue querido y respetado. Después de su muerte se le atribuyeron varios milagros y, en 1297, fue santificado.
Felipe III el Atrevido fue el quinto rey francés que consecutivamente participó en las Cruzadas —en este caso para luchar contra los musulmanes en la península Ibérica— y el tercero en morir en una de ellas. Acordó el matrimonio de su hijo con la heredera del condado de Champaña, que de esta manera se añadió a las posesiones de la Corona francesa.
7.5.3
Felipe IV el Hermoso
Felipe IV el Hermoso, el último de los grandes reyes Capetos, fortaleció en gran medida los poderes regios. El monarca eligió consejeros capaces y ambiciosos al servicio de su administración, de los que los más conocidos fueron Guillermo de Nogaret y Pierre Dubois. Juntos intentaron suprimir las limitaciones a la autoridad real, usurpada en parte por los privilegios especiales o las prerrogativas provinciales. Se obligó a obispos, barones y ciudadanos a cooperar con el rey, bien sometiéndoles a la justicia real o demandando nuevos impuestos para la corona. El rey anexionó con éxito el Franco Condado, Lyon y zonas de Lorena, pero fracasó en su intento de controlar Flandes.
La intervención de Felipe IV en Flandes fue muy costosa, lo que le llevó a intentar gravar con impuestos al clero provocando un agudo conflicto con el papa Bonifacio VIII, derivado de las diferentes concepciones de soberanía que ambos defendían. En 1297, Bonifacio aceptó que, por circunstancias excepcionales de la ‘defensa del dominio’, un rey pudiera solicitar impuestos al clero sin consultar al Papa. Sin embargo, no admitió los derechos del rey para arrestar a un sacerdote por un cargo secular. Se intercambiaron ataques difamatorios y disputas legales. Nogaret dirigió una expedición a Italia con la intención de apresar a Bonifacio VIII y conducirle a Francia para ser juzgado. En Anagni tuvo lugar un violento enfrentamiento y poco después murió el anciano Papa. En 1305, la influencia de Felipe aseguró la elección de un papa francés, Clemente V, que trasladó la sede pontificia de Roma a Aviñón en 1309.
La ambición insaciable de Felipe le llevó a expulsar a los judíos del reino y a confiscar sus riquezas. Por la misma razón persiguió y eliminó a la acaudalada orden de los Caballeros Templarios.
Felipe consiguió fortalecer el gobierno real, pero sus métodos arbitrarios socavaron el respeto que había conseguido la monarquía con sus antecesores. El sistema administrativo continuó funcionando bien a lo largo de los siglos XIV y XV, pero el prestigio de la monarquía disminuyó mucho y fueron cuestionadas a menudo sus prerrogativas. Este descenso de prestigio estuvo acompañado por una ruptura en la línea sucesoria: entre 1314 y 1328, cuatro hijos de Felipe IV —Luis X, Juan I, Felipe V y Carlos IV el Hermoso— subieron al trono sucesivamente y todos murieron sin dejar ningún heredero varón.
7.6
Francia bajo los primeros Valois
A la muerte de Carlos IV, la corona pasó al sobrino de Felipe IV, Felipe de Valois, que reinó como Felipe VI desde 1328 hasta 1350. El rey inglés Eduardo II se casó con la hija de Felipe IV; aunque en un primer momento este matrimonio no parecía plantear ningún problema para la sucesión francesa, más adelante Eduardo III se convirtió en rival de Felipe VI por el control de Flandes y Felipe apoyó a los escoceses en contra de Eduardo. En 1337 el monarca inglés presentó su solicitud como heredero al trono francés por ser nieto de Felipe el Hermoso. Felipe VI contestó declarando ilegal la ocupación inglesa de Gascuña y ambos reinos entraron en conflicto, iniciándose la guerra de los Cien Años.
7.6.1
La guerra de los Cien Años (1337-1453)
Los ingleses comenzaron tomando el control del canal de la Mancha tras derrotar a la flota francesa en los Países Bajos, lo que les permitió atacar libremente el norte de Francia. La primera gran confrontación en tierra firme tuvo lugar en Crécy, en 1346, y supuso una victoria absoluta para los ingleses permitiéndoles sitiar Calais, que capituló después de dos años.
7.6.2
La peste negra
En 1348, la peste bubónica entró en Francia procedente del Mediterráneo a través de Marsella. La epidemia hundió al país en dos años, muriendo más de una tercera parte de la población. La disminución de mano de obra provocó que los precios y los salarios subieran bruscamente, afectando a los ingresos de la Corona.
La segunda mitad del siglo XIV fue un periodo sombrío, marcado por varias manifestaciones que reflejaban el malestar social. La plaga se reprodujo en 1361, 1362, 1369, 1372, 1382, 1388 y 1398. Los niños nacidos después del brote epidémico fueron especialmente vulnerables a la nueva epidemia, que redujo aún más la población. El trastorno psicológico, consecuencia de estos desastres, se hizo patente en una obsesión por la muerte y en una proliferación de movimientos religiosos fanáticos y aberrantes. También se produjeron rebeliones violentas de los campesinos, atrapados entre los altos precios de los productos y los terratenientes que intentaban incrementar la producción, o en su defecto aumentar los impuestos. El levantamiento de campesinos más famoso y extendido fue la jacquerie de 1358. El campo también fue víctima de las bandas de mercenarios franceses e ingleses que asolaban las poblaciones durante los momentos de descanso bélico. El descontento urbano dio lugar a violentos levantamientos, como la insurrección de París dirigida por Étienne Marcel en 1358. Con una economía deprimida, los costes de la guerra continuaron acumulándose; el fuerte rescate pagado por el rey Juan II, que fue hecho prisionero por los ingleses en la batalla de Poitiers en 1356, agravó aún más la situación. Durante este periodo los Estados Generales, convocados por primera vez por Felipe IV, consiguieron un gran poder.
7.6.3
Juana de Arco y la recuperación militar, social y económica
La fortuna de Francia no mejoró durante los 42 años de reinado del rey Carlos VI (1380-1422). El rey inglés Enrique V invadió Francia en 1415, derrotó al ejército francés en la batalla de Agincourt y tomó el control de la mayor parte de Francia al norte del Loira.
La reanimación francesa bajo Carlos VII (1422-1461) comenzó con la figura de Juana de Arco. Ésta convenció al monarca para que le diera el mando del ejército, que rompió el asedio inglés sobre la ciudad de Orleans en 1429. La guerra continuó durante más de 20 años, pero los franceses nunca perdieron el impulso conseguido con la breve intervención de la dinámica joven de Lorena. En 1453 Carlos entró en Burdeos y los ingleses tuvieron que ceder todos sus territorios continentales, excepto Calais.
La reactivación social y económica acompañó a la recuperación política. Durante los años centrales y finales del siglo XV, la fuerza de la economía y la tasa demográfica volvieron a los niveles anteriores a la aparición de la peste. Luis XI (1461-1483) consolidó la autoridad real, que fue la mayor conseguida hasta el momento, creando un ejército profesional y consiguió poder para aumentar los impuestos —el taille— sin consentimiento superior. Incorporó la mayor parte del ducado de Borgoña a su reino y utilizó los ingresos reales para proteger, facilitar y estimular el desarrollo económico.
Carlos VIII le sucedió en el trono a los 13 años de edad. Su hermana, que actuó de regente, concertó su matrimonio con Ana, duquesa de Bretaña. Por su matrimonio, el último principado feudal independiente se incorporó a la Corona francesa. Cuando finalizó la regencia de su hermana en 1492, Carlos acordó el Tratado de Étaples, que puso fin a las diferencias pendientes con Inglaterra.
7.7
El renacimiento y la Reforma
A finales del siglo XV, Francia había superado las divisiones territoriales de su pasado feudal y se convirtió en una monarquía nacional que incorporaba la mayoría de los territorios comprendidos entre los Pirineos y el canal de la Mancha. La estructura social estaba todavía dominada por la nobleza terrateniente y la tierra seguía siendo la fuente de riqueza principal. Sin embargo, en la mitad del siglo siguiente, la paz interna, el aumento de la población, la afluencia a Europa de oro y plata traídos de América por los españoles y los trabajos públicos del gobierno estimularon el crecimiento de la economía, que elevó la posición social de los grandes comerciantes, los banqueros y los cobradores de impuestos. Por otra parte, la nobleza, dependiente de las rentas monetarias fijas y de las deudas, vio cómo la inflación amenazaba su poder económico y su posición social.
Los tres primeros monarcas del periodo —Carlos VIII, Luis XII y Francisco I— aprovecharon el fuerte crecimiento de la nación y la estabilidad interna para reclamar por las armas el reino de Nápoles y el Milanesado. En la década de 1520, las guerras italianas se convirtieron en una larga disputa entre Francia y la dinastía de los Habsburgo reinantes en España y Austria, un enfrentamiento que continuó de forma intermitente durante un siglo y medio. Las guerras italianas terminaron finalmente con la Paz de Cateau-Cambrésis (1559), negociada por el hijo de Francisco I, Enrique II, que reinó desde 1547 hasta 1559. Francia renunció a todas sus pretensiones en Italia, pero consiguió tres territorios estratégicamente localizados en su frontera oriental: los obispados de Metz, Toul y Verdún.
7.7.1
Francisco I
Francisco I incrementó significativamente tanto el poder como el prestigio de Francia. Gobernó de forma personal y nunca convocó a los Estados Generales. Según el Concordato de Bolonia (1516), negociado con el papa León X, el rey francés alcanzó la prerrogativa de nombrar todos los obispos y otros cargos beneficiados de la Iglesia, asegurándose de ese modo un clero manejable. En 1539 excluyó el latín de los actos jurídicos e impuso el uso exclusivo del francés. Francisco I fue un destacado mecenas que hizo florecer el arte renacentista francés y la educación.
7.7.2
Las guerras de religión
El aumento de la población, sin el correspondiente aumento en la producción, y la inflación monetaria llevaron a la mayoría del pueblo a la pobreza. La Reforma protestante, que se extendió desde Alemania durante el reinado de Francisco I, había atraído a muchos seguidores; pero en las décadas de 1540 y de 1550 los postulados y doctrinas de Juan Calvino desarrollaron en Francia una forma peculiar del protestantismo, y consiguió el apoyo de muchos seguidores entre la nobleza y el pueblo llano. Enrique II consideró el calvinismo una amenaza a la autoridad real e intentó acabar con él. Bajo el reinado de sus tres hijos, que le sucedieron, las guerras de Religión, donde se mezclaron conflictos religiosos, políticos y dinásticos, desgarraron el país. El fanatismo religioso de los combatientes y la brutalidad de los mercenarios hicieron que en la guerra fueran habituales los saqueos, la crueldad y las atrocidades.
7.7.2.1
El régimen de Catalina de Medici
A la muerte de Enrique II en 1559, subió al trono su hijo de 15 años de edad Francisco II, que sucedió a su padre sólo durante dos años, 1559 y 1560. A Francisco le sucedió su hermano de 13 años, Carlos IX, que reinó hasta 1574. La reina madre, Catalina de Medici, fue la gobernante virtual durante casi todo este tiempo y continuó influyendo en el reinado de su tercer hijo, Enrique III (1574-1589). La principal preocupación de Catalina consistió en defender la autoridad real de sus hijos, comprometida por los enfrentamientos entre católicos y hugonotes. En este contexto se produjo la famosa masacre de la Noche de San Bartolomé, que tuvo lugar en París en agosto de 1572, cuando los católicos, aprovechando una reunión de dirigentes protestantes y sus numerosos seguidores, les atacaron asesinando a unas 2.000 personas.
7.7.2.2
El ascenso de Enrique de Navarra
El último hermano de Enrique III murió en 1584 y Enrique de Navarra, descendiente de Luis IX y dirigente de los hugonotes, pasó a ser el heredero del trono. Rechazado por la perspectiva de ser un rey herético, algunos de los miembros del partido católico conspiraron para impedir esta sucesión mediante la sustitución del rey Enrique III por Enrique I de Guisa, dirigente de la Liga Santa. Alertado sobre esto, Enrique III convocó a Enrique de Guisa a una reunión de los Estados Generales en Blois en 1588, donde éste fue asesinado. Al año siguiente el propio rey Enrique III —el último de la dinastía de los Valois— cayó víctima de la espada de un asesino.
Enrique de Navarra, como heredero legal, ascendió al trono con el nombre de Enrique IV de Francia, pero de hecho sólo fue reconocido por los hugonotes. Tuvo que defender sus pretensiones al trono ante la Liga Santa y sus aliados españoles, que ocuparon París. Enrique IV comprendió que, aunque él y sus seguidores fueran protestantes por convicción, la mayoría de los franceses seguían siendo fieles católicos, por lo que en 1593 se convirtió públicamente al catolicismo. Al año siguiente fue coronado en la catedral de Chartres y, poco después, le dieron la bienvenida en París, donde se dice que exclamó: “París bien vale una misa”. Así se estableció la dinastía de los Borbones en el trono francés.
7.8
Francia bajo los Borbones
En 1598, con la expulsión de las últimas tropas españolas del territorio francés, finalizó el largo periodo de guerra. En el mismo año, Enrique IV intentó asegurar la paz interna en sus dominios, para lo que promulgó el Edicto de Nantes, que garantizaba la libertad de conciencia a todos sus súbditos, salvaguardaba la libertad de culto público para los hugonotes en fortalezas y poblados específicos, y les aseguraba la igualdad en el acceso a los cargos oficiales.
El reinado de Enrique IV, a partir de 1598, supuso para Francia un periodo de recuperación tras las guerras de Religión y el comienzo de un crecimiento económico renovado. La mayor parte de este periodo transcurrió en paz y las finanzas reales se restablecieron. En beneficio del campesinado, que suponía más del 90% de la población y que había sufrido los saqueos y la devastación de la guerra, Enrique anuló los atrasos debidos por arriendos y los impuestos sobre la tierra, prohibió que los acreedores embargaran el ganado o las herramientas, puso en venta las tierras públicas por debajo del precio de mercado y restringió los derechos de caza de los nobles sobre los campos cultivados. Para promover el comercio, construyó canales, dragó ríos y restauró y construyó puentes y carreteras. Atrajo a Francia a artesanos extranjeros para desarrollar nuevas industrias e introdujo el cultivo de las moreras, de las que se alimentan los gusanos de seda, para asegurar el abastecimiento de seda en bruto para la industria de este sector.
A finales de la primera década del siglo XVII, la economía era floreciente y la autoridad real estaba de nuevo firmemente establecida. Sin embargo, el clero católico se opuso a la tolerancia oficial hacia los hugonotes. En 1610 un religioso fanático (o un agente de los Habsburgo, el dato no es claro) asesinó al rey. Enrique, rechazado por su pueblo como herético en 1589, fue llorado por casi todos los franceses tras su muerte.
7.8.1
Luis XIII y el cardenal Richelieu
A Enrique le sucedió su hijo de nueve años de edad, Luis XIII. Durante los primeros 15 años de su reinado, el país inició una regresión bajo la ineficaz dirección de la reina madre, María de Medici, y, después, bajo el indeciso gobierno de un joven e inexperto rey.
En 1624, Luis eligió como primer ministro al cardenal Richelieu, que fue el gobernante efectivo de Francia durante los siguientes 18 años. Las principales metas de Richelieu consistieron en eliminar a todos los rivales del poder real y contener las amenazas del extranjero.
7.8.1.1
Política interior
Para acabar con el poder político de la nobleza, Richelieu ejecutó a varios de sus más eminentes y peligrosos miembros, y derribó los castillos que podían ser utilizados como centros de resistencia. Para socavar su autoridad y asegurar el fiel desarrollo de la política real en las provincias, Richelieu dividió el país en 30 nuevos distritos administrativos y al frente de cada uno de ellos colocó a un intendente, un oficial real nombrado entre miembros leales de la clase media. Los intendentes asumieron gradualmente enormes poderes políticos, judiciales y financieros en sus distritos. A los hugonotes se les privó de ciertos privilegios garantizados por el Edicto de Nantes, pero no se cuestionó la libertad de culto.
Richelieu fomentó el desarrollo de la flota mercante, fundó compañías de comercio exterior y apoyó la expansión colonial. La colonización sistemática comenzó en Canadá y se establecieron las primeras factorías comerciales en África y en las Indias Occidentales. Para proteger el comercio y las colonias organizó la Armada francesa, construyendo una flota de galeras en el Mediterráneo y una flota de cuarenta veleros en el Atlántico.
La inflación, el aumento de los impuestos y, después de 1635, la devastación producida por los ejércitos invasores sumió a la mayoría del campesinado en una profunda miseria. Las revoluciones campesinas se sucedieron en Borgoña entre 1625 y 1630, en el sur entre 1636 y 1637, y en Normandía en 1639. Todas fueron duramente reprimidas.
7.8.1.2
Política exterior
Cuando Richelieu se convirtió en el primer ministro del rey en 1624, la guerra de los Treinta Años, conflicto civil y religioso surgido en los estados alemanes y que llegó a ser una guerra europea general, se encontraba en su primera década. En 1635, cuando parecía que los Habsburgo (que detentaban el poder del Sacro Imperio Romano Germánico) podían unificar toda Alemania bajo su mandato, Richelieu introdujo a Francia en la guerra como aliada de los protestantes suecos y holandeses contra los Habsburgo católicos. La Paz de Westfalia (1648) concedió la mayoría de Alsacia al reino de Francia, y aseguró la división de los territorios alemanes. Por la Paz de los Pirineos (1659), firmada con España, Francia consiguió Artois en el norte y el Rosellón en la frontera española. Las ambiciones de los Habsburgo habían sido bloqueadas y Francia salió de la guerra como la gran vencedora.
7.8.2
El reinado de Luis XIV
Richelieu murió en 1642 y Luis XIII en 1643, dejando el trono a su hijo de cinco años, Luis XIV.
7.8.2.1
Mazarino y La Fronda
El protegido y sucesor de Richelieu como primer ministro, el cardenal Giulio Mazarino, continuó la política de su predecesor, culminando de forma victoriosa la guerra con los Habsburgo y derrotando, en el interior, el primer esfuerzo coordinado de la aristocracia y la burguesía para invertir la concentración de poder en el rey realizada por Richelieu.
En 1648, el Parlamento de París, en alianza con los burgueses de la ciudad, protestó contra los elevados impuestos y, con el apoyo de los artesanos, hicieron estallar una rebelión contra la Corona, denominada La Fronda. Poco después de que finalizara, los nobles amotinados del sur se rebelaron y, antes de que la revolución fuera aplastada, una guerra civil arrasó de nuevo diversas zonas de Francia. A pesar de esto, la Fronda fracasó en su intento de impedir la centralización del poder y, hasta la década de 1780, los estamentos privilegiados no desafiaron de nuevo a la autoridad de la Corona.
7.8.2.2
El absolutismo de Luis XIV
A la muerte del cardenal Mazarino en 1661, Luis XIV anunció que en lo sucesivo él sería su propio primer ministro. Durante los siguientes 54 años, gobernó Francia personal y conscientemente, y se estableció a sí mismo como modelo del monarca absolutista que gobernaba por derecho divino (véase Absolutismo).
A principios de su gobierno en solitario, Luis XIV estableció la estructura del estado absolutista. Organizó un número determinado de consejos consultivos y, para ejecutar sus instrucciones, los dotó de hombres capaces y completamente dependientes de su persona. La demanda de los parlamentos provinciales de un veto sobre los decretos reales se silenció totalmente. Los nobles potencialmente peligrosos, por ser descendientes de la antigua nobleza feudal, quedaron unidos a la corte a través de cargos prestigiosos pero de carácter ceremonial, que no les dejaban tiempo libre para su actividad política. La burguesía se mantuvo políticamente satisfecha con la garantía de orden interno que le ofrecía el gobierno, el fomento activo del comercio y la industria y las oportunidades de hacer fortuna explotando los gastos del Estado.
7.8.2.3
Luis XIV y la Iglesia
El rey, gracias al poder de nombrar a los obispos, consiguió un dominio firme sobre la jerarquía eclesiástica. El monarca gobernaba como representante de Dios en la tierra, y la obediencia del clero le proporcionó la justificación teológica de su derecho divino. Un movimiento disidente, el jansenismo, que se desarrolló en el siglo XVII, constituyó una amenaza política por el énfasis que daba a la supremacía de la conciencia individual, por lo que Luis luchó contra él desde sus comienzos.
7.8.2.4
Mecenazgo de las artes
El gran palacio que construyó Luis XIV en Versalles fue —y sigue siendo— incomparable en tamaño y en magnificencia, un monumento de la arquitectura, pintura, escultura, diseño interior, jardinería y tecnología constructiva de Francia. Luis XIV fue un destacado mecenas de las artes. Intentó elevar el nivel cultural mediante la fundación de la Academia de Bellas Artes y la Academia Francesa en Roma; además, ayudó a los autores con aportaciones económicas y fomentó sus trabajos, nombrando a un surintendant (supervisor) de música para elevar la calidad de las composiciones y de los conciertos. Creó también la Academia de las Ciencias.
7.8.2.5
Regulación de la economía
El ministro de Finanzas, Jean-Baptiste Colbert, fue el gran exponente de la era del mercantilismo. Subvencionó a la industria, estableció aranceles para eliminar la competencia exterior y controles de calidad en la producción industrial, desarrolló mercados coloniales que fueron monopolizados por los comerciantes franceses, fundó compañías comerciales ultramarinas, reconstruyó la Armada y, en el interior, construyó carreteras, puentes y canales.
7.8.2.6
La persecución de los hugonotes
Antes de finalizar su reinado, los gastos de las guerras habían arruinado la mayor parte del trabajo de Colbert en el ámbito económico y, en 1685, el rey asestó un golpe a la débil economía del Estado al revocar el Edicto de Nantes. Convencido de que la mayoría de los hugonotes se habían convertido al catolicismo, prohibió el culto público protestante, los predicadores fueron expulsados del país y se destruyeron sus centros de reunión. A pesar de la amenaza de elevadas multas, entre 200.000 y 300.000 hugonotes abandonaron Francia; la mayoría eran artesanos especializados, intelectuales y oficiales del ejército; en definitiva, valiosos súbditos que Francia no podía permitirse el lujo de perder.
7.8.2.7
Las guerras de Luis XIV
Luis condujo a su país a cuatro guerras costosas. En todas ellas continuó la política de contener y reducir el poder de los Habsburgo, extender las fronteras francesas hasta posiciones defendibles y conseguir ventajas económicas. Su ministro de Guerra, el marqués de Louvois, organizó un poderoso ejército de 300.000 hombres entrenados, disciplinados y bien equipados. En 1667, el monarca empleó este ejército para hacer valer su reclamación (basada en su matrimonio, en 1660, con María Teresa, hija del rey Felipe IV de España) sobre los Países Bajos españoles. Una hostil alianza de poderes marítimos le indujo a negociar un compromiso de paz en 1668. La recompensa francesa fueron once fortalezas en la frontera nororiental.
En 1672, las consideraciones estratégicas y económicas llevaron a Luis a atacar las Provincias Unidas (parte de los Países Bajos no sujeta a dominación española), donde pronto se enfrentaría no sólo con los holandeses, sino también con una poderosa coalición. Francia consiguió tras la Paz de Nimega (1678), que puso fin a la guerra, el Franco Condado en la frontera oriental y una docena de ciudades fortificadas en el sur de los Países Bajos.
En 1689, una alianza de poderes europeos, la Liga de Augsburgo, entró en guerra con Luis XIV para poner fin a su política de anexionar territorios adyacentes a ciudades conseguidas en tratados anteriores. Los ocho años de guerra terminaron con la Paz de Ryswick, acuerdo en el que ambas partes renunciaron a sus conquistas, aunque Francia retuvo la ciudad de Estrasburgo en Alsacia.
Los combatientes habían resuelto solucionar sus diferencias debido a que una nueva crisis internacional asomaba en el horizonte. Carlos II, rey de España, no tenía heredero directo. Un mes antes de su muerte, nombró para sucederlo al nieto de Luis XIV, Felipe de Anjou. Aunque Luis había defendido anteriormente la división de la herencia de la monarquía española, decidió apoyar la candidatura de su nieto a todo el territorio. Los otros estados europeos temieron las consecuencias de la gran extensión del poder de los Borbones que esto generaría, y se unieron en una coalición para evitarlo. La guerra de Sucesión española duró trece agotadores años. Al final, Luis consiguió su principal objetivo y su nieto se convirtió en rey de España con el nombre de Felipe V.
7.8.2.8
El fin del reinado de Luis XIV
La guerra, junto al frío invierno de 1709 y a una escasa cosecha, provocó en Francia numerosas revueltas por la falta de alimentos y en demanda de reformas políticas y fiscales. Una epidemia de viruela que tuvo lugar entre 1711 y 1712 acabó con la vida de tres herederos al trono, dejando un único superviviente por línea directa, el biznieto de Luis, que tenía 5 años de edad. Luis XIV murió en Versalles el 1 de septiembre de 1715, tras 73 años de reinado.
7.8.3
Francia en el siglo XVIII
Luis XV que reinó entre 1715 y 1774, y su nieto, Luis XVI, en el poder desde 1774 hasta 1792, fueron gobernantes bien intencionados, pero ambos carecían de la habilidad necesaria para adaptar las instituciones nacionales a las cambiantes condiciones del siglo XVIII. Luis XV era indolente y estaba poco interesado por los asuntos de Estado, que intentaba despachar lo antes posible para disfrutar de los placeres que le ofrecían su riqueza y posición. Desacreditó a la monarquía y a su muerte era tan impopular que su cuerpo fue enterrado en secreto. Luis XVI, con sólo 20 años de edad cuando comenzó a reinar, era indeciso y muy influenciable. Su joven esposa, María Antonieta, frívola y extravagante, obstaculizó las necesarias reformas.
No obstante, el siglo XVIII fue una de las épocas más importantes de la historia del país. Francia era la nación más rica y poderosa del continente. El gusto por lo francés, desde la arquitectura o el diseño hasta la moda, se extendía por todo el mundo occidental. Las ideas políticas y sociales de los escritores franceses influyeron en el pensamiento y en las actividades tanto de Europa como de América, y el francés se convirtió en el idioma de los intelectuales en todo el mundo (véase Siglo de las Luces).
7.8.3.1
La economía
Este siglo fue un periodo caracterizado por un extraordinario crecimiento económico. La población pasó de 21 millones en 1700 a 28 millones en 1790. Los ingresos procedentes de la agricultura se incrementaron en un 60%. Los historiadores económicos sitúan los comienzos de la industrialización francesa en el siglo XVIII, fecha en la que el país era la principal potencia industrial del mundo. El Corps des Ponts et Chaussées (Departamento de Puentes y Carreteras), fundado en 1733, hizo del sistema de carreteras francés el mejor de Europa en 1780. La flota mercante de Francia contaba con más de 5.000 barcos, dedicados al lucrativo comercio con África, América y la India, y enriquecía a los comerciantes de los puertos franceses del Atlántico. Sin embargo, los ingresos de los trabajadores y artesanos de las ciudades difícilmente mantenían el ritmo de la inflación, así como la mayoría de los campesinos, que conseguían pocos excedentes para vender y estaban cargados de fuertes impuestos, diezmos y obligaciones feudales.
7.8.3.2
Régimen fiscal
El sistema tributario, que eximía a los territorios de la nobleza y del clero (aproximadamente el 35% de los terrenos cultivados) de los impuestos sobre la tierra, fracasó al no afectar a los principales contribuyentes y al establecer una carga injusta sobre el campesinado y la burguesía. Los sucesivos ministros intentaron establecer un sistema tributario equilibrado que afectara a toda la riqueza, pero la oposición de los estamentos privilegiados y la debilidad del rey al apoyar reformas contra esa oposición frustraron estos intentos.
7.8.3.3
Oposición a la monarquía
La nobleza (cuyos títulos eran originariamente comprados a la Corona) dirigió en los parlamentos provinciales la oposición a las iniciativas reales, invocando que los decretos reales se sometieran a la aprobación parlamentaria y haciéndose pasar por defensores de las libertades públicas contra el despotismo real, con lo que pretendían popularizar su causa; en realidad, lo que estaban defendiendo eran sus propios privilegios y el control del gobierno por parte de la aristocracia.
La oposición de la clase intelectual a la monarquía estuvo dirigida por los filósofos y escritores franceses del siglo XVIII que trataban problemas políticos, sociales y económicos. Rechazando las costumbres y la tradición como líneas de acción, instaron a sus compatriotas a que usaran la razón como medio para descubrir las leyes naturales que rigen las relaciones humanas y para moldear nuevas instituciones de gobierno y sociedad en conformidad con ellas. También sostenían que toda la población tenía ciertos derechos naturales —vida, libertad y propiedad— y que los gobiernos existían para garantizar esos derechos. Algunos, a finales del siglo, defendieron el derecho de autogobierno. Estas ideas fueron especialmente apreciadas por la burguesía, que había aumentado en número, riqueza y ambición, y ansiaba ampliar su destacada posición socioeconómica al ámbito político, participando en las decisiones del gobierno. A través de la burguesía, las ideas se filtraron hasta las capas inferiores de la sociedad y llegaron a formar parte del acervo popular antes de la revolución.
7.8.3.4
La crisis financiera
Los problemas financieros del gobierno empeoraron después de 1740 por la reanudación de los conflictos bélicos. La guerra de Sucesión austriaca (1740-1748) y la guerra de los Siete Años (1756-1763) fueron enfrentamientos europeos por la hegemonía en Europa central y en las colonias. La segunda de ellas llegó incluso a algunas zonas de América, la denominada Guerra Francesa e India, que enfrentó a Francia y Gran Bretaña por obtener el predominio comercial y territorial en un amplio espacio geográfico. Francia perdió su vasto imperio colonial en América y en la India. En 1778, los franceses intervinieron en la guerra de la Independencia estadounidense, apoyando la rebelión de los colonos norteamericanos para debilitar así a Gran Bretaña y recuperar las colonias perdidas. Sin embargo, las esperanzas francesas no se cumplieron, a pesar del éxito de los insurgentes, y su participación en la guerra incrementó la ya creciente y onerosa deuda nacional.
La labor de afrontar la crisis financiera recayó en el joven e indeciso Luis XVI. Después de que los parlamentos provinciales bloquearan todos los programas de reforma presentados por los ministros e improvisaran una Asamblea de Notables en mayo de 1788, Luis obligó al Parlamento de París a aceptar los edictos reales que privaban a los parlamentarios de sus poderes políticos. Jueces, nobles y clérigos se resistieron e intentaron evitar la aplicación del decreto real; consiguieron el apoyo del Ejército y de una población afectada por altos índices de desempleo y por el precio del pan más alto del siglo. En julio, la asamblea de una de las provincias meridionales votó para anular el cobro de impuestos hasta que el rey no convocara una sesión de los Estados Generales, inactivos desde 1615. El 5 de julio de 1788, Luis acordó reunir a los Estados Generales y en agosto proyectó su apertura para mayo de 1789. La aristocracia había triunfado en la primera etapa de la Revolución Francesa.
7.9
La Revolución de 1789
El 5 de mayo de 1789, 1.200 diputados formaron los Estados Generales en Versalles. El gobierno no tenía un plan de acción que respondiera a las expectativas de los diputados y de la nación, y al defender el voto por estamentos en la Asamblea los miembros del tercer estado, tomando la iniciativa, abandonaron el 17 de junio los Estados Generales y proclamaron la Asamblea Nacional de Francia. Invitaron a los otros estados a unirse a ellos y juraron solemnemente no disolverse hasta que hubieran dado a Francia una constitución.
7.9.1
El fin del Antiguo Régimen
Cuando el gobierno quiso disolver la Asamblea por la fuerza en julio, el pueblo de París se rebeló, tomando la fortaleza real de La Bastilla, y obligó al rey a aceptar la formación de la Asamblea Nacional Constituyente. Una revolución campesina se extendió a través del territorio e impulsó a la inquieta Asamblea —en una única sesión que duró toda la noche del 4 al 5 de agosto— a abolir todos los privilegios feudales, la nobleza hereditaria y los títulos nobiliarios.
La Asamblea Nacional Constituyente, reunida desde 1789 hasta 1791, reorganizó la estructura institucional de Francia. Para acabar con la presión del problema financiero, confiscó las propiedades de la Iglesia y emitió papel moneda, usando las tierras confiscadas como fianza; reorganizó la Iglesia bajo la Constitución Civil del Clero, lo que suponía la creación de una Iglesia nacional francesa dirigida por el Estado; y estableció un nuevo sistema administrativo provincial y judicial, que modificó el control de la elección de los oficiales y jueces y puso fin al largo proceso de centralización. La Constitución adoptada en 1791 creó un gobierno parlamentario con una monarquía hereditaria y una asamblea elegida por sufragio restringido (a los ciudadanos que pagaban impuestos) e indirecto.
La monarquía constitucional duró solamente un año. Luis XVI no estaba dispuesto a desempeñar el papel que le otorgaba la Constitución; en julio de 1791 intentó huir del país, refugiarse en el extranjero y solicitar el apoyo de las restantes potencias absolutistas, pero fue detenido y arrestado. En abril de 1792, la Asamblea declaró la guerra a Austria y Prusia. Las iniciales derrotas y el temor a que austriacos y prusianos invadieran Francia, liberaran al monarca y acabaran con la revolución, proporcionaron la ocasión para terminar con la monarquía por la insurrección popular del 10 de agosto de 1792. Se eligió una nueva asamblea constituyente, la Convención Nacional, por sufragio universal masculino, que, en septiembre de 1792, estableció la I República francesa.
7.9.2
El gobierno jacobino
En la crisis originada por la invasión extranjera, la rebelión interna, la falta de alimentos y las dudosas lealtades entre los altos cargos, la Convención permitió que el poder ejecutivo se concentrara en el Comité de Salvación Pública. Éste, dominado por la facción radical jacobina, inauguró el denominado Reinado del Terror para eliminar a los enemigos de la revolución. El rey fue juzgado y ejecutado en enero de 1793; la reina, miles de nobles y numerosos ciudadanos siguieron la misma suerte. El Comité instituyó un control de precios sobre los productos básicos, que se racionaron, y fueron requisados los bienes de quienes habían sido condenados, se estableció el servicio militar obligatorio y también se organizó y equipó a los nuevos ejércitos de ciudadanos.
7.9.3
El Directorio
En 1794, cuando los ejércitos franceses se alzaron con la victoria y pasó el peligro de una invasión extranjera, se produjo una reacción contra el régimen jacobino, que fue eliminado tras un golpe de Estado en el mes de termidor (julio según el calendario revolucionario). Al año siguiente, la Convención Nacional adoptó una Constitución que estipulaba un régimen republicano, un Directorio de cinco miembros, que ejercía el poder ejecutivo, y un poder legislativo dividido en dos cámaras elegidas indirectamente, de modo que se aseguraba el predominio político de los ciudadanos que poseían propiedades.
El Directorio gobernó Francia durante cuatro años difíciles, de reajustes por la convulsión que habían causado la revolución y la guerra continua. El Directorio estuvo amenazado desde la derecha por los monárquicos, deseosos de restaurar la monarquía, y desde la izquierda, por los jacobinos, determinados a establecer una república democrática. Cierto número de personas, situadas en posiciones clave, vieron la necesidad de instaurar un gobierno más fuerte, por lo que eligieron al joven general Napoleón Bonaparte para que llevara a cabo un golpe de Estado. En noviembre de 1799, Napoleón y sus seguidores derrocaron al Directorio y un mes después establecieron el Consulado.
7.10
El Consulado y el Imperio
Después de la supresión del Directorio, Napoleón se nombró rápidamente jefe de Estado. La nueva Constitución, que él mismo promulgó, establecía los poderes esenciales del cargo que él asumía, el de primer cónsul. Se presentó ante los franceses como un hombre pacífico que pondría fin a los largos años de guerra, pero una vez en el poder insistió en que la única forma de conseguir la paz era a través de la victoria sobre los enemigos de Francia, todavía aliados en la Segunda Coalición. Se puso al frente de un ejército que penetró en Italia y envió otro al sur de Alemania, y sus victorias obligaron a Austria a firmar la paz en 1801. La coalición se deshizo, y Gran Bretaña, sin aliados y con la pérdida del comercio con una Europa cada vez más dominada por Francia, acordó firmar la Paz de Amiens (1802), que acabó con las hostilidades entre ambos países.
7.10.1
La política interior de Napoleón
Como primer cónsul, Bonaparte intentó remediar las heridas de la revolución, para reconciliar a los antiguos enemigos y crear y consolidar las instituciones de un gobierno estable. Dio la bienvenida a su servicio a todos los que le juraron lealtad. Negoció con el papa Pío VIII el Concordato de 1801, que restablecía el apoyo del estado a la Iglesia católica, pero quedando sujeta a un estricto control gubernamental. La codificación de leyes que significó el Código de Napoleón confirmó los principales logros conseguidos por la Revolución, como la abolición de los privilegios feudales, la igualdad ante la ley, la libertad de conciencia, la elección libre del trabajo y garantías contra la detención o el arresto arbitrarios.
Para asegurarse el control administrativo de los 83 departamentos, unidades administrativas en las que la Asamblea Nacional había dividido el país, Napoleón colocó al frente de cada uno de ellos a un prefecto nombrado por el ministro del Interior. Además, fundó el Banco de Francia, creó una nueva unidad monetaria, el franco, y estableció la Universidad Imperial, una organización para dirigir el control de los profesores del Estado.
7.10.2
El dominio napoleónico de Europa
Napoleón estableció en 1804 el Imperio Francés y se coronó emperador. Esto confirmó sus ambiciones de extenderse más allá de los límites de la Francia de los Borbones y, en 1805, se reanudaron las Guerras Napoleónicas. En los dos años siguientes venció a Austria, Prusia y Rusia, y se convirtió en el dueño de la mayor parte de Europa. Gran Bretaña se mantuvo en guerra contra él, segura de su control sobre el mar tras la destrucción de la flota francesa, aliada de la española, en 1805 en la batalla de Trafalgar. Napoleón se dispuso entonces a aplicar un bloqueo comercial sobre Gran Bretaña, conocido como el Sistema Continental, lo que en cierta medida le llevó a realizar acciones que serían fatales para el Imperio: las invasiones de España y Rusia.
7.10.3
El final del Primer Imperio
Después de la derrota de su Ejército en Rusia en 1812, los enemigos de Napoleón formaron una nueva coalición en su contra. Expulsado de Alemania y España en el invierno de 1813, en la primavera de 1814 dirigió la última campaña para salvar el Imperio y la perdió. Abdicó en abril de 1814 y se rindió a los aliados. Los franceses convencieron a los gobernantes aliados de que la restauración de los Borbones en el trono francés ofrecía una mayor promesa de paz para Francia, y así, en mayo de ese mismo año, el hermano menor del ejecutado rey Luis XVI entró en París y gobernó como Luis XVIII.
La política del nuevo gobierno despertó el resentimiento popular en Francia mientras los aliados mantenían discrepancias en el Congreso de Viena, intentando modificar las fronteras de Europa. Napoleón, conocedor de estos sucesos, consideró que era la oportunidad para recuperar su poder. En marzo de 1815 huyó de su exilio en la isla de Elba y volvió a Francia. El Ejército le apoyó, Luis XVIII se marchó a Bélgica y Napoleón restableció el denominado periodo de los Cien Días. Los gobernantes europeos dejaron de lado sus diferencias, reunieron sus Ejércitos y el 18 de junio de 1815, en Waterloo, cerca de Bruselas, derrotaron definitivamente al Ejército imperial. Napoleón fue desterrado a la isla de Santa Elena, en el sur del océano Atlántico, donde murió en 1821. Luis XVIII volvió a París y la monarquía borbónica fue restaurada por segunda vez. Véase también Guerras Napoleónicas.
7.11
La monarquía constitucional
Luis XVIII comprendió que Francia no podía volver al régimen prerrevolucionario. Garantizó el cumplimiento de una constitución, la Carta de 1814, que establecía una monarquía parlamentaria y reformas sociales expresadas en los códigos de leyes napoleónicos. El régimen era representativo pero no democrático, ya que el derecho de voto estaba limitado a menos de 100.000 propietarios importantes.
En los difíciles primeros meses, la incompetencia del gobierno lo enfrentó a la mayor parte de la población y, cuando Napoleón volvió a Francia en marzo de 1815, Luis se dio cuenta de que tenía poco apoyo en su propio reino. Pero después de la derrota de Waterloo no hubo impedimentos a la restauración de Luis. Los dirigentes aliados, menos dispuestos a olvidar el apoyo del país a Napoleón, impusieron a Francia la ocupación militar de dos tercios de su territorio durante cinco años y el pago de una fuerte indemnización.
La segunda Restauración de 1815 hizo estallar una ola de venganza, denominada “terror blanco”, contra los bonapartistas y los republicanos. El resultado fueron varios muertos, cientos de heridos y diversas represalias legales contra quienes habían propiciado el regreso de Napoleón durante los Cien Días. Las primeras elecciones parlamentarias, celebradas en 1815, dieron el poder a una cámara ultrarrealista partidaria de una política reaccionaria. En 1816, Luis XVIII disolvió esta cámara bajo la presión de las potencias europeas, que temían que pudiera estallar una nueva revuelta. En las siguientes elecciones obtuvieron la mayoría los monárquicos moderados. La productividad económica se reactivó y expandió. Tras el Congreso de Aquisgrán (1818) finalizó la ocupación extranjera y Francia fue aceptada de nuevo en los foros internacionales europeos, ingresando en la Santa Alianza. Sin embargo, los años de gobierno de los moderados dieron paso en 1820, tras el asesinato del duque de Berry, heredero del trono, al gobierno de los ultrarrealistas y a la coronación de su máximo exponente, el conde de Artois, como rey de Francia en 1824, con el nombre de Carlos X.
Los liberales protestaron al considerar que las libertades francesas peligraban, pero los Borbones proporcionaron a Francia un gobierno estable, honesto, eficiente y sin presiones. Propiciaron un ambiente en el que prosperaron la industria y el comercio y en el que Francia recuperó la primacía intelectual y artística vivida en el siglo anterior.
7.11.1
La Revolución de 1830
Después de 1826, el retraso económico, las elecciones generales, que otorgaron la mayoría a los liberales en 1827, y la imprudencia de Carlos X ocasionaron la crisis política. En agosto de 1829, Carlos X nombró presidente del Consejo al ultramonárquico príncipe de Polignac, lo que no agradó a los diputados liberales ni a la prensa. Cuando la mayoría liberal de la Cámara de Diputados solicitó en marzo de 1830 su destitución en el manifiesto de los 221, disolvió la cámara y convocó nuevas elecciones que confirmaron la mayoría, pero Carlos no aceptó el resultado electoral. El 26 de julio de 1830 promulgó una serie de decretos para convocar nuevas elecciones, reducir el número de votantes y restringir la libertad de prensa. Los periodistas y diputados liberales protestaron, porque consideraban que esto violaba la Constitución, y recibieron el apoyo de los trabajadores parisinos. Después de las “tres gloriosas jornadas” del 27, 28 y 29 de julio, Carlos X, abandonado por todos excepto por una minoría de monárquicos, abdicó y los diputados ofrecieron el trono a Luis Felipe, duque de Orleans, perteneciente a una rama reciente de la familia de los Borbones. Revisaron la Constitución para eliminar el poder legislativo del rey y se extendió, moderadamente, el sufragio.
7.11.2
Luis Felipe I de Orleans
La Monarquía de Julio, denominación que recibió el régimen de Luis Felipe, estuvo dominada por los acomodados propietarios de la tierra y algunos hombres de negocios y banqueros, convirtiéndose en benefactora de la gran burguesía. Los primeros cinco años fueron turbulentos, interrumpidos por levantamientos y revueltas de los republicanos decepcionados y de los trabajadores urbanos empobrecidos, pero en 1835 el régimen quedó establecido firmemente.
La vida política de este periodo fue menos destacada que su actividad económica e intelectual. El crecimiento de la producción industrial aumentó rápidamente después de 1840 e hizo que Francia, en pocas décadas, pasara de ser un estado agrario a un estado industrializado. La ley de ferrocarriles de 1842 estableció la construcción de una red nacional de ferrocarriles, que aceleró la industrialización y proporcionó a la población una movilidad sin precedentes. En los cinco años posteriores a 1846, la población rural descendió por primera vez en ese siglo, mientras que la emigración hacia los grandes pueblos y las ciudades creció. La ley escolar promulgada en 1833 establecía que cada commune de Francia tenía que mantener una escuela primaria masculina, gratuita para todos aquellos que no pudieran pagarla. El programa de estudios daba importancia a la lectura y a la escritura y, en la década de 1840, el francés comenzó a sustituir a los dialectos locales que se hablaban en todo el país.
7.11.3
La Revolución de 1848
Luis Felipe y sus ministros resistieron todas la presiones para adaptar las instituciones políticas nacionales a la evolución de la economía y de la sociedad, particularmente a la ampliación del sufragio. La rigidez del gobierno y la seria depresión económica de 1846 y 1847 provocaron que se propusiera un nuevo régimen republicano como alternativa. En febrero de 1848, el torpe esfuerzo del gobierno por prevenir una concentración republicana en París originó un choque entre las tropas y los manifestantes que se transformó en revolución. Luis Felipe abdicó el 24 de febrero. Un grupo de dirigentes republicanos formó un gobierno provisional y proclamó la II República francesa.
7.12
La II República y el Segundo Imperio
Durante los cuatro primeros meses de vida de la II República, desde febrero a junio de 1848, los republicanos moderados, que sólo pretendían un cambio político, y los republicanos radicales, que propugnaban además una profunda reforma social, lucharon por conseguir el control del gobierno. Las elecciones de abril devolvieron la mayoría a los moderados y conservadores en la Asamblea Constituyente y las medidas que tomaron contra los radicales llevaron a una nueva insurrección, provocando tres días de sangrientos enfrentamientos callejeros en París. El fin de la insurrección aseguró la naturaleza conservadora de la II República y suscitó entre la burguesía el temor de que el radicalismo de la clase obrera influyera en la política francesa durante el siguiente cuarto de siglo.
La Constitución de la II República, promulgada en noviembre de 1848, establecía un régimen presidencialista y unicameral, en la que tanto el presidente de la República como la Asamblea se elegían por sufragio universal masculino. Luis Napoleón Bonaparte, sobrino de Napoleón I Bonaparte, fue elegido presidente por mayoría, mientras que las elecciones parlamentarias dieron la victoria a los monárquicos, contrarios a la República y temerosos de Luis Napoleón, una combinación que dificultaba la estabilidad del gobierno. Los republicanos radicales, que consiguieron un tercio de los escaños, alarmaron a los grandes y pequeños propietarios cuando hablaron de conseguir el control del gobierno en 1852, año en que se celebrarían las siguientes elecciones presidenciales y parlamentarias. Luis Napoleón, presentándose como el salvador de la sociedad frente a una revolución radical, tomó el poder en un golpe de Estado el 2 de diciembre de 1851 y otorgó a Francia una nueva Constitución. Un año después, restauró el Imperio y asumió el título de Napoleón III (el hijo de Napoleón I, Napoleón II, nunca reinó), emperador de los franceses.
Hasta 1860, Napoleón III gobernó Francia como dirigente autoritario, pero en 1860 comenzó a delegar su autoridad, de forma voluntaria, en las cámaras legislativas.
7.12.1
El régimen de Napoleón III
El II Imperio proporcionó un clima propicio al desarrollo económico. El rápido crecimiento industrial comenzó en la década de 1840. La red ferroviaria triplicó su extensión; las nuevas instituciones bancarias proporcionaron el sistema crediticio nacional necesario; los tratados comerciales con Gran Bretaña y otros países dieron a la sobreprotegida industria nacional una saludable competencia; y se mejoró la infraestructura de las ciudades y los puertos, en especial de París, que se transformó con el trazado de amplias avenidas que atravesaban los barrios centrales, con la planificación de parques espaciosos y con la construcción de edificios públicos.
Los logros de Luis Napoleón en política interior contrastaron con sus fracasos en el exterior. La victoria sobre Rusia en la guerra de Crimea (1853-1856), aliada con Inglaterra, y el prestigio que le dio la conferencia de paz de París fueron éxitos que no se repitieron. En 1859, la guerra contra Austria en apoyo al proceso de unificación italiana posibilitó a Francia la anexión de Niza y Saboya. Un intento, apoyado por una fuerza expedicionaria de 30.000 hombres, de establecer un imperio conservador en México entre 1862 y 1866 acabó en desastre. La decisiva victoria de Prusia sobre Austria en 1866 inclinó la balanza europea de poder en contra de Francia. Napoleón III no tuvo éxito en su intento de impedir el ascenso de Prusia y fracasó al pretender conseguir compensaciones para Francia que contrarrestaran el aumento de territorio y poder de Prusia.
7.12.2
La Guerra Franco-prusiana (1870-1871)
En julio de 1870, el primer ministro prusiano Otto von Bismarck involucró a Francia en una guerra aparentemente suscitada por la sucesión al trono español. Los ejércitos franceses no eran equiparables a los de Prusia y a los de los otros estados alemanes en fuerza, organización y dirección. Fueron derrotados en el campo de batalla y, el 2 de septiembre, Napoleón y su principal ejército se rindieron en Sedan. Cuando las noticias llegaron a París, el 4 de septiembre, se proclamó la República y se creó un Gobierno de Defensa Nacional para continuar la guerra. Durante cuatro meses, París resistió el asedio alemán y sus ejércitos, organizados precipitadamente, se enfrentaron a las fuerzas alemanas en el valle del Loira. En enero de 1871, cuando la capital de la nación estaba a punto de terminar con su reserva de alimentos y las operaciones militares continuaban sin muchas esperanzas, el gobierno francés capituló. Bismarck garantizó un armisticio de tres semanas para que en ese tiempo se eligiera una Asamblea Nacional que tuviera autoridad suficiente para firmar la paz. La Asamblea se reunió en Burdeos y el 1 de marzo aprobó los preliminares de la paz, por los que Francia cedería Alsacia y un tercio de Lorena a Alemania, pagaría una indemnización de 5.000 millones de francos y se sometería a una ocupación militar hasta haber pagado las indemnizaciones, lo que fue ratificado en el Tratado de Frankfurt, firmado junto con el ya proclamado Imperio Alemán en mayo. Véase Guerra Franco-prusiana.
7.13
La III República
La Asamblea Nacional, tan pronto como finalizó la guerra con Alemania, tuvo que hacer frente a un grave conflicto interno. A mediados de marzo, los republicanos radicales de París se rebelaron e instauraron un gobierno municipal independiente, la Comuna de París, en 1871. Mantuvieron el control de la capital hasta que, dos meses después, las tropas gubernamentales retomaron la ciudad tras la Semana Sangrienta (21-28 de mayo), que supuso una represión no sólo del movimiento comunal, sino también de las fuerzas progresistas francesas en general.
La mayoría monárquica de la Asamblea Nacional intentó restaurar la monarquía, pero no pudo resolver las diferencias entre los pretendientes borbónicos y orleanistas al trono, por lo que en 1875 los republicanos reunieron suficientes votos para conseguir la aprobación de una Constitución republicana. Los monárquicos esperaban que finalmente se sustituyera al presidente de la república por un rey, pero en 1877 se malogró este intento de nueva restauración monárquica.
Durante las tres décadas siguientes, Francia se tuvo que ocupar de las amenazas recurrentes que recibía la República. En la década de 1880, el ministerio de Jules Ferry se comprometió a acabar con la influencia de la Iglesia católica sobre la educación. Las leyes de Ferry establecieron que la educación primaria fuera gratuita y obligatoria y prohibió la educación religiosa en las escuelas estatales. A mediados de dicha década, los republicanos hicieron frente a la oposición de monárquicos, bonapartistas y ultranacionalistas, aglutinados en torno al popular general Georges Boulanger.
7.13.1
El caso Dreyfus
En la década siguiente surgió una crisis más seria. En 1894, un tribunal militar condenó a cadena perpetua a un oficial del Ejército francés de origen judío, Alfred Dreyfus, acusado de espionaje en favor de Alemania. Su familia y amigos, convencidos de su inocencia, obligaron a reabrir el caso y, a finales de la última década del siglo XIX, la apasionada disputa que desencadenó el proceso dividió el país. Los partidarios de Dreyfus, principalmente republicanos y otros grupos de izquierda, sostenían que se había cometido una injusticia y que el individuo debía tener prioridad sobre otras consideraciones. Los monárquicos, ultranacionalistas y defensores de la Iglesia católica pensaban que quienes apoyaban la inocencia de Dreyfus pretendían desacreditar al Ejército y socavar la seguridad nacional. Los diputados republicanos, unidos en 1899 para formar un bloque republicano de izquierdas, intentaron reducir la tensión del caso con el perdón de Dreyfus y con las dimisiones y las reasignaciones de los oficiales militares comprometidos y, en 1901, reanudaron su ataque a la Iglesia. La Ley de Asociaciones de ese año supuso la clausura de 1.500 centros religiosos y 3.000 escuelas católicas. El proceso culminó en 1905 con la separación oficial de la Iglesia y el Estado.
7.13.2
La economía y las artes
Las cuatro décadas posteriores a 1871 fueron años de estabilidad, aunque el crecimiento económico no fue espectacular ni próspero para la burguesía y el campesinado. La clase trabajadora industrial propició el incremento de la producción, pero resultó la más desfavorecida. Los sindicatos se legalizaron en 1884 y a partir de entonces se desarrolló un movimiento obrero revolucionario. Éste despreció la acción política y propugnó la acción directa a través de huelgas y sabotajes para acabar con la República y el sistema capitalista.
Las décadas de paz y prosperidad vividas desde 1871 constituyeron una de las grandes etapas creativas del arte y la literatura franceses. Primero los pintores impresionistas, y después la vanguardia de Henri Matisse, Georges Braque y otros convirtieron a París en la capital mundial del arte. Una pléyade de escritores como Émile Zola, Anatole France, Paul Verlaine, Guy de Maupassant, Victor Hugo, Charles Cros, Arthur Rimbaud y Guillaume Apollinaire enriquecieron la literatura francesa.
7.13.3
Política exterior, 1871-1914
Tras la Guerra Franco-prusiana, la seguridad nacional fue una preocupación constante. El II Imperio Alemán superaba a Francia cada vez más en producción siderúrgica y en población, por lo que después de 1871 Francia empezó a encontrarse aislada en el contexto internacional. Siguiendo las previsiones de Bismarck, el gobierno francés orientó sus objetivos a la expansión ultramarina y estableció un imperio colonial en África y Asia, tan grande como el imperio que había perdido en el siglo XVIII y segundo en extensión después del Imperio Británico. En la última década del siglo XIX, un enfriamiento en las relaciones entre Rusia y Alemania dio a los franceses la oportunidad que esperaban para conseguir un aliado en la frontera oriental alemana. En 1894, Francia y Rusia firmaron una alianza defensiva que establecía la mutua asistencia contra los ataques alemanes o austro-húngaros. Una década después, el temor común a Alemania movió a Francia y a Gran Bretaña a resolver sus diferencias coloniales y a comenzar negociaciones para aunar sus operaciones militares y navales en Europa. En 1907, Gran Bretaña y Rusia también habían resuelto sus diferencias y junto a Francia formaron la Triple Entente, como respuesta a la Triple Alianza integrada por Alemania, Austria-Hungría e Italia. La amenaza de guerra estuvo fatalmente presente durante la década anterior a 1914 y, sucesivamente, en 1905, 1908, 1911 y 1913.
El asesinato del heredero al trono austro-húngaro por los nacionalistas serbios, en julio de 1914, precipitó una nueva crisis. Los intereses franceses no estaban implicados directamente en la disputa balcánica entre Austria-Hungría y Rusia, pero el gobierno respaldó a su aliado ruso, temeroso de que una causa menor pudiera debilitar la alianza de la que dependía la seguridad francesa. Alemania, apoyando a su aliado, Austria-Hungría, declaró la guerra a Rusia el 1 de agosto, y dos días más tarde, después de la negativa francesa a permanecer neutral, declaró la guerra a Francia.
7.13.4
La I Guerra Mundial
Cuando Francia se vio implicada en la I Guerra Mundial en agosto de 1914, el pueblo francés, casi sin excepción, se unió para defender a su país, dejando a un lado los conflictos políticos y de clase de las décadas anteriores. Los ejércitos alemanes atravesaron Bélgica, penetraron en Francia por el norte y avanzaron hasta las afueras de París antes de retroceder en la batalla del Marne, a principios de septiembre, y atrincherarse en una línea que se extendía desde el canal de la Mancha hasta la frontera suiza, dentro del territorio francés.
En los cuatro años siguientes, las operaciones militares en la frontera occidental supusieron continuos esfuerzos para romper las líneas opuestas y reanudar la guerra de movimientos. El uso de ametralladoras y de artillería pesada favoreció la defensa y las ofensivas sólo conseguían normalmente unos pocos kilómetros cuadrados con un alto coste de vidas humanas. A finales de 1914, Francia tenía un balance de 300.000 muertos y de 600.000 heridos, prisioneros o desaparecidos. Sólo la defensa de Verdún, en 1916, supuso la pérdida de 270.000 vidas francesas. Después del fracaso de la ofensiva efectuada en la primavera de 1917, algunas unidades francesas se negaron a internarse en las líneas fronterizas y la desobediencia se extendió a más de la mitad de las divisiones francesas. A la vez, la seguridad del frente interior estaba amenazada por el cansancio de la guerra, las huelgas y las crecientes demandas de negociar la paz. El general Henri Philippe Pétain tomó la dirección del Ejército y logró restaurar la disciplina y la moral de las tropas. En el interior, un nuevo gobierno dirigido por Georges Clemenceau renovó el deseo de continuar la guerra, silenciando a los opuestos a ella.
En julio de 1918, la unificación de las fuerzas aliadas, la entrada en la guerra de Estados Unidos y el agotamiento de la maquinaria de guerra alemana permitió a los aliados desplegar una ofensiva que obligó al gobierno alemán a pedir la paz. El 11 de noviembre de 1918, la recientemente establecida República de Weimar en Alemania aceptó el armisticio y, el 28 de junio de 1919, firmó oficialmente un pacto de pacificación en el palacio de Versalles, el llamado Tratado de Versalles. Francia recuperó Alsacia y Lorena. El Ejército alemán se redujo a 100.000 hombres, se delimitó una franja de 50 km de ancho en la orilla este del Rin y Alemania acordó pagar reparaciones por los daños causados a Francia durante la contienda. El país fue el gran vencedor de la guerra, pero con un coste elevado; murieron 1.394.000 hombres, una cuarta parte de la población masculina entre los 18 y los 30 años, y los departamentos nororientales quedaron devastados.
7.13.5
La política interior en el periodo de entreguerras
El problema interno más acuciante después de la guerra fue la estabilización del franco. Cuando se incrementaron los precios al finalizar la guerra, el valor del franco descendió un 90% en su valoración internacional. En 1926 se estabilizó a un 20% de su valor anterior a la guerra. La devaluación perjudicó duramente a la burguesía, que había sido el núcleo del apoyo social a la República y que dependía de sus ahorros. Los últimos años de la década de 1920 y los primeros de la de 1930 supusieron un breve periodo de prosperidad y calma hasta la llegada a Europa de los efectos de la Gran Depresión, que comenzó en Francia en el año 1932 y trajo nuevos temores a la República, coincidiendo con el resurgimiento, después de 1933, de una Alemania agresiva. En 1934, la amenaza del fascismo en el interior y en el extranjero impulsaron a los partidos radical-socialista, socialista y comunista a unirse en el Frente Popular para defender el sistema democrático y exigir la promulgación de una legislación social progresista. Una vez conseguido el control de la Cámara de Diputados en 1936, el gobierno del Frente Popular, presidido por Léon Blum, disolvió las organizaciones fascistas y logró aprobar las leyes que establecían vacaciones remuneradas, 40 horas de trabajo semanales y convenios colectivos obligatorios. No había completado su programa cuando se vino abajo en 1938, en parte debido al crecimiento de la amenaza de guerra y a la propia división de la izquierda francesa en cuestiones tales como la no intervención en la Guerra Civil española.
7.13.6
La búsqueda de la seguridad
A lo largo de las décadas de 1920 y 1930, la seguridad nacional continuó siendo la principal preocupación del gobierno. Gran Bretaña y Estados Unidos no ofrecieron garantías de evitar el rearme alemán, por lo que Francia intentó conseguir cierta seguridad estableciendo alianzas con Bélgica y los estados de Europa oriental que podrían, al igual que Rusia antes de 1914, amenazar a Alemania con una guerra de dos frentes si Francia era atacada. Sin embargo, el Ejército francés carecía de movilidad y poder ofensivo suficiente como para ayudar a sus aliados orientales si éstos eran invadidos. Adolf Hitler accedió al poder en Alemania en 1933 y ésta comenzó su proceso de rearme. Cuando Francia fracasó al reaccionar contra sus agresiones, el sistema de alianzas orientales se desintegró y la política francesa fue uniéndose cada vez más a la británica. De acuerdo con la opinión del primer ministro británico Arthur Neville Chamberlain, en 1938 Francia consintió la desmembración de Checoslovaquia, no oponiéndose a la ocupación alemana de los Sudetes, y en 1939 se unió a Gran Bretaña para garantizar ayuda a Polonia en caso de que sufriera una agresión similar por parte de la Alemania nazi. En septiembre de 1939, Alemania invadió Polonia, y Francia y Gran Bretaña declararon la guerra a Alemania.
7.14
La II Guerra Mundial y la IV República
El 10 de mayo de 1940, los ejércitos alemanes invadieron los Países Bajos, Bélgica y Francia. El núcleo principal de sus fuerzas acorazadas se lanzó contra una posición débilmente defendida en la línea francesa y, el 15 de mayo, rompieron el frente y llegaron rápidamente a la costa del canal de la Mancha. Las divisiones francesas y británicas quedaron aisladas en el norte; aunque la mayoría de las tropas fueron evacuadas a Gran Bretaña, dejaron todo su equipo pesado en las playas de Dunkerque (véase Evacuación de Dunkerque).
El 9 de junio, los alemanes atacaron a través del río Somme y avanzaron hacia el sur. Mientras sus columnas de acorazados ocupaban la mitad norte y oeste del país, las carreteras se congestionaron con refugiados que huían y el Ejército francés se desintegró. El 17 de junio un gobierno recientemente formado por el anciano mariscal Pétain pidió el armisticio; éste se firmó el 22 de junio y, según sus términos, las tropas alemanas ocuparon dos tercios del territorio francés. A Francia se le permitió establecer un gobierno en la zona no ocupada.
El 10 de julio de 1940, el Senado y la Cámara de Diputados se reunieron en Vichy y dieron plenos poderes a Pétain para gobernar el país y redactar una nueva constitución. Durante los siguientes cuatro años, Pétain fue el dirigente más bien simbólico del gobierno de Vichy, un régimen que representó a las fuerzas que se habían opuesto a la República en las décadas precedentes y que colaboró con las tropas de ocupación alemanas.
7.14.1
Resistencia y liberación
El 18 de junio, Charles de Gaulle, un general francés relativamente conocido, exiliado en Londres desde la ocupación, hizo un llamamiento a todos los ciudadanos, soldados y marineros franceses para que se unieran a él con el fin de continuar la guerra junto a Gran Bretaña. Pronto formó un pequeño ejército, las Fuerzas Francesas Libres, y un gobierno en Londres, el Consejo Nacional de la Resistencia, que estableció contacto con los movimientos de la resistencia en el interior de Francia. En 1943, trasladó sus cuarteles a Argelia e incorporó las tropas francesas que había en las colonias del norte de África a su movimiento.
Cuando los aliados desembarcaron en Normandía en junio de 1944, los oficiales de la organización de De Gaulle en Argelia y los dirigentes de la resistencia local se hicieron cargo de la administración. El 25 de agosto las tropas estadounidenses liberaron París. De Gaulle entró en la ciudad el 26 de agosto y su Comité Francés de Liberación Nacional se convirtió en gobierno provisional de la República francesa, contando con representantes de la resistencia interior y exterior. Dominó el gobierno durante los siguientes 15 meses, pero cedió su puesto en enero de 1946, cuando la recién elegida Asamblea Constituyente se mostró en desacuerdo con sus puntos de vista sobre la necesidad de un régimen presidencialista unicameral.
7.14.2
El periodo de posguerra
La IV República fue instituida tras la promulgación de una nueva Constitución a finales de 1946. Los grandes logros del régimen fueron la reforma social y el desarrollo económico. En 1946 se estableció un sistema de seguridad social amplio que instituyó la asistencia médica, las pensiones de incapacidad y jubilación y la garantía de subsidios de desempleo a todos los ciudadanos. El ascenso de la natalidad provocó un crecimiento demográfico que elevó la hasta entonces estancada población francesa de 40 millones de habitantes, en 1946, a 49 millones, en 1966. La utilización de maquinaria moderna y los nuevos métodos de cultivo revolucionaron la agricultura. Un plan nacional para la modernización de la industria, apoyado por el Plan Marshall del gobierno estadounidense, propició una nueva fase evolutiva de su industrialización. El índice de producción industrial se duplicó entre 1948 y 1958. En 1957, Francia se unió a otros cinco países europeos occidentales para fundar la Comunidad Económica Europea, un mercado común de 165 millones de habitantes libre de barreras arancelarias.
Los problemas coloniales acabaron con la IV República. En 1954, Francia abandonó la lucha que durante nueve años mantuvo en Indochina contra las fuerzas nacionalistas, con un coste de 92.000 vidas y 3.000 millones de francos. Los nacionalistas argelinos comenzaron una guerra para conseguir la independencia en 1954, y el Ejército francés, humillado en su propio territorio en 1940 y en Indochina en 1955, determinó mantener la última gran posesión imperial. La guerra de Independencia argelina fue para Francia costosa e impopular. En mayo de 1958, oficiales del Ejército y colonos de ascendencia francesa (denominados popularmente pieds noirs), temerosos de que el gobierno de París se estuviera preparando para negociar con los argelinos, creó en África un Comité de Salvación Pública. El mando del Ejército los apoyó y la extensión del golpe militar al continente parecía inminente. Un nuevo ministerio en París no pudo controlar la situación. En este crítico momento, el general De Gaulle, que había permanecido retirado de la política, surgió como solución salvadora. En junio, la Asamblea Nacional le otorgó por votación plenos poderes para gobernar el país durante seis meses y para redactar una nueva constitución.
7.15
La V República
En septiembre de 1958, De Gaulle sometió la recién redactada Constitución de la V República a referéndum popular. El 85% de los electores ejercieron su derecho al voto y el 79% mostraron su aprobación, lo que supuso una masiva muestra de confianza para De Gaulle. La Constitución otorgaba el poder ejecutivo a un presidente elegido indirectamente, que nombraba a los ministros del Consejo y tenía facultad para disolver el Parlamento y gobernar por decreto en caso de emergencia. El poder de la Asamblea Nacional para destituir al jefe del ejecutivo fue restringido. En 1962, una enmienda propuesta por De Gaulle instituía la elección directa popular del presidente de la República, acrecentando posteriormente el poder ejecutivo del mismo.
7.15.1
Política colonial y de defensa
El problema más acuciante que tuvo que afrontar De Gaulle en el otoño de 1958 fue Argelia. En los primeros meses, mientras restablecía la obediencia dentro del Ejército, no se opuso a las pretensiones de los oficiales cuyas protestas le habían llevado a la presidencia, pero pronto percibió que una solución militar era imposible. En 1960, inició negociaciones de paz con los nacionalistas argelinos —sin dejarse intimidar por las nuevas revueltas militares, por los intentos de asesinato contra él promovidos por la Organización Ejército Secreto, OAS, y por la violencia terrorista— que culminaron con la independencia de la República de Argelia. En un referéndum celebrado en abril de 1962, el 90% de los votantes aprobaron dicho acuerdo.
Bajo la nueva Constitución francesa, las colonias obtuvieron el autogobierno dentro de la Comunidad Francesa bajo la jefatura nominal del presidente de Francia, pero los nacionalistas de cada enclave colonial ansiaban conseguir la independencia y, en 1960, se revisó la Constitución para permitir la separación amistosa de Francia de las antiguas colonias, en especial las del África subsahariana. En ese año y en el siguiente, el Imperio francés quedó reducido a unas pocas islas y franjas costeras.
De Gaulle se propuso recuperar el prestigio internacional de Francia y restablecer su independencia en los asuntos exteriores. En 1959, ordenó el cierre de las bases de bombarderos estadounidenses existentes en el país y retiró la flota mediterránea de la dirección de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Posteriormente, en 1966, sacó todas las fuerzas francesas de la OTAN y, para reducir la dependencia del armamento nuclear estadounidense, desarrolló una fuerza nuclear propia. Por otra parte, De Gaulle trabajó para conseguir una Europa fuerte, apoyando la creación de la Comunidad Económica Europea y, en cooperación con el canciller de Alemania Occidental, puso fin a la secular enemistad entre Francia y Alemania.
7.15.2
La economía
En el ámbito económico, los once años de la presidencia de De Gaulle constituyeron una época dorada para Francia. Después de 1961, el país se encontraba en paz, el alto coste en recursos económicos y humanos de las guerras coloniales se estaba superando y el gobierno central era estable. Entre 1959 y 1970, el índice de producción industrial casi se duplicó y la producción de las cosechas de cereales aumentó en un 50%. El producto interior bruto experimentó un crecimiento medio anual del 5,8% entre 1960 y 1975, cifra sólo superada por Japón. El poder adquisitivo continuó aumentando y los franceses alcanzaron una riqueza nunca imaginada.
No obstante, a mediados de la década de 1960 aparecieron signos de malestar. La inflación monetaria aumentó, así como el desempleo. Un excesivo número de graduados universitarios, producto de la democratización de la educación superior en la década de 1950, manifestaron su oposición a una sociedad que no les ofrecía trabajos apropiados.
7.15.3
El fin de la presidencia de De Gaulle
En mayo de 1968, todas las fuerzas opuestas al régimen expresaron públicamente su malestar. Los estudiantes de la Universidad de París, protestando por la represión policial, se declararon en huelga y ocuparon los edificios universitarios. Su ejemplo motivó las huelgas de estudiantes y trabajadores de todo el país y, en la tercera semana de mayo, Francia quedó prácticamente paralizada por la huelga general. Los intentos del gobierno para acabar con este movimiento mediante la persuasión y la concesión fracasaron y la caída del gobierno de De Gaulle parecía inminente. En este punto, De Gaulle, tras asegurarse el apoyo de las divisiones del Ejército estacionadas en Alemania, disolvió la Asamblea Nacional y convocó nuevas elecciones. El electorado, temeroso de que pudiera aumentar el desorden, le reeligió nuevamente y dio la mayoría absoluta a su partido, Unión para la Defensa de la República, en la nueva Asamblea. Sin embargo, De Gaulle sentía la necesidad de una ratificación adicional a su presidencia. En la primavera de 1969, propuso un referéndum sobre dos reformas constitucionales y anunció que dimitiría si los votantes rechazaban sus proposiciones. En las votaciones del 27 de abril de 1969, el 53% de los votantes respondieron de forma negativa y De Gaulle dimitió y abandonó la política. Falleció al año siguiente.
7.15.4
La presidencia de Pompidou
En las elecciones celebradas tras la dimisión de De Gaulle, Georges Pompidou, primer ministro desde 1962 hasta 1968, fue elegido para sucederle como presidente de la República. En política exterior, continuó trabajando por la independencia de Francia de las dos superpotencias. Mantuvo la estrecha cooperación con Alemania Occidental, intentó sostener relaciones amistosas con las antiguas colonias y apoyó el Mercado Común europeo. Sin embargo, su política fue menos agresiva y más conciliadora. Pompidou abandonó la oposición de su predecesor al ingreso de Gran Bretaña en la Comunidad Europea (actual Unión Europea) e hizo que la Asamblea Nacional se comprometiera más en su formulación política.
En 1973, la economía francesa sufrió un duro golpe por el embargo árabe de las exportaciones de petróleo y por la conmoción que esto supuso para la economía mundial. Francia no tenía importantes depósitos de petróleo en su territorio y las reservas de carbón francés estaban a punto de agotarse. El rápido crecimiento industrial de los años de posguerra se frenó repentinamente, aumentó el desempleo y el porcentaje de inflación se disparó. Antes de que el gobierno pudiera gestionar la nueva situación, Pompidou murió en abril de 1974.
7.15.5
La elección de Giscard d’Estaing
El fallecimiento de Pompidou sobrevino repentinamente y los partidos políticos no tenían sucesores ni programas de gobierno preparados. Se presentaron una docena de candidatos. En la primera vuelta de las votaciones, el candidato socialista de la Unión de la Izquierda, François Mitterrand, al que apoyaba el Partido Comunista Francés, consiguió el mayor porcentaje de votos, pero no los suficientes para alcanzar la mayoría requerida. Los centristas y derechistas se unieron en torno al segundo más votado, el candidato de los republicanos independientes, Valéry Giscard d’Estaing, y en la segunda vuelta éste consiguió la presidencia por un estrecho margen de votos.
Giscard planeó integrar a todos los partidos de centro en el gobierno, para acabar así con los conflictos ideológicos y con las antiguas barreras que impedían el desarrollo político y económico. Sin embargo, los partidos rechazaron sus proyectos y la recesión impidió la adopción de nuevos programas sociales. En 1975, el índice de producción industrial descendió por primera vez desde el fin de la II Guerra Mundial en 1945, y el desempleo alcanzó a 900.000 franceses, lo que suponía un incremento del 45% respecto a 1974.
7.15.6
La administración Giscard-Barre
Tras la dimisión como presidente del Consejo de Jacques Chirac en agosto de 1976, Giscard nombró para sustituirle en el cargo a Raymond Barre, un economista sin afiliación política, con la intención de poner fin al estancamiento industrial, al déficit del comercio exterior y a la inflación. Barre intentó incorporar a Francia a la economía de libre mercado, poniendo fin a tres siglos de dirección gubernamental. Se suprimieron gradualmente todos los controles sobre los precios. Las compañías deficitarias podían recibir asistencia financiera del Estado sólo si demostraban la posibilidad de modernizarse y reconvertirse a las condiciones de un mercado en proceso de cambio. Las empresas sin competitividad en los mercados europeos o mundiales fueron obligadas a disolverse, estimulando por el contrario a las industrias competitivas basadas en la alta tecnología. Para combatir los problemas energéticos ocasionados por la subida de los precios del petróleo, se inició la construcción de centrales nucleares. El Ministerio de Asuntos Exteriores adoptó una política proárabe, para salvaguardar las importaciones de petróleo vitales para Francia. Sin embargo, el continuo incremento de los precios del crudo hizo fracasar la mayoría de los cálculos de Barre. La inversión privada no aumentó como se esperaba, el comercio exterior mantuvo su déficit y la inflación y el desempleo continuaron en aumento.
7.15.7
La presidencia de François Mitterrand
En 1981, después de la victoria socialista en las urnas, François Mitterrand sustituyó como presidente de la República a Giscard d’Estaing, y Pierre Mauroy se convirtió en primer ministro. Rechazando muchas de las tácticas políticas de su predecesor, el gobierno de Mitterrand nacionalizó la mayoría de los bancos y de las firmas industriales, elevó los impuestos, amplió los beneficios sociales, incrementó el número de puestos de trabajo públicos, abolió la pena de muerte y acabó con el sistema de prefecturas centralizadas establecido por Napoleón. En 1982 y 1983, un receso económico y la escasa representación de las empresas de propiedad estatal provocaron que el gobierno impusiera devaluaciones de la moneda y medidas de austeridad. En julio de 1984, Mitterrand reajustó su gobierno; los comunistas, que habían ocupado cuatro carteras en el gabinete anterior, se negaron a participar en el nuevo consejo. Laurent Fabius se convirtió, con 37 años, en el jefe de gobierno más joven de la historia francesa. En 1986, después de que la coalición de fuerzas de derechas Unión del Reagrupamiento y del Centro (URC), integrada por el RPR y la UDF, consiguiera una estrecha victoria en las elecciones para la Asamblea Nacional, Mitterrand eligió como primer ministro a Jacques Chirac, líder del RPR y alcalde de París. Esta fue la primera vez desde 1958 en que partidos opuestos gobernaban juntos en un denominado gobierno de ‘cohabitación’. Chirac perdió las elecciones presidenciales de 1988 y Mitterrand eligió a su compañero socialista Michel Rocard como primer ministro.
Después de que Francia fracasara en los intentos diplomáticos para que Irak se retirara de Kuwait, los militares franceses entraron a formar parte de la coalición de fuerzas en la guerra del Golfo Pérsico. En mayo de 1991, Rocard dimitió y Mitterrand eligió como primera ministra a Edith Cresson, también socialista, la primera mujer que obtuvo el cargo de primer ministro en Francia. Cresson, muy impopular, fue sustituida en abril de 1992 por Pierre Bérégovoy, después de que los socialistas perdieran votos en las elecciones regionales. En las elecciones parlamentarias del año siguiente, el Partido Socialista perdió su mayoría en la nueva Asamblea. La Unión por Francia (UPF), una coalición del RPR de Chirac, la UDF (dirigida por el anterior presidente Valéry Giscard d’Estaing) y varios partidos conservadores minoritarios, consiguió un total de 484 escaños, frente a los 54 escaños socialistas. El presidente Mitterrand nombró a Édouard Balladur, un miembro del RPR, como primer ministro.
En mayo, una auditoría encargada por el nuevo gobierno de Balladur reveló que el anterior primer ministro Bérégovoy había gestionado negativamente la economía francesa y manipulado la información respecto a la situación económica de Francia. Se temía que el alto déficit presupuestario, peor de lo que en un principio se creía, pudiera comprometer la integración de Francia en la Comunidad Europea. Anteriormente, el electorado francés había ratificado la adhesión al Tratado de Maastricht para fortalecer la integración política y monetaria con la Comunidad Europea, después de un reñido referéndum que encrespó el ambiente político francés. Antes de que se publicara el resultado de la investigación, Bérégovoy se suicidó. Balladur y su coalición de gobierno fueron reelegidos en marzo de 1994, con el 45% de los votos frente al 29% que consiguieron el Partido Socialista y sus aliados. En mayo se inauguró oficialmente el túnel bajo el canal de la Mancha que conecta Francia con Gran Bretaña, un año y medio después de lo planeado y con un coste (15.000 millones de dólares) superior al doble del presupuesto estimado. François Mitterrand, gravemente enfermo, optó por no presentarse a una nueva reelección.
7.15.8
La presidencia de Jacques Chirac
Las elecciones presidenciales de mayo de 1995 convirtieron a Jacques Chirac en presidente de la República, al tiempo que Alain Juppé accedía a la jefatura de gobierno. Sus primeras medidas, destinadas a reducir el déficit público a costa de los servicios sociales, provocaron una dura reacción, que se hizo patente en el invierno de 1995 con huelgas generales y manifestaciones populares.
Tal clima de crisis social e inestabilidad política condujo, con el fin de intentar un reforzamiento de la figura de Juppé como primer ministro, a la convocatoria de elecciones legislativas anticipadas por parte del presidente de la República. Celebradas en segunda vuelta el 1 de junio de 1997, los resultados supusieron un auténtico vuelco en la situación: la coalición formada por el Partido Socialista, los ecologistas y los radicales de izquierda obtuvo la mayoría absoluta, a la vez que la coalición de centro-derecha (RPR y UDF) sufría una severa derrota. Juppé presentó su dimisión a Chirac y se constituyó un gobierno dirigido por el socialista Lionel Jospin, en el que la nota más destacada fue la presencia de cinco mujeres al frente de varios ministerios y la incorporación de dos ministros pertenecientes al Partido Comunista Francés. Se iniciaba así un periodo de ‘cohabitación’, como ya había sucedido durante la presidencia de Mitterrand.
A finales de 1997 y principios de 1998, dos acontecimientos marcaron la vida política y social del país: la aprobación por parte de la Asamblea Nacional Francesa de una polémica ley sobre el derecho a la nacionalidad para todos los hijos de inmigrantes nacidos en territorio francés; y las movilizaciones protagonizadas por el movimiento de los parados. La nueva ley, aprobada en la Asamblea con el voto a favor de socialistas y verdes, suavizaría la legislación hasta ese momento vigente y desde 1993 en materia de extranjería, permitiendo obtener la nacionalidad francesa a todos aquellos hijos de extranjeros a partir de los 13 años, si así lo solicitaran, y a los 18 de manera automática, siempre y cuando hayan vivido en el país durante un periodo no inferior a 5 años. Por otro lado, durante los meses de enero y febrero de 1998 se produjo una gran movilización social por parte de los desempleados, que incluso llegaron a ocupar las oficinas de empleo, con un alcance sin precedentes.
El 21 de abril de 2002 tuvo lugar la primera vuelta de unas elecciones presidenciales que resultarían trascendentales en la historia reciente francesa. Chirac fue el candidato más votado, aunque sólo obtuvo el 19,6% de los sufragios, y a muy escasa distancia quedó Jean-Marie Le Pen, líder del ultraderechista Frente Nacional que recibió el 17,07% de los votos. Le Pen superó al primer ministro y líder socialista, Lionel Jospin (16,04%), el gran derrotado en esta cita con las urnas, que se vio perjudicado, entre otros factores, por el alto índice de abstención y por la dispersión del voto entre las hasta 16 candidaturas presentadas (muchas de ellas, representantes de opciones políticas de izquierdas). La segunda y definitiva vuelta de estos comicios presidenciales se celebró el 5 de mayo, concurriendo a la misma Chirac y Le Pen. El temor al programa de este último motivó que todas las formaciones de izquierda, centro y derecha moderada del país solicitaran el voto para Chirac, que obtuvo algo más del 82% de los votos y resultó reelegido presidente de la República. Al día siguiente, Chirac nombró primer ministro al liberal Jean-Pierre Raffarin (perteneciente a un pequeño partido de centro-derecha, Democracia Liberal) para sustituir al dimisionario Jospin, y 24 horas más tarde formó un gobierno integrado básicamente por neogaullistas, lo que ponía fin a los tiempos de la ‘cohabitación’. En los comicios legislativos que tuvieron lugar en el mes de junio siguiente, la coalición gubernamental Unión por la Mayoría Presidencial, integrada por la RPR de Chirac y Democracia Liberal, logró 357 escaños en la Asamblea Nacional y, por tanto, una cómoda mayoría absoluta. También se confirmó el declive del Partido Socialista (140 diputados), mientras que el Frente Nacional no consiguió representación parlamentaria. Tras esta cita con las urnas, Chirac pactó un nuevo gabinete con Raffarin, el cual permaneció como primer ministro.
Raffarin comenzó a aplicar su programa político, centrado esencialmente en las reformas de la fiscalidad, la regulación laboral y el sistema de pensiones. Una de sus primeras medidas fue reducir el nivel de aplicación de la jornada laboral máxima semanal de 35 horas, aprobada durante el gobierno socialista de Jospin. Un año más tarde, en mayo de 2003, el gobierno de Raffarin aprobó una reforma de las pensiones que extendió las huelgas por toda Francia durante su discusión parlamentaria. En los siguientes meses, la agitación social prosiguió debido a otras reformas neoliberales como la del sistema educativo. El referéndum que convocó Raffarin y que se celebró el 6 de julio de 2003 en Córcega obtuvo más del 50% de votos negativos. El proyecto gubernamental pretendía “modificar la organización institucional de la isla”, otorgándole un mayor nivel de autonomía. En abril de 2004, Chirac volvió a otorgar su confianza a Raffarin, pese a la crisis social, pero le sugirió que frenara en lo posible sus más conflictivas medidas neoliberales. No obstante, el gobierno conservador prosiguió modificando la aplicación real de la ley de las 35 horas semanales.
En otro orden de cosas, en noviembre de 2002, se constituyó la Unión para un Movimiento Popular (UMP, las mismas siglas que la coalición que permitió la reelección de Chirac meses antes), el partido que integró a la Democracia Liberal de Raffarin y a la RPR de Chirac y Juppé. La UMP eligió a este último su primer presidente, quien resultó condenado, en enero de 2004, por contratar ilegalmente a siete personas cuando fuera, entre 1983 y 1995, responsable de finanzas del Ayuntamiento parisino gobernado por Chirac, cuyo mandato se vio también ensombrecido por estos hechos.
El 29 de mayo de 2005 fue la fecha elegida por Chirac para la celebración de un referéndum vinculante que habría de decidir la postura francesa frente a la Constitución europea. Dos meses antes, el Congreso (reunión de la Asamblea Nacional y el Senado) adoptó una reforma de la Constitución de 1958 (que hacía la número 18) para aceptar el texto de dicha Constitución de la UE antes de someterlo al citado plebiscito. En las urnas, casi el 55% de los votantes optó por el ‘no’, en tanto que el ‘sí’, preconizado por el centro derecha oficialista de Chirac y Raffarin, y por François Hollande desde el Partido Socialista (en el que hubo disidentes, liderados por Laurent Fabius), fue respaldado por algo más del 45%. Estos resultados, que suscitaron una notable conmoción en la Europa de los 25, tuvieron como consecuencia inmediata la dimisión de Raffarin y de su gabinete. Chirac nombró primer ministro al hasta entonces responsable de Interior, Dominique de Villepin, quien tendría como ‘número dos’ al presidente de la UMP, Nicolas Sarkozy. El nuevo gabinete se comprometió a luchar con urgencia contra el desempleo, considerado el factor que había decantado a los franceses por dar un voto de castigo al anterior gobierno adhiriéndose a la posición defendida desde la ultraderecha por soberanistas y euroescépticos, y desde la extrema izquierda por todos los opositores a la que consideraban Europa del neoliberalismo.
Sin embargo, el descontento prosiguió y así, en octubre de ese año 2005, tuvo lugar una huelga general en el país, convocada por los principales sindicatos contra las primeras reformas del mercado de trabajo emprendidas por el nuevo Consejo y demandando mejoras salariales. A finales de ese mes, la muerte accidental de dos muchachos en un barrio de París, en una supuesta persecución policial, fue el detonante de la que pasó a ser conocida como ‘revuelta de los suburbios’. Tuvo lugar durante las siguientes tres semanas, inicialmente en las poblaciones y distritos socialmente más deprimidos de la periferia capitalina, aunque rápidamente se extendió a otras ciudades del Estado. Más de 4.000 personas resultaron detenidas como consecuencia de los enfrentamientos con la policía, del incendio de millares de vehículos y de la destrucción de numerosos edificios. Los protagonistas de estos graves incidentes pertenecían a los sectores sociales más afectados por el desempleo y la pobreza, cuya subsistencia dependía de subsidios estatales, entre ellos muchos descendientes de población inmigrante. Para poner fin a los disturbios, el gabinete de Villepin (en el que destacó la política de firmeza de Sarkozy, quien, como titular de Interior, personificó la actitud de “tolerancia cero”) declaró el estado de emergencia y autorizó a los prefectos gubernamentales a imponer el toque de queda; al mismo tiempo, se anunció el establecimiento de nuevos programas de medidas sociales (relativas al empleo, la vivienda y la educación, entre otras materias) destinado a atajar la causa profunda de la crisis, identificada con la demanda de igualdad de oportunidades por parte de los sectores más desfavorecidos de la sociedad (también hubo opiniones que culpabilizaban de los conflictos a grupos relacionados con la delincuencia organizada o el islamismo radical, que habrían canalizado, para sus propios intereses, el malestar de los marginados).
La conflictividad social reapareció con fuerza en marzo y abril de 2006, esta vez protagonizada por estudiantes, sindicatos y el conjunto de la oposición de izquierdas, que consideraban inaceptable la reforma laboral aprobada por decreto por el gobierno de Villepin en el marco de la Ley para la Igualdad de Oportunidades. El objetivo de las críticas eran, especialmente, los artículos de la misma que establecían el Contrato de Primer Empleo (CPE) para menores de 26 años (que contemplaba el despido sin justificación ni indemnización en el transcurso de los dos primeros años del primer empleo remunerado). Chirac promulgó la polémica ley, pero congelando su aplicación hasta que fuera modificada; para ello, instó al gobierno a que la suavizara, reduciendo el periodo de prueba a un año y reconociendo el derecho del trabajador a conocer el motivo de su cese. Sin embargo, la presión popular hizo que el gobierno retirara el CPE, que fue finalmente derogado.
El 22 de abril de 2007, en la primera vuelta de las elecciones presidenciales, los aspirantes más votados fueron el candidato de la UMP, Nicolas Sarkozy (31,2% de los sufragios) y la socialista Ségolène Royal (25,9%), quienes superaron a François Bayrou (18,6%), de la Unión por la Democracia Francesa, a Le Pen (10,4%) y a Olivier Besancenot (4,1%), de la Liga Comunista Revolucionaria. En la segunda vuelta, celebrada el 6 de mayo siguiente, ganó Sarkozy (recabó el 53,1% de los votos, por el 46,9% de Royal), quien durante ese mismo mes tomó posesión como presidente de la República y nombró primer ministro a François Fillon. A continuación, en junio, se desarrollaron comicios legislativos; si bien la UMP consiguió la victoria y una cómoda mayoría en la Asamblea Nacional, perdió escaños en la cámara, situación inversa a la que vivió el Partido Socialista, que incrementó su número de representantes.


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