Francia (nombre oficial, République
Française, República Francesa), país de Europa occidental que limita al
norte con el canal de la Mancha y el estrecho de Dover o paso de Calais; al
noreste con Bélgica, Luxemburgo y Alemania; al este con Alemania, Suiza e
Italia; al sureste con el mar Mediterráneo; al sur con España; al suroeste con
el golfo de Vizcaya; y al oeste con el océano Atlántico. Francia presenta una
forma aproximadamente hexagonal, con una longitud máxima (norte-sur) de unos
965 km y una anchura que alcanza los 935 kilómetros. París es la
capital y la ciudad más grande del país. La República comprende diez posesiones
de ultramar, entre las que se encuentran los departamentos de Guayana Francesa,
en Sudamérica, Martinica y Guadalupe en las Indias Occidentales, y la isla
Reunión en el océano Índico. Además, cabe mencionar las dependencias
territoriales de Saint Pierre y Miquelon, Mayotte, Nueva Caledonia, Polinesia
Francesa, las Tierras Australes y Antárticas Francesas, y las islas Wallis y
Futuna. La superficie total de la Francia metropolitana es de 543.965 km²,
incluida la isla de Córcega, en el mar Mediterráneo.
2
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TERRITORIO Y
RECURSOS
|
Los principales rasgos fisiográficos de
Francia los constituyen sus fronteras naturales orientales y meridionales, una
meseta central meridional, y, contigua a ésta, una vasta región de llanuras
onduladas. Una serie de cadenas montañosas, que engloban parte de las
cordilleras de los Alpes y del Jura, forman los límites naturales con Italia y
Suiza. Las laderas y las estribaciones de estas cordilleras dominan el área
oriental de la meseta central meridional. La mayoría de las montañas alpinas
que se extienden a lo largo de la frontera francesa superan los 3.900 m de
altitud; el Mont Blanc (4.810 m) es el segundo pico más alto del continente. El
Jura, que alcanza una altitud máxima de 1.718 m, dibuja la frontera oriental de
Francia desde el valle del Ródano hasta la depresión de Belfort, donde
confluyen las cuencas de los ríos Rin y Saona; desde el borde de esta
depresión, en la esquina noreste de Francia, el Rin define la frontera con
Alemania. Las montañas de los Vosgos, que se extienden al norte desde la
depresión de Belfort, dominan la región comprendida entre los ríos Mosela y
Rin, con picos que alcanzan los 1.424 m de altitud. Los Pirineos, que se sitúan
a lo largo de la frontera franco-española desde el mar Mediterráneo hasta el
golfo de Vizcaya, forman el otro límite natural de Francia. El Vignemale (3.298
m) constituye la mayor elevación de los Pirineos franceses. Existen pocos pasos
que atraviesen esta alineación montañosa; circunstancia que tradicionalmente
impidió el comercio activo entre Francia y España. Sin embargo, los Alpes y
otras cordilleras orientales poseen varias depresiones y puertos de montaña,
entre los que cabe destacar el del Gran San Bernardo.
La meseta central meridional,
denominada macizo Central, está separada de la región oriental de tierras altas
por el valle del río Ródano y muestra un relieve y una estructura irregulares.
La meseta, que se levanta gradualmente hacia el norte y el oeste, se
caracteriza por afloramientos volcánicos, páramos calizos y, más hacia el sur,
por las Cevenas, una cordillera que se eleva a partir de las depresiones
costeras mediterráneas y constituye el límite suroriental del macizo Central
francés.
La región de las llanuras, el
sector más extenso del territorio francés, es una proyección de la gran llanura
europea. Excepto por la presencia de unas cuantas colinas, principalmente en la
parte centro-occidental, las llanuras francesas consisten en tierras bajas muy
poco onduladas, situadas a unos 200 m de altitud. La fértil región de las
llanuras la componen los valles de los ríos Sena, Loira y Garona. Éstos y sus
numerosos afluentes drenan la vertiente atlántica de Francia. El río Ródano, el
mayor y más caudaloso del país, y sus afluentes, particularmente el Saona, el
Isère y el Durance, recorren la región de los Alpes franceses. Los principales
afluentes del río Sena (principal arteria fluvial) son: el Aube, el Marne, el
Oise y el Yonne. Francia tiene pocos lagos; el más destacado, el lago Léman, se
encuentra en la frontera franco-suiza y pertenece en su mayor parte a Suiza.
La línea costera francesa tiene una
longitud aproximada de 3.140 km y relativamente pocos puertos naturales.
El litoral septentrional, a lo largo del canal de la Mancha, presenta una
longitud de 1.130 km y está interrumpido por numerosos promontorios,
estuarios y accidentes menores, algunos de los cuales constituyen fondeaderos
seguros. En esta parte, destaca la ciudad portuaria de El Havre. La
construcción de espigones ha dado lugar a la formación de numerosos puertos,
como el de Cherburgo. La costa occidental de Francia, bañada por el océano
Atlántico, tiene una longitud de 1.390 km (incluido el golfo de Vizcaya);
desde la península de Bretaña hasta la Gironda, pone de manifiesto un perfil
irregular y, excepto en Bretaña, es arenosa y de poca altitud. Los puertos
principales en esta área son los de Brest, Lorient y Saint-Nazaire. Burdeos se
encuentra en el interior del estuario de Gironda, a partir del cual la costa
está constituida por dunas y pequeños lagos rodeados por terrenos áridos. Los
mejores puertos naturales de Francia, como Marsella, Tolón y Niza, se
encuentran en el Mediterráneo, aunque la mayor parte del litoral mediterráneo
francés, de unos 620 km de longitud, es rocoso y de aguas poco profundas.
2.1
|
Clima
|
El clima de Francia es templado en
términos generales, pero existen considerables contrastes regionales; por
ejemplo, el área costera del sureste, goza de un clima mediterráneo con veranos
secos y cálidos e inviernos suaves, mientras en la meseta del interior, las
montañas y las regiones de las tierras altas orientales el clima se vuelve
continental. El clima oceánico es característico de las regiones de Bretaña y
Normandía y se extiende a toda la zona occidental de Francia. Las temperaturas
en el litoral atlántico están suavizadas por las corrientes oceánicas y los
vientos dominantes del suroeste. La temperatura media de París en el mes de
enero es de 3,2 ºC y de 19,5 ºC en julio; en Estrasburgo, la
temperatura media del mes de enero es de 0,8 ºC y en julio de
19,1 ºC; en Niza, de 8,3 ºC en enero y de 22,4 ºC en julio; y en
Lyon, es de 2 ºC en enero y de 21 ºC en julio. Las precipitaciones
son abundantes durante todo el año en el oeste, y en el este aumentan con la
altitud y durante los meses de primavera y otoño. La precipitación media es de
585 mm anuales en París y de 813 mm en Lyon. Las variaciones de
precipitación oscilan entre los 1.397 mm anuales en las áreas montañosas y
los 254 mm en ciertas áreas de las tierras bajas septentrionales. Una de
las peculiaridades meteorológicas del sur de Francia es el mistral, un viento
muy fuerte procedente de la meseta central que sopla hacia la región
mediterránea.
2.2
|
Recursos naturales
|
Francia presenta una excelente
distribución de sus recursos mineros y agrícolas. El país es uno de los
principales productores del mundo en mineral de hierro y de carbón. Además,
tiene notables depósitos de antimonio, bauxita, magnesio, pirita, tungsteno, sal,
potasio, materiales radiactivos, plomo y cinc. Está en pleno desarrollo la
producción de gas natural, petróleo y azufre.
Por otro lado, Francia cuenta con
grandes extensiones de suelos fértiles; entre ellos, los más ricos son los
formados por los sedimentos marinos en la cuenca de París y los suelos
aluviales bien drenados de los valles más bajos de los ríos Sena y Somme.
2.3
|
Flora y fauna
|
La flora autóctona de Francia alberga
toda la variedad característica de Europa continental, desde los líquenes y
musgos árticos alpinos hasta las especies típicas mediterráneas, como el olivo
y el naranjo. En los bosques, que cubren 16 millones de ha (el 28% de la
superficie del país), se encuentran varias especies tanto de coníferas como de
caducifolias. Los principales árboles forestales son el castaño, el haya, el
roble, el alcornoque, el nogal, el abeto y el pino.
Como en el resto de Europa
occidental, la fauna de Francia cuenta con pocas especies representativas de
los grandes mamíferos; los más comunes son los ciervos y los zorros. La gamuza
se encuentra en las altas regiones de los Alpes, y el lobo y el jabalí
sobreviven en las remotas áreas boscosas. Entre los pequeños animales destacan
el puercoespín y varios carnívoros de la familia de las comadrejas. Francia
posee una abundante variedad de aves, tanto especies autóctonas como
migratorias. Los reptiles son escasos y el único ejemplar venenoso es la
víbora. La carpa es el pez más característico de agua dulce, mientras que el bacalao,
el arenque, la pescadilla, la caballa, la platija, la sardina y el atún, entre
otros, pueblan las aguas marinas.
2.4
|
Temas
medioambientales
|
Algunos de los ríos de Francia
están contaminados por los residuos industriales y por las aguas residuales
procedentes de la actividad agrícola. Se está intentando mejorar la calidad del
agua mediante la construcción de plantas de tratamiento y la imposición de
multas por contaminación. En las principales ciudades, la contaminación
atmosférica, provocada por los automóviles y los combustibles fósiles,
constituye un grave problema medioambiental. Francia obtiene el 76,24% de la
electricidad que consume de 58 centrales nucleares (1992) y el resto a partir
de carbón, petróleo y energía hidroeléctrica. Gracias a su enorme dependencia
de la energía nuclear, es uno de los países industrializados que emite menos
dióxido de carbono.
La historia de la conservación de
la tierra en Francia se remonta a la edad media, cuando se determinó el uso que
podía hacerse de ciertos bosques. En 1930, el gobierno de Francia aprobó la
primera legislación sobre medioambiente y desde entonces ha creado varias leyes
que establecen la autoridad y el deber del Estado en la protección de los
diferentes tipos de hábitats. Existen varios parques nacionales y reservas
regionales, así como reservas naturales situadas a la orilla del mar, de lagos
y ríos, repartidos por diferentes puntos del país. Francia posee siete reservas
de biosfera como parte de su compromiso con el programa El Hombre y la Biosfera
de la UNESCO. Cinco de ellos están en la parte continental de Francia y otros
dos, en territorios franceses.
Francia posee una fauna muy variada y aproximadamente
el 40% de las especies vegetales de Europa existen en este país. Alrededor de
una cuarta parte de Francia se encuentra cubierta por bosques y montes
arbolados, y cerca del 11,7% (1997) de la superficie del país está protegida.
Algunos bosques han sufrido los efectos de la lluvia ácida.
Francia firmó el Convenio sobre el
Patrimonio de la Humanidad en 1975 y ratificó el Convenio de Ramsar sobre zonas
húmedas, en 1986. Además, pertenece a los acuerdos internacionales sobre
contaminación atmosférica, cambios climáticos, capa de ozono, residuos
peligrosos, vertido de residuos al mar, contaminación naval, vida marina,
especies en peligro de extinción, madera tropical y caza de ballenas.
3
|
POBLACIÓN
|
Más del 90% de la población
ha nacido en Francia y es en su mayoría blanca. Entre los extranjeros,
predominan los italianos, los españoles, los portugueses, los polacos y los
africanos occidentales y del norte.
3.1
|
Características de
la población
|
La población (según estimaciones para
2008) era de 64.094.658 habitantes, lo que da una densidad de población de 100
hab/km². Alrededor del 77% vive en núcleos urbanos.
3.2
|
Divisiones
administrativas
|
Francia, incluyendo Córcega, está compuesta por
22 regiones, que se subdividen en 96 departamentos. Las regiones son:
Île-de-France, Ródano-Alpes, Norte-Paso de Calais, Alsacia, Aquitania,
Auvernia, Baja Normandía, Borgoña, Bretaña, Centro, Champaña-Ardenas, Córcega,
Franco Condado, Alta Normandía, Languedoc-Rosellón, Lemosín, Lorena, Pirineos
Centrales, País del Loira, Picardía, Poitou-Charentes y Provenza-Alpes-Costa
Azul.
3.3
|
Ciudades
principales
|
La capital y ciudad más importante
de Francia es París, con una población de 2.153.600 habitantes (según datos de
2005), y en el total del área metropolitana 9.794.337 habitantes (2003).
Marsella (820.900 habitantes y 1.372.838 habitantes incluida el área
metropolitana) es un importante puerto; y Lyon (466.400 habitantes y 1.390.572
habitantes incluida el área metropolitana) un centro industrial especializado
en el sector textil. Otras grandes ciudades son Toulouse (435.000 habitantes),
centro industrial y comercial; Niza (347.900 habitantes), centro turístico;
Estrasburgo (272.700 habitantes), puerto del Rin y centro industrial y
comercial; Nantes (281.800 habitantes), notable por sus refinerías de azúcar,
astilleros y otras industrias; Burdeos (230.600 habitantes), puerto marítimo y
centro industrial y de producción de vinos; y Montpellier (244.300 habitantes),
centro industrial y comercial.
3.4
|
Religión
|
El catolicismo es la religión que
profesan aproximadamente el 75% de los franceses. Le siguen en importancia el
islam, el protestantismo y el judaísmo. Durante el siglo XIX, el Estado
subvencionó a las religiones cristiana y judía. En 1905, debido a la oposición
popular a la influencia política de la Iglesia católica y a su control sobre la
educación pública, la legislación prohibió la financiación del clero católico,
protestante y judío con fondos públicos. Por las disposiciones de esta
legislación y de otras posteriores, el gobierno francés retiró el
reconocimiento oficial a las citadas religiones.
3.5
|
Lenguas oficiales y
habladas
|
El idioma oficial es el francés,
pero además perduran lenguas regionales en varias áreas. Así, por ejemplo, en
Bretaña, algunas personas hablan el bretón; en las regiones montañosas de los
Pirineos occidentales se habla la lengua vasca; el catalán y el provenzal en
algunas zonas de Provenza; en Flandes se mantiene el flamenco; y en Alsacia y
Lorena también se habla el alemán. El dialecto alemán que se utiliza en Alsacia
se denomina alsaciano.
4
|
EDUCACIÓN Y CULTURA
|
La educación y la cultura
francesas han tenido una gran influencia a lo largo de la historia.
4.1
|
Educación
|
Los centros educativos de Francia, empezando
por las universidades surgidas en la edad media, en particular la Universidad
de París (siglo XII), y continuando con las universidades modernas y las
escuelas técnicas, han servido de modelos académicos para todo el mundo. Entre
las personalidades francesas que han ejercido una notable influencia en la
educación están: Pedro Abelardo (siglo XII), Michel de Montaigne
(siglo XVI), François Fénelon (siglo XVIII), Jean-Jacques Rousseau
(siglo XVIII) y Victor Cousin (siglo XIX).
La centralización de la administración
escolar, con el Estado ejerciendo el control de la educación, se llevó a cabo
durante el mandato de Napoleón I Bonaparte, entre 1806 y 1808. El sistema
educativo moderno se basa en las leyes decretadas entre 1881 y 1886 durante la
permanencia de Jules Ferry al frente del ministerio de Educación. Estas leyes
estipulan la educación pública gratuita y obligatoria bajo el completo control
estatal. Entre las modificaciones posteriores destacan el establecimiento de la
gratuidad para la enseñanza secundaria y las escuelas técnicas, la separación
de la Iglesia y el Estado en cuestiones educativas (1905), la legislación de
ayudas a las escuelas privadas, incluso a las que tienen afiliaciones
religiosas (1951 y 1959), y la ampliación de la obligatoriedad de la
escolarización hasta la edad de 16 años (1959). En respuesta a la enérgica
demanda de los estudiantes, el presidente Charles de Gaulle y su gabinete
aprobaron reformas educativas en 1968. El nuevo sistema acabó con el control
estatal sobre los presupuestos, programas de estudios y puestos de trabajo de
los profesores en todo el país. En su lugar se establecieron unidades
educativas en varios niveles, se dio a las facultades el control sobre el
personal trabajador y se permitió a los estudiantes tener mayor representación
en la vida universitaria; también se abolió la potestad del profesorado
universitario, que ocupaba la cátedra de forma vitalicia, para votar nuevos
nombramientos y las universidades establecieron estructuras departamentales más
democráticas. Varias de las grandes universidades se reestructuraron en pequeñas
unidades y el número de éstas aumentó de 23 a 70 en la década de 1980.
4.1.1
|
Educación elemental
y secundaria
|
Con fines administrativos, el país está
dividido en 27 distritos docentes denominados académies. En 2000 unos
3,8 millones de alumnos asistían a 41.244 escuelas elementales. Alrededor de
5,9 millones de estudiantes se inscribieron en las escuelas secundarias.
4.1.2
|
Educación superior
o universitaria
|
Cerca de 2 millones de estudiantes
se registraron en las facultades e instituciones universitarias de Francia en
el curso 2001–2002. Junto a las Universidades de París I-XIII, destacan las de
Aix-Marseille I-III, las de Lille I-III, las de Lyon I-III, las de Nancy I-II y
las de Estrasburgo I-III.
4.2
|
Cultura
|
La cultura francesa está íntimamente
relacionada con el desarrollo cultural del mundo occidental, en particular en
las áreas de las artes y de las letras. París ha sido considerada durante mucho
tiempo como el origen de la cultura francesa. Durante la edad media, Francia
fue un destacado foco cultural en Europa; después, la riqueza de la monarquía
francesa en los siglos XVI, XVII y XVIII subvencionó el arte a una escala
comparable con la del Papado, lo que atrajo a París a la mayoría de los
talentos artísticos de Europa. El aumento de la riqueza también permitió el
crecimiento de una clase acomodada, que tenía tiempo y medios para practicar la
elegancia en el vestir, en el comportamiento social, en la arquitectura y en el
diseño, desarrollando unos estilos y unas formas sociales que todavía perduran
en la cultura occidental. En el siglo XX, el cine francés asumió una posición
importante en el mundo, particularmente en la década de 1960 con el grupo de
directores cinematográficos de la nouvelle vague (‘nueva ola’).
4.2.1
|
Literatura
|
Véase Literatura francesa.
4.2.2
|
Pintura y
arquitectura
|
Francia ha sido la cuna de muchos pintores
mundialmente famosos y de importantes movimientos pictóricos, como el
impresionismo. Entre los pintores manieristas franceses del siglo XVI
destacan Jean Clouet y su hijo François; durante el barroco, en el
siglo XVII, encontramos a Georges de La Tour, Nicolas Poussin y Claudio de
Lorena. Los maestros más conocidos del rococó francés, en el siglo XVIII,
fueron Antoine Watteau, François Boucher, Jean Fragonard, Jean Chardin y Jean
Greuze. París se convirtió en el centro artístico de Europa en el siglo XIX.
Jacques Louis David, cuya influyente carrera comenzó en el último cuarto del
siglo XVIII, desarrolló la parte más destacada de su obra a principios del
siglo XIX, al igual que los pintores románticos Ingres, Delacroix y
Géricault. Entre los artistas más notorios de mediados del siglo XIX están
Gustave Courbet, Honoré Daumier, Jean François Millet y Jean-Baptiste-Camille
Corot. La escuela impresionista, inspirada por la obra de Édouard Manet, surgió
alrededor de 1872; sus miembros más importantes fueron los pintores Claude
Monet, Camille Pissarro y Pierre Auguste Renoir. Los principales artistas
postimpresionistas franceses de finales del siglo XIX fueron Edgar Degas,
Paul Cézanne y Paul Gauguin; también destaca en este periodo la actividad de Henri
Rousseau y de Gustave Moreau. Entre los artistas franceses más célebres del
siglo XX se encuentran Henri Matisse, Georges Braque, Georges Rouault, Marcel
Duchamp, Fernand Léger, Pierre Bonnard y Jean Dubuffet.
En arquitectura, a mediados del
siglo XI se desarrolló en Europa occidental el estilo románico, cuyo
modelo inicial fue el monasterio benedictino de Cluny, en Borgoña (casi
destruido totalmente durante la Revolución Francesa). Se conservan magníficos
ejemplos, algunos posteriormente reconstruidos, como las iglesias de Sainte Foy
de Conquer, Saint Sernin en Toulouse, la Madelaine de Vèzelay, y las catedrales
de Autun, Cahors y Aviñón.
Francia es también conocida por sus
grandes iglesias góticas, levantadas entre los siglos XII y XV. En
particular, son significativas la iglesia abacial de Saint-Denis, la
Sainte-Chapelle de París y las catedrales de Amiens, Chartres, París y Reims.
Entre las edificaciones renacentistas cabe mencionar el palacio de
Fontainebleau y los famosos castillos del Loira. Las manifestaciones barrocas
más destacadas en Francia son las ampliaciones neoclásicas del gran palacio de
Versalles y del Museo del Louvre, en París. Entre las construcciones más
conocidas del siglo XIX se encuentran la Segunda Ópera Imperial de París
(1861-1875), de Charles Garnier, y el símbolo de la ciudad, la torre Eiffel
(1889), en hierro forjado. En el siglo XX, los arquitectos Auguste Perret y Le
Corbusier (un suizo residente en París) realizaron una obra notable por sus
diseños revolucionarios y atrevidos, utilizando cemento y acero como
principales materiales de construcción.
4.2.3
|
Música
|
Francia tiene una larga y distinguida
tradición musical. Desde el siglo XI hasta el siglo XII, se
produjeron en el norte las canciones de gesta (chansons de geste),
poemas épicos narrados por juglares; los trovadores, poetas y músicos
aristocráticos que escribían canciones elocuentes sobre el amor cortesano, la
guerra y la naturaleza, interpretaban estas obras en el sur del país.
El más influyente de los
compositores franceses del siglo XIV fue Guillaume de Machaut, notable
representante de la música vocal polifónica, tanto sacra como secular. En los
siglos XV y XVI, canciones, motetes y música sacra destacan entre las
composiciones musicales más importantes.
En la segunda mitad del
siglo XVI, el músico de origen italiano Jean Baptiste Lully creó un estilo
operístico francés al combinar los espectáculos cortesanos tradicionales con
las tramas de los dramas contemporáneos franceses, creando así unas formas
musicales que unían la danza con la ópera italiana. A principios del
siglo XVIII, François Couperin y Jean Philippe Rameau compusieron suites
para clavicordio; este último compositor también es conocido por óperas como Castor
et Pollux y Les Indes galantes.
A finales del siglo XVIII y en el
siglo XIX, muchos compositores de ópera extranjeros desarrollaron su obra
en París, como Gluck, Cherubini, Grétry, Meyerbeer y Offenbach. Entre los
compositores operísticos franceses del siglo XIX destacan Jacques Halevy,
Charles Gounod, Georges Bizet y Jules Massenet. El principal compositor francés
de música orquestal de principios del siglo XIX fue Hector Berlioz.
Camille Saint-Saëns comenzó su actividad a mediados del siglo XIX y fue
maestro de Gabriel Fauré. A finales del siglo XIX, Claude Debussy compuso
una amplia variedad de trabajos en nuevos estilos con reminiscencias literarias
y pictóricas.
A principios del siglo XX, Maurice
Ravel produjo obras de perfil más formal. Les Six, un grupo de compositores
neoclásicos formado en 1918-1919, contaba con Darius Milhaud, Francis Poulenc y
Georges Auric, cuyo trabajo recibió la influencia del excéntrico Erik Satie.
Ígor Stravinski trabajó en París en las décadas de 1920 y 1930. Entre los
compositores franceses más recientes destacan Olivier Messiaen y Pierre Boulez.
4.2.4
|
Bibliotecas y
museos
|
La mayoría de las capitales de
provincia francesas tienen bibliotecas municipales y museos, pero la principal
concentración de estas instalaciones se encuentra en París; entre sus principales
bibliotecas destacan la Biblioteca Nacional de Francia, con más de nueve
millones de volúmenes, y las bibliotecas universitarias de la ciudad. El
Louvre, también en París, contiene una de las mayores y más importantes
colecciones de arte del mundo. Otro museo parisino, el Centro Nacional de Arte
y Cultura Georges-Pompidou, alberga notables pinturas y dibujos del siglo XX.
Muchas de las grandes obras maestras de la arquitectura francesa, como
iglesias, catedrales, castillos y palacios, se conservan como monumentos
nacionales.
5
|
ECONOMÍA
|
Francia, cuya economía tradicional se basaba
en la agricultura, experimentó un fuerte desarrollo industrial a partir de la
II Guerra Mundial. Durante el periodo de posguerra, el gobierno llevó a
cabo una serie de planes de gran alcance con el fin de promover la recuperación
y de incrementar la dirección gubernamental de la economía. En los denominados
planes Monnet se establecía el principio de nacionalización de ciertas
industrias, y, en especial, los sistemas de transporte ferroviario y aéreo, los
más importantes bancos y las minas de carbón. El Estado, además, se convirtió
en el principal accionista de las industrias automovilísticas, electrónicas y
aeronáuticas, así como en el promotor de la explotación de las reservas de
crudo y gas natural. En parte como resultado de esos planes y programas, el
producto nacional francés aumentó casi el 50% entre los años 1949 y 1954, el
46% entre 1956 y 1964, y durante la década de 1970 en un porcentaje anual del
3,8%. En 1981, el nuevo gobierno socialista comenzó un programa de
nacionalización de industrias; sin embargo, la elección de un gobierno
conservador, en 1986, condujo a la reducción del papel estatal en la economía.
En 2006 el producto interior bruto francés fue de 2,25 billones de dólares, lo
que equivalía a 36.699,60 dólares per cápita. El presupuesto nacional para 2006
establecía 967.221 millones de dólares de ingresos y 1.026.155 millones de
dólares de gastos.
5.1
|
Agricultura
|
El 35,7% de la superficie total
del país es cultivable y el 4% de la población activa trabaja en la
agricultura, la silvicultura y la pesca. Bajo condiciones normales, las
propiedades agrarias, que suelen tener un promedio de unas 15 ha, producen
los suficientes cereales y otros alimentos básicos para consumo nacional. Una
valiosa producción agrícola son las vides, con cuyas uvas se elaboran unos
excelentes vinos. Francia e Italia son los mayores productores mundiales de
vino; la producción francesa en 1995 fue de 55.580.000 hectolitros.
La producción anual de las principales
cosechas en 2006 (en miles de toneladas) fue: cereales (61.813), trigo
(35.367), remolacha azucarera (29.879), maíz (12.902), cebada (10.412), y las
patatas o papas (6.354). Otros productos importantes son el centeno, la avena,
el nabo, la alcachofa, el lino, el cáñamo y el tabaco. En varias partes del
país es importante la sericultura. El cultivo de fruta, con una producción de
9,7 millones de toneladas en 2006, destaca en la economía del campo francés y
se cosechan importantes cantidades de manzana de mesa y para sidra, peras,
ciruelas, melocotones (duraznos), albaricoques (chabacanos), bayas, cerezas,
aceitunas, cítricos y frutos secos. La ganadería es también una fuente clave de
ingresos en el sector agropecuario. En 2006, la cabaña ganadera francesa
contaba con 19,4 millones de cabezas de ganado vacuno, 8,9 millones de ovino,
14,8 millones de porcino, 1,2 millones de caprino y 422.872 de caballar, así
como 226 millones de aves de corral.
5.2
|
Silvicultura y
pesca
|
De un total de 15,6 millones
de ha de bosque y monte, aproximadamente dos tercios son de propiedad privada.
Alrededor del 70% está compuesto por robles, hayas y chopos. En 2006 la
producción maderera fue de 65,6 millones de m3. La resina, la
trementina y el corcho tienen una destacada producción.
La flota pesquera francesa, con 12.940
barcos que navegan en aguas costeras y en alta mar, da trabajo a unos 18.400
pescadores. En 2005 las capturas (principalmente de ostras y mariscos)
totalizaron 909.483 toneladas. Los pescados comerciales más importantes son el
bacalao, la pescadilla y el atún.
5.3
|
Minería
|
Francia tiene una amplia diversidad de recursos
minerales. Los depósitos franceses de hierro se encuentran entre los más ricos
del mundo y la producción anual es de aproximadamente 35.000 toneladas
(contenido metálico). Otros minerales importantes del país son la bauxita y el
carbón, que se explota principalmente en el norte. En la región de las Landas,
en el suroeste, hay pequeños depósitos de petróleo; en 2004 esta producción fue
de 8.794.124 barriles al año, y la de gas natural de 1.566 millones de m3.
También se extraen en cantidades significativas lignito, pirita, sales de
potasio, sal, plomo, oro, uranio y cinc.
5.4
|
Industria
|
Las industrias de Francia son
comparables en volumen, variedad y calidad de producción a las de otros países
de Europa occidental. Alrededor del 25% de la población activa trabaja en este
sector. Entre las industrias productoras de bienes duraderos (excluyendo los
metales), la fabricación de vehículos de motor ocupa una alta posición, con una
producción automovilística de 3,1 millones de unidades en 1993. La firma
Renault es el principal fabricante de automóviles. Otros bienes duraderos
fabricados en cantidades significativas son aviones, aparatos
electrodomésticos, maquinaria no eléctrica, equipamiento electrónico y productos
químicos. La producción de acero en bruto fue de 17,1 millones de t en 1993. La
industria textil y de hilado es una de las mayores del mundo; la producción
anual de hilo y ropa de lana, algodón, seda y fibras sintéticas supera las
500.000 toneladas. Las refinerías de azúcar de remolacha (betabel) constituyen
otra importante industria, al igual que las transformadoras de alimentos, las
destilerías y las fábricas de artículos especializados. Entre las últimas ramas
de la industria francesa, reconocidas internacionalmente por su calidad, se
encuentran los perfumes, guantes, encajes, sombreros, ropa femenina, tapices,
chales, relojes, porcelana, cristalería, cerámica, mobiliario y otros muchos
artículos de lujo.
5.5
|
Energía
|
Sólo alrededor del 10% de la producción
de electricidad de Francia se genera en las centrales térmicas que utilizan
carbón, productos derivados del petróleo o gas natural. Las instalaciones
hidroeléctricas producen alrededor del 11% de la energía nacional. Ningún país
depende tanto de la energía nuclear como Francia; las centrales nucleares
generan el 78% de la energía eléctrica de Francia. También se utilizan otros
tipos de fuentes energéticas, como la energía mareal, fruto del aprovechamiento
de las mareas del canal de la Mancha en el curso bajo del Rance, cerca de
Saint-Malo (Bretaña). En 2003 la producción fue de 536.919 millones de kWh.
5.6
|
Moneda y banca
|
La unidad monetaria es el euro (el 2 de
enero de 2002, un euro se cambió a 0.9038 dólares estadounidenses). Desde el 1
de enero de 1999, el euro se vinculó al valor del franco, con un cambio fijo de
6,55957 francos por euro. El 1 de enero de 2002, el franco, dejó de circular
como única moneda de curso legal. Retirada definitiva del franco: el 28 de
febrero de 2002.
El Banque de France, fundado en
1800 y nacionalizado en 1946, es el banco emisor. Entre los principales bancos
destacan tres nacionalizados en 1945: Banque Nationale de Paris, Crédit Lyonnais
y Société Générale. Otros importantes se nacionalizaron en 1981 y en 1982.
Alrededor del 10% de los franceses trabaja en el sector financiero.
5.7
|
Comercio exterior
|
París es el centro del comercio
nacional e internacional francés, pero otras grandes ciudades, como Marsella y
Lyon, desempeñan también un papel importante en la vida comercial del país. El
comercio francés se ha caracterizado por el predominio del pequeño comercio,
aunque en la actualidad hay una tendencia al crecimiento de las grandes
superficies comerciales. Aproximadamente el 71% de la población activa trabaja
en el comercio y en los servicios.
Francia es una de las mayores
potencias mercantiles del mundo y su comercio exterior engloba una amplia
variedad de artículos. Durante la década de 1980 las importaciones anuales
superaron las exportaciones, debido sobre todo a las fuertes compras de crudo
petrolífero. A finales de esa década, los gastos en importaciones fueron de
unos 181.700 millones de dólares, compuestos principalmente por crudo,
alimentos y animales vivos, maquinaria, productos químicos, hierro y acero,
equipamiento de transportes y otros bienes elaborados, como instrumentos de
precisión, ropa y textiles. Para el mismo periodo, los beneficios de las
exportaciones fueron de 171.300 millones de dólares anuales, centradas en la
maquinaria, equipamiento de transportes, productos químicos, hierro y acero,
alimentos, animales vivos, refino de petróleo, ropa, textiles y vino. En 2004
las importaciones supusieron 431.005 millones de dólares y las exportaciones
410.700 millones. Más de la mitad del comercio exterior de Francia se realiza
con la Unión Europea, principalmente con Alemania, Bélgica, Luxemburgo e
Italia, aunque también Estados Unidos, los Países Bajos, Gran Bretaña, las
repúblicas que pertenecieron a la extinta URSS, y Japón son importantes socios
mercantiles de Francia. El país desempeña un papel destacado en el comercio
exterior con algunas de sus antiguas posesiones ultramarinas, como Argelia,
Marruecos, Túnez y Costa de Marfil.
5.8
|
Transporte
|
Francia posee uno de los sistemas
de transportes más desarrollados de Europa. En 2004 el país tenía
26.684 km de carreteras principales o nacionales, entre las que se
contaban 7.956 km de autopistas de peaje; en total, la red de carreteras
cubre 951.220 kilómetros. Ese mismo año, el número de vehículos de motor por
cada 1.000 habitantes era de 597, de los cuales 495 eran turismos. El
ferrocarril francés se nacionalizó parcialmente en 1938. En 2005 había 29.286
km de vías férreas en funcionamiento, 13.742 de los cuales estaban
electrificados. En Francia se ha desarrollado el tren de alta velocidad (train
à grande vitesse, TGV), que funciona en las principales líneas. El país
tiene alrededor de 6.000 km de vías fluviales navegables, entre las que se
cuentan 3.740 km de canales. La marina mercante francesa, una de las
mayores del mundo, comprende 746 buques con más de 1.168.556 toneladas brutas
registradas. En lo que respecta al transporte aéreo, Francia tiene dos grandes
líneas aéreas estatales: Air France, que realiza vuelos a casi todas las partes
del mundo, y Air Inter, que desarrolla su servicio en el interior del país. Una
línea aérea privada internacional, Union de Transports Aériens (UTA), junto a
varias pequeñas compañías privadas, también ofrece servicios nacionales e
internacionales. Los principales aeropuertos son el Charles de Gaulle y el de
Orly, ambos cerca de París.
5.9
|
Comunicaciones
|
El gobierno dirige los sistemas
postales, telegráficos y telefónicos franceses. En 2005, había registrados 587
teléfonos por cada 1.000 habitantes. Las compañías privadas, financiadas por la
publicidad, dirigen la mayor parte de los servicios de radio y televisión. En
cuanto a la televisión, este medio ofrece canales estatales, junto a servicios
por cable y satélite. En las mismas fechas, se registraban 55 millones de
aparatos de radio y 37 millones de receptores de televisión.
En 2005 se editaban en Francia 103
periódicos diarios, con una tirada total de 13 millones de ejemplares. Los
periódicos más influyentes se publican en París; entre ellos destacan Le
Monde (con una circulación de 445.000 ejemplares), Le Figaro (465.500),
France-Soir (539.000) y Le Parisien Libéré (421.000). Las
principales publicaciones no diarias del país son Paris-Match (con una
circulación de 690.000 ejemplares), L’Express (669.600), Le Canard
enchaîné (450.000), Le Nouvel Observateur (324.200) y Elle
(395.000).
5.10
|
Trabajo
|
La población activa francesa era de
27,3 millones de personas en 2006. Aproximadamente el 20% de los trabajadores
franceses son miembros de sindicatos; alrededor de 1,6 millones pertenecen a la
Confédération Générale du Travail (CGT), la mayor organización de trabajadores
francesa, de tendencia social-comunista. La Confédération Française
Démocratique du Travail (CFDT), una organización de orientación
social-cristiana, tiene unos 900.000 afiliados, y Force Ouvrière, de afinidad
socialdemócrata, 1,1 millones. Un decreto gubernamental establece el salario
mínimo, pero los convenios colectivos determinan la escala de sueldos. El
gobierno administra programas de seguros a todo riesgo para los trabajadores.
6
|
GOBIERNO
|
El sistema gubernamental francés es una
República presidencial, basada en la Constitución promulgada en octubre de 1958
por iniciativa del general Charles de Gaulle. Dicha ley magna reduce el poder del
Parlamento para destituir gabinetes y amplía la autoridad del presidente. La
soberanía de la República recae en el pueblo francés, que puede ejercer su
poder político a través de un Parlamento de representantes, así como por medio
de plebiscitos. El organismo representativo es bicameral; está compuesto por la
Asamblea Nacional (577 diputados) y el Senado (331 miembros, pero que está
previsto que aumente progresivamente hasta llegar, en 2010, a 346 senadores).
La Asamblea Nacional se elige por sufragio universal directo, con la
representación proporcional de cada partido que se refleje en la votación
popular; los diputados permanecen en sus cargos por periodos de cinco años. Los
senadores son elegidos para nueve años, a través de sufragio popular indirecto
(es decir, por la asociación de otras cámaras de representantes). La
Constitución de 1958 estableció un nuevo cuerpo, el Consejo Constitucional, con
poder para supervisar las elecciones y la celebración de referéndums, así como
para decidir sobre cuestiones constitucionales; el Consejo está compuesto por
nueve miembros designados y por todos los antiguos presidentes de la República.
Los franceses pueden votar a partir de los 18 años.
6.1
|
Gobierno central
|
El presidente era elegido para un
periodo de siete años por votación popular directa. No obstante, en un
referéndum celebrado el 24 de septiembre de 2000, los votantes aprobaron
reducir dicho mandato a cinco años. Hasta 1962 (fecha en la que una enmienda
constitucional cambió el método) un colegio electoral de los cuerpos
gubernamentales elegía al presidente. El presidente es el comandante de las
Fuerzas Armadas y dirige el Consejo Superior de la Judicatura, el Comité de
Defensa Nacional y el Consejo de Ministros (gabinete); también nombra al primer
ministro y designa al gabinete de ministros.
El primer ministro y el Consejo de
Ministros son responsables sólo ante la Asamblea Nacional, aunque el primer
ministro tiene el derecho de pedir la aprobación del Senado en los asuntos de
política general. Cuando la Asamblea Nacional adopta una moción de censura,
rechaza el programa o una declaración de política general del gabinete, el
primer ministro debe dimitir.
6.2
|
Poder legislativo
|
El Parlamento francés consta de dos cámaras,
una de las cuales, la Asamblea Nacional, posee la suprema autoridad
legislativa. El nombre oficial del Parlamento francés, cuando reúne
conjuntamente a ambas cámaras, es el de Congreso del Parlamento. El Senado es
un cuerpo consultivo que tiene el derecho de examinar y dar cuenta de las
opiniones sobre legislación y política iniciadas en la Asamblea Nacional y
retrasar, pero no evitar, la aprobación de las leyes. Si las dos cámaras no
están de acuerdo en la aprobación de un proyecto de ley, la decisión final
recae en la Asamblea Nacional, la cual puede aceptar la opinión del Senado o,
después de un periodo específico, reafirmarse en la suya. El Consejo Económico
y Social, compuesto por los representantes de los grupos de trabajadores, de la
patronal y de las organizaciones profesionales y culturales, actúa con
capacidad consultiva sobre asuntos económicos ante la Asamblea Nacional y el
Consejo de Ministros. La Constitución de 1958 limita la actividad de la
Asamblea Nacional a dos sesiones anuales regulares, permite la adopción del
voto de censura contra el gobierno por una mayoría absoluta, y prohíbe que los
diputados que hayan propuesto una moción de censura no aceptada puedan
presentar otras durante la misma sesión regular. Las enmiendas constitucionales
se pueden realizar después de su aprobación por ambas cámaras del Parlamento y
por un posterior referéndum popular, o simplemente por aprobación de los tres
quintos del Parlamento.
6.3
|
Partidos políticos
|
Francia tiene una gran tradición democrática,
con numerosas agrupaciones políticas, muchas de las cuales difieren sólo en
matices teóricos de estrategia política. Sin embargo, los requerimientos
legislativos de la V República han favorecido la fusión o la coalición de
partidos políticos independientes. Cuatro grandes grupos (dos organizaciones de
centro-derecha y dos partidos de izquierdas) dominaban el mundo político
francés ya en la década de 1980 y a principios de la siguiente: la Agrupación
para la República (RPR), fundada en 1976 por Jacques Chirac, mantuvo una
afinidad con las ideas del antiguo presidente Charles de Gaulle; la Unión para
la Democracia Francesa (UDF), una coalición construida alrededor del Partido
Republicano, fuertemente unida al que fuera también presidente de la República
Valéry Giscard d’Estaing; el Partido Socialista (PS), dirigido hasta su
fallecimiento por François Mitterrand; y el Partido Comunista Francés (PCF),
encabezado por Georges Marchais hasta 1994, cuando fue sustituido por Robert
Hue. El centro-derecha creó en 2002 un partido integrador del RPR y la
Democracia Liberal (DL, segregada en 1998 de la UDF): la Unión para un
Movimiento Popular. El partido de la extrema derecha es el Frente Nacional,
liderado por Jean-Marie Le Pen.
6.4
|
Gobierno
departamental y local
|
Los 96 departamentos del territorio
francés se organizan en 22 regiones. En 1981, el gobierno del presidente
Mitterrand introdujo un plan que abolió el sistema de prefectos (gobernadores
civiles), nombrados por el gobierno central, y aumentó los poderes de los
consejos departamentales electos. Los departamentos están divididos en communes
(municipios) administrados por consejos municipales, cuya composición oscila
entre 10 y 36 miembros, nombrados para un periodo de seis años. Cada consejo
elige entre sus miembros a un alcalde, que representa al gobierno nacional.
Francia cuenta con más de 36.000 communes. Otras unidades de gobierno
local son los arrondissement (distritos) y los cantones.
6.5
|
Salud y bienestar
social
|
La Seguridad Social francesa cubre
parcialmente los costes médicos, farmacéuticos y de hospitalización en la
mayoría de los casos, y los costes completos de estos servicios para los grupos
de bajos ingresos, desempleados y niños menores de diez años. También cubre
otras prestaciones sociales, como asignaciones familiares, compensaciones
laborales, beneficios por maternidad y pensiones de discapacidad y de
jubilación. El plan obligatorio protege al 98% de la población total de
Francia, aproximadamente.
6.6
|
Poder judicial
|
Los tribunales locales, divididos en los
llamados Tribunales de Instancia y Tribunales de Gran Instancia, se encargan de
pequeños casos criminales y civiles. Los tribunales penales tratan los delitos castigados
con prisión de cinco años o menos y los casos civiles de mayor importancia. Los
recursos contra las sentencias dictaminadas por estos tribunales inferiores se
dirigen a los tribunales de apelación. Los casos criminales más importantes se
ven ante los tribunales de assises. Los recursos contra las decisiones
de éstos y las de los tribunales de apelación deben ser revisados por el
Tribunal de Casación, que está autorizado para anular sentencias y ordenar
nuevos juicios.
6.7
|
Defensa
|
El servicio militar es obligatorio
durante 10 meses para los varones entre 18 y 35 años. Los gastos de defensa en
2003 fueron de 45.695 millones de dólares lo que supone el 3% del PIB. El
Ejército de Tierra contaba con 133.500 miembros, la Armada con 43.995 y las
Fuerzas Aéreas con 63.600 efectivos. Aunque Francia sigue siendo miembro del
Consejo de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), las fuerzas
militares francesas fueron retiradas del mando de la OTAN en octubre de 1966.
Francia ha desarrollado una fuerza nuclear disuasiva mediante la construcción
de submarinos nucleares y misiles balísticos.
7
|
HISTORIA
|
Los vestigios arqueológicos indican que la
presencia humana en el actual territorio francés comenzó hace al menos 100.000
años.
7.1
|
Culturas
prehistóricas
|
Las culturas reconocidas más antiguas son
las del paleolítico (50000-8000 a.C.), que dejaron una rica herencia
artística de pinturas rupestres, las más famosas de las cuales se encuentran en
Lascaux, en el actual departamento de Dordoña, en el suroeste francés.
Los pueblos del mesolítico
(8000-4000 a.C.) fueron recolectores de alimentos al igual que sus
antecesores, pero dejaron relativamente pocos restos. Los agricultores del
neolítico (4000-2000 a.C.), por su parte, levantaron miles de monumentos
de piedra en Francia, algunos de los cuales han llegado hasta nuestros días,
como los menhires de Bretaña, los menhires-estatua del sur de Francia y los
dólmenes, o tumbas de cámara, del valle del Loira, París y la Champaña, todo
ello ligado al fenómeno megalítico.
Durante la edad del bronce
(2000-700 a.C.) y la edad del hierro (entre los siglos VIII y II
a.C.) emergieron culturas más complejas. Hacia el 800 a.C. la cultura de
Hallstatt —guerreros y pastores que se desplazaron desde su región natal alpina
hacia el interior de Francia— introdujo las técnicas de la metalurgia del
hierro. En el periodo siguiente, los celtas (o galos) pasaron a ser el pueblo
dominante.
El contacto con la cultura
mediterránea comenzó cuando los griegos exploraron el Mediterráneo occidental
en el siglo VII a.C., establecieron una colonia en Massalia (Marseille o
Marsella) y comerciaron con el interior a través del valle del Ródano. En el
siglo V a.C., la cultura de La Tène —caracterizada por una fina artesanía
de joyería, armas y cerámica— se extendió desde el este de la Galia a todo el
resto del mundo celta.
7.2
|
La Galia romana
|
En el 121 a.C. los romanos
ocuparon la antigua colonia griega de Massalia, a la que llamaron Massilia, y
fundaron en torno a ese año otros asentamientos en el interior, en Narbona, que
constituyeron la base territorial de la floreciente provincia romana de la
Galia Narbonense.
Julio César conquistó el resto de la Galia
entre el 58 y el 51 a.C. Las tierras entonces conquistadas se denominaron
Galia Bélgica, Galia Lugdunense y Aquitania. El centro administrativo principal
estaba en Lugdunum (actual Lyon).
Una vez que los romanos
consolidaran su poder sobre la Galia, el problema principal fue defender la
extensa frontera nororiental expuesta a los pueblos germanos. Roma intentó
conquistar las tierras germánicas más allá del Rin y creó la colonia
Agrippinensis (la actual Colonia alemana, una base equivalente a Lugdunum). Sin
embargo, después de ser derrotados por los germanos en el año 9 a.C., los
romanos se limitaron a defender la frontera del Rin. Muchos galos sirvieron en
las legiones romanas fronterizas y los dos primeros siglos de dominación romana
fueron relativamente pacíficos.
En el siglo III d.C., cuando el
Imperio romano comenzó a declinar, la Galia romana se vio afectada por una
serie de problemas: inestabilidad política, disminución del abastecimiento de
esclavos, plagas, aumento de la inflación con la consiguiente inseguridad
económica, presión de las tribus germánicas a lo largo de la frontera y ruptura
general de la ley y el orden. El emperador Diocleciano, desde su residencia
imperial en Tréveris (actualmente en Alemania), impuso reformas militares y
fiscales que posibilitaron un periodo de relativa estabilidad.
El cristianismo, que se había
introducido en el siglo II a pesar de sufrir persecuciones, floreció bajo
la protección imperial durante el siglo IV, un periodo de desorden
político. En el siglo V, se convirtió a su fe incluso la aristocracia
galorromana, con lo que miembros de las antiguas familias senatoriales pasaron
a ocupar posiciones episcopales.
A lo largo de todo el
siglo IV, pequeños grupos de germanos se habían asentado en la Galia por
medio de foedus (pactos) con las autoridades romanas. En el 406 este
movimiento se convirtió en una invasión cuando los vándalos, suevos y alanos
atravesaron la frontera, se desplazaron rápidamente a través de la Galia y
entraron en Hispania (España). En el 412 los visigodos se asentaron en el sur
de la Galia, concretamente en Aquitania, procedentes de Italia, y, en el 440,
los burgundios lo hicieron a su vez en la Galia oriental. En el noroeste, los
bretones, celtas procedentes de Britania, que había sido invadida por las
tribus sajonas, solicitaron y consiguieron refugio en el continente y dieron su
nombre a la región de Bretaña. En el 451, germanos, romanos y galos se unieron
para derrotar a una nueva oleada de invasores, los hunos, bajo la jefatura de
Atila.
7.3
|
El origen de
Francia
|
En el último cuarto del
siglo V, cuando la autoridad imperial romana decayó en la parte occidental
del Imperio, otra tribu germánica, formada por los francos salios, conquistó la
Galia. Su rey, Clodoveo I, fue un valiente guerrero que contrajo
matrimonio con una princesa cristiana burgundia. Clodoveo se convirtió al
cristianismo en el 496. Al adoptar la forma católica del cristianismo
favorecida por los galorromanos en lugar del cristianismo herético arriano
profesado por los visigodos, pudo consolidar su dominio sobre el país.
7.3.1
|
Los Merovingios
|
La dinastía de Clodoveo, los
Merovingios, denominados así por su fundador, Meroveo (reinó entre el 448 y el
458), gobernó hasta el año 751. De acuerdo con la costumbre franca, todas las
posesiones del rey, incluso el título real, se dividían a su muerte entre sus
hijos. Debido a esta práctica, la Francia merovingia se caracterizó por una
continua desunión que culminó en la guerra civil del siglo VI. El reino se
unificó de nuevo en el 613 bajo Clotario II (613-629) y Dagoberto I
(629-639). Después comenzó a decaer con el mandato de una serie de reyes
débiles e incompetentes. Durante este periodo, el poder comenzó a concentrarse
en manos de los mayordomos de palacio, oficiales reales que administraban
personalmente los territorios del rey. Entre ellos surgieron conflictos,
reminiscencias de los que habían aparecido entre los primeros merovingios. A
finales del siglo VII, un mayordomo de palacio, Pipino de Heristal,
miembro de la familia de los Arnulfung de Austrasia (región del este de Francia
y del oeste de Alemania), adquirió preeminencia sobre sus rivales y extendió
con éxito su autoridad sobre los reinos francos de Neustria y Borgoña hacia el
oeste y el sur. Le sucedió su hijo, Carlos Martel, quien reunió un ejército
franco que repelió la invasión musulmana procedente de la península Ibérica en
el 732 en la batalla de Poitiers. En el 751 el hijo de Martel y su sucesor,
Pipino el Breve, depuso a Childerico III, el último rey merovingio, y fue
coronado rey de los francos por san Bonifacio.
7.3.2
|
Los Carolingios
|
La nueva dinastía —posteriormente denominada
Carolingia por su miembro más destacado, Carlomagno— se consolidó con la
alianza que estableció Pipino con el Papado. A cambio de la ayuda de los
francos contra los lombardos, que estaban invadiendo el territorio papal en
Italia, el papa Esteban II (III) aprobó la pretensión al trono de los
carolingios y, en el 754, viajó a Francia para ungir a Pipino y a sus hijos con
los óleos sagrados, al igual que los profetas ungieron a los reyes bíblicos de
Israel. Pipino a cambio venció a los lombardos y entregó la región de Ravena al
Papado, dando lugar a la aparición de los Estados Pontificios. A la muerte de
Pipino (768), su reino fue dividido entre sus hijos Carlos y Carlomán, el cual
falleció tres años después, lo que convirtió a Carlos (luego Carlomagno) en rey
de todos los francos hasta su muerte en el 814.
7.3.2.1
|
Carlomagno
|
Los primeros años de su reinado
estuvieron caracterizados por las campañas militares que llevó a cabo. Al igual
que su padre, luchó en Italia, tanto a favor del Papa como en su propio
beneficio, y conquistó Lombardía. Realizó campañas en la península Ibérica
contra los musulmanes y los vascones y estableció un territorio fronterizo
denominado la Marca Hispánica, origen de la futura Cataluña. En el este luchó
contra los bávaros y los ávaros y anexionó sus territorios, Baviera y Panonia
respectivamente. Realizó igualmente campañas contra los sajones (772-804) en
Alemania, a quienes sometió y obligó a convertirse al cristianismo.
En el año 800, Carlomagno fue
coronado por el papa León III en Roma y recibió el título de Emperador de
los Romanos. No había habido un emperador en las antiguas provincias
occidentales del Imperio romano desde el siglo V. Carlomagno estableció un
vasto sistema administrativo para gobernar su Imperio, dividido en unas 250
provincias. Reunió a las principales escuelas de Europa e inició un programa de
reformas intelectuales y religiosas. Carlomagno capitalizó la residencia real
en Aix-la-Chapelle, su balneario favorito de primavera (actual Aquisgrán,
Alemania).
7.3.2.2
|
Los sucesores de
Carlomagno
|
Después del año 800, los vikingos
procedentes de Escandinavia comenzaron a atacar las áreas costeras de los dominios
carolingios. Sin embargo, el impacto de esas invasiones no cristalizó hasta el
reinado del sucesor de Carlomagno, Luis I el Piadoso, al que coronó
emperador el mismo Carlomagno en el 813. Los ataques vikingos y una sucesión de
problemas que tuvieron lugar tras el reinado de Luis I el Piadoso
significaron el inicio de la decadencia del Imperio carolingio.
Luis procuró establecer una sucesión
ordenada, decretando en 817 que su hijo mayor, Lotario I, heredaría el
Imperio y que sus dos hijos menores, Pipino de Aquitania y Luis II el
Germánico, gobernarían reinos subordinados al mismo. Posteriormente, el
emperador tuvo un cuarto hijo, Carlos, con su segunda esposa, que no estaba
dispuesta a que su hijo fuera excluido de la herencia real.
Los hijos de Luis I se
enfrentaron duramente entre ellos y también contra su propio padre. Un acuerdo
temporal entre tres de los hermanos fue concertado a través del Tratado de
Verdún (843), según el cual Lotario obtendría el título imperial, además de una
gran franja de territorio que se extendía desde el mar del Norte hasta la
desembocadura del Rin y que comprendía Roma. Luis II el Germánico recibió
los territorios al este del Rin, y Carlos el Calvo los territorios al oeste del
Ródano, el Saona, el Mosa y el Escalda. El territorio de Luis es el antecedente
de la moderna Alemania, el de Carlos lo es de la Francia actual y el de Lotario
ocupa los territorios por los que han tenido lugar frecuentes enfrentamientos
entre Francia y Alemania en los tiempos modernos. Aunque esta particular
división no se mantuvo, la separación de Francia Occidentalis (el reino Franco
Occidental, o Francia) de Francia Orientalis (el reino Franco Oriental, o
Alemania) permaneció hasta la actualidad.
7.3.3
|
Los vikingos y la
fundación de Normandía
|
La desunión de los francos
facilitó las incursiones de los normandos o vikingos. Los puertos, las ciudades
ribereñas y los monasterios situados cerca de las vías fluviales se
convirtieron en sus objetivos. Fueron saqueadas Ruán y París, a orillas del río
Sena; Tours, Nantes, Blois y Orleans en el Loira; y Burdeos en el Garona, entre
otras ciudades. Lo mismo ocurrió con las abadías, como la de Saint Denis, Saint
Philibert, Saint Martin y Saint Benoît. Roberto el Calvo, un importante señor
del valle del Sena de mediados del siglo IX, fue uno de los defensores más
enérgicos contra esas incursiones.
Los vikingos establecieron bases para sus
operaciones, normalmente en las desembocaduras de los ríos, pero a veces
intentaban mantener asentamientos permanentes. En el 911, un numeroso grupo
bajo el mando de Rollo aceptó del monarca del reino Franco Occidental,
Carlos III el Simple, el territorio del curso bajo del Sena que recibió el
nombre de Normandía.
En el 888 la corona del reino
Franco Occidental recayó en el conde Eudes, hijo de Roberto el Calvo, pero
después de su muerte ésta volvió a los carolingios, que tenían poca influencia.
Durante el reinado de Luis V (967-987), su hegemonía se limitaba a su
castillo y alrededores inmediatos.
7.4
|
Los primeros
Capetos (987-1180)
|
A la muerte de Luis V, los
principales señores se volvieron hacia Hugo I Capeto, duque de Francia y
descendiente de Roberto el Calvo y de Eudes. Hugo fue elegido rey, no porque
fuera poderoso, sino precisamente porque no era suficientemente fuerte como
para someter a los otros príncipes territoriales; de hecho, se aseguró la
elección sólo por ceder la mayoría de sus tierras a sus electores.
Los nobles franceses no tenían la
intención de instaurar la dinastía de los Capetos, pero Hugo actuó rápidamente
para que su hijo Roberto fuera coronado. Cuando Roberto accedió al trono con el
nombre de Roberto II, en el 996, nombró a su hijo Hugo como sucesor, pero
Hugo murió y, otro de sus hijos, Enrique, fue coronado en el 1031. Desde el año
987 hasta el 1328, durante más de tres siglos, los Capetos transmitieron la
corona por línea masculina directa.
Los primeros Capetos estuvieron
subordinados a los príncipes feudales, pero la reconstrucción de la
administración real, marcada por el reciente auge de los funcionarios reales,
ya era evidente a mediados del siglo XI. No obstante, a finales de esa
centuria, Guillermo el Conquistador, duque de Normandía, y Hugo el Grande, abad
del monasterio de Cluny, aunque nominalmente vasallos del rey, fueron más
poderosos que el propio rey Felipe I (de Francia).
El sucesor de Felipe I,
Luis VI el Gordo consolidó el poder real definitivamente en la
Île-de-France, una región con centro en París que se extendía unos 160 km
de norte a sur y unos 80 km de este a oeste. En esta zona, el monarca
suprimió sistemáticamente toda la oposición feudal a su gobierno. El rey educó
a su hijo, el futuro Luis VII el Joven, en la abadía de Saint Denis, en el
norte de París, de donde salió en el 1137 para casarse con Leonor, heredera del
ducado de Aquitania.
Gracias a este matrimonio,
Luis VII consiguió incorporar a sus dominios los extensos territorios
comprendidos entre el río Loira y los Pirineos, que eran propiedad de Leonor.
En el 1147, Luis participó en una cruzada a Tierra Santa, llevándose consigo a
su esposa. Mientras estaban en Oriente se rumoreó que ella había cometido
adulterio. Como a Leonor no le había agradado la boda y no había tenido un
heredero varón, ambos cónyuges pidieron la anulación papal del matrimonio, que
consiguieron en 1152. Dos meses después, Leonor contrajo matrimonio con
Enrique, conde de Anjou y duque de Normandía, que en 1154 se convirtió en rey
de Inglaterra con el nombre de Enrique II. Así, Aquitania pasó de la
corona francesa a la inglesa, y los territorios controlados por Enrique en
Francia (el Imperio angevino) excedían en extensión a los de su nominal señor
feudal, Luis VII.
7.5
|
Los últimos Capetos
|
La situación de la dinastía de los
Capetos mejoró bajo el sucesor de Luis VII, Felipe II Augusto.
7.5.1
|
El reinado de
Felipe II Augusto (1180-1223)
|
Por medio de su primer matrimonio,
Felipe consiguió nuevos territorios en el norte de Francia —Artois, Valois y Vermandois—.
También aseguró el control real sobre el Vexin, un área pequeña pero vital en
el río Sena, por constituir la frontera entre Normandía y la Île-de-France.
Felipe intervino brevemente en la tercera Cruzada (1190-1191).
Su oportunidad para actuar contra el
Imperio angevino llegó cuando el rey Juan de Inglaterra se casó con una
princesa ya prometida a otro de los vasallos de Felipe. Éste convocó a Juan a
su corte tres veces y al no presentarse le condenó y declaró la pérdida de sus
territorios. En 1204, Felipe emprendió la conquista militar de Normandía y
Anjou. Diez años después, el monarca francés aseguró los territorios
conquistados al vencer a una coalición formada por el Sacro Imperio Romano
Germánico, Inglaterra y Flandes en la batalla de Bouvines.
Los cátaros o albigenses, una secta
religiosa disidente particularmente fuerte en Provenza y en el Languedoc,
propiciaron la intervención del reino de Francia en el sur. El pontificado de
Inocencio III (1198-1216) alentó nuevas misiones de apostolado hasta que
en 1208 uno de sus representantes en la región, Pedro de Castelnau, fue
asesinado; esto hizo que Inocencio propugnara una nueva Cruzada, que hasta
entonces sólo se habían utilizado contra los musulmanes, como una forma de
combatir a los heréticos cátaros. Se les prometió a los cruzados la posesión de
los terrenos que arrebataran a los herejes, y los caballeros del norte de
Francia, bajo el mando del conde Simón de Montfort, se apresuraron a participar
en la misma. Felipe II Augusto estaba también ocupado reuniendo a sus
súbditos ingleses para tomar parte en la primera fase de la Cruzada albigense,
pero fue su hijo Luis VIII el León quien dirigió una campaña exitosa que
finalizó con la expansión del dominio real hacia la costa mediterránea. Esta integración
política del sur en el reino de Francia representó la destrucción de la cultura
autóctona de Provenza y Languedoc y costó la vida al propio rey Luis VIII,
que murió en la Cruzada.
7.5.2
|
Luis IX
|
Luis IX el Santo subió al trono a
la edad de 12 años, con su madre Blanca de Castilla como regente. Algunos de
los señores feudales franceses pensaron que era un momento apropiado para
rebelarse contra el gobierno real y unieron sus fuerzas con los ingleses,
quienes estaban impacientes por recuperar los territorios perdidos, pero Blanca
fue capaz de sofocar sus conspiraciones y rebeliones.
El gran logro nacional de Luis IX,
que gobernó entre 1226 y 1270, fue conseguir la lealtad de las provincias
conquistadas a través de una administración justa y equitativa. El monarca tuvo
cuidado de impedir la corrupción y el abuso de autoridad mediante el envío de
investigadores para recoger las quejas de sus súbditos contra los oficiales
reales. Bajo su mandato, el gobierno real se hizo más profesional y especializado.
Como hombre devoto, Luis deseó coronar
su carrera con una Cruzada, por lo que en 1247 marchó al Oriente Próximo.
Dirigió un ataque en Damietta (Egipto), pero los defensores musulmanes frenaron
pronto su avance. Luis viajó entonces hacia Tierra Santa para reforzar las
fortificaciones cristianas. En 1270 preparó una nueva Cruzada, pero una
epidemia de peste diezmó su ejército y provocó su muerte mientras atacaba
Túnez. A pesar de su intervención en las malogradas séptima y octava Cruzadas,
Luis fue querido y respetado. Después de su muerte se le atribuyeron varios
milagros y, en 1297, fue santificado.
Felipe III el Atrevido fue el quinto
rey francés que consecutivamente participó en las Cruzadas —en este caso para
luchar contra los musulmanes en la península Ibérica— y el tercero en morir en
una de ellas. Acordó el matrimonio de su hijo con la heredera del condado de
Champaña, que de esta manera se añadió a las posesiones de la Corona francesa.
7.5.3
|
Felipe IV el
Hermoso
|
Felipe IV el Hermoso, el último de los
grandes reyes Capetos, fortaleció en gran medida los poderes regios. El monarca
eligió consejeros capaces y ambiciosos al servicio de su administración, de los
que los más conocidos fueron Guillermo de Nogaret y Pierre Dubois. Juntos
intentaron suprimir las limitaciones a la autoridad real, usurpada en parte por
los privilegios especiales o las prerrogativas provinciales. Se obligó a
obispos, barones y ciudadanos a cooperar con el rey, bien sometiéndoles a la
justicia real o demandando nuevos impuestos para la corona. El rey anexionó con
éxito el Franco Condado, Lyon y zonas de Lorena, pero fracasó en su intento de
controlar Flandes.
La intervención de Felipe IV en
Flandes fue muy costosa, lo que le llevó a intentar gravar con impuestos al
clero provocando un agudo conflicto con el papa Bonifacio VIII, derivado
de las diferentes concepciones de soberanía que ambos defendían. En 1297,
Bonifacio aceptó que, por circunstancias excepcionales de la ‘defensa del
dominio’, un rey pudiera solicitar impuestos al clero sin consultar al Papa.
Sin embargo, no admitió los derechos del rey para arrestar a un sacerdote por
un cargo secular. Se intercambiaron ataques difamatorios y disputas legales.
Nogaret dirigió una expedición a Italia con la intención de apresar a
Bonifacio VIII y conducirle a Francia para ser juzgado. En Anagni tuvo
lugar un violento enfrentamiento y poco después murió el anciano Papa. En 1305,
la influencia de Felipe aseguró la elección de un papa francés, Clemente V,
que trasladó la sede pontificia de Roma a Aviñón en 1309.
La ambición insaciable de Felipe le llevó a
expulsar a los judíos del reino y a confiscar sus riquezas. Por la misma razón
persiguió y eliminó a la acaudalada orden de los Caballeros Templarios.
Felipe consiguió fortalecer el gobierno
real, pero sus métodos arbitrarios socavaron el respeto que había conseguido la
monarquía con sus antecesores. El sistema administrativo continuó funcionando
bien a lo largo de los siglos XIV y XV, pero el prestigio de la
monarquía disminuyó mucho y fueron cuestionadas a menudo sus prerrogativas.
Este descenso de prestigio estuvo acompañado por una ruptura en la línea
sucesoria: entre 1314 y 1328, cuatro hijos de Felipe IV —Luis X,
Juan I, Felipe V y Carlos IV el Hermoso— subieron al trono
sucesivamente y todos murieron sin dejar ningún heredero varón.
7.6
|
Francia bajo los
primeros Valois
|
A la muerte de Carlos IV, la
corona pasó al sobrino de Felipe IV, Felipe de Valois, que reinó como
Felipe VI desde 1328 hasta 1350. El rey inglés Eduardo II se casó con
la hija de Felipe IV; aunque en un primer momento este matrimonio no
parecía plantear ningún problema para la sucesión francesa, más adelante
Eduardo III se convirtió en rival de Felipe VI por el control de Flandes
y Felipe apoyó a los escoceses en contra de Eduardo. En 1337 el monarca inglés
presentó su solicitud como heredero al trono francés por ser nieto de Felipe el
Hermoso. Felipe VI contestó declarando ilegal la ocupación inglesa de
Gascuña y ambos reinos entraron en conflicto, iniciándose la guerra de los Cien
Años.
7.6.1
|
La guerra de los
Cien Años (1337-1453)
|
Los ingleses comenzaron tomando el control
del canal de la Mancha tras derrotar a la flota francesa en los Países Bajos,
lo que les permitió atacar libremente el norte de Francia. La primera gran
confrontación en tierra firme tuvo lugar en Crécy, en 1346, y supuso una
victoria absoluta para los ingleses permitiéndoles sitiar Calais, que capituló
después de dos años.
7.6.2
|
La peste negra
|
En 1348, la peste bubónica entró
en Francia procedente del Mediterráneo a través de Marsella. La epidemia hundió
al país en dos años, muriendo más de una tercera parte de la población. La
disminución de mano de obra provocó que los precios y los salarios subieran
bruscamente, afectando a los ingresos de la Corona.
La segunda mitad del siglo XIV
fue un periodo sombrío, marcado por varias manifestaciones que reflejaban el
malestar social. La plaga se reprodujo en 1361, 1362, 1369, 1372, 1382, 1388 y
1398. Los niños nacidos después del brote epidémico fueron especialmente
vulnerables a la nueva epidemia, que redujo aún más la población. El trastorno
psicológico, consecuencia de estos desastres, se hizo patente en una obsesión
por la muerte y en una proliferación de movimientos religiosos fanáticos y
aberrantes. También se produjeron rebeliones violentas de los campesinos,
atrapados entre los altos precios de los productos y los terratenientes que
intentaban incrementar la producción, o en su defecto aumentar los impuestos.
El levantamiento de campesinos más famoso y extendido fue la jacquerie
de 1358. El campo también fue víctima de las bandas de mercenarios franceses e
ingleses que asolaban las poblaciones durante los momentos de descanso bélico.
El descontento urbano dio lugar a violentos levantamientos, como la
insurrección de París dirigida por Étienne Marcel en 1358. Con una economía
deprimida, los costes de la guerra continuaron acumulándose; el fuerte rescate
pagado por el rey Juan II, que fue hecho prisionero por los ingleses en la
batalla de Poitiers en 1356, agravó aún más la situación. Durante este periodo
los Estados Generales, convocados por primera vez por Felipe IV,
consiguieron un gran poder.
7.6.3
|
Juana de Arco y la
recuperación militar, social y económica
|
La fortuna de Francia no mejoró durante
los 42 años de reinado del rey Carlos VI (1380-1422). El rey inglés
Enrique V invadió Francia en 1415, derrotó al ejército francés en la
batalla de Agincourt y tomó el control de la mayor parte de Francia al norte
del Loira.
La reanimación francesa bajo Carlos VII
(1422-1461) comenzó con la figura de Juana de Arco. Ésta convenció al monarca
para que le diera el mando del ejército, que rompió el asedio inglés sobre la
ciudad de Orleans en 1429. La guerra continuó durante más de 20 años, pero los
franceses nunca perdieron el impulso conseguido con la breve intervención de la
dinámica joven de Lorena. En 1453 Carlos entró en Burdeos y los ingleses
tuvieron que ceder todos sus territorios continentales, excepto Calais.
La reactivación social y económica acompañó
a la recuperación política. Durante los años centrales y finales del
siglo XV, la fuerza de la economía y la tasa demográfica volvieron a los
niveles anteriores a la aparición de la peste. Luis XI (1461-1483)
consolidó la autoridad real, que fue la mayor conseguida hasta el momento,
creando un ejército profesional y consiguió poder para aumentar los impuestos
—el taille— sin consentimiento superior. Incorporó la mayor parte del
ducado de Borgoña a su reino y utilizó los ingresos reales para proteger,
facilitar y estimular el desarrollo económico.
Carlos VIII le sucedió en el trono a
los 13 años de edad. Su hermana, que actuó de regente, concertó su matrimonio
con Ana, duquesa de Bretaña. Por su matrimonio, el último principado feudal
independiente se incorporó a la Corona francesa. Cuando finalizó la regencia de
su hermana en 1492, Carlos acordó el Tratado de Étaples, que puso fin a las
diferencias pendientes con Inglaterra.
7.7
|
El renacimiento y
la Reforma
|
A finales del siglo XV, Francia
había superado las divisiones territoriales de su pasado feudal y se convirtió
en una monarquía nacional que incorporaba la mayoría de los territorios
comprendidos entre los Pirineos y el canal de la Mancha. La estructura social
estaba todavía dominada por la nobleza terrateniente y la tierra seguía siendo
la fuente de riqueza principal. Sin embargo, en la mitad del siglo siguiente,
la paz interna, el aumento de la población, la afluencia a Europa de oro y
plata traídos de América por los españoles y los trabajos públicos del gobierno
estimularon el crecimiento de la economía, que elevó la posición social de los
grandes comerciantes, los banqueros y los cobradores de impuestos. Por otra
parte, la nobleza, dependiente de las rentas monetarias fijas y de las deudas,
vio cómo la inflación amenazaba su poder económico y su posición social.
Los tres primeros monarcas del periodo
—Carlos VIII, Luis XII y Francisco I— aprovecharon el fuerte
crecimiento de la nación y la estabilidad interna para reclamar por las armas
el reino de Nápoles y el Milanesado. En la década de 1520, las guerras
italianas se convirtieron en una larga disputa entre Francia y la dinastía de
los Habsburgo reinantes en España y Austria, un enfrentamiento que continuó de
forma intermitente durante un siglo y medio. Las guerras italianas terminaron
finalmente con la Paz de Cateau-Cambrésis (1559), negociada por el hijo de
Francisco I, Enrique II, que reinó desde 1547 hasta 1559. Francia
renunció a todas sus pretensiones en Italia, pero consiguió tres territorios
estratégicamente localizados en su frontera oriental: los obispados de Metz,
Toul y Verdún.
7.7.1
|
Francisco I
|
Francisco I incrementó significativamente
tanto el poder como el prestigio de Francia. Gobernó de forma personal y nunca
convocó a los Estados Generales. Según el Concordato de Bolonia (1516),
negociado con el papa León X, el rey francés alcanzó la prerrogativa de
nombrar todos los obispos y otros cargos beneficiados de la Iglesia,
asegurándose de ese modo un clero manejable. En 1539 excluyó el latín de los
actos jurídicos e impuso el uso exclusivo del francés. Francisco I fue un
destacado mecenas que hizo florecer el arte renacentista francés y la
educación.
7.7.2
|
Las guerras de
religión
|
El aumento de la población, sin el
correspondiente aumento en la producción, y la inflación monetaria llevaron a
la mayoría del pueblo a la pobreza. La Reforma protestante, que se extendió
desde Alemania durante el reinado de Francisco I, había atraído a muchos
seguidores; pero en las décadas de 1540 y de 1550 los postulados y doctrinas de
Juan Calvino desarrollaron en Francia una forma peculiar del protestantismo, y
consiguió el apoyo de muchos seguidores entre la nobleza y el pueblo llano.
Enrique II consideró el calvinismo una amenaza a la autoridad real e
intentó acabar con él. Bajo el reinado de sus tres hijos, que le sucedieron,
las guerras de Religión, donde se mezclaron conflictos religiosos, políticos y
dinásticos, desgarraron el país. El fanatismo religioso de los combatientes y
la brutalidad de los mercenarios hicieron que en la guerra fueran habituales
los saqueos, la crueldad y las atrocidades.
7.7.2.1
|
El régimen de
Catalina de Medici
|
A la muerte de Enrique II en
1559, subió al trono su hijo de 15 años de edad Francisco II, que sucedió
a su padre sólo durante dos años, 1559 y 1560. A Francisco le sucedió su
hermano de 13 años, Carlos IX, que reinó hasta 1574. La reina madre,
Catalina de Medici, fue la gobernante virtual durante casi todo este tiempo y
continuó influyendo en el reinado de su tercer hijo, Enrique III
(1574-1589). La principal preocupación de Catalina consistió en defender la
autoridad real de sus hijos, comprometida por los enfrentamientos entre
católicos y hugonotes. En este contexto se produjo la famosa masacre de la
Noche de San Bartolomé, que tuvo lugar en París en agosto de 1572, cuando los
católicos, aprovechando una reunión de dirigentes protestantes y sus numerosos
seguidores, les atacaron asesinando a unas 2.000 personas.
7.7.2.2
|
El ascenso de
Enrique de Navarra
|
El último hermano de Enrique III
murió en 1584 y Enrique de Navarra, descendiente de Luis IX y dirigente de
los hugonotes, pasó a ser el heredero del trono. Rechazado por la perspectiva
de ser un rey herético, algunos de los miembros del partido católico conspiraron
para impedir esta sucesión mediante la sustitución del rey Enrique III por
Enrique I de Guisa, dirigente de la Liga Santa. Alertado sobre esto,
Enrique III convocó a Enrique de Guisa a una reunión de los Estados
Generales en Blois en 1588, donde éste fue asesinado. Al año siguiente el
propio rey Enrique III —el último de la dinastía de los Valois— cayó
víctima de la espada de un asesino.
Enrique de Navarra, como heredero
legal, ascendió al trono con el nombre de Enrique IV de Francia, pero de
hecho sólo fue reconocido por los hugonotes. Tuvo que defender sus pretensiones
al trono ante la Liga Santa y sus aliados españoles, que ocuparon París.
Enrique IV comprendió que, aunque él y sus seguidores fueran protestantes
por convicción, la mayoría de los franceses seguían siendo fieles católicos,
por lo que en 1593 se convirtió públicamente al catolicismo. Al año siguiente
fue coronado en la catedral de Chartres y, poco después, le dieron la
bienvenida en París, donde se dice que exclamó: “París bien vale una misa”. Así
se estableció la dinastía de los Borbones en el trono francés.
7.8
|
Francia bajo los
Borbones
|
En 1598, con la expulsión de las
últimas tropas españolas del territorio francés, finalizó el largo periodo de
guerra. En el mismo año, Enrique IV intentó asegurar la paz interna en sus
dominios, para lo que promulgó el Edicto de Nantes, que garantizaba la libertad
de conciencia a todos sus súbditos, salvaguardaba la libertad de culto público
para los hugonotes en fortalezas y poblados específicos, y les aseguraba la
igualdad en el acceso a los cargos oficiales.
El reinado de Enrique IV, a partir
de 1598, supuso para Francia un periodo de recuperación tras las guerras de
Religión y el comienzo de un crecimiento económico renovado. La mayor parte de
este periodo transcurrió en paz y las finanzas reales se restablecieron. En
beneficio del campesinado, que suponía más del 90% de la población y que había
sufrido los saqueos y la devastación de la guerra, Enrique anuló los atrasos debidos
por arriendos y los impuestos sobre la tierra, prohibió que los acreedores
embargaran el ganado o las herramientas, puso en venta las tierras públicas por
debajo del precio de mercado y restringió los derechos de caza de los nobles
sobre los campos cultivados. Para promover el comercio, construyó canales,
dragó ríos y restauró y construyó puentes y carreteras. Atrajo a Francia a
artesanos extranjeros para desarrollar nuevas industrias e introdujo el cultivo
de las moreras, de las que se alimentan los gusanos de seda, para asegurar el
abastecimiento de seda en bruto para la industria de este sector.
A finales de la primera década del
siglo XVII, la economía era floreciente y la autoridad real estaba de
nuevo firmemente establecida. Sin embargo, el clero católico se opuso a la
tolerancia oficial hacia los hugonotes. En 1610 un religioso fanático (o un
agente de los Habsburgo, el dato no es claro) asesinó al rey. Enrique,
rechazado por su pueblo como herético en 1589, fue llorado por casi todos los
franceses tras su muerte.
7.8.1
|
Luis XIII y el
cardenal Richelieu
|
A Enrique le sucedió su hijo de
nueve años de edad, Luis XIII. Durante los primeros 15 años de su reinado,
el país inició una regresión bajo la ineficaz dirección de la reina madre,
María de Medici, y, después, bajo el indeciso gobierno de un joven e inexperto
rey.
En 1624, Luis eligió como primer
ministro al cardenal Richelieu, que fue el gobernante efectivo de Francia
durante los siguientes 18 años. Las principales metas de Richelieu consistieron
en eliminar a todos los rivales del poder real y contener las amenazas del
extranjero.
7.8.1.1
|
Política interior
|
Para acabar con el poder político
de la nobleza, Richelieu ejecutó a varios de sus más eminentes y peligrosos
miembros, y derribó los castillos que podían ser utilizados como centros de
resistencia. Para socavar su autoridad y asegurar el fiel desarrollo de la
política real en las provincias, Richelieu dividió el país en 30 nuevos
distritos administrativos y al frente de cada uno de ellos colocó a un
intendente, un oficial real nombrado entre miembros leales de la clase media.
Los intendentes asumieron gradualmente enormes poderes políticos, judiciales y
financieros en sus distritos. A los hugonotes se les privó de ciertos
privilegios garantizados por el Edicto de Nantes, pero no se cuestionó la
libertad de culto.
Richelieu fomentó el desarrollo de la
flota mercante, fundó compañías de comercio exterior y apoyó la expansión
colonial. La colonización sistemática comenzó en Canadá y se establecieron las
primeras factorías comerciales en África y en las Indias Occidentales. Para
proteger el comercio y las colonias organizó la Armada francesa, construyendo
una flota de galeras en el Mediterráneo y una flota de cuarenta veleros en el
Atlántico.
La inflación, el aumento de los
impuestos y, después de 1635, la devastación producida por los ejércitos invasores
sumió a la mayoría del campesinado en una profunda miseria. Las revoluciones
campesinas se sucedieron en Borgoña entre 1625 y 1630, en el sur entre 1636 y
1637, y en Normandía en 1639. Todas fueron duramente reprimidas.
7.8.1.2
|
Política exterior
|
Cuando Richelieu se convirtió en el
primer ministro del rey en 1624, la guerra de los Treinta Años, conflicto civil
y religioso surgido en los estados alemanes y que llegó a ser una guerra
europea general, se encontraba en su primera década. En 1635, cuando parecía
que los Habsburgo (que detentaban el poder del Sacro Imperio Romano Germánico)
podían unificar toda Alemania bajo su mandato, Richelieu introdujo a Francia en
la guerra como aliada de los protestantes suecos y holandeses contra los Habsburgo
católicos. La Paz de Westfalia (1648) concedió la mayoría de Alsacia al reino
de Francia, y aseguró la división de los territorios alemanes. Por la Paz de
los Pirineos (1659), firmada con España, Francia consiguió Artois en el norte y
el Rosellón en la frontera española. Las ambiciones de los Habsburgo habían
sido bloqueadas y Francia salió de la guerra como la gran vencedora.
7.8.2
|
El reinado de
Luis XIV
|
Richelieu murió en 1642 y
Luis XIII en 1643, dejando el trono a su hijo de cinco años,
Luis XIV.
7.8.2.1
|
Mazarino y La
Fronda
|
El protegido y sucesor de Richelieu
como primer ministro, el cardenal Giulio Mazarino, continuó la política de su predecesor,
culminando de forma victoriosa la guerra con los Habsburgo y derrotando, en el
interior, el primer esfuerzo coordinado de la aristocracia y la burguesía para
invertir la concentración de poder en el rey realizada por Richelieu.
En 1648, el Parlamento de París, en
alianza con los burgueses de la ciudad, protestó contra los elevados impuestos
y, con el apoyo de los artesanos, hicieron estallar una rebelión contra la
Corona, denominada La Fronda. Poco después de que finalizara, los nobles
amotinados del sur se rebelaron y, antes de que la revolución fuera aplastada,
una guerra civil arrasó de nuevo diversas zonas de Francia. A pesar de esto, la
Fronda fracasó en su intento de impedir la centralización del poder y, hasta la
década de 1780, los estamentos privilegiados no desafiaron de nuevo a la
autoridad de la Corona.
7.8.2.2
|
El absolutismo de
Luis XIV
|
A la muerte del cardenal Mazarino
en 1661, Luis XIV anunció que en lo sucesivo él sería su propio primer
ministro. Durante los siguientes 54 años, gobernó Francia personal y
conscientemente, y se estableció a sí mismo como modelo del monarca absolutista
que gobernaba por derecho divino (véase Absolutismo).
A principios de su gobierno en
solitario, Luis XIV estableció la estructura del estado absolutista.
Organizó un número determinado de consejos consultivos y, para ejecutar sus
instrucciones, los dotó de hombres capaces y completamente dependientes de su
persona. La demanda de los parlamentos provinciales de un veto sobre los
decretos reales se silenció totalmente. Los nobles potencialmente peligrosos,
por ser descendientes de la antigua nobleza feudal, quedaron unidos a la corte
a través de cargos prestigiosos pero de carácter ceremonial, que no les dejaban
tiempo libre para su actividad política. La burguesía se mantuvo políticamente
satisfecha con la garantía de orden interno que le ofrecía el gobierno, el
fomento activo del comercio y la industria y las oportunidades de hacer fortuna
explotando los gastos del Estado.
7.8.2.3
|
Luis XIV y la
Iglesia
|
El rey, gracias al poder de
nombrar a los obispos, consiguió un dominio firme sobre la jerarquía
eclesiástica. El monarca gobernaba como representante de Dios en la tierra, y
la obediencia del clero le proporcionó la justificación teológica de su derecho
divino. Un movimiento disidente, el jansenismo, que se desarrolló en el
siglo XVII, constituyó una amenaza política por el énfasis que daba a la
supremacía de la conciencia individual, por lo que Luis luchó contra él desde
sus comienzos.
7.8.2.4
|
Mecenazgo de las
artes
|
El gran palacio que construyó
Luis XIV en Versalles fue —y sigue siendo— incomparable en tamaño y en
magnificencia, un monumento de la arquitectura, pintura, escultura, diseño
interior, jardinería y tecnología constructiva de Francia. Luis XIV fue un
destacado mecenas de las artes. Intentó elevar el nivel cultural mediante la
fundación de la Academia de Bellas Artes y la Academia Francesa en Roma;
además, ayudó a los autores con aportaciones económicas y fomentó sus trabajos,
nombrando a un surintendant (supervisor) de música para elevar la
calidad de las composiciones y de los conciertos. Creó también la Academia de
las Ciencias.
7.8.2.5
|
Regulación de la
economía
|
El ministro de Finanzas, Jean-Baptiste
Colbert, fue el gran exponente de la era del mercantilismo. Subvencionó a la
industria, estableció aranceles para eliminar la competencia exterior y controles
de calidad en la producción industrial, desarrolló mercados coloniales que
fueron monopolizados por los comerciantes franceses, fundó compañías
comerciales ultramarinas, reconstruyó la Armada y, en el interior, construyó
carreteras, puentes y canales.
7.8.2.6
|
La persecución de
los hugonotes
|
Antes de finalizar su reinado, los
gastos de las guerras habían arruinado la mayor parte del trabajo de Colbert en
el ámbito económico y, en 1685, el rey asestó un golpe a la débil economía del Estado
al revocar el Edicto de Nantes. Convencido de que la mayoría de los hugonotes
se habían convertido al catolicismo, prohibió el culto público protestante, los
predicadores fueron expulsados del país y se destruyeron sus centros de
reunión. A pesar de la amenaza de elevadas multas, entre 200.000 y 300.000
hugonotes abandonaron Francia; la mayoría eran artesanos especializados,
intelectuales y oficiales del ejército; en definitiva, valiosos súbditos que
Francia no podía permitirse el lujo de perder.
7.8.2.7
|
Las guerras de
Luis XIV
|
Luis condujo a su país a cuatro
guerras costosas. En todas ellas continuó la política de contener y reducir el
poder de los Habsburgo, extender las fronteras francesas hasta posiciones defendibles
y conseguir ventajas económicas. Su ministro de Guerra, el marqués de Louvois,
organizó un poderoso ejército de 300.000 hombres entrenados, disciplinados y
bien equipados. En 1667, el monarca empleó este ejército para hacer valer su
reclamación (basada en su matrimonio, en 1660, con María Teresa, hija del rey
Felipe IV de España) sobre los Países Bajos españoles. Una hostil alianza
de poderes marítimos le indujo a negociar un compromiso de paz en 1668. La
recompensa francesa fueron once fortalezas en la frontera nororiental.
En 1672, las consideraciones
estratégicas y económicas llevaron a Luis a atacar las Provincias Unidas (parte
de los Países Bajos no sujeta a dominación española), donde pronto se
enfrentaría no sólo con los holandeses, sino también con una poderosa
coalición. Francia consiguió tras la Paz de Nimega (1678), que puso fin a la
guerra, el Franco Condado en la frontera oriental y una docena de ciudades
fortificadas en el sur de los Países Bajos.
En 1689, una alianza de poderes
europeos, la Liga de Augsburgo, entró en guerra con Luis XIV para poner
fin a su política de anexionar territorios adyacentes a ciudades conseguidas en
tratados anteriores. Los ocho años de guerra terminaron con la Paz de Ryswick,
acuerdo en el que ambas partes renunciaron a sus conquistas, aunque Francia
retuvo la ciudad de Estrasburgo en Alsacia.
Los combatientes habían resuelto solucionar
sus diferencias debido a que una nueva crisis internacional asomaba en el
horizonte. Carlos II, rey de España, no tenía heredero directo. Un mes
antes de su muerte, nombró para sucederlo al nieto de Luis XIV, Felipe de
Anjou. Aunque Luis había defendido anteriormente la división de la herencia de
la monarquía española, decidió apoyar la candidatura de su nieto a todo el territorio.
Los otros estados europeos temieron las consecuencias de la gran extensión del
poder de los Borbones que esto generaría, y se unieron en una coalición para
evitarlo. La guerra de Sucesión española duró trece agotadores años. Al final,
Luis consiguió su principal objetivo y su nieto se convirtió en rey de España
con el nombre de Felipe V.
7.8.2.8
|
El fin del reinado
de Luis XIV
|
La guerra, junto al frío invierno
de 1709 y a una escasa cosecha, provocó en Francia numerosas revueltas por la
falta de alimentos y en demanda de reformas políticas y fiscales. Una epidemia
de viruela que tuvo lugar entre 1711 y 1712 acabó con la vida de tres herederos
al trono, dejando un único superviviente por línea directa, el biznieto de
Luis, que tenía 5 años de edad. Luis XIV murió en Versalles el 1 de
septiembre de 1715, tras 73 años de reinado.
7.8.3
|
Francia en el
siglo XVIII
|
Luis XV que reinó entre 1715 y
1774, y su nieto, Luis XVI, en el poder desde 1774 hasta 1792, fueron
gobernantes bien intencionados, pero ambos carecían de la habilidad necesaria
para adaptar las instituciones nacionales a las cambiantes condiciones del
siglo XVIII. Luis XV era indolente y estaba poco interesado por los
asuntos de Estado, que intentaba despachar lo antes posible para disfrutar de
los placeres que le ofrecían su riqueza y posición. Desacreditó a la monarquía
y a su muerte era tan impopular que su cuerpo fue enterrado en secreto.
Luis XVI, con sólo 20 años de edad cuando comenzó a reinar, era indeciso y
muy influenciable. Su joven esposa, María Antonieta, frívola y extravagante,
obstaculizó las necesarias reformas.
No obstante, el siglo XVIII fue
una de las épocas más importantes de la historia del país. Francia era la
nación más rica y poderosa del continente. El gusto por lo francés, desde la
arquitectura o el diseño hasta la moda, se extendía por todo el mundo
occidental. Las ideas políticas y sociales de los escritores franceses
influyeron en el pensamiento y en las actividades tanto de Europa como de América,
y el francés se convirtió en el idioma de los intelectuales en todo el mundo (véase
Siglo de las Luces).
7.8.3.1
|
La economía
|
Este siglo fue un periodo
caracterizado por un extraordinario crecimiento económico. La población pasó de
21 millones en 1700 a 28 millones en 1790. Los ingresos procedentes de la
agricultura se incrementaron en un 60%. Los historiadores económicos sitúan los
comienzos de la industrialización francesa en el siglo XVIII, fecha en la
que el país era la principal potencia industrial del mundo. El Corps des
Ponts et Chaussées (Departamento de Puentes y Carreteras), fundado en 1733,
hizo del sistema de carreteras francés el mejor de Europa en 1780. La flota
mercante de Francia contaba con más de 5.000 barcos, dedicados al lucrativo
comercio con África, América y la India, y enriquecía a los comerciantes de los
puertos franceses del Atlántico. Sin embargo, los ingresos de los trabajadores
y artesanos de las ciudades difícilmente mantenían el ritmo de la inflación, así
como la mayoría de los campesinos, que conseguían pocos excedentes para vender
y estaban cargados de fuertes impuestos, diezmos y obligaciones feudales.
7.8.3.2
|
Régimen fiscal
|
El sistema tributario, que eximía a los
territorios de la nobleza y del clero (aproximadamente el 35% de los terrenos
cultivados) de los impuestos sobre la tierra, fracasó al no afectar a los
principales contribuyentes y al establecer una carga injusta sobre el
campesinado y la burguesía. Los sucesivos ministros intentaron establecer un
sistema tributario equilibrado que afectara a toda la riqueza, pero la
oposición de los estamentos privilegiados y la debilidad del rey al apoyar
reformas contra esa oposición frustraron estos intentos.
7.8.3.3
|
Oposición a la
monarquía
|
La nobleza (cuyos títulos eran
originariamente comprados a la Corona) dirigió en los parlamentos provinciales
la oposición a las iniciativas reales, invocando que los decretos reales se sometieran
a la aprobación parlamentaria y haciéndose pasar por defensores de las
libertades públicas contra el despotismo real, con lo que pretendían
popularizar su causa; en realidad, lo que estaban defendiendo eran sus propios
privilegios y el control del gobierno por parte de la aristocracia.
La oposición de la clase
intelectual a la monarquía estuvo dirigida por los filósofos y escritores
franceses del siglo XVIII que trataban problemas políticos, sociales y
económicos. Rechazando las costumbres y la tradición como líneas de acción,
instaron a sus compatriotas a que usaran la razón como medio para descubrir las
leyes naturales que rigen las relaciones humanas y para moldear nuevas
instituciones de gobierno y sociedad en conformidad con ellas. También sostenían
que toda la población tenía ciertos derechos naturales —vida, libertad y
propiedad— y que los gobiernos existían para garantizar esos derechos. Algunos,
a finales del siglo, defendieron el derecho de autogobierno. Estas ideas fueron
especialmente apreciadas por la burguesía, que había aumentado en número,
riqueza y ambición, y ansiaba ampliar su destacada posición socioeconómica al
ámbito político, participando en las decisiones del gobierno. A través de la
burguesía, las ideas se filtraron hasta las capas inferiores de la sociedad y
llegaron a formar parte del acervo popular antes de la revolución.
7.8.3.4
|
La crisis
financiera
|
Los problemas financieros del gobierno
empeoraron después de 1740 por la reanudación de los conflictos bélicos. La guerra
de Sucesión austriaca (1740-1748) y la guerra de los Siete Años (1756-1763)
fueron enfrentamientos europeos por la hegemonía en Europa central y en las
colonias. La segunda de ellas llegó incluso a algunas zonas de América, la
denominada Guerra Francesa e India, que enfrentó a Francia y Gran Bretaña por
obtener el predominio comercial y territorial en un amplio espacio geográfico.
Francia perdió su vasto imperio colonial en América y en la India. En 1778, los
franceses intervinieron en la guerra de la Independencia estadounidense,
apoyando la rebelión de los colonos norteamericanos para debilitar así a Gran
Bretaña y recuperar las colonias perdidas. Sin embargo, las esperanzas
francesas no se cumplieron, a pesar del éxito de los insurgentes, y su participación
en la guerra incrementó la ya creciente y onerosa deuda nacional.
La labor de afrontar la crisis
financiera recayó en el joven e indeciso Luis XVI. Después de que los
parlamentos provinciales bloquearan todos los programas de reforma presentados por
los ministros e improvisaran una Asamblea de Notables en mayo de 1788, Luis
obligó al Parlamento de París a aceptar los edictos reales que privaban a los
parlamentarios de sus poderes políticos. Jueces, nobles y clérigos se
resistieron e intentaron evitar la aplicación del decreto real; consiguieron el
apoyo del Ejército y de una población afectada por altos índices de desempleo y
por el precio del pan más alto del siglo. En julio, la asamblea de una de las
provincias meridionales votó para anular el cobro de impuestos hasta que el rey
no convocara una sesión de los Estados Generales, inactivos desde 1615. El 5 de
julio de 1788, Luis acordó reunir a los Estados Generales y en agosto proyectó
su apertura para mayo de 1789. La aristocracia había triunfado en la primera
etapa de la Revolución Francesa.
7.9
|
La Revolución de
1789
|
El 5 de mayo de 1789, 1.200
diputados formaron los Estados Generales en Versalles. El gobierno no tenía un
plan de acción que respondiera a las expectativas de los diputados y de la
nación, y al defender el voto por estamentos en la Asamblea los miembros del
tercer estado, tomando la iniciativa, abandonaron el 17 de junio los Estados
Generales y proclamaron la Asamblea Nacional de Francia. Invitaron a los otros
estados a unirse a ellos y juraron solemnemente no disolverse hasta que
hubieran dado a Francia una constitución.
7.9.1
|
El fin del Antiguo
Régimen
|
Cuando el gobierno quiso disolver la Asamblea
por la fuerza en julio, el pueblo de París se rebeló, tomando la fortaleza real
de La Bastilla, y obligó al rey a aceptar la formación de la Asamblea Nacional
Constituyente. Una revolución campesina se extendió a través del territorio e
impulsó a la inquieta Asamblea —en una única sesión que duró toda la noche del
4 al 5 de agosto— a abolir todos los privilegios feudales, la nobleza
hereditaria y los títulos nobiliarios.
La Asamblea Nacional Constituyente,
reunida desde 1789 hasta 1791, reorganizó la estructura institucional de
Francia. Para acabar con la presión del problema financiero, confiscó las
propiedades de la Iglesia y emitió papel moneda, usando las tierras confiscadas
como fianza; reorganizó la Iglesia bajo la Constitución Civil del Clero, lo que
suponía la creación de una Iglesia nacional francesa dirigida por el Estado; y
estableció un nuevo sistema administrativo provincial y judicial, que modificó
el control de la elección de los oficiales y jueces y puso fin al largo proceso
de centralización. La Constitución adoptada en 1791 creó un gobierno
parlamentario con una monarquía hereditaria y una asamblea elegida por sufragio
restringido (a los ciudadanos que pagaban impuestos) e indirecto.
La monarquía constitucional duró solamente
un año. Luis XVI no estaba dispuesto a desempeñar el papel que le otorgaba
la Constitución; en julio de 1791 intentó huir del país, refugiarse en el
extranjero y solicitar el apoyo de las restantes potencias absolutistas, pero
fue detenido y arrestado. En abril de 1792, la Asamblea declaró la guerra a
Austria y Prusia. Las iniciales derrotas y el temor a que austriacos y
prusianos invadieran Francia, liberaran al monarca y acabaran con la
revolución, proporcionaron la ocasión para terminar con la monarquía por la insurrección
popular del 10 de agosto de 1792. Se eligió una nueva asamblea constituyente,
la Convención Nacional, por sufragio universal masculino, que, en septiembre de
1792, estableció la I República francesa.
7.9.2
|
El gobierno
jacobino
|
En la crisis originada por la invasión
extranjera, la rebelión interna, la falta de alimentos y las dudosas lealtades
entre los altos cargos, la Convención permitió que el poder ejecutivo se
concentrara en el Comité de Salvación Pública. Éste, dominado por la facción
radical jacobina, inauguró el denominado Reinado del Terror para eliminar a los
enemigos de la revolución. El rey fue juzgado y ejecutado en enero de 1793; la
reina, miles de nobles y numerosos ciudadanos siguieron la misma suerte. El
Comité instituyó un control de precios sobre los productos básicos, que se
racionaron, y fueron requisados los bienes de quienes habían sido condenados,
se estableció el servicio militar obligatorio y también se organizó y equipó a
los nuevos ejércitos de ciudadanos.
7.9.3
|
El Directorio
|
En 1794, cuando los ejércitos
franceses se alzaron con la victoria y pasó el peligro de una invasión
extranjera, se produjo una reacción contra el régimen jacobino, que fue
eliminado tras un golpe de Estado en el mes de termidor (julio según el
calendario revolucionario). Al año siguiente, la Convención Nacional adoptó una
Constitución que estipulaba un régimen republicano, un Directorio de cinco
miembros, que ejercía el poder ejecutivo, y un poder legislativo dividido en
dos cámaras elegidas indirectamente, de modo que se aseguraba el predominio
político de los ciudadanos que poseían propiedades.
El Directorio gobernó Francia durante cuatro
años difíciles, de reajustes por la convulsión que habían causado la revolución
y la guerra continua. El Directorio estuvo amenazado desde la derecha por los
monárquicos, deseosos de restaurar la monarquía, y desde la izquierda, por los
jacobinos, determinados a establecer una república democrática. Cierto número de
personas, situadas en posiciones clave, vieron la necesidad de instaurar un
gobierno más fuerte, por lo que eligieron al joven general Napoleón Bonaparte
para que llevara a cabo un golpe de Estado. En noviembre de 1799, Napoleón y
sus seguidores derrocaron al Directorio y un mes después establecieron el
Consulado.
7.10
|
El Consulado y el
Imperio
|
Después de la supresión del Directorio,
Napoleón se nombró rápidamente jefe de Estado. La nueva Constitución, que él mismo
promulgó, establecía los poderes esenciales del cargo que él asumía, el de
primer cónsul. Se presentó ante los franceses como un hombre pacífico que
pondría fin a los largos años de guerra, pero una vez en el poder insistió en
que la única forma de conseguir la paz era a través de la victoria sobre los
enemigos de Francia, todavía aliados en la Segunda Coalición. Se puso al frente
de un ejército que penetró en Italia y envió otro al sur de Alemania, y sus
victorias obligaron a Austria a firmar la paz en 1801. La coalición se deshizo,
y Gran Bretaña, sin aliados y con la pérdida del comercio con una Europa cada
vez más dominada por Francia, acordó firmar la Paz de Amiens (1802), que acabó
con las hostilidades entre ambos países.
7.10.1
|
La política
interior de Napoleón
|
Como primer cónsul, Bonaparte intentó
remediar las heridas de la revolución, para reconciliar a los antiguos enemigos
y crear y consolidar las instituciones de un gobierno estable. Dio la
bienvenida a su servicio a todos los que le juraron lealtad. Negoció con el
papa Pío VIII el Concordato de 1801, que restablecía el apoyo del estado a
la Iglesia católica, pero quedando sujeta a un estricto control gubernamental.
La codificación de leyes que significó el Código de Napoleón confirmó los
principales logros conseguidos por la Revolución, como la abolición de los
privilegios feudales, la igualdad ante la ley, la libertad de conciencia, la
elección libre del trabajo y garantías contra la detención o el arresto
arbitrarios.
Para asegurarse el control
administrativo de los 83 departamentos, unidades administrativas en las que la
Asamblea Nacional había dividido el país, Napoleón colocó al frente de cada uno
de ellos a un prefecto nombrado por el ministro del Interior. Además, fundó el
Banco de Francia, creó una nueva unidad monetaria, el franco, y estableció la
Universidad Imperial, una organización para dirigir el control de los
profesores del Estado.
7.10.2
|
El dominio
napoleónico de Europa
|
Napoleón estableció en 1804 el Imperio
Francés y se coronó emperador. Esto confirmó sus ambiciones de extenderse más
allá de los límites de la Francia de los Borbones y, en 1805, se reanudaron las
Guerras Napoleónicas. En los dos años siguientes venció a Austria, Prusia y
Rusia, y se convirtió en el dueño de la mayor parte de Europa. Gran Bretaña se
mantuvo en guerra contra él, segura de su control sobre el mar tras la
destrucción de la flota francesa, aliada de la española, en 1805 en la batalla
de Trafalgar. Napoleón se dispuso entonces a aplicar un bloqueo comercial sobre
Gran Bretaña, conocido como el Sistema Continental, lo que en cierta medida le
llevó a realizar acciones que serían fatales para el Imperio: las invasiones de
España y Rusia.
7.10.3
|
El final del Primer
Imperio
|
Después de la derrota de su Ejército en
Rusia en 1812, los enemigos de Napoleón formaron una nueva coalición en su
contra. Expulsado de Alemania y España en el invierno de 1813, en la primavera de
1814 dirigió la última campaña para salvar el Imperio y la perdió. Abdicó en
abril de 1814 y se rindió a los aliados. Los franceses convencieron a los
gobernantes aliados de que la restauración de los Borbones en el trono francés
ofrecía una mayor promesa de paz para Francia, y así, en mayo de ese mismo año,
el hermano menor del ejecutado rey Luis XVI entró en París y gobernó como
Luis XVIII.
La política del nuevo gobierno despertó
el resentimiento popular en Francia mientras los aliados mantenían discrepancias
en el Congreso de Viena, intentando modificar las fronteras de Europa.
Napoleón, conocedor de estos sucesos, consideró que era la oportunidad para
recuperar su poder. En marzo de 1815 huyó de su exilio en la isla de Elba y
volvió a Francia. El Ejército le apoyó, Luis XVIII se marchó a Bélgica y
Napoleón restableció el denominado periodo de los Cien Días. Los gobernantes
europeos dejaron de lado sus diferencias, reunieron sus Ejércitos y el 18 de
junio de 1815, en Waterloo, cerca de Bruselas, derrotaron definitivamente al
Ejército imperial. Napoleón fue desterrado a la isla de Santa Elena, en el sur
del océano Atlántico, donde murió en 1821. Luis XVIII volvió a París y la
monarquía borbónica fue restaurada por segunda vez. Véase también Guerras
Napoleónicas.
7.11
|
La monarquía
constitucional
|
Luis XVIII comprendió que Francia no podía
volver al régimen prerrevolucionario. Garantizó el cumplimiento de una
constitución, la Carta de 1814, que establecía una monarquía parlamentaria y reformas
sociales expresadas en los códigos de leyes napoleónicos. El régimen era
representativo pero no democrático, ya que el derecho de voto estaba limitado a
menos de 100.000 propietarios importantes.
En los difíciles primeros meses, la
incompetencia del gobierno lo enfrentó a la mayor parte de la población y,
cuando Napoleón volvió a Francia en marzo de 1815, Luis se dio cuenta de que
tenía poco apoyo en su propio reino. Pero después de la derrota de Waterloo no
hubo impedimentos a la restauración de Luis. Los dirigentes aliados, menos
dispuestos a olvidar el apoyo del país a Napoleón, impusieron a Francia la
ocupación militar de dos tercios de su territorio durante cinco años y el pago
de una fuerte indemnización.
La segunda Restauración de 1815 hizo estallar
una ola de venganza, denominada “terror blanco”, contra los bonapartistas y los
republicanos. El resultado fueron varios muertos, cientos de heridos y diversas
represalias legales contra quienes habían propiciado el regreso de Napoleón
durante los Cien Días. Las primeras elecciones parlamentarias, celebradas en
1815, dieron el poder a una cámara ultrarrealista partidaria de una política
reaccionaria. En 1816, Luis XVIII disolvió esta cámara bajo la presión de
las potencias europeas, que temían que pudiera estallar una nueva revuelta. En
las siguientes elecciones obtuvieron la mayoría los monárquicos moderados. La
productividad económica se reactivó y expandió. Tras el Congreso de Aquisgrán
(1818) finalizó la ocupación extranjera y Francia fue aceptada de nuevo en los
foros internacionales europeos, ingresando en la Santa Alianza. Sin embargo,
los años de gobierno de los moderados dieron paso en 1820, tras el asesinato
del duque de Berry, heredero del trono, al gobierno de los ultrarrealistas y a
la coronación de su máximo exponente, el conde de Artois, como rey de Francia
en 1824, con el nombre de Carlos X.
Los liberales protestaron al considerar que
las libertades francesas peligraban, pero los Borbones proporcionaron a Francia
un gobierno estable, honesto, eficiente y sin presiones. Propiciaron un
ambiente en el que prosperaron la industria y el comercio y en el que Francia
recuperó la primacía intelectual y artística vivida en el siglo anterior.
7.11.1
|
La Revolución de
1830
|
Después de 1826, el retraso
económico, las elecciones generales, que otorgaron la mayoría a los liberales
en 1827, y la imprudencia de Carlos X ocasionaron la crisis política. En
agosto de 1829, Carlos X nombró presidente del Consejo al ultramonárquico
príncipe de Polignac, lo que no agradó a los diputados liberales ni a la
prensa. Cuando la mayoría liberal de la Cámara de Diputados solicitó en marzo
de 1830 su destitución en el manifiesto de los 221, disolvió la cámara y
convocó nuevas elecciones que confirmaron la mayoría, pero Carlos no aceptó el
resultado electoral. El 26 de julio de 1830 promulgó una serie de decretos para
convocar nuevas elecciones, reducir el número de votantes y restringir la
libertad de prensa. Los periodistas y diputados liberales protestaron, porque
consideraban que esto violaba la Constitución, y recibieron el apoyo de los
trabajadores parisinos. Después de las “tres gloriosas jornadas” del 27, 28 y
29 de julio, Carlos X, abandonado por todos excepto por una minoría de
monárquicos, abdicó y los diputados ofrecieron el trono a Luis Felipe, duque de
Orleans, perteneciente a una rama reciente de la familia de los Borbones.
Revisaron la Constitución para eliminar el poder legislativo del rey y se
extendió, moderadamente, el sufragio.
7.11.2
|
Luis Felipe I
de Orleans
|
La Monarquía de Julio, denominación que
recibió el régimen de Luis Felipe, estuvo dominada por los acomodados
propietarios de la tierra y algunos hombres de negocios y banqueros, convirtiéndose
en benefactora de la gran burguesía. Los primeros cinco años fueron
turbulentos, interrumpidos por levantamientos y revueltas de los republicanos
decepcionados y de los trabajadores urbanos empobrecidos, pero en 1835 el
régimen quedó establecido firmemente.
La vida política de este periodo
fue menos destacada que su actividad económica e intelectual. El crecimiento de
la producción industrial aumentó rápidamente después de 1840 e hizo que
Francia, en pocas décadas, pasara de ser un estado agrario a un estado
industrializado. La ley de ferrocarriles de 1842 estableció la construcción de
una red nacional de ferrocarriles, que aceleró la industrialización y
proporcionó a la población una movilidad sin precedentes. En los cinco años
posteriores a 1846, la población rural descendió por primera vez en ese siglo,
mientras que la emigración hacia los grandes pueblos y las ciudades creció. La
ley escolar promulgada en 1833 establecía que cada commune de Francia
tenía que mantener una escuela primaria masculina, gratuita para todos aquellos
que no pudieran pagarla. El programa de estudios daba importancia a la lectura
y a la escritura y, en la década de 1840, el francés comenzó a sustituir a los
dialectos locales que se hablaban en todo el país.
7.11.3
|
La Revolución de
1848
|
Luis Felipe y sus ministros
resistieron todas la presiones para adaptar las instituciones políticas
nacionales a la evolución de la economía y de la sociedad, particularmente a la
ampliación del sufragio. La rigidez del gobierno y la seria depresión económica
de 1846 y 1847 provocaron que se propusiera un nuevo régimen republicano como
alternativa. En febrero de 1848, el torpe esfuerzo del gobierno por prevenir
una concentración republicana en París originó un choque entre las tropas y los
manifestantes que se transformó en revolución. Luis Felipe abdicó el 24 de
febrero. Un grupo de dirigentes republicanos formó un gobierno provisional y
proclamó la II República francesa.
7.12
|
La II República y
el Segundo Imperio
|
Durante los cuatro primeros meses de
vida de la II República, desde febrero a junio de 1848, los republicanos
moderados, que sólo pretendían un cambio político, y los republicanos
radicales, que propugnaban además una profunda reforma social, lucharon por
conseguir el control del gobierno. Las elecciones de abril devolvieron la
mayoría a los moderados y conservadores en la Asamblea Constituyente y las
medidas que tomaron contra los radicales llevaron a una nueva insurrección,
provocando tres días de sangrientos enfrentamientos callejeros en París. El fin
de la insurrección aseguró la naturaleza conservadora de la II República y
suscitó entre la burguesía el temor de que el radicalismo de la clase obrera
influyera en la política francesa durante el siguiente cuarto de siglo.
La Constitución de la II República,
promulgada en noviembre de 1848, establecía un régimen presidencialista y
unicameral, en la que tanto el presidente de la República como la Asamblea se
elegían por sufragio universal masculino. Luis Napoleón Bonaparte, sobrino de
Napoleón I Bonaparte, fue elegido presidente por mayoría, mientras que las
elecciones parlamentarias dieron la victoria a los monárquicos, contrarios a la
República y temerosos de Luis Napoleón, una combinación que dificultaba la
estabilidad del gobierno. Los republicanos radicales, que consiguieron un
tercio de los escaños, alarmaron a los grandes y pequeños propietarios cuando
hablaron de conseguir el control del gobierno en 1852, año en que se
celebrarían las siguientes elecciones presidenciales y parlamentarias. Luis
Napoleón, presentándose como el salvador de la sociedad frente a una revolución
radical, tomó el poder en un golpe de Estado el 2 de diciembre de 1851 y otorgó
a Francia una nueva Constitución. Un año después, restauró el Imperio y asumió
el título de Napoleón III (el hijo de Napoleón I, Napoleón II,
nunca reinó), emperador de los franceses.
Hasta 1860, Napoleón III gobernó
Francia como dirigente autoritario, pero en 1860 comenzó a delegar su
autoridad, de forma voluntaria, en las cámaras legislativas.
7.12.1
|
El régimen de
Napoleón III
|
El II Imperio proporcionó un clima
propicio al desarrollo económico. El rápido crecimiento industrial comenzó en
la década de 1840. La red ferroviaria triplicó su extensión; las nuevas
instituciones bancarias proporcionaron el sistema crediticio nacional
necesario; los tratados comerciales con Gran Bretaña y otros países dieron a la
sobreprotegida industria nacional una saludable competencia; y se mejoró la
infraestructura de las ciudades y los puertos, en especial de París, que se
transformó con el trazado de amplias avenidas que atravesaban los barrios
centrales, con la planificación de parques espaciosos y con la construcción de
edificios públicos.
Los logros de Luis Napoleón en
política interior contrastaron con sus fracasos en el exterior. La victoria
sobre Rusia en la guerra de Crimea (1853-1856), aliada con Inglaterra, y el
prestigio que le dio la conferencia de paz de París fueron éxitos que no se
repitieron. En 1859, la guerra contra Austria en apoyo al proceso de
unificación italiana posibilitó a Francia la anexión de Niza y Saboya. Un
intento, apoyado por una fuerza expedicionaria de 30.000 hombres, de establecer
un imperio conservador en México entre 1862 y 1866 acabó en desastre. La
decisiva victoria de Prusia sobre Austria en 1866 inclinó la balanza europea de
poder en contra de Francia. Napoleón III no tuvo éxito en su intento de
impedir el ascenso de Prusia y fracasó al pretender conseguir compensaciones
para Francia que contrarrestaran el aumento de territorio y poder de Prusia.
7.12.2
|
La Guerra
Franco-prusiana (1870-1871)
|
En julio de 1870, el primer
ministro prusiano Otto von Bismarck involucró a Francia en una guerra
aparentemente suscitada por la sucesión al trono español. Los ejércitos
franceses no eran equiparables a los de Prusia y a los de los otros estados
alemanes en fuerza, organización y dirección. Fueron derrotados en el campo de
batalla y, el 2 de septiembre, Napoleón y su principal ejército se rindieron en
Sedan. Cuando las noticias llegaron a París, el 4 de septiembre, se proclamó la
República y se creó un Gobierno de Defensa Nacional para continuar la guerra.
Durante cuatro meses, París resistió el asedio alemán y sus ejércitos,
organizados precipitadamente, se enfrentaron a las fuerzas alemanas en el valle
del Loira. En enero de 1871, cuando la capital de la nación estaba a punto de
terminar con su reserva de alimentos y las operaciones militares continuaban
sin muchas esperanzas, el gobierno francés capituló. Bismarck garantizó un
armisticio de tres semanas para que en ese tiempo se eligiera una Asamblea
Nacional que tuviera autoridad suficiente para firmar la paz. La Asamblea se
reunió en Burdeos y el 1 de marzo aprobó los preliminares de la paz, por los
que Francia cedería Alsacia y un tercio de Lorena a Alemania, pagaría una
indemnización de 5.000 millones de francos y se sometería a una ocupación
militar hasta haber pagado las indemnizaciones, lo que fue ratificado en el
Tratado de Frankfurt, firmado junto con el ya proclamado Imperio Alemán en
mayo. Véase Guerra Franco-prusiana.
7.13
|
La III República
|
La Asamblea Nacional, tan pronto como
finalizó la guerra con Alemania, tuvo que hacer frente a un grave conflicto
interno. A mediados de marzo, los republicanos radicales de París se rebelaron
e instauraron un gobierno municipal independiente, la Comuna de París, en 1871.
Mantuvieron el control de la capital hasta que, dos meses después, las tropas
gubernamentales retomaron la ciudad tras la Semana Sangrienta (21-28 de mayo),
que supuso una represión no sólo del movimiento comunal, sino también de las
fuerzas progresistas francesas en general.
La mayoría monárquica de la Asamblea
Nacional intentó restaurar la monarquía, pero no pudo resolver las diferencias
entre los pretendientes borbónicos y orleanistas al trono, por lo que en 1875
los republicanos reunieron suficientes votos para conseguir la aprobación de
una Constitución republicana. Los monárquicos esperaban que finalmente se
sustituyera al presidente de la república por un rey, pero en 1877 se malogró
este intento de nueva restauración monárquica.
Durante las tres décadas siguientes,
Francia se tuvo que ocupar de las amenazas recurrentes que recibía la
República. En la década de 1880, el ministerio de Jules Ferry se comprometió a
acabar con la influencia de la Iglesia católica sobre la educación. Las leyes
de Ferry establecieron que la educación primaria fuera gratuita y obligatoria y
prohibió la educación religiosa en las escuelas estatales. A mediados de dicha
década, los republicanos hicieron frente a la oposición de monárquicos,
bonapartistas y ultranacionalistas, aglutinados en torno al popular general
Georges Boulanger.
7.13.1
|
El caso Dreyfus
|
En la década siguiente surgió una
crisis más seria. En 1894, un tribunal militar condenó a cadena perpetua a un oficial
del Ejército francés de origen judío, Alfred Dreyfus, acusado de espionaje en
favor de Alemania. Su familia y amigos, convencidos de su inocencia, obligaron
a reabrir el caso y, a finales de la última década del siglo XIX, la
apasionada disputa que desencadenó el proceso dividió el país. Los partidarios
de Dreyfus, principalmente republicanos y otros grupos de izquierda, sostenían
que se había cometido una injusticia y que el individuo debía tener prioridad
sobre otras consideraciones. Los monárquicos, ultranacionalistas y defensores
de la Iglesia católica pensaban que quienes apoyaban la inocencia de Dreyfus
pretendían desacreditar al Ejército y socavar la seguridad nacional. Los
diputados republicanos, unidos en 1899 para formar un bloque republicano de
izquierdas, intentaron reducir la tensión del caso con el perdón de Dreyfus y
con las dimisiones y las reasignaciones de los oficiales militares
comprometidos y, en 1901, reanudaron su ataque a la Iglesia. La Ley de
Asociaciones de ese año supuso la clausura de 1.500 centros religiosos y 3.000
escuelas católicas. El proceso culminó en 1905 con la separación oficial de la
Iglesia y el Estado.
7.13.2
|
La economía y las
artes
|
Las cuatro décadas posteriores a 1871 fueron
años de estabilidad, aunque el crecimiento económico no fue espectacular ni
próspero para la burguesía y el campesinado. La clase trabajadora industrial
propició el incremento de la producción, pero resultó la más desfavorecida. Los
sindicatos se legalizaron en 1884 y a partir de entonces se desarrolló un
movimiento obrero revolucionario. Éste despreció la acción política y propugnó
la acción directa a través de huelgas y sabotajes para acabar con la República
y el sistema capitalista.
Las décadas de paz y prosperidad
vividas desde 1871 constituyeron una de las grandes etapas creativas del arte y
la literatura franceses. Primero los pintores impresionistas, y después la
vanguardia de Henri Matisse, Georges Braque y otros convirtieron a París en la
capital mundial del arte. Una pléyade de escritores como Émile Zola, Anatole
France, Paul Verlaine, Guy de Maupassant, Victor Hugo, Charles Cros, Arthur
Rimbaud y Guillaume Apollinaire enriquecieron la literatura francesa.
7.13.3
|
Política exterior,
1871-1914
|
Tras la Guerra Franco-prusiana, la
seguridad nacional fue una preocupación constante. El II Imperio Alemán
superaba a Francia cada vez más en producción siderúrgica y en población, por
lo que después de 1871 Francia empezó a encontrarse aislada en el contexto
internacional. Siguiendo las previsiones de Bismarck, el gobierno francés
orientó sus objetivos a la expansión ultramarina y estableció un imperio
colonial en África y Asia, tan grande como el imperio que había perdido en el
siglo XVIII y segundo en extensión después del Imperio Británico. En la
última década del siglo XIX, un enfriamiento en las relaciones entre Rusia
y Alemania dio a los franceses la oportunidad que esperaban para conseguir un
aliado en la frontera oriental alemana. En 1894, Francia y Rusia firmaron una
alianza defensiva que establecía la mutua asistencia contra los ataques
alemanes o austro-húngaros. Una década después, el temor común a Alemania movió
a Francia y a Gran Bretaña a resolver sus diferencias coloniales y a comenzar
negociaciones para aunar sus operaciones militares y navales en Europa. En
1907, Gran Bretaña y Rusia también habían resuelto sus diferencias y junto a
Francia formaron la Triple Entente, como respuesta a la Triple Alianza
integrada por Alemania, Austria-Hungría e Italia. La amenaza de guerra estuvo
fatalmente presente durante la década anterior a 1914 y, sucesivamente, en
1905, 1908, 1911 y 1913.
El asesinato del heredero al trono
austro-húngaro por los nacionalistas serbios, en julio de 1914, precipitó una
nueva crisis. Los intereses franceses no estaban implicados directamente en la
disputa balcánica entre Austria-Hungría y Rusia, pero el gobierno respaldó a su
aliado ruso, temeroso de que una causa menor pudiera debilitar la alianza de la
que dependía la seguridad francesa. Alemania, apoyando a su aliado,
Austria-Hungría, declaró la guerra a Rusia el 1 de agosto, y dos días más
tarde, después de la negativa francesa a permanecer neutral, declaró la guerra
a Francia.
7.13.4
|
La I Guerra
Mundial
|
Cuando Francia se vio implicada en la
I Guerra Mundial en agosto de 1914, el pueblo francés, casi sin excepción,
se unió para defender a su país, dejando a un lado los conflictos políticos y
de clase de las décadas anteriores. Los ejércitos alemanes atravesaron Bélgica,
penetraron en Francia por el norte y avanzaron hasta las afueras de París antes
de retroceder en la batalla del Marne, a principios de septiembre, y
atrincherarse en una línea que se extendía desde el canal de la Mancha hasta la
frontera suiza, dentro del territorio francés.
En los cuatro años siguientes, las
operaciones militares en la frontera occidental supusieron continuos esfuerzos
para romper las líneas opuestas y reanudar la guerra de movimientos. El uso de
ametralladoras y de artillería pesada favoreció la defensa y las ofensivas sólo
conseguían normalmente unos pocos kilómetros cuadrados con un alto coste de
vidas humanas. A finales de 1914, Francia tenía un balance de 300.000 muertos y
de 600.000 heridos, prisioneros o desaparecidos. Sólo la defensa de Verdún, en
1916, supuso la pérdida de 270.000 vidas francesas. Después del fracaso de la
ofensiva efectuada en la primavera de 1917, algunas unidades francesas se
negaron a internarse en las líneas fronterizas y la desobediencia se extendió a
más de la mitad de las divisiones francesas. A la vez, la seguridad del frente
interior estaba amenazada por el cansancio de la guerra, las huelgas y las
crecientes demandas de negociar la paz. El general Henri Philippe Pétain tomó
la dirección del Ejército y logró restaurar la disciplina y la moral de las
tropas. En el interior, un nuevo gobierno dirigido por Georges Clemenceau
renovó el deseo de continuar la guerra, silenciando a los opuestos a ella.
En julio de 1918, la unificación
de las fuerzas aliadas, la entrada en la guerra de Estados Unidos y el
agotamiento de la maquinaria de guerra alemana permitió a los aliados desplegar
una ofensiva que obligó al gobierno alemán a pedir la paz. El 11 de noviembre
de 1918, la recientemente establecida República de Weimar en Alemania aceptó el
armisticio y, el 28 de junio de 1919, firmó oficialmente un pacto de
pacificación en el palacio de Versalles, el llamado Tratado de Versalles.
Francia recuperó Alsacia y Lorena. El Ejército alemán se redujo a 100.000
hombres, se delimitó una franja de 50 km de ancho en la orilla este del
Rin y Alemania acordó pagar reparaciones por los daños causados a Francia
durante la contienda. El país fue el gran vencedor de la guerra, pero con un
coste elevado; murieron 1.394.000 hombres, una cuarta parte de la población
masculina entre los 18 y los 30 años, y los departamentos nororientales
quedaron devastados.
7.13.5
|
La política
interior en el periodo de entreguerras
|
El problema interno más acuciante
después de la guerra fue la estabilización del franco. Cuando se incrementaron
los precios al finalizar la guerra, el valor del franco descendió un 90% en su
valoración internacional. En 1926 se estabilizó a un 20% de su valor anterior a
la guerra. La devaluación perjudicó duramente a la burguesía, que había sido el
núcleo del apoyo social a la República y que dependía de sus ahorros. Los
últimos años de la década de 1920 y los primeros de la de 1930 supusieron un
breve periodo de prosperidad y calma hasta la llegada a Europa de los efectos
de la Gran Depresión, que comenzó en Francia en el año 1932 y trajo nuevos
temores a la República, coincidiendo con el resurgimiento, después de 1933, de
una Alemania agresiva. En 1934, la amenaza del fascismo en el interior y en el
extranjero impulsaron a los partidos radical-socialista, socialista y comunista
a unirse en el Frente Popular para defender el sistema democrático y exigir la
promulgación de una legislación social progresista. Una vez conseguido el
control de la Cámara de Diputados en 1936, el gobierno del Frente Popular,
presidido por Léon Blum, disolvió las organizaciones fascistas y logró aprobar
las leyes que establecían vacaciones remuneradas, 40 horas de trabajo semanales
y convenios colectivos obligatorios. No había completado su programa cuando se
vino abajo en 1938, en parte debido al crecimiento de la amenaza de guerra y a
la propia división de la izquierda francesa en cuestiones tales como la no
intervención en la Guerra Civil española.
7.13.6
|
La búsqueda de la
seguridad
|
A lo largo de las décadas de
1920 y 1930, la seguridad nacional continuó siendo la principal preocupación
del gobierno. Gran Bretaña y Estados Unidos no ofrecieron garantías de evitar
el rearme alemán, por lo que Francia intentó conseguir cierta seguridad
estableciendo alianzas con Bélgica y los estados de Europa oriental que
podrían, al igual que Rusia antes de 1914, amenazar a Alemania con una guerra
de dos frentes si Francia era atacada. Sin embargo, el Ejército francés carecía
de movilidad y poder ofensivo suficiente como para ayudar a sus aliados
orientales si éstos eran invadidos. Adolf Hitler accedió al poder en Alemania
en 1933 y ésta comenzó su proceso de rearme. Cuando Francia fracasó al
reaccionar contra sus agresiones, el sistema de alianzas orientales se
desintegró y la política francesa fue uniéndose cada vez más a la británica. De
acuerdo con la opinión del primer ministro británico Arthur Neville
Chamberlain, en 1938 Francia consintió la desmembración de Checoslovaquia, no
oponiéndose a la ocupación alemana de los Sudetes, y en 1939 se unió a Gran
Bretaña para garantizar ayuda a Polonia en caso de que sufriera una agresión
similar por parte de la Alemania nazi. En septiembre de 1939, Alemania invadió
Polonia, y Francia y Gran Bretaña declararon la guerra a Alemania.
7.14
|
La II Guerra
Mundial y la IV República
|
El 10 de mayo de 1940, los
ejércitos alemanes invadieron los Países Bajos, Bélgica y Francia. El núcleo
principal de sus fuerzas acorazadas se lanzó contra una posición débilmente
defendida en la línea francesa y, el 15 de mayo, rompieron el frente y llegaron
rápidamente a la costa del canal de la Mancha. Las divisiones francesas y
británicas quedaron aisladas en el norte; aunque la mayoría de las tropas
fueron evacuadas a Gran Bretaña, dejaron todo su equipo pesado en las playas de
Dunkerque (véase Evacuación de Dunkerque).
El 9 de junio, los alemanes
atacaron a través del río Somme y avanzaron hacia el sur. Mientras sus columnas
de acorazados ocupaban la mitad norte y oeste del país, las carreteras se
congestionaron con refugiados que huían y el Ejército francés se desintegró. El
17 de junio un gobierno recientemente formado por el anciano mariscal Pétain
pidió el armisticio; éste se firmó el 22 de junio y, según sus términos, las
tropas alemanas ocuparon dos tercios del territorio francés. A Francia se le permitió
establecer un gobierno en la zona no ocupada.
El 10 de julio de 1940, el
Senado y la Cámara de Diputados se reunieron en Vichy y dieron plenos poderes a
Pétain para gobernar el país y redactar una nueva constitución. Durante los
siguientes cuatro años, Pétain fue el dirigente más bien simbólico del gobierno
de Vichy, un régimen que representó a las fuerzas que se habían opuesto a la
República en las décadas precedentes y que colaboró con las tropas de ocupación
alemanas.
7.14.1
|
Resistencia y
liberación
|
El 18 de junio, Charles de Gaulle,
un general francés relativamente conocido, exiliado en Londres desde la
ocupación, hizo un llamamiento a todos los ciudadanos, soldados y marineros
franceses para que se unieran a él con el fin de continuar la guerra junto a
Gran Bretaña. Pronto formó un pequeño ejército, las Fuerzas Francesas Libres, y
un gobierno en Londres, el Consejo Nacional de la Resistencia, que estableció
contacto con los movimientos de la resistencia en el interior de Francia. En
1943, trasladó sus cuarteles a Argelia e incorporó las tropas francesas que
había en las colonias del norte de África a su movimiento.
Cuando los aliados desembarcaron en
Normandía en junio de 1944, los oficiales de la organización de De Gaulle en
Argelia y los dirigentes de la resistencia local se hicieron cargo de la
administración. El 25 de agosto las tropas estadounidenses liberaron París. De
Gaulle entró en la ciudad el 26 de agosto y su Comité Francés de Liberación
Nacional se convirtió en gobierno provisional de la República francesa,
contando con representantes de la resistencia interior y exterior. Dominó el
gobierno durante los siguientes 15 meses, pero cedió su puesto en enero de
1946, cuando la recién elegida Asamblea Constituyente se mostró en desacuerdo
con sus puntos de vista sobre la necesidad de un régimen presidencialista
unicameral.
7.14.2
|
El periodo de
posguerra
|
La IV República fue instituida
tras la promulgación de una nueva Constitución a finales de 1946. Los grandes
logros del régimen fueron la reforma social y el desarrollo económico. En 1946
se estableció un sistema de seguridad social amplio que instituyó la asistencia
médica, las pensiones de incapacidad y jubilación y la garantía de subsidios de
desempleo a todos los ciudadanos. El ascenso de la natalidad provocó un
crecimiento demográfico que elevó la hasta entonces estancada población
francesa de 40 millones de habitantes, en 1946, a 49 millones, en 1966. La
utilización de maquinaria moderna y los nuevos métodos de cultivo
revolucionaron la agricultura. Un plan nacional para la modernización de la
industria, apoyado por el Plan Marshall del gobierno estadounidense, propició
una nueva fase evolutiva de su industrialización. El índice de producción
industrial se duplicó entre 1948 y 1958. En 1957, Francia se unió a otros cinco
países europeos occidentales para fundar la Comunidad Económica Europea, un
mercado común de 165 millones de habitantes libre de barreras arancelarias.
Los problemas coloniales acabaron con la IV
República. En 1954, Francia abandonó la lucha que durante nueve años mantuvo en
Indochina contra las fuerzas nacionalistas, con un coste de 92.000 vidas y
3.000 millones de francos. Los nacionalistas argelinos comenzaron una guerra
para conseguir la independencia en 1954, y el Ejército francés, humillado en su
propio territorio en 1940 y en Indochina en 1955, determinó mantener la última
gran posesión imperial. La guerra de Independencia argelina fue para Francia
costosa e impopular. En mayo de 1958, oficiales del Ejército y colonos de
ascendencia francesa (denominados popularmente pieds noirs), temerosos
de que el gobierno de París se estuviera preparando para negociar con los
argelinos, creó en África un Comité de Salvación Pública. El mando del Ejército
los apoyó y la extensión del golpe militar al continente parecía inminente. Un
nuevo ministerio en París no pudo controlar la situación. En este crítico
momento, el general De Gaulle, que había permanecido retirado de la política,
surgió como solución salvadora. En junio, la Asamblea Nacional le otorgó por
votación plenos poderes para gobernar el país durante seis meses y para
redactar una nueva constitución.
7.15
|
La V República
|
En septiembre de 1958, De Gaulle
sometió la recién redactada Constitución de la V República a referéndum
popular. El 85% de los electores ejercieron su derecho al voto y el 79%
mostraron su aprobación, lo que supuso una masiva muestra de confianza para De
Gaulle. La Constitución otorgaba el poder ejecutivo a un presidente elegido
indirectamente, que nombraba a los ministros del Consejo y tenía facultad para
disolver el Parlamento y gobernar por decreto en caso de emergencia. El poder
de la Asamblea Nacional para destituir al jefe del ejecutivo fue restringido.
En 1962, una enmienda propuesta por De Gaulle instituía la elección directa
popular del presidente de la República, acrecentando posteriormente el poder
ejecutivo del mismo.
7.15.1
|
Política colonial y
de defensa
|
El problema más acuciante que tuvo que
afrontar De Gaulle en el otoño de 1958 fue Argelia. En los primeros meses, mientras
restablecía la obediencia dentro del Ejército, no se opuso a las pretensiones
de los oficiales cuyas protestas le habían llevado a la presidencia, pero
pronto percibió que una solución militar era imposible. En 1960, inició
negociaciones de paz con los nacionalistas argelinos —sin dejarse intimidar por
las nuevas revueltas militares, por los intentos de asesinato contra él
promovidos por la Organización Ejército Secreto, OAS, y por la violencia
terrorista— que culminaron con la independencia de la República de Argelia. En
un referéndum celebrado en abril de 1962, el 90% de los votantes aprobaron
dicho acuerdo.
Bajo la nueva Constitución francesa,
las colonias obtuvieron el autogobierno dentro de la Comunidad Francesa bajo la
jefatura nominal del presidente de Francia, pero los nacionalistas de cada
enclave colonial ansiaban conseguir la independencia y, en 1960, se revisó la
Constitución para permitir la separación amistosa de Francia de las antiguas
colonias, en especial las del África subsahariana. En ese año y en el
siguiente, el Imperio francés quedó reducido a unas pocas islas y franjas
costeras.
De Gaulle se propuso recuperar el
prestigio internacional de Francia y restablecer su independencia en los
asuntos exteriores. En 1959, ordenó el cierre de las bases de bombarderos
estadounidenses existentes en el país y retiró la flota mediterránea de la
dirección de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Posteriormente, en 1966, sacó todas las fuerzas francesas de la OTAN y, para
reducir la dependencia del armamento nuclear estadounidense, desarrolló una
fuerza nuclear propia. Por otra parte, De Gaulle trabajó para conseguir una
Europa fuerte, apoyando la creación de la Comunidad Económica Europea y, en
cooperación con el canciller de Alemania Occidental, puso fin a la secular
enemistad entre Francia y Alemania.
7.15.2
|
La economía
|
En el ámbito económico, los once años
de la presidencia de De Gaulle constituyeron una época dorada para Francia. Después
de 1961, el país se encontraba en paz, el alto coste en recursos económicos y
humanos de las guerras coloniales se estaba superando y el gobierno central era
estable. Entre 1959 y 1970, el índice de producción industrial casi se duplicó
y la producción de las cosechas de cereales aumentó en un 50%. El producto
interior bruto experimentó un crecimiento medio anual del 5,8% entre 1960 y
1975, cifra sólo superada por Japón. El poder adquisitivo continuó aumentando y
los franceses alcanzaron una riqueza nunca imaginada.
No obstante, a mediados de la década de
1960 aparecieron signos de malestar. La inflación monetaria aumentó, así como
el desempleo. Un excesivo número de graduados universitarios, producto de la
democratización de la educación superior en la década de 1950, manifestaron su
oposición a una sociedad que no les ofrecía trabajos apropiados.
7.15.3
|
El fin de la
presidencia de De Gaulle
|
En mayo de 1968, todas las fuerzas
opuestas al régimen expresaron públicamente su malestar. Los estudiantes de la
Universidad de París, protestando por la represión policial, se declararon en
huelga y ocuparon los edificios universitarios. Su ejemplo motivó las huelgas
de estudiantes y trabajadores de todo el país y, en la tercera semana de mayo,
Francia quedó prácticamente paralizada por la huelga general. Los intentos del
gobierno para acabar con este movimiento mediante la persuasión y la concesión
fracasaron y la caída del gobierno de De Gaulle parecía inminente. En este
punto, De Gaulle, tras asegurarse el apoyo de las divisiones del Ejército
estacionadas en Alemania, disolvió la Asamblea Nacional y convocó nuevas
elecciones. El electorado, temeroso de que pudiera aumentar el desorden, le
reeligió nuevamente y dio la mayoría absoluta a su partido, Unión para la
Defensa de la República, en la nueva Asamblea. Sin embargo, De Gaulle sentía la
necesidad de una ratificación adicional a su presidencia. En la primavera de
1969, propuso un referéndum sobre dos reformas constitucionales y anunció que
dimitiría si los votantes rechazaban sus proposiciones. En las votaciones del
27 de abril de 1969, el 53% de los votantes respondieron de forma negativa y De
Gaulle dimitió y abandonó la política. Falleció al año siguiente.
7.15.4
|
La presidencia de
Pompidou
|
En las elecciones celebradas tras la
dimisión de De Gaulle, Georges Pompidou, primer ministro desde 1962 hasta 1968,
fue elegido para sucederle como presidente de la República. En política exterior,
continuó trabajando por la independencia de Francia de las dos superpotencias.
Mantuvo la estrecha cooperación con Alemania Occidental, intentó sostener
relaciones amistosas con las antiguas colonias y apoyó el Mercado Común
europeo. Sin embargo, su política fue menos agresiva y más conciliadora.
Pompidou abandonó la oposición de su predecesor al ingreso de Gran Bretaña en
la Comunidad Europea (actual Unión Europea) e hizo que la Asamblea Nacional se
comprometiera más en su formulación política.
En 1973, la economía francesa
sufrió un duro golpe por el embargo árabe de las exportaciones de petróleo y
por la conmoción que esto supuso para la economía mundial. Francia no tenía
importantes depósitos de petróleo en su territorio y las reservas de carbón
francés estaban a punto de agotarse. El rápido crecimiento industrial de los
años de posguerra se frenó repentinamente, aumentó el desempleo y el porcentaje
de inflación se disparó. Antes de que el gobierno pudiera gestionar la nueva
situación, Pompidou murió en abril de 1974.
7.15.5
|
La elección de
Giscard d’Estaing
|
El fallecimiento de Pompidou sobrevino
repentinamente y los partidos políticos no tenían sucesores ni programas de gobierno
preparados. Se presentaron una docena de candidatos. En la primera vuelta de
las votaciones, el candidato socialista de la Unión de la Izquierda, François
Mitterrand, al que apoyaba el Partido Comunista Francés, consiguió el mayor
porcentaje de votos, pero no los suficientes para alcanzar la mayoría
requerida. Los centristas y derechistas se unieron en torno al segundo más
votado, el candidato de los republicanos independientes, Valéry Giscard
d’Estaing, y en la segunda vuelta éste consiguió la presidencia por un estrecho
margen de votos.
Giscard planeó integrar a todos los partidos
de centro en el gobierno, para acabar así con los conflictos ideológicos y con
las antiguas barreras que impedían el desarrollo político y económico. Sin
embargo, los partidos rechazaron sus proyectos y la recesión impidió la
adopción de nuevos programas sociales. En 1975, el índice de producción
industrial descendió por primera vez desde el fin de la II Guerra Mundial
en 1945, y el desempleo alcanzó a 900.000 franceses, lo que suponía un
incremento del 45% respecto a 1974.
7.15.6
|
La administración
Giscard-Barre
|
Tras la dimisión como presidente del
Consejo de Jacques Chirac en agosto de 1976, Giscard nombró para sustituirle en
el cargo a Raymond Barre, un economista sin afiliación política, con la
intención de poner fin al estancamiento industrial, al déficit del comercio
exterior y a la inflación. Barre intentó incorporar a Francia a la economía de
libre mercado, poniendo fin a tres siglos de dirección gubernamental. Se
suprimieron gradualmente todos los controles sobre los precios. Las compañías
deficitarias podían recibir asistencia financiera del Estado sólo si
demostraban la posibilidad de modernizarse y reconvertirse a las condiciones de
un mercado en proceso de cambio. Las empresas sin competitividad en los
mercados europeos o mundiales fueron obligadas a disolverse, estimulando por el
contrario a las industrias competitivas basadas en la alta tecnología. Para
combatir los problemas energéticos ocasionados por la subida de los precios del
petróleo, se inició la construcción de centrales nucleares. El Ministerio de
Asuntos Exteriores adoptó una política proárabe, para salvaguardar las
importaciones de petróleo vitales para Francia. Sin embargo, el continuo
incremento de los precios del crudo hizo fracasar la mayoría de los cálculos de
Barre. La inversión privada no aumentó como se esperaba, el comercio exterior
mantuvo su déficit y la inflación y el desempleo continuaron en aumento.
7.15.7
|
La presidencia de
François Mitterrand
|
En 1981, después de la victoria
socialista en las urnas, François Mitterrand sustituyó como presidente de la
República a Giscard d’Estaing, y Pierre Mauroy se convirtió en primer ministro.
Rechazando muchas de las tácticas políticas de su predecesor, el gobierno de
Mitterrand nacionalizó la mayoría de los bancos y de las firmas industriales,
elevó los impuestos, amplió los beneficios sociales, incrementó el número de
puestos de trabajo públicos, abolió la pena de muerte y acabó con el sistema de
prefecturas centralizadas establecido por Napoleón. En 1982 y 1983, un receso
económico y la escasa representación de las empresas de propiedad estatal
provocaron que el gobierno impusiera devaluaciones de la moneda y medidas de
austeridad. En julio de 1984, Mitterrand reajustó su gobierno; los comunistas,
que habían ocupado cuatro carteras en el gabinete anterior, se negaron a
participar en el nuevo consejo. Laurent Fabius se convirtió, con 37 años, en el
jefe de gobierno más joven de la historia francesa. En 1986, después de que la
coalición de fuerzas de derechas Unión del Reagrupamiento y del Centro (URC),
integrada por el RPR y la UDF, consiguiera una estrecha victoria en las
elecciones para la Asamblea Nacional, Mitterrand eligió como primer ministro a
Jacques Chirac, líder del RPR y alcalde de París. Esta fue la primera vez desde
1958 en que partidos opuestos gobernaban juntos en un denominado gobierno de
‘cohabitación’. Chirac perdió las elecciones presidenciales de 1988 y
Mitterrand eligió a su compañero socialista Michel Rocard como primer ministro.
Después de que Francia fracasara en los
intentos diplomáticos para que Irak se retirara de Kuwait, los militares franceses
entraron a formar parte de la coalición de fuerzas en la guerra del Golfo
Pérsico. En mayo de 1991, Rocard dimitió y Mitterrand eligió como primera
ministra a Edith Cresson, también socialista, la primera mujer que obtuvo el
cargo de primer ministro en Francia. Cresson, muy impopular, fue sustituida en
abril de 1992 por Pierre Bérégovoy, después de que los socialistas perdieran
votos en las elecciones regionales. En las elecciones parlamentarias del año
siguiente, el Partido Socialista perdió su mayoría en la nueva Asamblea. La
Unión por Francia (UPF), una coalición del RPR de Chirac, la UDF (dirigida por
el anterior presidente Valéry Giscard d’Estaing) y varios partidos
conservadores minoritarios, consiguió un total de 484 escaños, frente a los 54
escaños socialistas. El presidente Mitterrand nombró a Édouard Balladur, un
miembro del RPR, como primer ministro.
En mayo, una auditoría encargada por el
nuevo gobierno de Balladur reveló que el anterior primer ministro Bérégovoy
había gestionado negativamente la economía francesa y manipulado la información
respecto a la situación económica de Francia. Se temía que el alto déficit
presupuestario, peor de lo que en un principio se creía, pudiera comprometer la
integración de Francia en la Comunidad Europea. Anteriormente, el electorado
francés había ratificado la adhesión al Tratado de Maastricht para fortalecer
la integración política y monetaria con la Comunidad Europea, después de un
reñido referéndum que encrespó el ambiente político francés. Antes de que se
publicara el resultado de la investigación, Bérégovoy se suicidó. Balladur y su
coalición de gobierno fueron reelegidos en marzo de 1994, con el 45% de los
votos frente al 29% que consiguieron el Partido Socialista y sus aliados. En
mayo se inauguró oficialmente el túnel bajo el canal de la Mancha que conecta
Francia con Gran Bretaña, un año y medio después de lo planeado y con un coste
(15.000 millones de dólares) superior al doble del presupuesto estimado.
François Mitterrand, gravemente enfermo, optó por no presentarse a una nueva
reelección.
7.15.8
|
La presidencia de
Jacques Chirac
|
Las elecciones presidenciales de mayo de
1995 convirtieron a Jacques Chirac en presidente de la República, al tiempo que
Alain Juppé accedía a la jefatura de gobierno. Sus primeras medidas, destinadas
a reducir el déficit público a costa de los servicios sociales, provocaron una
dura reacción, que se hizo patente en el invierno de 1995 con huelgas generales
y manifestaciones populares.
Tal clima de crisis social e
inestabilidad política condujo, con el fin de intentar un reforzamiento de la
figura de Juppé como primer ministro, a la convocatoria de elecciones
legislativas anticipadas por parte del presidente de la República. Celebradas
en segunda vuelta el 1 de junio de 1997, los resultados supusieron un auténtico
vuelco en la situación: la coalición formada por el Partido Socialista, los
ecologistas y los radicales de izquierda obtuvo la mayoría absoluta, a la vez
que la coalición de centro-derecha (RPR y UDF) sufría una severa derrota. Juppé
presentó su dimisión a Chirac y se constituyó un gobierno dirigido por el
socialista Lionel Jospin, en el que la nota más destacada fue la presencia de
cinco mujeres al frente de varios ministerios y la incorporación de dos
ministros pertenecientes al Partido Comunista Francés. Se iniciaba así un
periodo de ‘cohabitación’, como ya había sucedido durante la presidencia de
Mitterrand.
A finales de 1997 y principios
de 1998, dos acontecimientos marcaron la vida política y social del país: la
aprobación por parte de la Asamblea Nacional Francesa de una polémica ley sobre
el derecho a la nacionalidad para todos los hijos de inmigrantes nacidos en
territorio francés; y las movilizaciones protagonizadas por el movimiento de
los parados. La nueva ley, aprobada en la Asamblea con el voto a favor de
socialistas y verdes, suavizaría la legislación hasta ese momento vigente y
desde 1993 en materia de extranjería, permitiendo obtener la nacionalidad francesa
a todos aquellos hijos de extranjeros a partir de los 13 años, si así lo
solicitaran, y a los 18 de manera automática, siempre y cuando hayan vivido en
el país durante un periodo no inferior a 5 años. Por otro lado, durante los
meses de enero y febrero de 1998 se produjo una gran movilización social por
parte de los desempleados, que incluso llegaron a ocupar las oficinas de
empleo, con un alcance sin precedentes.
El 21 de abril de 2002 tuvo
lugar la primera vuelta de unas elecciones presidenciales que resultarían
trascendentales en la historia reciente francesa. Chirac fue el candidato más
votado, aunque sólo obtuvo el 19,6% de los sufragios, y a muy escasa distancia
quedó Jean-Marie Le Pen, líder del ultraderechista Frente Nacional que recibió
el 17,07% de los votos. Le Pen superó al primer ministro y líder socialista,
Lionel Jospin (16,04%), el gran derrotado en esta cita con las urnas, que se
vio perjudicado, entre otros factores, por el alto índice de abstención y por
la dispersión del voto entre las hasta 16 candidaturas presentadas (muchas de
ellas, representantes de opciones políticas de izquierdas). La segunda y
definitiva vuelta de estos comicios presidenciales se celebró el 5 de mayo,
concurriendo a la misma Chirac y Le Pen. El temor al programa de este último
motivó que todas las formaciones de izquierda, centro y derecha moderada del
país solicitaran el voto para Chirac, que obtuvo algo más del 82% de los votos
y resultó reelegido presidente de la República. Al día siguiente, Chirac nombró
primer ministro al liberal Jean-Pierre Raffarin (perteneciente a un pequeño
partido de centro-derecha, Democracia Liberal) para sustituir al dimisionario
Jospin, y 24 horas más tarde formó un gobierno integrado básicamente por
neogaullistas, lo que ponía fin a los tiempos de la ‘cohabitación’. En los
comicios legislativos que tuvieron lugar en el mes de junio siguiente, la
coalición gubernamental Unión por la Mayoría Presidencial, integrada por la RPR
de Chirac y Democracia Liberal, logró 357 escaños en la Asamblea Nacional y,
por tanto, una cómoda mayoría absoluta. También se confirmó el declive del
Partido Socialista (140 diputados), mientras que el Frente Nacional no
consiguió representación parlamentaria. Tras esta cita con las urnas, Chirac
pactó un nuevo gabinete con Raffarin, el cual permaneció como primer ministro.
Raffarin comenzó a aplicar su programa
político, centrado esencialmente en las reformas de la fiscalidad, la
regulación laboral y el sistema de pensiones. Una de sus primeras medidas fue reducir
el nivel de aplicación de la jornada laboral máxima semanal de 35 horas,
aprobada durante el gobierno socialista de Jospin. Un año más tarde, en mayo de
2003, el gobierno de Raffarin aprobó una reforma de las pensiones que extendió
las huelgas por toda Francia durante su discusión parlamentaria. En los
siguientes meses, la agitación social prosiguió debido a otras reformas
neoliberales como la del sistema educativo. El referéndum que convocó Raffarin
y que se celebró el 6 de julio de 2003 en Córcega obtuvo más del 50% de votos
negativos. El proyecto gubernamental pretendía “modificar la organización
institucional de la isla”, otorgándole un mayor nivel de autonomía. En abril de
2004, Chirac volvió a otorgar su confianza a Raffarin, pese a la crisis social,
pero le sugirió que frenara en lo posible sus más conflictivas medidas
neoliberales. No obstante, el gobierno conservador prosiguió modificando la
aplicación real de la ley de las 35 horas semanales.
En otro orden de cosas, en
noviembre de 2002, se constituyó la Unión para un Movimiento Popular (UMP, las
mismas siglas que la coalición que permitió la reelección de Chirac meses
antes), el partido que integró a la Democracia Liberal de Raffarin y a la RPR
de Chirac y Juppé. La UMP eligió a este último su primer presidente, quien
resultó condenado, en enero de 2004, por contratar ilegalmente a siete personas
cuando fuera, entre 1983 y 1995, responsable de finanzas del Ayuntamiento
parisino gobernado por Chirac, cuyo mandato se vio también ensombrecido por
estos hechos.
El 29 de mayo de 2005 fue la
fecha elegida por Chirac para la celebración de un referéndum vinculante que
habría de decidir la postura francesa frente a la Constitución europea. Dos
meses antes, el Congreso (reunión de la Asamblea Nacional y el Senado) adoptó
una reforma de la Constitución de 1958 (que hacía la número 18) para aceptar el
texto de dicha Constitución de la UE antes de someterlo al citado plebiscito.
En las urnas, casi el 55% de los votantes optó por el ‘no’, en tanto que el ‘sí’,
preconizado por el centro derecha oficialista de Chirac y Raffarin, y por
François Hollande desde el Partido Socialista (en el que hubo disidentes,
liderados por Laurent Fabius), fue respaldado por algo más del 45%. Estos
resultados, que suscitaron una notable conmoción en la Europa de los 25,
tuvieron como consecuencia inmediata la dimisión de Raffarin y de su gabinete.
Chirac nombró primer ministro al hasta entonces responsable de Interior,
Dominique de Villepin, quien tendría como ‘número dos’ al presidente de la UMP,
Nicolas Sarkozy. El nuevo gabinete se comprometió a luchar con urgencia contra
el desempleo, considerado el factor que había decantado a los franceses por dar
un voto de castigo al anterior gobierno adhiriéndose a la posición defendida desde
la ultraderecha por soberanistas y euroescépticos, y desde la extrema izquierda
por todos los opositores a la que consideraban Europa del neoliberalismo.
Sin embargo, el descontento prosiguió y
así, en octubre de ese año 2005, tuvo lugar una huelga general en el país,
convocada por los principales sindicatos contra las primeras reformas del
mercado de trabajo emprendidas por el nuevo Consejo y demandando mejoras
salariales. A finales de ese mes, la muerte accidental de dos muchachos en un
barrio de París, en una supuesta persecución policial, fue el detonante de la
que pasó a ser conocida como ‘revuelta de los suburbios’. Tuvo lugar durante
las siguientes tres semanas, inicialmente en las poblaciones y distritos
socialmente más deprimidos de la periferia capitalina, aunque rápidamente se
extendió a otras ciudades del Estado. Más de 4.000 personas resultaron
detenidas como consecuencia de los enfrentamientos con la policía, del incendio
de millares de vehículos y de la destrucción de numerosos edificios. Los
protagonistas de estos graves incidentes pertenecían a los sectores sociales
más afectados por el desempleo y la pobreza, cuya subsistencia dependía de
subsidios estatales, entre ellos muchos descendientes de población inmigrante.
Para poner fin a los disturbios, el gabinete de Villepin (en el que destacó la
política de firmeza de Sarkozy, quien, como titular de Interior, personificó la
actitud de “tolerancia cero”) declaró el estado de emergencia y autorizó a los
prefectos gubernamentales a imponer el toque de queda; al mismo tiempo, se
anunció el establecimiento de nuevos programas de medidas sociales (relativas
al empleo, la vivienda y la educación, entre otras materias) destinado a atajar
la causa profunda de la crisis, identificada con la demanda de igualdad de
oportunidades por parte de los sectores más desfavorecidos de la sociedad
(también hubo opiniones que culpabilizaban de los conflictos a grupos
relacionados con la delincuencia organizada o el islamismo radical, que habrían
canalizado, para sus propios intereses, el malestar de los marginados).
La conflictividad social reapareció con
fuerza en marzo y abril de 2006, esta vez protagonizada por estudiantes,
sindicatos y el conjunto de la oposición de izquierdas, que consideraban
inaceptable la reforma laboral aprobada por decreto por el gobierno de Villepin
en el marco de la Ley para la Igualdad de Oportunidades. El objetivo de las
críticas eran, especialmente, los artículos de la misma que establecían el
Contrato de Primer Empleo (CPE) para menores de 26 años (que contemplaba el
despido sin justificación ni indemnización en el transcurso de los dos primeros
años del primer empleo remunerado). Chirac promulgó la polémica ley, pero
congelando su aplicación hasta que fuera modificada; para ello, instó al
gobierno a que la suavizara, reduciendo el periodo de prueba a un año y
reconociendo el derecho del trabajador a conocer el motivo de su cese. Sin
embargo, la presión popular hizo que el gobierno retirara el CPE, que fue
finalmente derogado.
El 22 de abril de 2007, en la
primera vuelta de las elecciones presidenciales, los aspirantes más votados
fueron el candidato de la UMP, Nicolas Sarkozy (31,2% de los sufragios) y la
socialista Ségolène Royal (25,9%), quienes superaron a François Bayrou (18,6%),
de la Unión por la Democracia Francesa, a Le Pen (10,4%) y a Olivier Besancenot
(4,1%), de la Liga Comunista Revolucionaria. En la segunda vuelta, celebrada el
6 de mayo siguiente, ganó Sarkozy (recabó el 53,1% de los votos, por el 46,9%
de Royal), quien durante ese mismo mes tomó posesión como presidente de la
República y nombró primer ministro a François Fillon. A continuación, en junio,
se desarrollaron comicios legislativos; si bien la UMP consiguió la victoria y
una cómoda mayoría en la Asamblea Nacional, perdió escaños en la cámara,
situación inversa a la que vivió el Partido Socialista, que incrementó su
número de representantes.
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