Elecciones, proceso mediante el
cual los componentes de una organización o una jurisdicción gubernamental, como
un Estado o una nación, seleccionan a una persona o personas para ocupar cargos
de autoridad. Una elección también puede registrar opciones entre caminos
alternos de actividad, y se puede realizar con una papeleta, levantando las
manos o por votación oral. En las democracias las elecciones suelen elegir a
las autoridades ejecutivas, legislativas, administrativas y algunas judiciales.
A quienes participan mediante el voto se les llama colectivamente el
electorado.
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PROCEDIMIENTO DE ELECCIÓN
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Antes de que los cargos
sean elegidos suelen ser propuestos como candidatos entre todas las personas
que aspiran a un cargo concreto. En Gran Bretaña, una persona puede ser
nominada para un puesto en la Cámara de los comunes presentando una petición
que lleve las firmas de al menos diez votantes aptos, aunque la persona tiene
poca posibilidad de ser elegida hasta que él o ella no sea aceptado por la
organización de un partido local de mayor envergadura. En los Estados Unidos,
los aspirantes han sido nominados por los caucus, la convención y tras
imponerse en las elecciones primarias. Los candidatos para presidente y
vicepresidente son seleccionados en convenciones nacionales.
2.1
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Elecciones generales
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Mediante la participación
en las elecciones generales, los votantes determinan cuál de los candidatos
nominados ocupará el cargo. Estas elecciones se llaman directas si el
electorado cumple este último requisito; se consideran indirectas si el electorado
elige, en cambio, un grupo de representantes que realiza después la selección
final.
Las elecciones no han
sido siempre utilizadas para lograr resultados democráticos. En algunos países,
en algunos Estados de los Estados Unidos, y en algunas organizaciones privadas,
el electorado a menudo ha sido restringido en la práctica a los miembros de uno
o más grupos o partidos. En algunas elecciones generales, la selección previa
de los votantes ha sido un voto positivo o negativo para un único candidato.
Tales problemas son a menudo el objetivo de la reforma electoral. La frecuencia
de las elecciones es también importante en la dimensión democrática de los
asuntos públicos. En muchos países, y de un modo singular, en algunas
democracias parlamentarias europeas, el poder ejecutivo del Gobierno puede,
dentro de unos límites reglamentados, dejar en suspenso la actividad
legislativa y convocar nuevas elecciones al Parlamento.
Otra consideración a este
respecto es la variedad de cuestiones públicas abiertas durante los procesos
electorales y el número y clase de cargos sujetos a elección. En algunos países
el electorado elige a un partido, en vez de otorgar candidatos individuales.
Por esta razón el órgano legislativo puede reflejar un amplio ámbito de opinión
política organizada. En tales países los cargos ejecutivos y administrativos
son elegidos por vía indirecta. Por el contrario, los cargos para ser
seleccionados a través de unas elecciones pueden englobar a diputados,
legisladores, jueces, comisarios y otros administradores. Estos comicios están
de acuerdo con la tradición de elecciones directas, y a menudo requieren un
largo y complejo proceso de recuento de votos. Los votantes pueden ser también
llamados para aprobar o rechazar propuestas económicas como exenciones de
impuestos y emisión de bonos del Estado, y en Estados que mantienen la
legislación directa pueden ser incluso consultados para votar a favor o en
contra de una parte específica de la legislación que les había sido remitida.
Estas votaciones se parecen mucho a los referendos.
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HISTORIA
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En la Historia, las elecciones
se han identificado con el origen de la democracia. En las ciudades-Estados de
la antigua Grecia, a menudo citadas como ejemplos de democracia pura, los
miembros del Consejo de Estado eran elegidos por sorteo entre una lista de
candidatos seleccionados por las demes, o gobiernos locales. Los
ciudadanos de la antigua Roma elegían importantes cargos públicos y votaban
sobre asuntos públicos. En la edad media el sufragio fue limitado. Entre las
primeras tribus teutonas, los hombres libres elegían a sus reyes; más tarde, la
herencia pasó a ser el pilar de la monarquía. Desde mediados del siglo XIII
hasta principios del siglo XIX, las monarquías germanas y los emperadores del
Sacro Imperio Romano Germánico fueron elegidos por los príncipes del reino,
quienes eran llamados electores. La Venecia medieval elegía sus Dux, o
magistrados supremos, mediante un complejo sistema de elecciones indirectas que
requería un cuerpo electoral intermedio seleccionado por lotería.
En España, el sistema
electoral está asociado de modo inequívoco a la restitución del régimen de
libertades que se emprende a partir de la muerte de Francisco Franco, en
noviembre de 1975, y que consagra la Constitución democrática de 1978. Desde
ese momento, el país queda configurado como un Estado de Derecho del que el
Parlamento, renovable cada cuatro años, es garantía sobre el respeto a la
soberanía popular y el sufragio directo.
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