miércoles, 31 de julio de 2013

Teoría política


Teoría política, subdivisión de la ciencia política que se ha ocupado tradicionalmente de las ideas expresadas por los filósofos políticos, no sólo sobre el funcionamiento de la política sino, cómo debería funcionar. Estos filósofos han analizado la naturaleza y la justificación de la autoridad y el deber políticos y de sus fines. Aunque sus recomendaciones han sido variadas, algunas de ellas utópicas, han compartido la convicción de que es un deber del filósofo político distinguir entre lo que es y lo que debería ser, así como entre las instituciones políticas existentes y las que podrían ser potencialmente más humanitarias. El término teoría política se usa también, desde el siglo XIX, para referirse a las generalizaciones descriptivas, explicativas o predictivas del comportamiento político, sin tener en cuenta su moralidad. Este punto de vista se ocupa más de las técnicas concretas, matemáticas o estadísticas que de problemas normativos.
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EL ESTADO
A lo largo de los siglos, la preocupación principal de los estudiosos de la teoría política ha sido la teoría del Estado. Platón contribuyó a los cimientos de esta teoría con su discurso de La República, en el que intentaba reconciliar la teoría moral con la práctica política mediante el diseño de una comunidad en la que la propiedad fuera común y el Gobierno estuviera en manos de una aristocracia de reyes-filósofos que educaran a los más jóvenes. Estas doctrinas, en una versión muy tergiversada, han sido utilizadas en los tiempos modernos como sustrato de un sistema de gobierno llamado autoritarismo. En éste, al contrario que en la democracia, el Estado tiene la supremacía sobre el individuo. Una variante de este sistema, el absolutismo, concentra el poder en un número limitado de personas o instituciones, como el clero, que defienden principios fijos y generalmente inmutables.
Generalmente se considera a Aristóteles como el padre fundador del método científico aplicado a la teoría política. En su obra Política clasificó los gobiernos en monarquías, aristocracias y democracias, según estuvieran controlados por una, unas pocas o muchas personas; además reunió con éxito las posibilidades de una investigación empírica con un análisis crítico. De esta forma, proporcionó un estimulante modelo para los estudios políticos.
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IGLESIA Y ESTADO
Generalmente, los grandes cambios de opinión han estado asociados a los desafíos planteados por problemas históricos y sociales concretos. En la edad media, por ejemplo, una gran parte de los escritos políticos trataban sobre la cuestión política más sobresaliente de la época: la lucha por el poder entre el Papado y el Sacro Imperio Romano. El filósofo italiano santo Tomás de Aquino defiende el papel de la Iglesia en su obra Summa Theologiae (1265-1273), mientras que Dante Alighieri, en De Monarchia (Sobre la Monarquía, 1313), aboga por un mundo cristiano unido bajo un emperador y un Papa, cada uno de ellos con poder absoluto en su ámbito. En El Príncipe (1513), el político italiano Nicolás Maquiavelo superó el tradicional debate Iglesia-Estado al analizar de forma realista los problemas y las posibilidades de los gobiernos que intentan conservar el poder.
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EL CONTRATO SOCIAL
El filósofo inglés Thomas Hobbes también subrayó el poder del Gobierno. Su mayor obra, Leviatán (1651), aboga por un soberano con poder ilimitado dado que el Estado se origina en el llamado contrato social. Por éste, los individuos aceptan un poder superior para protegerse de sus propios instintos animales y para poder satisfacer ciertos deseos humanos. Otro filósofo inglés del siglo XVII, John Locke, admite gran parte de la teoría del contrato social de Hobbes, pero argumenta que la soberanía reside en el pueblo. Los gobernantes son por tanto administradores de esta soberanía, y pueden ser derribados legítimamente si no consiguen realizar sus funciones ante el pueblo.
Los ideales y la retórica de Locke contribuyeron a la creación de los Estados Unidos al ser formulados en dos documentos esenciales de la guerra de la independencia estadounidense: la Declaración de Independencia y El Federalista. Otras contribuciones importantes a los ideales democráticos y repúblicanos fueron las del filósofo francés Jean-Jacques Rousseau, de ideas similares a las de Locke, y las de Charles-Louis de Montesquieu, que postuló una separación de los poderes del Estado en la Francia prerrevolucionaria del siglo XVIII, muy parecida a la que se llevó a cabo en la Constitución estadounidense. Las teorías políticas de Locke y los independentistas de Estados Unidos, que constituyen lo que generalmente se llama liberalismo, fueron desarrolladas por el filósofo británico del siglo XIX John Stuart Mill.
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EL MARXISMO Y OTRAS FORMAS DE TOTALITARISMO
Karl Marx fue en muchos aspectos el teórico de la política más influyente del siglo XIX. Su deseo era combinar el análisis concreto y la prescripción política en un profundo análisis del sistema económico moderno. Marx concluyó que “la historia de toda sociedad hasta nuestros días es la historia de la lucha de clases” y que los gobiernos y las ideologías liberales son sólo meros agentes de explotación. Por esto Marx defendía la abolición de la propiedad privada, además de predecir la caída del capitalismo después de una serie de crisis periódicas. La abolición de la propiedad, y por tanto el fin de la explotación de una clase por otra, daría lugar a una situación en la que las personas contribuirían de acuerdo con sus capacidades y recibirían según sus necesidades. Después de una fase de transición con el gobierno en manos de la clase obrera, el Estado acabaría por desaparecer. A lo largo del siglo XX, el marxismo ha sido objeto de interpretaciones contradictorias. Fue la ideología oficial de algunos estados totalitarios e inspiró muchos movimientos revolucionarios y nacionalistas en todo el mundo.
Otro género de teoría política, que también es una forma de totalitarismo, apareció tras la I Guerra Mundial con el fascismo y el nacionalsocialismo. Ambos asumen, en diferentes grados, la doctrina de la supremacía absoluta del Estado sobre el individuo y el uso de la fuerza para conseguir sus objetivos políticos.



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