Gobierno, organización política
que engloba a los individuos y a las instituciones autorizadas para formular la
política pública y dirigir los asuntos del Estado. Los gobiernos están
autorizados a establecer y regular las interrelaciones de las personas dentro
de su territorio, las relaciones de éstas con la comunidad como un todo, y las
relaciones de la comunidad con otras entidades políticas. Gobierno se aplica en
este sentido tanto a los gobiernos de Estados nacionales como a los gobiernos
de subdivisiones de Estados nacionales, por ejemplo condados y municipios.
Organizaciones tales como universidades, sindicatos e iglesias, son en general
también gubernamentales en muchas de sus funciones. La palabra Gobierno
puede referirse a las personas que forman el órgano supremo administrativo de
un país, como en la expresión 'el gobierno del presidente Ernesto Zedillo'.
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CLASIFICACIONES
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Los gobiernos se clasifican
de diversas maneras y según distintos puntos de vista; muchas de las categorías
inevitablemente se solapan. Una clasificación familiar es la que distingue la
monarquía de los gobiernos republicanos. Los estudiosos de la época
contemporánea, en particular del siglo XX, han subrayado las características
que distinguen a los gobiernos democráticos de las dictaduras. En una
clasificación de gobiernos, los gobiernos federales se diferencian de los
estados unitarios. Los estados federales, como Estados Unidos y Suiza, son
uniones de estados en los que la autoridad del Gobierno central o nacional está
limitada constitucionalmente por los poderes establecidos legalmente en las
subdivisiones que los constituyen. En México, república federal, se repite el
esquema organizativo del gobierno central en los 31 estados del país: el poder
ejecutivo lo ejerce el presidente (o el gobernador), el legislativo reside en
el Congreso (o Cámara de diputados), y el judicial la Suprema Corte de Justicia
(o Tribunales Superiores). En los estados unitarios, como Gran Bretaña y España,
las subdivisiones constituyentes del Estado están subordinadas a la autoridad
del gobierno nacional. El grado de subordinación varía de país en país. Puede
variar también dentro de un mismo país de una época a otra y según las
circunstancias; por ejemplo, la autoridad central del gobierno nacional en
Italia creció mucho de 1922 a 1945, durante el periodo de la dictadura
fascista. En una clasificación de naciones democráticas, los gobiernos
parlamentarios o consejos de ministros difieren de los sistemas presidencialistas.
En los gobiernos parlamentarios, de los que son ejemplo Gran Bretaña, India y
Canadá, el poder ejecutivo está subordinado al Parlamento. En gobiernos
presidencialistas, como Francia, Estados Unidos y la mayoría de los países de
América Latina, el ejecutivo es independiente del legislativo, aunque algunas
de las acciones del ejecutivo se someten a una revisión del legislativo. Otras
clasificaciones dependen de las diversas formas gubernamentales y poderes entre
las naciones del mundo.
Según la teoría de ciencia
política que prevalece, la función del gobierno es asegurar el bienestar común
de los miembros de los grupos sociales sobre los que ejerce control. En
diferentes épocas históricas, los gobiernos han procurado lograr el bienestar común
por diferentes métodos. Entre los pueblos primitivos, los sistemas de control
social eran rudimentarios; surgían directamente de las ideas del bien y el mal
comunes a los miembros de un grupo social y se imponían a los individuos
principalmente a través de la presión del grupo. En pueblos más desarrollados,
los gobiernos asumían formas institucionales; descansaban sobre bases legales
definidas, imponían castigos a los que violaban la ley y empleaban la fuerza
para consolidarse y desempeñar sus funciones.
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HISTORIA
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Los imperios despóticos
de Egipto, Sumer, Asiria, Persia y Macedonia fueron seguidos por el nacimiento
de las ciudades-estados, las primeras comunidades autogobernadas, en las que el
gobierno de la ley predominaba y los funcionarios estatales eran responsables
frente a los ciudadanos que los elegían. Las ciudades-estados de Grecia, como
Atenas, Corinto y Esparta, y de la parte de Asia Menor dominada o influenciada
por los griegos, proporcionaron el material para las teorías políticas especulativas
de Platón y Aristóteles. El sistema aristotélico de clasificación de Estados,
que influyó en el pensamiento político posterior durante siglos, se basaba en
un criterio simple: los buenos gobiernos son aquellos que mejor sirven al bien
general; los malos gobiernos son los que subordinan el bien general al bien de
las personas en el poder. Aristóteles establecía tres categorías de gobiernos:
monarquía, gobierno de una sola persona; aristocracia, gobierno de una minoría
selecta, y democracia, gobierno de muchos. Los filósofos griegos posteriores,
influenciados por Aristóteles diferenciaban tres formas degeneradas de las
clases de gobierno definidas por él. Distinguían, por tanto, la tiranía, el
gobierno de una persona en su propio interés; oligarquía, el gobierno de unos
pocos en su propio interés y la oclocracia (democracia radical), gobierno de la
multitud o de la plebe. Otras categorías de trascendencia histórica son la
teocracia, gobierno de líderes religiosos como en los primeros califatos islámicos
y la burocracia, el dominio del gobierno por funcionarios de la administración,
como en la China imperial.
La Roma clásica, que evolucionó
de una ciudad-república a núcleo de un imperio mundial, también tuvo gran
influencia en el desarrollo del gobierno en el mundo occidental. Esta
influencia derivó en parte del gran logro romano en la formulación precisa por
primera vez del principio de que la ley constitucional, que establece la
soberanía del Estado, es superior a la ley común, que es originada por decretos
legislativos.
Después de la caída de
Roma, la idea romana de un dominio universal sobrevivió durante la edad media
con la formación del Sacro Imperio Romano Germánico; y también, en parte, por
el establecimiento, a través del Derecho canónico y los tribunales
eclesiásticos con jurisdicción sobre los asuntos seculares, del órgano rector
de la Iglesia católica romana. El efecto de estas influencias fue retrasar el
desarrollo de territorios nacionales y gobiernos después de las tendencias en
esa dirección que se habían manifestado entre los principados feudales de
Europa. Por otro lado, la lucha de los señores feudales por limitar el poder
absoluto de sus monarcas produjo finalmente numerosas contribuciones a la
teoría e instituciones del gobierno representativo. Durante la edad media
surgieron las ciudades-estado mercantiles de Europa que formaron la Liga
Hanseática y las poderosas ciudades-repúblicas italianas o comunas.
La definitiva aparición
de gobiernos nacionales se atribuye a dos causas principales. Una comprende un
número de causas económicas subyacentes, una gran expansión del comercio y el
desarrollo de las manufacturas. Estas condiciones empezaron a minar el sistema
feudal, que se basaba en unidades económicas aisladas y autosuficientes, y a
hacer necesaria la creación de grandes unidades políticas. La otra causa fue la
Reforma, que logró eliminar la influencia de la Iglesia católica que frenaba el
desarrollo político en algunos países europeos.
La nación-estado moderna
se convirtió en una forma definitiva de gobierno en el siglo XVI. Era casi
dinástica y autocrática en su integridad. La voluntad del monarca reinante, en
teoría y a menudo en la práctica, era ilimitada; el famoso aforismo del rey
Luis XIV de Francia, 'L'État, c'est moi' ('El Estado soy yo'), no era
una jactancia infundada, sino una expresión de la realidad existente. Con el
tiempo, sin embargo, la demanda de la burguesía de un gobierno constitucional y
representativo se hizo sentir, y los poderes ilimitados de los monarcas
empezaron a ponerse en duda. En Inglaterra, la Revolución Gloriosa de 1688
restringió tales poderes y estableció la preeminencia del Parlamento. Esta
tendencia culminó en dos acontecimientos de importancia histórica, la guerra de
Independencia estadounidense, que comenzó en 1775, y la Revolución Francesa, en
1789. Por lo común los historiadores datan el origen del gobierno democrático
moderno a partir de estos hechos.
La historia del gobierno
en el siglo XIX y parte del XX es importante para la ampliación de la base
política del ejecutivo mediante la extensión del sufragio y otras reformas. Una
tendencia que se ha acentuado en el siglo XX ha sido el desarrollo y
realización del concepto de que el gobierno, además de mantener el orden y la administración
de justicia, debe ser un instrumento de administración de los servicios
públicos y sociales incluidos, entre muchos otros, la conservación de los
recursos naturales, la investigación científica, la educación y la seguridad
social. Entre 1945 y 1951, el gobierno laborista de Gran Bretaña amplió las
responsabilidades del Gobierno al incluir la nacionalización de un número de
industrias básicas en la necesidad de una planificación económica rigurosa.
Otros avances relevantes del siglo XX fueron la aparición del Estado
corporativo y de los gobiernos totalitarios en diversos países, y de la
primera, así llamada, dictadura del proletariado de la historia, la de la Unión
Soviética (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas). De finales de la década
de 1940 a finales de la de 1980, la mayoría de los países de Europa del Este,
adyacentes o próximos a la URSS, tuvieron gobiernos en muchos aspectos
similares. En América Latina, una de las experiencias más sugestivas en la
reformulación del Gobierno conformado por vías institucionales es la que se
desarrolló en Chile entre 1970 y 1973. Inspirada en el programa de la coalición
de Unidad Popular, encabezada por el doctor Salvador Allende, activó la
nacionalización de la banca y la limitación de los beneficios de los monopolios
multinacionales en campos como el de la minería y la industria. Propulsó así
mismo proyectos de reforma agraria y de servicios sociales, malogrados por el
golpe de Estado que dirigió el general Pinochet, que implantó una dictadura
militar que se prolongaría hasta las elecciones presidenciales de diciembre de
1989, en que una coalición de partidos democráticos impulsó el proceso de
transición hacia la recuperación del régimen de libertades.
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