Soberanía, poder o
autoridad que posee una persona o un grupo de personas con derecho a tomar
decisiones y a resolver conflictos en el seno de una jerarquía política. El
hecho de poder tomar estas decisiones implica independencia de los poderes
externos y autoridad máxima sobre los grupos internos. El concepto de soberanía
surgió cuando los europeos de los siglos XVI y XVII empezaron a buscar
fundamentos laicos sobre los que basar la autoridad de los incipientes estados
nacionales. En el campo de las relaciones internacionales, un Estado soberano
es igual a los demás: puede gobernar su propio territorio, declarar la guerra,
o regular su estructura política, por ejemplo. El Derecho internacional contemporáneo
y los tratados que vinculan a las naciones han modificado, sin embargo, la
libre soberanía absoluta concebida hace cuatro siglos. En la actualidad, la
Organización de las Naciones Unidas es el principal organismo legal que ejerce
un control sobre la soberanía de forma relativa y de modo consensuado.
En lo relativo a la
autoridad que una nación ejerce sobre sus ciudadanos, la soberanía se puede
encontrar en oposición directa con la expresión política. Una de las primeras
funciones del Estado es la de proveer las condiciones para su supervivencia. En
principio, un modo de mejorar las posibilidades de supervivencia consiste en
eliminar la disensión interna, mas esto ocurre en regímenes totalitarios donde
la noción de gobierno y Estado se confunden y alienan. No obstante, este
disenso es el resultado lógico de las políticas de los gobiernos que
representan a diversos partidos políticos y posturas. En las democracias
modernas, por lo tanto, el ejercicio de la soberanía se ve limitado en los
momentos en los que la supervivencia está en juego, como por ejemplo, en épocas
de guerra.
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